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A Cristiano Ronaldo le sobrevino la realidad

La explosividad se va perdiendo y las genialidades del luso son cada vez más descifrables por los defensas. Getty Images

Cristiano Ronaldo ganó su primer partido oficial con la camiseta de la Juventus, pero no acabó el partido muy contento. Competitivo como pocos, el hecho de que no lograra marcar un gol y que su equipo se llevara la victoria final de manera agónica, pero no gracias a él, sin duda, fueron cosas que le dejaron tocado.

Ronaldo dejó el Real Madrid convencido de que en el club blanco le habían minusvalorado. Según el portugués, sus números, sus prestaciones y su compromiso con el club durante prácticamente una década, merecían mucho más reconocimiento --y no sólo hablaba de dinero, según declaró tras ganar la Champions League-- del que recibió.

Por eso decidió buscar una nueva aventura en la Juventus, un equipo que ha ganado las últimas siete ligas en Italia y que ha llegado dos veces a la final de la Champions League en ese periodo.. Su traspaso causó un gran estruendo en el fútbol mundial; dejaba muy tocado al conjunto blanco y reforzaba de una manera espectacular a la Vecchia Signora. Pero en su primer partido de Liga en Italia a Ronaldo le sobrevino la realidad.

El portugués ha ido mutando su futbol en los últimos años. Ya no es el extremo punzante que destacó en el Manchester United y que llegó a Madrid a ganar partidos por si sólo. Ahora tiene 33 años, la explosividad de antaño se va perdiendo, y sus diabluras son cada vez más reconocibles por los defensas. Por supuesto, eso no le ha hecho rebajar sus cifras goleadoras hasta ahora, aunque también es cierto que ha tenido momentos de grandes sequías, como por ejemplo el año pasado cuando bien entrado diciembre, el delantero sólo llevaba dos goles en Liga.

Ronaldo es ahora un delantero centro a la antigua usanza. Un nueve de área que cuando sale de esas 18 yardas sigue siendo muy peligroso, porque la calidad es lo último que se pierde, pero que ha mudado su rango de acción a una zona mucho más cercana a la línea de gol.

El problema que se va a encontrar es que en Italia, como se demostró ante en su primer partido de bianconero en Verona, esa zona está sumamente resguardada por los defensas rivales.

A Cristiano Ronaldo le costaba un mundo moverse entre la superpoblada retaguardia del Chievo, que como no podía ser de otra manera se enfocó especialmente en cubrir las llegadas del 7 juventino. Claro está que es sobreprotección a Ronaldo dejaba huecos defensivos que sus compañeros supieron aprovechar para llevarse la victoria, algo que a cualquier delantero del mundo hubiera colmado de felicidad, pero Ronaldo es diferente.

Sus gesticulaciones sobre el campo, su lenguaje corporal a la hora de “celebrar” los goles de Khedira o Bernardeschi, y sus continuos aspavientos sobre el terreno de juego, dejaban entrever que el portugués, de repente, se dio cuenta que quizás las cosas ya nunca vuelvan a ser como fueron. Que los balones ya no llegan de las botas de Marcelo, Kroos, o Benzema, y que sus nuevos compañeros en la Juventus --aunque grandísimos jugadores-- quizás no tienen el nivel de los hombres junto a los que ganó cuatro Champions League en cinco años.

La realidad le pegó de sopetón en la cara a Cristiano Ronaldo y ahora tendrá que esforzarse sobremanera para adaptarse a su nueva vida vistiendo de bianconeri.