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Kerr y Fisher, dos caras de la moneda

Derek Fisher y Steve Kerr, dos entrenadores novatos que han estado bajo la lupa por razones distintas, tienen una diferencia grande en cuanto a talento disponible. Y eso los ha llevado a tener resultados totalmente opuestos en la tabla de ganados y perdidos.

Sin embargo, por muchas razones, no se puede decir que uno es mejor que el otro por lo que ha pasado en la cancha.

Para empezar cualquier comparación entre la labor de ellos, hay que hacer una gran salvedad: Steve Kerr tiene mucho mejor equipo que Derek Fisher. Eso ya de entrada hace una gran diferencia.

Pero en el caso de Steve Kerr, él tiene libre albedrío para dirigir a su equipo. En el caso de Fisher, Phil Jackson quería un coach que hubiese jugado el triángulo, por lo que de entrada, no está su sello de fábrica como coach. La impresión que da es la de una marioneta del presidente de operaciones, que es el que está moviendo los hilos porque quiere que se juegue de una forma, y eso nunca es saludable. El gerente general tiene la responsabilidad de contratar al coach y darle el material humano, los jugadores, pero luego debe dejar que el coach haga su trabajo. Y si el coach no hace su trabajo como uno lo quiere, termina siendo despedido.

Ese es el gran contraste entre Kerr y Fisher, primero talento, y segundo, el tema de un coach novato que está tratando de complacer a su jefe con un sistema que quizás no es el mejor para el equipo que entrena.

Demos una mirada a lo que va de carrera de cada uno, caso por caso.

El caso Kerr

Steve Kerr, nacido en Beirut, Líbano, educado en la Universidad de Arizona y seleccionado en la segunda ronda del sorteo de 1988, siempre fue un jugador bien inteligente, que ganó cinco anillos de campeón con los Chicago Bulls (1996-98) de Phil Jackson y los San Antonio Spurs (1998 y 2003) de Gregg Popovich. Luego fue gerente general con los Phoenix Suns y comentarista en las transmisiones de TNT. Por lo tanto, ha visto el básquetbol desde muchos y diferentes puntos de vistas.

Ya de por sí, Golden State era un equipo que defendía bien pero él le ha dado mucha más confianza en la ofensiva, en ataque, especialmente a jugadores como Draymond Green y el mismo Klay Thompson, a pesar de que ya sonaba desde el año pasado, es un jugador que ha explotado este año como jugador ofensivo. Ya no dependen exclusivamente de Stephen Curry, quien de paso está en medio de su mejor temporada.

Golden State tiene mucho talento, tanto en los titulares como en la banca. Han tenido jugadores lesionados que no han podido jugar, como este año el caso de David Lee y el año pasado Andrew Bogut, pero siempre sale alguien a hacer el trabajo. Además es un equipo joven al que le gusta imponer un ritmo rápido de transición que le crea problemas a los rivales, especialmente en una temporada regular donde se juega tan corrido.

No se puede pensar en Steve Kerr como un 'salvador' en Golden State. Una salvedad que hay que hacer para ser justos es que quien realmente levantó ese equipo fue Mark Jackson. Con Jackson en la línea, Golden State ya venía con registro ganador de más de 50 victorias y de ser un equipo aspirante constante en playoffs. Kerr heredó algo que ya era bueno, pero al ser un coach inteligente, ha sabido qué botón tocar y qué otros dejar tranquilos para mantener ese éxito.

Lo irónico es que Kerr fue contactado por Phil Jackson para entrenar a los Knicks, pero él vio mejores oportunidades en Golden State, no solo por el aspecto económico y en el de victorias, sino por el aspecto familiar.

El caso Fisher

Al igual que Kerr, Fisher tiene cinco anillos como jugador en sus manos, todos con Los Angeles Lakers. Al igual que Kerr, pasó cuatro años en la Universidad (Arkansas at Little Rock) y al igual que Kerr, fue discípulo de Phil Jackson. Contrario a Kerr, Fisher nació se crió y se educó en Arkansas, fue jugador de primera ronda del sorteo y se puso el traje de entrenador a menos de dos meses de quitarse su último uniforme de jugador.

