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Rickie Ricardo es más que bilingüe, es un hombre de dos ligas

Rickie Ricardo saluda a Aaron Judge en el campo al día siguiente de que el novato pegara sus cuadrangulares 49 y 50. Ricardo también narra partidos de los Eagles y hace otro programa de radio en Filadelfia. Richard Messina for ESPN

Nota del Editor: Pueden ver la versión en inglés de esta historia aquí.

NUEVA YORK - La pelota sube y, con ella, el pulso de Rickie Ricardo.

La voz en español de los New York Yankees vive para momentos así, cuando la pelota navega hacia el cielo y su voz es el único nexo entre el aficionado y el júbilo inminente.

Cuando Wilson Ramos, de los Tampa Bay Rays, despacha un pitcheo de Jordan Montgomery hacia lo más profundo del right-center field del Yankee Stadium en un partido nocturno a finales de septiembre y con las bases llenas, Ricardo se anima.

Unos minutos antes, había hecho gárgaras con Listerine de sabor original y eso es algo bueno, porque Aaron Hicks está en plena carrera y la garganta de Ricardo está fatigada. Hicks va atrás, atrás, atrás, llega cerca del letrero de los 385 pies y atrapa la pelota. El Yankee Stadium estalla. Ricardo también.

"Absolutamente espectacular!", grita al micrófono, capturando la emoción de la jugada a la legión de oyentes hispanoparlantes y aquellos que ven el partido por televisión en sus casas usando la opción SAP.

Es su tercera narración que tiene los elementos para convertirse en viral en tres días de acción sin parar, en dos idiomas, en dos deportes.

Ricardo es más que bilingüe. Es un hombre de dos ligas.


SENTADO EN UNA MESA de un restaurante mexicano en la tarde del miércoles, Ricardo comienza a ahogarse.

Hablaba de su padre y de Fidel Castro, quien se robó la empresa de su padre, y el dolor que esto le causó a su familia, que voló a Estados Unidos y reconstruyeron sus vidas. Pero no es ese el motivo de estar a punto de irse a las lágrimas.

Hablaba de su orgullo de poder servir de representante de los Yankees y los Philadelphia Eagles a una creciente audiencia de aficionados de habla hispana. Pero, tampoco fue eso.

Era el jalapeño que se tragó entero.

"Bueno para la voz", dice, mientras lo ingiere.

Lo va a necesitar.

En el transcurso del día, narrará otro encuentro de los Yankees, aunque no hay manera que se acerque siquiera a lo vivido durante las 72 horas previas.

El domingo, su narración del gol de campo de 61 yardas del pateador novato de los Eagles Jake Elliott para ganar el partido en los últimos segundos consiguió atención a nivel nacional en Estados Unidos. Su grito de: "¡Sí, señor! ¡Sí, señor! ¡Sí, señor!" recibió mucho tiempo de exposición en distintos medios.

Un día después, pudo narrar los jonrones 49 y 50 de la temporada del slugger novato Aaron Judge, con su grito de: "¡Se va! ¡Se va! ¡Se fue!" recibiendo similar atención.

Y el martes, el robo del grand slam por parte de Hicks cobró protagonismo.

"Lo haría todas las semanas", dice. "Me fastidiaría si no tuviese esa presión conmigo".

Eso es lo que Rickie Ricardo soñó, en medio del extraño camino que debió recorrer para llegar aquí.

Hablamos extraño al nivel de aquella canción de Rick James. Súper extraño.

LOS HÉROES DE RICARDO no fueron Mel Allen ni Harry Caray. Fueron los disc-jockeys radiales que dominaron el sonido de Nueva York. El número uno en su corazón: Frankie Crocker, el "Chief Rocker, el pionero de la llamada "radio urbano contemporánea".

Ricardo, cuyo nombre de pila es Jorge Lima Jr., comenzó en Orlando, Florida, tras haber pasado el verano de su cumpleaños 17 con familiares en Nueva Jersey, en el cual asistió a una escuela de locución. Su primer empleo fue "en una estación de música disco en el medio de un naranjal".

Un día, se enteró que Crocker estaría en Miami Beach, por lo cual fue a conocer a su ídolo.

"Oye chico, envíame una cinta", le dijo Crocker.

Ricardo impresionó a Crocker, pudo conseguir una audición en la estación WBLS radio en Nueva York y la superó con creces. Se le dio la responsabilidad del bloque del mediodía, entre las 12 y 4 de la tarde, al igual que un nuevo apodo por parte de Crocker, basado en su herencia cubana y un cierto personaje de televisión, el cual conservo.

Era una época alocada, mediados de la década de los 80 en Nueva York. La música disco aún se hacía sentir, Studio 54 era el lugar para ver y ser visto; Crocker le organizó una fiesta a Ricardo en la legendaria disco por su cumpleaños 21.

Igualmente, Crocker le presentó a Rick James, en el camerino de un concierto. Como maestro de ceremonias, Crocker tenía la prohibición contractual de llevar a James al escenario por un convenio previo. Le pidió a Ricardo que lo hiciera, y a James le agradó el estilo del jovencito y lo llevó de gira durante los siguientes seis veranos como su maestro de ceremonia en las giras.

Su prometida (y compañera en las transmisiones radiales de los Eagles) María Berral presencia la energía de Ricardo en ebullición a diario. Se conocieron en la transmisión del famoso concurso de comidas Wing Bowl en Filadelfia en 2014. Su química al aire permaneció después que los micrófonos se apagaran.

