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El jugador extinto

El esfuerzo de La Mamba Negra es supremo, pero está compitiendo contra el propio sistema Jayne Kamin-Oncea/USA TODAY Sports

Kobe Bryant es el jugador que más tiros falló en la historia de la NBA. No parecería importar su carrera, ni su legado, ni las condiciones que le hicieron llegar a ser el arcángel de la Liga en las últimas dos semanas.

Sólo importa la cifra de 13.421. Número escalofriante para todos menos para John Havlicek, su antecesor en el infierno de los números fríos.

El mundo está siendo muy injusto con Bryant en estos días. La razón es que se lo está juzgando con parámetros que no son los que rigen al jugador dominante de la actualidad. Lo que hasta ayer pudo ser beneficioso, hoy es perjudicial. El planeta jamás ha cambiado, lo que se ha modificado es el universo al que pertenece.

Kobe fue, es y será un anotador compulsivo. Un competidor tenaz, obsesivo, radical en su enfoque. Enfermizo en su superación, tan justo como arrogante en su trato diario. La cantidad de tiros fallados se complementa con la cantidad de convertidos y no debe dejarse de lado sus 19 temporadas en la Liga (1252 partidos). Dicho de otra manera, Bryant tiene en su carrera más tiros convertidos (11.121), más tiros fallados (13.421) y más puntos anotados (31.887) que el resto de sus compañeros actuales de los Lakers combinados.

Fallar, convertir, volver a intentarlo. La rutina del anotador estrella funcionó a la perfección en la década de los '90 con múltiples ejemplos. Allen Iverson y Tracy McGrady fueron claros exponentes de un básquetbol que aún no había entrado en la etapa evolutiva. El posmodernismo del juego demostró, años después, que convertir más puntos -y tirar más, por defecto- no hacía que un jugador fuera mejor que otro. Simplemente era una cuestión de negocio momentánea, de construcción de estrellas efímeras, por encima de lo que verdaderamente importa: en el mismo mundo en el que se distingue al hombre que más hamburguesas puede comer por minuto, al que puede soportar más distancia caminando sobre platillos calientes o al que tiene más tatuajes en el cuerpo, el básquetbol, finalmente, ha ganado su batalla de inteligencia en los últimos años.

Sin embargo, el comportamiento adictivo de Bryant, que encontró la exacerbación radical del hábito en el juego de 81 puntos frente a Toronto Raptors en 2006, no puede ser criticado al día de la fecha. O, mejor dicho, debe haber algunos reparos antes de hacerlo. Si cuando se olvidaba de darle el balón a Shaquille O'Neal en sus años de novato no se le decía demasiado -al contrario, se premiaba su estilo agresivo, desfachatado y rebelde, artilugios cruciales de la construcción de su figura-, ¿por qué alguien hoy puede juzgarlo por ser una máquina de lanzar con Jeremy Lin, Xavier Henry y Jordan Hill de compañeros? Leer a la prensa en estos días debe producirle mucha confusión al escolta de Lakers.

El talento de Kobe fue esculpido en un universo diferente al que conocemos. No sólo eso: tuvo éxito defendiendo premisas que poco tienen que ver con lo que se necesita ahora. Jugando de esta manera, La Mamba Negra ganó cinco títulos de campeonato. ¿Quién puede convencerlo acaso de que hoy en día su modus operandi conspira contra su propia mentalidad ganadora? Demasiado entusiasmo en una idea equivocada puede provocar un daño severo. Contraindicaciones actuales de un estilo obsoleto. A esta altura de su carrera, cambiar esa costumbre no sólo es imposible sino que carece de sentido.

El dato de los tiros fallados, entonces, no sólo es tendencioso sino que es injusto con Bryant. Este escrito no se trata de una crítica, sino de entender la bifurcación de dos mundos diferentes. El extinto, al cual pertenecía Bryant y sus antecesores, y el actual, en el que los híbridos dominan la escena. Cuando LeBron James era sólo un anotador, sus equipos tenían la lógica de un ignorante que recibe una herencia millonaria y dilapida: disfrutar a raudales hasta el momento en el que el dinero se termina. Carmelo Anthony aún es ese jovencito ricachón y Kevin Durant ha dado un paso evolutivo; no tiene un doctorado pero al menos se puso a estudiar, desde la temporada pasada, los libros que James dejó encima de la mesa.

La NBA ha girado 180 grados y se ha puesto patas para arriba en los últimos tiempos. Si lo entendemos así, Bryant pasó de tomar el cuchillo por la base a tomarlo por la punta. Por su forma de ser, sólo cuando diga adiós a las armas podrá observar la herida. En definitvia, lo que no se cambió en la introducción no se modificará en el epílogo.

En la actualidad, no todos tienen al LeBron de los Cavaliers de 2004, ni tampoco interesa tenerlo. Muchos han construido planes alternativos para generar estructuras que funcionen con cohesión y prolijidad, sin necesidad de goleadores compulsivos. La idea de no depender de una persona gravita cada vez más en los equipos ganadores. Podemos tomar el caso emblemático de San Antonio Spurs, actuales campeones de la NBA, pero también es interesante lo que pueden dar equipos como Memphis Grizzlies, Chicago Bulls o Toronto Raptors, entre otros.

Observar la NBA por puntos anotados ha pasado de moda. Eso no es más que la prehistoria del juego. Incluso, podríamos decir que ver la Liga por la producción de una estrella ha dejado de ser importante a los ojos de los verdaderos analistas. El ejemplo más claro de esto se observa con los MVP's de temporada regular: ¿cuántos equipos, en los últimos años, han ganado el campeonato con el supuestamente mejor jugador en sus filas?

En conclusión, Bryant es el sobreviviente de un estilo de básquetbol acabado. Un jugador brillante, único e irrepetible, pero que cada día tiene menos adeptos entre los entrenadores. El día que ya no esté, el juego lo va a extrañar, pero la realidad es que sus reglas de todos para uno han muerto para darle lugar a las de todos para todos.

El sistema ha cambiado y, en la modificación de paradigma, ha devorado al competidor más feroz y emocionante que tuvo el juego en la última década.
Como Kobe hizo con Jordan en su momento, las nuevas generaciones tomarán mucho de su legado para construir lo que vendrá después.

La enciclopedia del juego, entonces, está lista para un nuevo tomo.

Ni más, ni menos que eso.