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El paso de Usain Bolt al futbol lo coloca dentro de un club muy exclusivo

Transcurren los últimos días del mes de mayo y es la hora de iniciar las prácticas en el club Stromsgodset Toppfotball de Drammen, Noruega. Mientras los jugadores se visten, el director deportivo Jostein Flo les informa que un nuevo jugador, recién reclutado, se les unirá para hacer sus respectivas pruebas con el equipo. Les dice que el novato es “sumamente veloz”. Se abre la puerta e ingresa un hombre que reconocen instantáneamente. No pueden darles crédito a sus ojos, o al número en el dorsal de su camiseta: 9.58.

Bienvenido, Usain Bolt, al mundo del fútbol. Y bienvenido, mundo, a la idea de que el dueño del récord mundial en los 100 metros (9.58 segundos) y 200 metros planos (19.19), a los 32 años, quiere jugar como extremo en un equipo de fútbol profesional, ahora que está retirado del atletismo. ¿Qué reto más agradable para él que intentar jugar un deporte que ha amado desde sus días de niñez en Sherwood Content, Jamaica?

A partir de este martes, Bolt comenzará a entrenar en Gosford, Australia, con los Central Coast Mariners de la Liga Australiana. El ocho veces medallista de oro Olímpico ha estado metido en canchas en Suráfrica, Alemania y Noruega este año, mientras su agente ha respondido al interés de clubes en Turquía, la United Soccer League de Estados Unidos y la Liga Australiana. Al final, Bolt eligió a los Mariners; en parte, debido a la familiaridad del atleta con el territorio: él ayudó a financiar una liga de atletismo australiana.

“Siempre digo que cualquier cosa es posible”, afirmó Bolt en la primera ocasión cuando fue anunciada su audición. “No pienso en límites. Ansío enfrentarme al reto”.

Hay aquellos que perciben el movimiento hecho por el jamaiquino como un ardid publicitario para aumentar la asistencia e índices de sintonía de la Liga Australiana y en particular de los modestos Mariners. Hay un video en YouTube en el cual se ve a Bolt jugando en un partido de exhibición de Soccer Aid a beneficio de UNICEF en Manchester, Inglaterra y casi anota un hat trick: se le anuló un gol debido a una sentencia de fuera de lugar, un tiro fue muy arriba y otro golpeó los travesaños.

La idea de un extremo derecho con la velocidad de Bolt resulta interesante e intimidante. Expresó Adam Taggart, delantero del Brisbane Roar: “Sólo me siento feliz de no ser un defensa que tenga que correr contra él, si aparece”. Póngamoslo de esta forma: el profesional más veloz actualmente en escena es probablemente el galés Gareth Bale, del Real Madrid, quien ha sido cronometrado a 36.9 kilómetros por hora (22.9 millas por hora) durante un encuentro. Bolt puede correr hasta a 40 kilómetros por hora (25 millas por hora).

Existe una profusa y rica historia de atletas que tienen éxito en múltiples disciplinas. La lista de grandes atletas que lo han conseguido (entre ellos, Jim Thorpe, Babe Zaharias, Jackie Robinson, Jim Brown, Bob Hayes, Bo Jackson, Deion Sanders, Marion Jones) sigue y sigue. Una cosa es cierta: donde quiera que fueron, hicieron lo que hicieron y fueron objeto de aplausos y reconocimientos.

Lo que distingue a Bolt y los otros atletas notables que no se limitaron a un sólo deporte y que reseñamos a continuación fue la disposición de escuchar a sus corazones y así hacer oídos sordos al coro de personas que les dijeron que son demasiado mayores o que sus deportes son tan distintos o que intentaban hacer algo jamás logrado. Quizás fracasaron, pero al menos lo intentaron y por ello, deberían ser objeto de aplausos y no de abucheos.

