De esta manera, Banfield, que alzó la bandera de "querer es poder" y lo hizo posible por convicción y de a ratos con buen fútbol, le regaló a su hinchada una alegría involvidable cuya devolución fue una verdadera explosión de gratitud y júbilo popular de las más de 20 mil personas. Como si fuera poco, quedó en un empinado cuarto puesto en la tabla general, abrochando una campaña estupenda por tratarse de un cuadro chico.

El conjunto visitante tuvo su mejor momento en el primer cuarto de hora, durante el cual manejó el desarrollo con prolijidad y enjundia ofensiva, aunque sin filo como para vulnerar la retaguardia rival. Gabriel Milito mandaba en el fondo y Federico Insúa, luego controlado con celosa marca escalonada, era el que más gravitaba en la zona de gestación.

Banfield mejoró y desde los 20 minutos tomó riendas y control del asunto. Independiente, que cerró así la peor campaña de su historia, quedando último y ciertamente muy maltrecho de cuerpo y espíritu, logró una sorpresiva apertura del marcador a los 3 minutos del complemento, cuando el juvenil Emanuel Rivas anotó sin marcas aprovechando un rebote en el poste izquierdo producto de un cabezazo de Silvera a la salida de un largo centro de Ríos por derecha.

El carismático y sin dudas talentosísimo armador José Luis "Garrafa" Sánchez alcanzó el empate a los 21 minutos mediante un precioso tiro libre, típico de su fina marca, que se incrustó en el ángulo izquierdo del arquero Sala, quien, en acrobático vuelo, llegó a rozar la pelota.

Pero la igualdad no alcanzaba para eludir la Promoción, ya que Lanús seguía ganando su partido ante el ya descendido Argentinos Juniors. Y entonces tuvo que aparecer por fin la capacidad goleadora del artillero del "taladro", la del delantero uruguayo Josemir Lujambio, quien definió el pleito a los 29 minutos. Fue habilitado, cuando no, por "Garrafa", superó la marca de Paez, se abrió hacia la izquierda superando el esfuerzo de Sala y desde ángulo ceñido puso la pelota en las redes y los corazones banfileños en deleitante excitación.

De allí en más, nada de hacer el aguante o la resistencia. El astuto entrenador Luis Garisto, quien ya había acertado en los cambios, dio estricta orden de presionar lo más arriba posible para evitar refugiarse en su área, toda vez que Independiente, a la sazón un grande y para colmo malherido en su orgullo, se le vendría encima con todo lo que le quedaba, que, se comprobó, era muy poco.

SINTESIS DEL PARTIDO