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Arsene Wenger dejará Arsenal con un legado empañado, pero el respeto volverá

Arsene Wenger se adelantó a su tiempo cuando llegó a Arsenal en 1996, pero casi 22 años más tarde se va atrasado en el tiempo y a contramano del deporte que ayudó a transformar durante la primera mitad de su reinado como director técnico.

De modo que el anuncio de su decisión de dejar el equipo al final de la campaña, a medio camino de los dos años de contrato que firmó el verano pasado, resultó agridulce tanto para el francés como para Arsenal.

Decir que ha llegado el momento de hacer un cambio en el Emirates sería pasar por alto la realidad de que ese momento en realidad llegó hace cuatro o cinco años.

Ésta es una dura evaluación de los últimos años de Wenger en su cargo considerando que ganó tres FA Cups en las últimas cuatro temporadas. Pero el equipo al que Wenger había convertido en el club más formidable del fútbol inglés estaba para cosas más grandes.

Fue un equipo que terminó con el largo dominio de Manchester United en el fútbol local, un conjunto que combinaba estilo con acero, determinación y la impactante genialidad de Thierry Henry, Robert Pires y Dennis Bergkamp.

Ese conjunto de Arsenal hizo olas, pero el que Wenger deja atrás apenas mantiene la cabeza por encima del agua desde hace demasiado tiempo y era necesario hacer un cambio.

En el fondo, resulta difícil imaginar que Wenger no lo supiera.

El técnico de 68 años es uno de los hombres con más garra del fútbol, un ganador nato, y seguramente habrá sentido consternación al ver el contraste de su equipo actual con sus conjuntos anteriores.

Sí, él fue el arquitecto tanto de lo bueno como de lo malo, pero las cualidades por las que se destacaron los dobles ganadores de 1998 y los Invencibles de 2004 casi no se han visto en los planteles de Arsenal durante la mayor parte de la última década.

La carga financiera de la mudanza al Emirates en 2006, combinada con el salto que dieron Chelsea y Manchester City al cambiar de manos, conspiraron para debilitar a Arsenal en un momento en el que el poder financiero se convirtió en el ingrediente principal de los mejores equipos.

Antes de que Roman Abramovich y el jeque Mansour Bin Zayed entraran en escena, la capacidad de Wenger de dirigir, encontrar talento y construir grandes equipos sin pagar fortunas lo convirtió en la amenaza más directa a la posición de Sir Alex Ferguson como el mejor DT del fútbol.

Martin Edwards, ex director general de United, reveló este año que había identificado a Wenger, y había hablado con él, como el sucesor ideal de Ferguson cuando el escocés anunció por primera vez su decisión de dimitir en 2002.

Wenger rechazó los avances de United y se quedó en Arsenal para construir los Invencibles, pero dice mucho sobre sus primeros logros en Arsenal el hecho de que fuera el candidato favorito para suceder a Ferguson en Old Trafford.

La rivalidad entre Wenger y Ferguson a fines de la década de los '90 y principios de la de 2000 fue tan reñida y mordaz que llegó a definir a ambos.

Crearon equipos ferozmente competitivos (que siguen estando entre los mejores de la historia de la Premier League), pero mientras que Ferguson calculó su salida de United a la perfección en 2013 tras llevar al club a su título de liga número 20, Wenger se quedó demasiado tiempo.

Ferguson se fue de United quedándose con ganas de más, y lo han echado muchísimo de menos estos últimos cinco años, mientras que muchos hinchas de Arsenal festejarán la decisión de dimitir de Wenger.

Con el tiempo, el cariño y el respeto que se ha ganado volverán, pero de momento, su incapacidad de adaptarse a los nuevos tiempos y de mantener a Arsenal competitivo ha empañado su legado.

Los fans de United todavía lloran la partida de Ferguson, pero la emoción de los seguidores de Arsenal es diferente, y eso es una verdadera pena para un hombre que pasará a la historia como el técnico más grande del club.

La petición en su comunicado, que urge a "nuestros fans a apoyar al equipo y a cerrar en una buena nota", hace referencia al sentimiento de insatisfacción que se respira en las gradas del Emirates.

Pero quizá, al haber hecho pública su decisión de irse, Wenger pueda inspirar un final exitoso a su reinado, algo que sería muy apropiado para el hombre que convirtió a Arsenal en uno de los superequipos de Europa.

Les espera una complicada semifinal de la Europa League contra Atlético de Madrid, pero dado que la final se jugará en Lyon el mes próximo, sería perfecto que Wenger levante una copa europea en Francia y le entregue a su sucesor el pasaporte de vuelta a la Champions League.

Si los dioses del fútbol le sonríen, cosa que no ha sucedido estos últimos años, Wenger podría irse con un trofeo de la Europa League como regalo de despedida.