El manager de los Cleveland Indians Terry Francona tiene cierta experiencia en esa área: Fue el estratega de Michael Jordan durante su estancia en el Béisbol de Ligas Menores en 1994.

“Estaba de moda ser crítico de Michael. Pero, a juzgar por lo que vi, tenía respeto por este deporte y se ganó el respeto de sus compañeros”, dijo Francona. “Era toda una felicidad tenerle cerca. No sé cómo están tratando a Bolt, pero qué bien por él”.

En ocasiones, el coro no tiene la razón. Después de todo, Usain Bolt solía escuchar acusaciones de que era demasiado flojo e indisciplinado como para convertirse en campeón. ¿Y si logra quedar dentro de la plantilla de los Mariners?

Y, ¿que pasaría si falla en su intento?

Michael Jordan, Estados Unidos

El jugador de baloncesto más grande que jamás haya vivido también representa el mejor ejemplo del por qué no debemos reírnos de las ambiciones de un atleta. Cuando Jordan, a los 30 años, anunció su retiro de la NBA en octubre de 1993 tras haber llevado a los Chicago Bulls a su tercer campeonato consecutivo en el mejor baloncesto del mundo, la mayoría de la gente logró comprenderle. Estaba sufriendo el duelo por la muerte de su padre y se encontraba en medio de una controversia sobre su afición a las apuestas y ya no tenía nada que demostrar. Lo que la mayoría no lograba entender fue el anuncio hecho por él tres meses después de su deseo de intentar jugar con los Chicago White Sox, organización de Grandes Ligas propiedad de Jerry Reinsdorf, dueño de los Bulls.

Cuando se reportó a los entrenamientos primaverales en Sarasota, Florida, fue recibido por un coro de escépticos. En ese entonces, escribía para la revista Sports Illustrated y en mi artículo, titulado de forma maliciosa “Err Jordan” (“Yerra Jordan”), fui muy duro con él: “MJ no tiene nada que buscar en su intento de jugar al jardín derecho del Comiskey Park, al igual que (la leyenda de los Medias Blancas y ya mayor) Minnie Miñoso no tiene nada que buscar intentando alcanzar el balón para los Chicago Bulls”.

Sin embargo, apunté que sus compañeros se mostraban impresionados tanto con su velocidad como con su ética de trabajo, incluso si su velocidad con el bate y dominio de la jerga del béisbol no estaban en la mejor forma (llamaba al umpire de primera base “réferi”). Al final del Spring Training, fue asignado a los Birmingham Barons de Doble-A, manejados por Francona.

“Estaba tan ansioso por aprender”, dijo Francona. “Y tenía la intención de demostrar a los demás que estaban equivocados. Si le dices que no se puede, conseguirá una forma de demostrar que sí”.

Por pura curiosidad, viajé a Birmingham ese mismo verano y lo que vi fue impresionante. Bajo la tutela del coach de bateo Mike Barnett, Jordan desarrolló un swing legítimo. La gente mira sus estadísticas de esa temporada 1994 y se fijan en su promedio de bateo de .202 en 127 encuentros. Por mi parte, me concentro en las 51 empujadas y 30 (¡!) bases robadas. Tuvo mejor campaña en Doble-A que la conseguida por Tim Tebow, ganador del Trofeo Heisman en 2007, en Clase A el año pasado.

Los peloteros de Grandes Ligas se fueron a la huelga desde el verano de 1994 hasta la primavera de 1995 y Jordan, quien no quería formar parte de esa disputa laboral, volvió a la NBA, donde llevó a los Bulls a conseguir otro tricampeonato. Dejó al béisbol sin mirar atrás. Sin embargo, tal como llegó a decir posteriormente Mike Barnett: “Creo que habría llegado a Grandes Ligas como cuarto jardinero al final de ese año (1995). Contaba con la habilidad, aptitudes y ética de trabajo. Las tres se salían de lote”.

Entonces, la respuesta es sí. Michael Jordan habría llegado a las Grandes Ligas.

