Las aventuras de un héroe anónimo

El arquero Mario Cuenca, quien el domingo hizo su debut en Racing Club y se transformó en la figura en el triunfo por 1 a 0 sobre Banfield, ironizó al decir que, a diferencia de Córdoba, acá no lo conoce nadie

BUENOS AIRES -- El arquero Mario Cuenca, quien el pasado domingo hizo su debut en Racing y se transformó en hombre clave para el triunfo por 1 a 0 sobre Banfield, definió su situación con ironía al manifestar que "acá no me conoce ni mi mujer".

Señaló el ex jugador de Talleres que "en Buenos Aires no me registra nadie" y agregó que en su ciudad de origen, Córdoba, "se complicaba hasta para ir a comer con mi familia. Acá eso lo disfruto, nadie me conoce. Hay diferencias entre Córdoba y Buenos Aires, allá todo es más sencillo, más tranquilo. Sí, el cariño de la gente es importante. Tendré que conseguirlo".

Reveló Cuenca, quien ingresó al equipo por la expulsión de su compañero Gustavo Campagnuolo, que "estaba desesperado por jugar, por eso ya le había pedido al cuerpo técnico que me dejara hacerlo contra Unión. Lo que nunca me iba a imaginar era que lo iban a echar al Flaco Campagnuolo, que ante Banfield iba a debutar en el arco de Racing. Y menos que me iba a ir tan bien".

Comentó el cordobés, en nota publicada por el diario deportivo Olé, que los hinchas de Racing "están acostumbrados a ver al Flaco, pero creo que dejé una buena imagen. Por suerte la gente me apoyó mucho y pude cumplir con las expectativas.

Interrogado sobre si se alegró por la expulsión de Campagnuolo, respondió Cuenca que "lo primero que pensé es que al equipo se le iban a presentar muchos problemas por quedarse con un jugador menos. Eso es lo que sentí, más allá de que se me presentara la posibilidad de entrar".

"Fue tranquilo. Entré a jugar con una inconsciencia total. Como si estuviera en Talleres, en Córdoba. Lo tomé así, aunque sé que me tocaba reemplazar a uno de los mejores arqueros del país", afirmó.

Apuntó el arquero que "siempre trato de ser inconsciente. Cuando era chico y recién empezaba a atajar, tenía una inconsciencia total. Hacía las cosas a lo loco y casi siempre me salían bien". "En cambio, cuando uno empieza a tener más responsabilidades, tanto en el fútbol como en la vida -prosiguió-, comienza a cuidarse de un montón de cosas que por ahí te hacen cambiar tu funcionamiento.

Desde que empecé a atajar a los 21 y hasta ahora, mi mentalidad es distinta. No digo que sea mejor ni peor arquero que antes". Sobre el hecho de ser suplente en Racing luego de seis años como titular en Talleres, admitió Cuenca que "es complicado, muy complicado. Me fui de Talleres para conseguir un poquito más de aire. Por eso decidí venir para acá, con el desafío de luchar por el puesto con un arquero fantástico".

"Me está pasando lo que le hubiera ocurrido a otros arqueros en Talleres -comparó-. En esos seis años, fueron muchos a Córdoba y siempre terminé atajando yo. Si en ese momento Gustavo hubiese ido, se le habría hecho difícil. Por ahí pasa la historia".

Admitió el cordobés que ser suplente "a nadie le gusta, pero tengo que soportar la ansiedad, asimilarla. Trato de pasar el mayor tiempo posible con mi familia. Cuando estoy con mi esposa y con mis hijas trato de no pensar en el fútbol. Me preparé mucho. Mentalmente".

"Hablé con mi señora, con mis padres, sabía que iba a ser atípico. Qué sé yo, por ahora me siento y miro el partido tranquilo. Recién ahora estoy empezando a sufrir lo que es ser suplente. Pero bueno, eso no quiere decir que me vaya a volver loco", aseguró.

Por último, al preguntársele si su buen rendimiento puede ser una complicación para el director técnico Osvaldo Ardiles, apuntó Cuenca que "no creo. El arquero necesita de continuidad, es diferente a cualquier jugador de campo. Eso es así. No tenés tantas oportunidades, no podés ganarte la titularidad en tan sólo dos partidos. Sé que es así".

- DYN

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