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Bajo las alas del 'Arcángel' Malagón, América gana la 15 y el Bi

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Ferretti: "Todas las dudosas van a ser a favor de ellos (América)" (1:54)

El 'Tuca' Ferretti opina sobre el penal que le dio el bicampeonato al América. (1:54)

América sigue en busca de cumplir el sueño largamente aplazado por generaciones: Ser un Campeonísimo.


LOS ÁNGELES -- Llegó el Bicampeonato. Llegó #La15. América 1-0 Cruz Azul. Y nuevamente con Luis “Arcángel” Malagón como la figura descollante de El Nido, atajando cuatro obuses con lances tan preciosistas, como felinos, exactos e históricos.

Llegó #ElBi. Y llegó #La15. Pero entre estertores, taquicardias, angustia, drama, y desde el manchón penalti, ese manchón que históricamente se asocia como el oportunista apéndice exitoso del América: se barre Rotondi e Israel Reyes, astutamente, clava su zapato en el costillar del cruzazulino. Henry Martín pone el balón a pendular en la red magistralmente. 1-0. Y sería suficiente.

Sí. Cruz Azul fue mejor. Fue tan bueno, que La Máquina terminó por dignificar la coronación de un América grisáceo en la Liguilla, grisáceo en el torneo, pero gozoso del aval de jugadores capaces de cambiar la onza de la esperanza por la gloria.

Sí. Malagón cargó la cruz de su equipo y subió a la cruz al mismísimo Cruz Azul.

Sí, Luis “Arcángel” se citó en cuatro lances, tres de ellos rozando en los terrenos del milagro y lo improbable: dos cabezazos secos y a bocajarro, y un zapatazo abajo a la izquierda. América tiene ya al heredero de Guillermo Ochoa y Héctor Miguel Zelada. Un guardameta, además, con la devoción profesional imprescindible para la longevidad en el arco.

Sería injusto y hasta insultante, recrear con un “murió con la cara al Sol”, para tratar de reconfortar y magnificar el trabajo de Cruz Azul. Irrespetuoso sería, cuando fue siempre el mejor en la cancha, en un compromiso estoico, espartano, generoso, para morder en cada balón, pero, principalmente, para embellecer el trato de la pelota. Pero… sí, América tenía su Arcángel y la artillería celeste el santo de espaldas.

De nuevo, Martín Anselmi le recetó una “master class” a André Jardine. Cruz Azul despojó del balón y del territorio al señor feudal del Estadio Azteca, que sólo gozó del dominio en la tribuna, convertida en un tsunami de emociones, viviendo los americanistas casi 80 minutos cabalgando en las sacudidas de los microinfartos, entre el dominio Cementero, y levantando altares virtuales, como hologramas de sus bufidos, cuando los lances de Malagón les devolvían el alma a los cuerpos, rumbeando ya en el precipicio del colapso.

Por eso, la coronación, #ElBi, #La15, engrandece al América. Por la dimensión del adversario, pero, puntualmente, porque El Nido jugó esta noche de domingo, el partido más intenso, exigente, desgastante y comprometido de todo 2024, seguramente aleccionados emocionalmente por el descalabro sufrido ante Pachuca en la Final de la Concachampions.

¿Qué viene? América en busca de cumplir ese sueño largamente aplazado, ese que ya se sabe es un colosal trauma, una colosal tara, una colosal frustración, de la familia Azcárraga (Emilio abuelo, Emilio padre y Emilio hijo): El no tener un Campeonísimo. Esta vez tiene el plantel para consolidar un equipo que aspira a ser multicampeón. Claro, Chivas lo consiguió en torneos largos, y el América lo conseguiría en torneos cortos.

¿Qué viene? Para Cruz Azul consolidar el proyecto. No puede soslayarse una gran verdad: hay muchas quehaceres turbios y manos percudidas detrás de este equipo, como los antecedentes de Iván Alonso, Uriel Pérez, Christian Bragarnik y Fernando Pavón.

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Sin embargo, es encomiable, rescatable y respetable, lo hecho por Anselmi en la cancha, con sus generosos desplantes tácticos y la resurrección de jugadores mexicanos como Charlie Rodríguez, Carlos Salcedo, Uriel Antuna, Ángel Sepúlveda, Rodrigo Huescas, Alexis Gutiérrez y hasta Erick Lira. Anselmi ha logrado purificar la podredumbre de los escritorios.