Wilt Chamberlain, Estados Unidos

El jugador que apodaban “Big Dipper” no sólo era un gigante. Ciertamente lo era, a 7 pies, 1 pulgada de estatura. Fue un tremendo atleta que alcanzó el estrellato en el baloncesto y atletismo en secundaria (siendo alumno de la escuela Overbrook en Filadelfia) y la universidad (en Kansas). Vamos, en sus tres campeonatos de atletismo en la Conferencia Big Eight, corrió las 100 yardas, lanzó y ganó en todos sus intentos en salto alto.

Posteriormente, se convirtió en el pívot más dominante en la historia de la NBA, siendo 13 veces All-Star con los Warriors, 76ers y Lakers, ganando cuatro premios al Más Valioso de la NBA. En una ocasión (para ser exactos, el 2 de marzo de 1962 en Hershey, Pensilvania), anotó 100 puntos en la victoria de sus Philadelphia Warriors sobre los

169-147- Dieciséis años después, fue exaltado al Salón de la Fama del Baloncesto en Springfield, Massachusetts.

A nueve millas al norte de Springfield, en Holyoke, Massachusetts, se encuentra el Salón de la Fama del Voleibol Internacional. Wilt también forma parte de ese Salón. Wilt llegó ahí gracias a la escena del voleibol de playa en el Sur de California, donde practicó ese deporte al final de su carrera en el baloncesto. Se hizo tan apasionado del mismo que ayudó al inicio de una liga mixta bajo techo, la International Voleyball Association, a finales de los años 70. Demostró suficiente calidad para ser designado Más Valioso del Juego de Estrellas de esa liga en 1978, televisado por la cadena estadounidense NBC. Murió en 1999 a los 63 años debido a insuficiencia cardíaca, ocho años después de haber escrito sobre su amor al voleibol en su autobiografía “A View From Above” (“Una mirada desde arriba”): “Poder ponerme a prueba contra los mejores del mundo, en la playa o bajo techo, es algo que me enorgullece mucho”.

Joel Embiid, Camerún

Aproximadamente 40 años después que un pívot dominante de los 76ers dominara el mundo del voleibol, un jugador de voleibol oriundo de Yaounde, Camerún, asumió el reto de jugar al baloncesto y se convirtió en un dominante pívot para los 76ers. “Mi padre no quería que jugara al baloncesto”, afirma Embiid, de 7 pies de estatura, quien se convirtió el año pasado en el primer jugador de los 76ers en ser titular en un Juego de Estrellas desde que Allen Iverson lo consiguiera en 2009-10. “Pensó que era un deporte demasiado físico para mí”.

Su padre Thomas era oficial militar en Camerún, por lo cual era un poco difícil desobedecer sus ordenes. El plan original consistía en que Joel fuera a Europa a jugar voleibol profesional. Sin embargo, Luc Mbah a Moute, jugador de la NBA también proveniente de Yaounde, le descubrió y convenció a Thomas que el baloncesto en los Estados Unidos era el destino para el jovencito de 15 años.

Su sendero a la NBA tuvo algunos baches: el primer entrenador de secundaria de Embiid en Estados Unidos no le ponía a jugar. A pesar de ello, se convirtió en una estrella de tal calibre en The Rock School en Gainesville, Florida, que la Universidad de Kansas lo reclutó y luego de un año estudiando allí, los 76ers le tomaron en el tercer puesto del draft 2014. Una lesión en uno de sus pies le evitó que jugara sus primeras dos temporadas, pero también sirvió de inspiración a su apodo: “El Proceso”, referencia al lema repetido por el entonces gerente general Sam Hinkie: “Confía en el proceso”.

Lo que percibieron Mbah a Moute, los Kansas Jayhawks y los 76ers fue la increíble aptitud atlética de Embiid y una serie de destrezas forjadas por su paso por el fútbol y el voleibol. “Me dieron la capacidad con los pies”, dice Embiid. “La habilidad para moverme de lado a lado y los instintos a la defensiva”.

