El derbi romano resultó insulso en su primera mitad. Pero registró toda su pasión y emoción en la segunda, cuando llegó la salsa de los goles, rompió todo esquema y vio a ambos equipos relevándose en el dominio del marcador.

Tanto el Lazio del técnico Roberto Mancini como el Roma de Fabio Capello presentaron una sorpresa en su alineación y ambas en ataque: en las laciales, la salida de Corradi; en las romanistas, la presencia de un Marco Delvecchio que siempre se ha distinguido como goleador en los anteriores derbis romano.

El Roma, rival el miércoles del Real Madrid, recuperaba a su estrella y capitán Francesco Totti, le ubicaba en al posición que más le gusta, por detrás de las puntas.

Además, se dejaba en el banquillo al delantero argentino Gabriel Omar Batistuta, en beneficio de un Delvecchio más trabajador en taponar la salida de la defensa rival.

El derbi romano resultó combativo, pero nada brillante, con pocas ocasiones de gol en una primera mitad excesivamente táctica. Inicialmente fue el Roma quien se hizo más presente, pero no duró mucho ya que, poco a poco, el Lazio se fue asentando mejor e hizo suyo lo más positivo del discreto partido.

Además, con los siempre peligrosos saques de esquina de Mihjalovic, el Lazio llevó más de un susto a la meta romanista. Pero hubo que esperar hasta el minuto 40 para ver la mejor ocasión de marcar de todo el primer tiempo. Llegó con un potente disparo con la izquierda del lacial Stefano Fiore que estrelló el balón en un palo de la meta defendida por un Antonioli que ya estaba batido.

El Lazio se mostraba más brillante y determinado que un Roma demasiado estático. El equipo romano dominaba más el balón pero también estaba más espeso, pues Totti no parecía tener su día y o, se perdía en alguna que otra acción que pudo costarle la expulsión.

La segunda mitad, por fortuna, fue otra cosa. El tedio se terminó apenas iniciada. Y lo hizo gracias a un regalo de la defensa romanista: iniciado con un fallo en el despeje de Panucci y seguido con uno de Zebina que le dejó el balón en bandeja a un Fiore que lo agradeció batiendo la meta de Antonioli y situando el 1-0 en el marcador (m.50).

El gol escoció a un Roma que se enrabietó y se lanzó en busca del empate. La igualada tardó poco en llegar, sólo siete minutos, y vino en los pies de un Delvecchio que había pasado desapercibido, pero que volvió a evidenciar su gran olfato de gol en los derbis romanos (9 tantos en estos partidos).

Capello, casi a continuación, sentó a un perdido Montella y sacó al terreno de juego a Batistuta. Buscaba golpear a un Lazio que se mostraba dubitativa. Y a fe que el argentino lo hizo, pues apenas cinco minutos después de saltar logró el 1-2 (m.66).

El derbi había cambiado con la salsa de los goles. Y ambos técnicos también decidieron variar sus equipos: Mancini quitó un centrocampista y metió a su delantero Enrico Chiesa, mientras Capello se tornó conservador al retirar a Delvecchio y sacar al defensa Luigi Sartor (m.72).

Un conservadurismo romanista que fue pronto castigado. Apenas dos minutos después de los cambios, llegó el tanto del empate lacial por medio del yugoslavo Dejan Stankovic. La táctica ya no parecía contar y sí la garra y el corazón.

El empate pudo romperse en el minuto 87, cuando el arbitro sancionó con penal un agarrón de Zebina sobre Simone Inzaghi, que acababa de salir. Pero el meta Antonioli detuvo el lanzamiento de Mihajlovic y salvó al Roma de la derrota.

Ahí acabó el derbi romano, que se cerró con un empate que puede considerarse justo.

SINTESIS DEL PARTIDO

LAZIO (2): Peruzzi; Stam, Couto, Mihajlovic, Favalli; Fiore (Chiesa, m.72), Giannichedda, Stankovic, César; Claudio López (Castroman, m.92), Corradi (Simone Inzaghi, m.84).
ROMA (2): Antonioli; Zebina, Samuel, Panucci; Cafú, Emerson, Lima, Candela; Totti (Cassano, 89); Montella (Batistuta, m.61), Delvecchio (Sartor, m.72).