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Radamel Falcao, un ejemplo de superación

Le dicen el Tigre. Y el apodo lo define a la perfección. Aguerrido en la vida y en el fútbol, Radamel Falcao García es un ejemplo de voluntad y sacrificio. De chico, la familia de Radamel sabía que el futuro de su hijo estaría ligado al deporte, aunque seguramente, su papá Radamel García y su mamá, Carmenza, no imaginaron que llegaría tan alto.

Radamel padre había sido jugador de fútbol profesional en su país y en Venezuela, y el joven Radamel mostraba de pequeño muchas condiciones tanto para el beisbol como para el fútbol.

Pero fue el deporte de la redonda el que lo terminó cautivando. Talento nunca le faltó, aunque está claro que para triunfar, muchas veces la calidad no alcanza. El, se encargó de poner la voluntad y el sacrificio necesarios para llegar. Y vaya si llegó rápido: con apenas 13 años, ya se daba el gusto de debutar en la Primera B de Colombia, jugando para los Lanceros de Boyacá.

Así, se convertiría en el futbolista más joven en dar el primer paso en un torneo profesional colombiano. Apenas unos años después, desde el fútbol argentino se fijaron en él. River Plate no dudó en convocarlo para las Inferiores del club, donde se potenció como futbolista y como delantero, compartiendo divisional, por ejemplo, con Gonzalo Higuaín.

Pero esos tiempos no fueron fáciles. Con apenas 15 años, el delantero debió dejar su país natal y su familia, y adaptarse a un nuevo estilo de vida. Sin embargo, esos primeros años en Buenos Aires ayudaron a marcar su personalidad, que se vería de entrada cuando le tocó debutar en la Primera de los Millonarios, por el torneo Clausura 2005.

El Apertura 2006 fue el campeonato de la consolidación. Sin embargo, todo lo bueno que Falcao venía mostrando se vio truncado por un duro golpe: la rotura de ligamentos que sufrió en la pretemporada previa al inicio del nuevo torneo. Fiel a su estilo y haciendo honor a su apodo, el Tigre puso toda la fuerza en la recuperación. Y volvió a jugar de la mejor forma para consolidarse de manera definitiva en el club argentino, donde se consagró campeón en 2008 de la mano de Diego Simeone.

Luego llegó el salto a Europa. Porto fue la primera escala, apenas el comienzo. Luego llegaría lo mejor: Atlético de Madrid, Chelsea, Manchester United y Mónaco se dieron el gusto de tenerlo en sus filas. En Portugal logró siete títulos, y en el Atlético de Madrid, tres. Tal vez en esos equipos, junto con el Mónaco, se vio la mejor versión del Falcao jugador y goleador.

Como no podía ser de otra manera, la Selección lo marcó a lo largo de su carrera deportiva. Hoy, a los 32 años, es el máximo anotador del conjunto colombiano. Sin embargo, su recorrido en el conjunto cafetero también tuvo una dosis de angustia y sufrimiento.

Luego de ser clave en la clasificación a Brasil 2014, el primer Mundial de Colombia desde Francia 1998, el Tigre sufrió la rotura de ligamentos de rodilla en enero del mismo año. Y no pudo estar. “Hoy estoy en buenas condiciones físicas, pero no quería quitarle a un compañero la posibilidad de jugar, ni hacer algo en contra de mi salud”, dijo cuando se conoció su ausencia. Un ejemplo de humildad y compañerismo.

La vida le dio revancha, y Rusia 2018 lo tuvo con Colombia, debutando en un Mundial y marcando un gol, el número 30 de la larga lista con su país.

No hay dudas que, todavía, Falcao tiene algunas páginas en blanco para seguir escribiendo su historia, tanto en Colombia como en el futbol mundial. Le dicen el Tigre. Y el apodo lo define a la perfección.