<
>

Chelsea post Mourinho, entre el duelo, rencor y nuevas ilusiones

Como hace seis años, Hiddink volvió sin pretensiones, para pacificar a los Blues AP

BUENOS AIRES -- Hace casi 10 años que Guus Hiddink (Varsseveld, Holanda, 8 de noviembre de 1946) no se compromete con proyectos largos. La última vez que lo hizo fue para intentar llevar a la selección rusa al Mundial de Sudáfrica 2010, algo que no consiguió por muy poco. El valor doble de un gol marcado por Eslovenia en Moscú le privó en noviembre de 2009 de una nueva medalla en su extenso y exitoso currículum.

En Rusia hubo quien lo criticó por haber aceptado dirigir al mismo tiempo al Chelsea -entre febrero y junio de 2009- que a la selección. Incluso argumentaron que eso pudo haberle distraído, pero nadie sostuvo esa argumentación. Si bien su aventura rusa finalizó en junio de 2010, el hombre dejó una buena imagen en ambos sitios. La Unión de Fútbol de Rusia apreció su bonhomía y capacidad de trabajo. Para Roman Abramovich, mecenas de Chelsea, Hiddink fue aún mucho más grande.

El magnate valoró para y por siempre que el simpático holandés aceptara comandar a Chelsea durante unos meses para que el equipo no se estrellara a la espera de la llegada de Carlo Ancelotti en el verano de 2009. Que incluso Hiddink consiguiera logros en tan corto lapso le brindó una satisfacción mayor.

Con el holandés, los Blues finalizaron la Premier League en el 3er puesto, lo que les valió clasificarse para la siguiente edición de la UEFA Champions League. Fueron campeones de la FA Cup frente a Everton (2-1 en Wembley para levantar su quinto título en la historia). Y alcanzaron las semifinales de la UEFA Champions League, en una temporada que había arrancado muy torcida con el brasileño Luiz Felipe Scolari en el banquillo primero, y el inglés Ray Wilkins después. Hiddink posibilitó una transición modélica. Lo mismo ha buscado ahora Abramovich en el peor momento del club londinense –y suyo particular- desde 2003, año en se convirtió en su todopoderoso dueño sucediendo a Ken Bates.

Consciente del contexto, Guus Hiddink, quien en julio de 2016 muy probablemente le entregue la dirección del equipo al chileno Manuel Pellegrini -Abramovich ya sabe que Pep Guardiola, su preferido, dirigirá a Manchester City-, llamó a la reflexión al plantel e intentó calmar a los hinchas. La afición blue, se encuentra muy dolida por el divorcio entre el vestuario y su amado Jose Mourinho, que terminó con el histriónico entrenador portugués fuera de Stamford Bridge y el equipo a 3 puntos de los puestos de descenso. La frase de referencia en su segunda presentación como bombero oficial del club fue “yo sé qué es lo que necesita este equipo, pero los jugadores deben mirarse cada uno al espejo y preguntarse realmente si están conformes con lo que están haciendo”.

Hiddink llegó con la misma cantidad de exigencias que hace 6 años. Ninguna. Sus intenciones, marcar la cancha de manera paternalista, corregir detalles de la convivencia diaria, y devolverle la confianza a jugadores que tenían la cabeza quemada.

Tanto él como Abramovich están atentos a alguna ganga que pueda surgir en el mercado de invierno. Patrick Bamford (22), delantero de Crystal Palace, ha entrado en el radar y Chelsea sondea la posibilidad de contratarle pero Hiddink, que quiere tener a su lado como primer asistente al legendario Didier Drogba, primero desea recuperar a Diego Costa. El hispano-brasileño, el catalán Francesc Cesc Fàbregas y el belga Eden Hazard terminaron fatal con Mourinho, por eso Hiddink prioriza el aporte de estas tres figuras.

De lo que suceda de acá al final de la temporada dependerá que los tres continúen en el club o se marchen. Juventus e Inter de Milán quieren a Cesc Fàbregas, y Real Madrid seguía a Eden Hazard para incorporarlo en julio de 2016 -de hecho, el jugador precía tener un preacuerdo con el club blanco-, pero si Real Madrid confirmase a Jose Mourinho como nuevo entrenador en el próximo verano europeo, esa operación sería imposible. El único adiós confirmado es el de Radamel Falcao, ya considerado por la prensa el peor fichaje de 2015. Luego, es muy probable que el nigeriano John Obi Mikel tampoco continúe.

Hiddink ha firmado 6 meses de contrato con la misión de reordenar al equipo y promover un sinceramiento general que saque a Chelsea del agobio en la Premier League, y le mantenga en la pelea por la FA Cup y la UEFA Champions League. Carlo Ancelotti, consultado sobre la situación actual del club, aseguró que “Mourinho pagó el precio de que Chelsea sea hoy un equipo sin unidad, dividido. Cuando las cosas van bien siempre existe el riesgo de que haya relajación, falta de motivación. Al parecer, eso es lo que ha ocurrido”.

En enero, Chelsea comenzará su participación en la tercera ronda de la FA Cup frente al Scunthorpe United. En febrero, en los octavos de final de la Champions League se volverá a enfrentar al Paris Saint-Germain, su verdugo la temporada anterior. Hiddink espera con ansias obrar otro milagro. Abramovich, nervioso, sólo confía en la tranquilidad del holandés y la mano dura de Marina Granovskaia, su directora general. En Stamford Bridge nadie toleraría un descenso a la League Championship.