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Con los Spurs, sobran las palabras

¿Qué se puede decir sobre los San Antonio Spurs que no se haya escrito antes?

Uno quizás pueda empezar por el simbolismo de la victoria número 111 en conjunto de Tim Duncan, Tony Parker y Manu Ginobili, quienes escribieron su lugar en la historia como el trío más ganador en playoffs. Los tres son número uno, de maneras diferentes y durante distintos pasajes de sus carreras.

Primero fue Duncan el encargado de llevar la antorcha, y luego el argentino se encargó allá por 2005 de convertirse en el definidor y el alma del equipo. Todo eso le dio tiempo al francés de desarrollarse a su ritmo y convertirse, por más que a alguno le duela, en quizás el mejor armador del mundo.

El triunfo del miércoles ante Oklahoma City Thunder fue más que eso. Fue una paliza con matices de clínica, parte exhibición y parte baile. Fue función, teatro y arte. Fue un regalo a todos los que aman el baloncesto por encima del color de las camisetas, y para todos los que entienden y aprecian la magia del pase extra, del sacrificio individual en pos del bien común. Estos tres mosqueteros son uno para todos y todo para uno, pero además tienen la dicha de estar flanqueados por otros 10 laderos de lujo.

¿Qué más se puede decir de una nueva penetración de Ginobili, la enésima en su brillante trayectoria, que acaba con un pase de gancho de punta a punta de la línea de base para un triple desmarcado de Danny Green?

¿Qué más se puede decir de la durabilidad de un Duncan que parece eterno, y que con el cuidado paternal de la organización podría jugar hasta los 50?

¿Hay algo nuevo para mencionar sobre la velocidad de un Parker que ya no es tan veloz como en 2007, pero que gracias a su madurez emocional y cerebral parece cada vez más rápido para los rivales?

¿Qué se puede decir de Green, aquel jugador que le rogó a Gregg Popovich por una nueva oportunidad allá por 2010 cuando parecía que su futuro en la liga se extinguía? Ese mismo Green que estuvo a una actuación descollante más de ganar su primer anillo y de poner en aprietos a los que votan por el JMV de las Finales. Ese Green que defiende y ataca, corre el contragolpe y dispara, ya sea acomodado desde la esquina o tras frenarse en seco en transición. Ese Green que es escolta y también alero, cuando en el draft de 2009 todos pensaban que no llegaría a ser ni uno ni el otro.

¿Qué les puedo aportar yo sobre las virtudes de un Kawhi Leonard que dice poco pero que habla claro y fuerte en la cancha? El alero nació en San Diego pero que a nadie le sorprendería que haya sido creado en un laboratorio secreto de la ciudad del Álamo. Leonard es el futuro pero también el presente, y un nuevo ejemplo del pasado de los Spurs. Es quien probablemente quedará en pie una vez que el Big 3 y Popovich cabalguen hacia el horizonte, cual Indiana Jones y su padre en "La Última Cruzada".

Solo estos jugadores, en unísono con ese loco maestro que los empuja, pueden apalear a un OKC con Kevin Durant y Russell Westbrook en cancha. Solo esta mezcla, esta receta exacta con específicas tazas de Tiago Splitter, dosis de Boris Diaw, cucharadas de Patty Mills y piscas de Marco Belinelli.

Todos tienen su lugar. Aron Baynes cobró protagonismo en los últimos días y ante la sorpresa de todos (incluso seguidores de San Antonio) no solo no desentonó, sino que por momentos fue instrumental desde la banca. Cory Joseph entró, se quitó las telarañas, y jugó e hizo jugar, generando una jugada hermosa en la penúltima posesión del partido. Los Spurs mueven la bola hasta el último segundo porque es la única forma que saben jugar, que saben vivir y expresarse.

Así fue que se llegó al único desenlace sensato tras tocar tal sinfonía.

Los Spurs podrán barrer al Thunder y ganar las Finales, o podrán ser remontados y quedarse cortos como en 2012. Nada de esto importará a un nivel macro, ya que con partidos como estos siguen dejando una marca indeleble en la memoria de todos los que se dejan conquistar por el baloncesto bien jugado.

¿Se puede decir algo más? Mejor disfrutemos, ya que el día que no estén los vamos a extrañar.