"No se necesita un jonrón", dice Berral. "Nos emocionamos con el café. 'Oh, Dios mío, ¡este café sabe tan bien!' Cuando los Eagles anotan un touchdown, estamos de pie, bailando. Celebramos la vida".

Y, en ocasiones, la muerte misma.


RICARDO NUNCA OLVIDARÁ la fecha. 25 de noviembre de 2016. El día en el que murió Fidel Castro.

Escuchó la noticia en la radio mientras conducía cerca del Peaje de Nueva Jersey. Se detuvo inmediatamente y encontró el sitio más cercano en el cual vendían cerveza, abrió una lata, "miré al cielo y dije 'Papá, esta va por ti'".

Medio siglo antes, el dictador revolucionario había tomado el poder en Cuba, y uno de los amigos más cercanos y empleados de Jorge Lima no se presentó a su empleo en el depósito de autobuses de Lima. Días después, se presentó vistiendo uniforme militar y expropió la empresa de Lima: sus rutas de autobuses, vehículos, el edificio. Ahora, eran propiedad de Castro y el gobierno cubano.

Lima y su esposa, Elsa, empezaron a mudar su dinero a Estados Unidos. En 1961, con Elsa embarazada con Jorge Jr., llegaron a Nueva Jersey, donde nació. Jorge y Elsa trabajaron dos turnos de ocho horas en dos fábricas distintas, pidiéndole a la abuela del joven Jorge que se ocupara de él. Trabajaron duro, pudieron costear su vida, trabajaron más duro aún y pudieron, eventualmente, conseguir lo suficiente para mudarse a Florida. Jorge decidió asentarse en Orlando, donde se estaba construyendo un nuevo parque temático: Disney World. Tenía la corazonada que el lugar sería un gran éxito.

Su hijo también sería exitoso, y de manera acelerada.

A menos de tres años de asumir las riendas del circuito radial en español de los Yankees tras una exitosa carrera en la radio Top 40, Ricardo ha convertido a esa transmisión en una empresa productiva. Junto al vendedor de la emisora WFAN Joe Rojas, Ricardo ha hecho que el circuito pase de tener apenas $300,000 en ventas a casi $2 millones, con proyecciones en crecimiento.

Nada mal para un hombre que comenzó en el béisbol a mediados de la década de los 2000 con los Marlins de Florida, cuando participaría por un inning o dos.

Años después, llegó a Filadelfia como "embajador hispano" y se le solicitó que hiciera uno o dos innings con los Filis. Ricardo dijo "si me dan un inning, nunca me iré". "Tres noches después", comenta, "El narrador principal se enfermó y yo lo sustituí, y nunca me fui. Me convertí en el número 2 de la transmisión hasta que él se fue".

El empleo con los Filis lo condujo a estar con los Eagles y, eventualmente, los Yankees (sigue haciendo cierta cobertura de los Filis con la estación que transmite a los Eagles).

"Tiene una voz tremenda", dice Marc Rayfield, quien es gerente de las estaciones de CBS Radio en Nueva York. "Pero, no es de los que se sienta a esperar. No es uno de aquellos que entrega un resumen curricular y espera que lo llames. Él luchó para conseguir esta oportunidad".

En una época en la cual los latinos conforman casi el 30 por ciento de los rosters de Grandes Ligas, voces versátiles como las de Ricardo cobran cada vez mayor importancia.

Igual de importantes son los nexos que pueda formar con jugadores cuyos orígenes él puede entender.

"Lo relativo a la herencia latina es entender que la lucha que tuvieron que emprender solo para estar aquí y jugar al béisbol es probablemente más difícil que cualquier inning que hayan tenido que lanzar", indica Rojas, socio en ventas en WFAN. "¿Qué tiene de difícil unas bases llenas en el noveno inning cuando has tenido que cruzar el mar cinco veces en balsa para llegar a este país?".


UN DÍA DESPUÉS DE NARRAR los dos jonrones de Judge, se aparece en el Yankee Stadium una presencia del pasado de Ricardo.

Mike Tyson camina por el terreno viéndose tan rudo como en sus días de apogeo, haciendo que todos giren a verlo y le gritan "¡Oye, campeón!" Ricardo tiene cierto brillo en sus ojos.

Ambos se conocieron durante los salvajes años 80. Tyson era fanático de James y frecuentaba los bastidores de sus conciertos. Igualmente, James y Ricardo asistieron a varias peleas de Tyson en Las Vegas. Tyson pudo conocer que Ricardo era DJ en la radio en Nueva York y le pidió que lo invitase a su programa a tocar discos. "¿El campeón quiere tocar discos en mi programa? Por supuesto que sí", dice Ricardo.

"Los agentes de seguridad llamaron y me dijeron: 'Disculpe, ¿hay un Mike Tyson aquí buscándole?'"

El martes, se juntaron y recordaron.

"Mike me buscó y susurró: 'Lo hicimos, sobrevivimos. Seguimos acá'", dice Ricardo. "Quiero decir, vivimos una época turbulenta. Lo vi y dije, 'Creo que somos los dos últimos mohicanos, amigo. Rick se fue, Prince se fue'".

"Y seguimos acá, seguimos acá". Golpea la mesa haciendo énfasis y las tortillas saltan del plato.

Minutos después, se levanta. Son casi las 3 p.m.

Se acomoda su corbata, sorbe un vaso con agua, raspa su garganta.

Se dirige al Yankee Stadium para hacer otra narración.