Fútbol Americano
Jordi Blanco, ESPN Digital 5y

El Barça vive un sábado de locura en el Camp Nou

El Barcelona es nuevamente el líder de la Liga después de solventar con un engañoso pero brillante 4-2 la visita del Sevilla al Camp Nou para acabar un sábado surrealista. El más extraño que se recuerda. La hinchada coreó a Ter Stegen, quien por dos veces evitó que el equipo de Machín se reenganchase al partido, y se marchó del Camp Nou preocupada por la lesión de Messi… Y ocupada en la asamblea de socios compromisarios, que se convirtió en una pesadilla para la directiva de Josep Maria Bartomeu y pone en jaque sus planes económicos.

Y eso que había perdido el Real Madrid otra vez. Y eso que se aventuraba una crisis histórica en el Bernabéu que podría arrastrar a Lopetegui a su despido. Se podía confiar en un sábado feliz… Y fue un sábado de locos.

Cuando la información no atiende a la paciencia y la urgencia rivaliza con la calma, las noticias varían de mala manera en unos pocos minutos. Messi abandonó dolorido el Camp Nou y cuando aún estaba camino de la Ciudad Deportiva para ser explorado en profundidad ya se mezclaron dos pronósticos diferentes.

Entre la hiperextensión y la luxación, al capitán se le especuló una baja primero de quince días, después de dos meses y, más tarde, de una semana justa, hablándose de una lesión del ligamento menos grave que pudiera darle la opción de aparecer en el Clásico. Cuando, después, llegó a escucharse que Leo tenía una rotura del húmero que pudiera prolongar su baja más allá de los dos meses ya se aventuraba difícil quedarse con un pronóstico cierto, aconsejando, qué remedio, esperar las informaciones médicas que procedieran del propio club azulgrana.

Y el informe médico, oficial, explicó una fractura del radio del brazo derecho. Y estimó, pendiente de cómo se desarrolle la recuperación, de una baja estimada en tres semanas.

LA DIRECTIVA TOCADA

En el club todo se vivía de manera silenciosa y malhumorada. Malhumor evidente entre los directivos después de sufrir la peor asamblea de socios que se recuerda en el Camp Nou, contestada la junta como no podía pensar y obligada tanto a retirar la aprobación del que debería ser nuevo escudo del Barcelona como rechazada su intención de aumentar el límite de deuda.

Ni la victoria del Levante en el Bernabéu sirvió para alegrar los ánimos de unos ejecutivos a los que el golpe moral del escudo pesará mucho menos que las consecuencias que se sospechan con la negativa a aprobar su principal intención de la asamblea. El club no podrá firmar ningún préstamo o emitir bonos por más de 110 millones de dólares en el corto plazo sin antes someterlo a votación de la asamblea.

Y eso quiere decir que deberá replantearse el plan financiero del Espai Barça, cuyas obras están previstas iniciar en el verano de 2019 y que podrían verse afectadas por esta decisión. Si la deuda real del club azulgrana ya es producto de no pocas discusiones por la diferencia de criterios (el club se acoge a lo que establece la Liga y habla de 181 millones de euros mientras que otras estimaciones la aumentan hasta los 565 millones), replantear esas obras provocan no poca preocupación.

Más que el caso del nuevo escudo, cuya votación la directiva solventó anular al comprobar el rechazo de los socios a la desaparición de las siglas ‘FCB’ y que aventura una polémica de calado. Y pone en el escenario una pregunta incómoda: Si Nike ya está confeccionando las camisetas de la próxima temporada, ¿qué escudo aparece en ellas?

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