En 63 partidos durante la pasada campaña, Embiid sumó promedio de 11 rebotes y 22.9 puntos. Lo más importante fue que pudo impresionar a su crítico más exigente. “Sigue aprendiendo”, dice su padre. “Cuando haya jugado durante cuatro o cinco años, se hará cada vez mejor”.

Manny Pacquiao, Filipinas

Se trata del primer púgil en la historia en ganar títulos mundiales de relevancia en cuatro de las categorías originales: peso mosca, pluma, ligero y welter. En la lista de los mejores boxeadores “libra por libra” de los últimos 25 años de ESPN, se encuentra en el número 2, por debajo de Floyd Mayweather. Ahora, a sus 39 años y con un escaño de senador, Pacquiao aspira pasar del duelo político de vuelta al cuadrilátero este diciembre para defender su título welter de la AMB.

Antes de eso, debe jugar un poco de baloncesto.

Pacquiao ama al deporte de los gigantes, tanto que fue entrenador y jugador para el Kia Carnival de la Asociación de Baloncesto Filipina durante varios años. (Fue tomado en el puesto 11 del draft inaugural celebrado en 2014). No fue precisamente un encestador profuso (su tope personal fue de cuatro puntos). Sin embargo, en varios videos, muestra un enceste elegante con el balón de la PBA, que se asemeja a un pretzel. También tiene suficiente confianza como para haber retado a Mayweather a jugar en el tabloncillo uno contra uno.

Ahora Pacquiao cuenta con su propia liga denominada, curiosamente, la Liga de Baloncesto Manny Pacquiao. Cuenta con 26 equipos y una interesante regla: Ningún equipo puede contar con más de un jugador con estatura superior a 6 pies, 4 pulgadas.

Si hay alguien que quiera discutir el por qué, Manny le verá a la salida.

David Nalbandian, Argentina

El único argentino en llegar a las semifinales de los cuatro torneos de Grand Slam, Nalbandian fue siempre ágil al regresar la pelota. Luego de su retiro del ATP Tour en 2013, no requirió de mucho tiempo para aparecer nuevamente en los titulares deportivos. Lo hizo al volante de un Chevrolet Agile. “Es diferente del tenis”, expresó con respecto a las carreras de rally.

“Es una experiencia novedosa... Cualquier cosa puede ocurrir. Hay piedras en el medio del camino. Todo cambia, durante todo el tiempo”.

Desde aquella ocasión en la cual venció a Roger Federer en las finales juveniles de sencillos en el Abierto de Estados Unidos de 1998, Argentina aspiraba que Nalbandian, descendiente de una familia de origen armenio de Unquillo, pusiera a su país en el medio de la escena tenística mundial, tal como lo hicieron en su época Guillermo Villas y Gabriela Sabatini. Y estuvo allí por un tiempo, perdiendo en las finales de Wimbledon 2002 y casi superando al eventual campeón Andy Roddick en las semifinales del U.S. Open 2003.

Sin embargo, las lesiones y un temperamento volátil (en una ocasión, fue descalificado de un torneo en Inglaterra y acusado de agresión tras haber pateado un letrero que terminó golpeando y cortando a un juez de línea) hicieron que Nalbandian nunca llegara a alcanzar la excelencia. Una cirugía practicada en un hombro en 2013 marcó el fin de su carrera en el tenis y el inicio de una nueva aventura para él.

Las carreras de rally, que también son el oficio del ex grande de la NHL Teemu Selanne tras haber concluido su devenir en el hockey sobre hielo, no se encuentran exentas de riesgos. En noviembre de 2016, Nalbandian y su copiloto colisionaron su Agile durante la Copa Maxi Rally en San Justo, Argentina. Contrario a lo ocurrido con aquél juez de línea, ninguno de los conductores resultó herido.