Un tiro al palo de la portería paraguaya en el minuto 94 dejó con el corazón en la mano a los hinchas olimpistas y puso fin a un partido en el que ambos equipos demostraron debilidades defensivas y, pese a los cinco goles, una preocupante incapacidad de cara a la puerta contraria.

El Once Caldas salió al campo con las ideas muy claras y se plantó sobre el campo del Defensores del Chaco a hacer su partido. Muy bien posicionado y con la presión llevada hasta la primera línea de construcción de Olimpia, los colombianos impedían a los paraguayos edificar su juego y recuperaban el balón con facilidad.

Fruto de la presión, una captura en la mitad del campo permitió a Sergio Galván, en posición más que dudosa, culminar con gol un contragolpe colombiano, cuando aún no había entrado todo el público en el Defensores del Chaco. Mérito de Once Caldas o incapacidad local, la imposibilidad de jugar en el centro del campo hizo que Olimpia decidiese jugar en largo sobre Caballero y Báez, lo que, contra todo pronóstico, se convirtió en un filón para el ataque Decano.

Las dudas de Julio y los apuros de la defensa en el juego aéreo, se tradujeron en el empate a los 18 minutos tras un testarazo a la salida de una falta de Richart Báez, quien once minutos después se encargó de aprovechar un clamoroso error del meta colombiano en otro balón colgado sobre el área para poner el 2-1.

Pero la gran pesadilla de Once Caldas, Richart Báez, debió dejar el campo a los 38 minutos tras recibir una fuerte patada de Biáfara en la cara. Alivio para los colombianos, que a los 41 minutos y por medio de Morantes de tiro de falta que Enciso desvió, se tornó alegría y les permitió cerrar el primer tiempo con un interesante 2-2.

La reanudación comenzó con las mismas premisas que el primer tiempo y en el minuto 55, Preciado, solo ante el portero, echó el balón por encima de la portería.

Tres minutos después, Benítez dio la lección de la noche y tras recoger un balón peinado por Caballero, se volvió, templó, esperó, se acomodó y buscó el hueco con un solo movimiento de cintura que fue premiado con un hermoso gol.

A partir de ese momento los ataques del Olimpia se sucedieron de forma continua pero, ni Caballero ni Benítez transformaron las claras ocasiones que tuvieron y dejaron un partido perfecto para el infarto del hincha.

Conducidos por el omnipresente Morantes, Once Caldas se hizo con el control, pero ni Valentierra en el 81, ni Morantes en el 83, ni Galván a bocajarro en el 88, ni de nuevo a los 94 minutos, en el último suspiro del encuentro, pudieron vencer a la fortuna y Olimpia se quedó con los tres puntos en su debut en la Libertadores 2002.