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Raúl Ruidiaz, el pequeño delantero que se atrevió a soñar en grande

Pequeño en estatura, pero gigante de cara al arco. Así es. No. Así fue siempre Raúl Ruidíaz. Este diminuto, pero letal atacante ha dejado sorprendidos tanto a los peruanos como a los fanáticos del balompié azteca.

No es para menos. Raúl Ruidíaz se atrevió dejar la comodidad de un club como Universitario de Deportes. Esa comodidad se trata más que nada del cariño, la unión y fraternidad con los aficionados del club crema. La ‘Pulga’ lo tenía todo en la ‘U’: fama entre los suyos y reconocimientos goleadores.

Eso no le bastó. Quería más. Quería demostrarle a todo el Perú que sus conquistas también podían remecer otros corazones. Por eso aceptó la oferta de Monarcas Morelia. Él sabía plenamente que el club michoacano batallaba arduamente contra el tenebroso descenso. No le importó. Asumió la responsabilidad. Le dijo sí a Roberto Hernández (director deportivo de Morelia que lo contrató y posteriormente entrenador del primer equipo).

Para muchos era desconcertante que Ruidíaz dejara Universitario, su lugar en el mundo, para irse a Michoacán. Para pocos era un acto de hidalguía y sacrificio porque su último antecedente en el extranjero fue deplorable. Ese periplo fue en Coritiba de Brasil, club en donde no gozó de minutos y erró un penal. Esa última imagen lo sepultó.

Por esa principal razón se unió al proyecto de Morelia. Y no desentonó ni un poquito. Poco a poco fue brincando -como su apelativo- en cada partido hasta dar el golpe definitivo. Fueron once golpes que lo condecoraron como campeón de goleo del Apertura. Un peruano empezaba a ganarse los corazones de la vibrante ciudad de Michoacán.

Aún no era suficiente. El descenso se aproximaba como una ola violenta. Cada cotejo era un ataque al corazón y la única aspirina que calmaba esos dolores se llamaba Raúl Ruidíaz. Ese pícaro delantero que “define como si usara un bisturí” (así lo catalogó Sergio Markarian, ex entrenador de la selección peruana y Cruz Azul) se encargó de realizar las operaciones más riesgosas a herida abierta en diversos campos. La cirugía más exitosa fue ante Pumas (4-0) en la penúltima fecha del Clausura. Ahí Morelia se recuperó considerablemente y el peruano fue tan determinante con ese triplete que hizo delirar a un pueblo ávido de alegrías.

Toda ese extasis terminó por aflorar en el cotejo final ante Monterrey en el estadio Bancomer BBVA. Lo que antes eran rostros de desesperación y angustia se convirtieron en sonrisas eternas y gritos desaforados. Todas estas sensaciones indescriptibles fueron obra del gol salvador de un peruano que se ha erigido como un auténtico héroe morelo.

Gracias a Ruidíaz el club de la ‘Monarquía’ volvió a nacer. Gracias a Ruidíaz todo Morelia volvió a creer. Gracias a Ruidíaz el fútbol mexicano dejó de centralizarse en los Gignac, Boselli, Romero y Britos. Es Raúl Ruidíaz, no Ruidios porque es un simple mortal. Pero un mortal que quedará en la inmortalidad de Michoacán. Él es el nuevo monarca de Morelia.

Con información de Renzo Galiano Sedán / Periodista del suplemento Deporte Total del Diario El Comercio (Perú).