Así, mientras hacía la transición de una faceta a otra, el primer reto de Fisher era que los jugadores entendieran y estuvieran disponibles para jugar la ofensiva del triángulo. Los jugadores, semana a semana, han ido entendiendo la idea, y por ejemplo, ya Carmelo Anthony dice que ya entiende de dónde pueden salir sus tiros. Una vez superado eso, el otro reto es enfatizar la defensiva para lograr que el equipo sea consistente en los dos lados de la cancha.

Y francamente, ese ha sido el gran problema de los Knicks. Si en algo han sido consistentes los Knicks es en su inconsistencia en ambos lados de la cancha: unos días defienden bien, otros días les anotan 115 puntos; unos días llegan 'enchufados' a la ofensiva y otros días ni llegan a 90 puntos.

El desafío que enfrenta un coach nuevo cuando llega es tratar de resolver de inmediato lo peor que está haciendo un equipo. Si atacan mal o si rebotean mal, debe enfatizar en esas áreas y corregirlas. Pero el mayor problema que tiene Fisher es que Nueva York tiene tantas áreas débiles que no sabe dónde poner el dedo. Y peor aún, esas tantas áreas débiles no son débiles todo el tiempo.

Aparte, está aprendiendo a coachear, después de salir de una carrera como jugador el año pasado. Uno no sabe lo que es dirigir hasta que diriges. El año pasado, vimos como a Jason Kidd le tomó tiempo agarrar el pulso como entrenador después de quitarse el uniforme de jugador.

Kerr, a pesar de que es novato, había sido gerente general, luego pasó a la cabina de transmisión, lo que le dio una ventaja sobre Fisher. Contario a Kerr, Fisher no va a tener ese cúmulo de experiencias fuera de la cancha para manejar cada reto. Por otro lado, tiene a su jefe Jackson que tiene eso controlado y ha pasado por esa experiencia, pero ¿cuál es la identidad del equipo? ¿La de Fisher o la de Jackson canalizada a través de Fisher? Esa es la pregunta.

La experiencia en la cabina

Una de las personas que más preparada está para hacer la transición a entrenador es el muchacho que está en scouting. Es ese cuarto o quinto coach que tiene que estar mirando videos todos los días, examinando los distintos esquemas ofensivos y las filosofías de los coaches contrarios. Por lo general, cuando ese muchacho hace la transición a asistente principal o a entrenador, esa transición es exitosa. Esa persona tiene la oportunidad de ver el básquetbol desde todos los puntos de vista posible. El caso más reciente lo vimos en Erik Spoelstra.

Lo más cercano a eso es ser analista de transmisiones de televisión o de radio. Al igual que esos scouts, el analista tiene que estar cada día estudiando distintos equipos y distintas filosofías. En el caso de Kerr, al igual que el de Mark Jackson, dieron el salto de la cabina, con un conocimiento ya adquirido gracias precisamente a esa preparación para las transmisiones. Son muchos los casos, desde Pat Riley hasta Doc Rivers. Salen mucho mejor preparados que uno que salga directamente de jugar a dirigir.

Lo primero es el talento

El sistema no hace mucha diferencia cuando no tienes jugadores para ejecutar. No puedo pensar que Derek Fisher pueda ser mal coach. No lo conozco personalmente, pero sé que además de la experiencia que tiene como jugador, es una persona que ejerció mucho liderazgo en los equipos que jugó, que fue presidente de la Asociación de Jugadores, que es serio y respetado, con muchos y buenos atributos para ser buen coach. Pero el arma más importante para que un coach tenga éxito son los jugadores, que tenga el equipo al cual sacarle provecho. Y ahora mismo, eso no lo tiene Fisher.

El caso de Nueva York es complejo, porque no es un equipo malo sin solución como Filadelfia o Minnesota. Este es un equipo que te engaña, porque tiene suficiente material para pensar que pudiera ser mejor. Pero cuando ves, por ejemplo, a un J.R. Smith tomando malas decisiones de tiro, a un Iman Shumpert jugando un partido brillante en ambos lados de la cancha un día y perdido al día siguiente, al mismo Carmelo un día con su juego completo, reboteando, defendiendo y pasando el balón y otro día acaparando el balón y haciendo todos los tiros como si no le importada nada más, la impresión que uno se lleva es distinta. Uno pensaría que tienen el talento para competir, pero les falta algo.

Ese es el principal problema de Derek Fisher, que la gente piensa que tiene un mejor equipo de lo que realmente es, cuando en realidad es un espejismo.