COLUMNA ‘EL PULSO’
CIUDAD DE MÉXICO -- El regate a máxima velocidad, la poderosa zancada, el físico privilegiado y un talento fuera de lo común, definían a un chico nacido en el Distrito Federal con marcados rasgos brasileños.
Llegó a La Masía con 12 años para formarse bajo la cultura futbolística más elevada de aquellos tiempos, y poco a poco fue escalando hasta aparecer en el primer equipo.
Creció al amparo de varios monstruos del Barcelona, y debido a su parecido físico y futbolístico no tardaron en nombrarlo “el nuevo Ronaldinho”, pues el entonces mejor jugador del mundo no dudó en ‘apadrinarlo’.
Deslumbró en algunos partidos de pretemporada con el Barça, y la prueba de que se trataba de un diamante en bruto la dio en el Mundial Sub 17 celebrado en Perú, en el ya lejano 2005.
Con apenas 17 años ya había inscrito su nombre con letras doradas en la historia del futbol mexicano, pues fue uno de los protagonistas de aquel título del mundo sin precedentes, que resultó un parteaguas en el balompié azteca.
Sin embargo, el tiempo y ese empeño inexplicable de transcurrir fue borrando la inocencia de aquel hijo prodigio de Zizinho, y Giovani eligió parecerse todavía más a Ronaldinho...
Indisciplinas, fiestas, alcohol y el rumbo perdido impidieron que aquella joya de La Masía se consolidara, por lo que el club optó por venderlo al Tottenham, que empezaba el armado de un equipo poderoso con el sueño de dejar el anonimato en la Premier League.
Enumerar los clubes por los que pasó Gio sin pena ni gloria entre Inglaterra, Turquía y España, resulta tan ocioso como rememorar los escándalos en los que estuvo envuelto por su afición a la fiesta.
En los que debían ser los mejores años de su carrera, el mayor de los Dos Santos eligió desperdiciarlos, hasta tomar la decisión que lo llevó a la debacle total... Al menos futbolística.
Con 26 años dejó el balompié europeo, luego de que medianamente había revivido su carrera entre el Mallorca y el Villarreal, para llegar al Galaxy de la MLS con un contrato millonario.
Cierto que se trata de un futbolista Campeón del Mundo Sub 17, medallista de oro en Juegos Olímpicos, mundialista Sub 20 y con el Tri mayor, desde luego. Su andar nadie se lo quita, así como tampoco la etiqueta de “lo que pudo ser”.
Gio no estaba llamado a ser un futbolista del montón, pues sus condiciones naturales le permitían forjar una trayectoria soñada; es prácticamente contemporáneo de Lionel Messi... Sin embargo, eligió el camino equivocado.
Los últimos años de la carrera de Dos Santos han sido tristísimos, al grado de que ni en una liga que aún está lejos de la élite (en cuanto a nivel futbolístico, no así en sueldos e infraestructura), no pudo brillar ni convertirse en referente de su equipo, y mucho menos de la competencia.
Su salida del Galaxy no podía ser de otra manera, si no por la puerta de atrás, recibiendo un pago millonario por la rescisión de su contrato, debido a que el club le quitó la etiqueta de ‘Jugador Franquicia’ y ya no contaba con él.
Está próximo a cumplir 30 años y seguramente tendrá una o varias ofertas de trabajo, aunque la realidad indica que de aquel ‘heredero de Ronaldinho’ hoy solo quedan las cenizas y un desempleado millonario.