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El dúo dinámico de Nueva York

Como un atleta profesional demasiado esbelto con estatura de 6 pies 7 pulgadas, el cerrador de los Yankees de Nueva York closer Andrew Miller sabe lo que es ser encasillado. Cuando camina por un centro comercial, muchas veces extraños se le acercan a preguntarle si juega baloncesto. Y cuando habla de la dinámica entre bateador y lanzador en entrevistas con la prensa, inevitablemente la conversación se desvía hacia su estatura y las ventajas potenciales que la misma le provee.

Miller es uno de los jugadores de béisbol más interesantes y cordiales que se pueden encontrar, y sus respuestas confirman que él, de hecho, le ha dado algo de pensamiento a ese tema.

"Me hacen esa pregunta [sobre mi estatura] todo el tiempo", dijo Miller, "y yo le digo a la gente, 'Es todo lo que sé'. Yo no sé cómo se siente ser un lanzador derecho de 5 pies 10 pulgadas. Esta es mi realidad, y con eso es que tengo que lidiar, para bien o para mal. Pero en su mayoría, pienso que ha sido para bien".

Dellin Betances, el principal preparador de mesa de Nueva York, tiene una presencia física aún más impresionante con 6 pies 8 pulgadas y 265 libras de peso. Pero al igual que Miller, él tuvo que superar varios obstáculos para encontrar su nicho en las mayores. Betances subió por las fincas como abridor y encontró problemas al intentar repetir su envío y ganar control de sus lanzamientos. Se necesitaron muchos esfuerzos y muchos errores para comenzar a acumular lo que el torpedero de Baltimore J.J. Hardy tilda como "números de Nintendo".

Miller, zurdo, y Betances, derecho, han formado la dupla de bullpen más impresionante en esta temporada. La distancia del montículo al plato es de 60 pies 6 pulgadas, pero cuando ellos completan su movimiento y lanzan la pelota, los tiempos de reacción se reducen y la palabra "superados" tiene un nuevo significado.

Los Yankees lideran el Este de la Liga Americana en parte por el surgimiento de Michael Pineda como un abridor dominante, la explosión temprana de poder de Mark Teixeira y la otra dupla ofensiva de Jacoby Ellsbury y Brett Gardner en la parte superior de la alineación. Pero ningún otro elemento ha sido más importante en el éxito inicial del equipo que un bullpen que es lo más cercano a algo seguro.

Los números reflejan el profundo impacto que Miller y Betances han tenido a lo largo de seis semanas. En 36 2/3 entradas lanzadas, se han combinado para lograr 60 ponches, 11 hits permitidos y efectividad de 0.00. De acuerdo con Baseball-Reference.com, se han combinado para lograr un WAR (victorias sobre reemplazo) de 2.6 - 1.3 cada uno.

Betances levantó la barra de las expectativas de forma considerable el 2 de mayo. En una aparición cameo como cerrador, poncho a cuatro bateadores de Boston con 14 pitcheos para completar la victoria de los Yankees 4-2 en Fenway Park.

"Yo no sé si alguna vez yo haya visto a alguien maniatar a otro equipo como eso - y mucho menos a los Medias Rojas de Boston", dijo Miller. "Fue uno de esos días en los que estaba encendido y todo le salía bien. Si todo le sale perfecto, nadie tiene oportunidad contra él".

Que venga la incomodidad

Los bateadores tienen una frase consagrada por el tiempo para describir a los lanzadores experimentados que logran éxito con un repertorio no tan dominante. Bob Tewksbury, Jimmy Key, Brad Radke, Jamie Moyer y Mark Buehrle se encuentran entre los lanzadores abridores que personifican el cómodo 4-0".

Betances y Miller personifican el otro extremo dinámico: Ellos son los terribles 1-0.

"Hay ciertos lanzadores con los que los bateadores no se sienten cómodos", dijo Hardy. "Esos tipos son bien, bien grandes y es difícil darse cuenta de lo que tienen en la pelota. Cuando ellos están en el montículo, es como si uno los estuviera mirando directamente".

En los círculos del béisbol se da por sentado que los lanzadores altos generalmente requieren más paciencia y cariño que sus contrapartes más compactos. Por cada Randy Johnson que llega a Cooperstown o un Chris Young que se gana la vida de forma cómoda, existe su correspondiente Loek Van Mil, Andrew Brackman, Eric Hillman, Andrew Sisco or Ryan "La Aguja Especial" Anderson quienes fallan en sobresalir por problemas de salud, falta de consistencia o algún otro elemento faltante.

Algunas veces la salvación hace señas desde el bullpen, donde la velocidad es fácil de mantener, se pueden acuñar diferentes repertorios y las mecánicas complejas son más fáciles de trabajar. Cuando los lanzadores altos entran en relevo, es una receta para desmoralizarse en 15-20 pitcheos.

El coach de lanzadores de los Yankees Larry Rothschild, quien laboró en Cincinnati cuando Randy Myers, Rob Dibble y Norm Charlton ayudaron a traer un campeonato a la ciudad con el apodo de los "Chicos Sucios" en 1990, está bien familiarizado con el impacto que un bullpen dominante puede tener en la psiquis de un equipo contrario. Miller y Betances presentan un reto en sí mismos con sus largas extremidades, alcances extendidos, velocidad y engaño.

"Un chico alto se tarda más en desarrollarse, porque ellos tienen que lidiar con cosas que los chicos que no son tan altos no tienen que pelear", dijo Rothschild. "Tienen más partes movibles. Pero cuando lo logran, ellos tienen una influencia y una extensión desde el montículo que les ayuda mucho".

Miller, quien cumplirá 30 años el 21 de mayo, y Betances, que tiene 27, comenzaron su carrera profesional en el sorteo de jugadores del 2006. Miller, un estelar jugador en North Carolina con pedigrí en la Serie Mundial Universitaria, recibió un bono de $5.45 millones con Detroit como el sexto seleccionado en general. Pero él éxito llegó lentamente. Los Tigres enviaron a Miller y Cameron Maybin a Miami en diciembre del 2007 en un cambio de ocho jugadores que trajo a Miguel Cabrera y Dontrelle Willis a Detroit, y la carrera de Miller se estancó por lesiones y falta de control. Gradualmente comenzó a aceptar la idea de que posiblemente su mejor ruta hacia el éxito era a través del bullpen.

"Todo el mundo quiere tratar de ser abridor durante la mayor cantidad de tiempo posible", dijo Miller. "Uno puede recibir mayores recompensar si eres un abridor efectivo en Grandes Ligas, y todos nos acostumbramos a la rutina en la rotación. Puedes levantar pesas por cuatro días, y entonces haces una sesión de tiros donde pueden trabajar en tu repertorio, y ese tipo de cosas no lo tienes como relevistas. Más allá de cuando estás en la goma de lanzar, es una mentalidad muy diferente".

Miller transformó su éxito en los bullpen de Boston y Baltimore en un contrato de cuatro años y $36 millones como agente libre en diciembre, y ha logrado hacer la transición sin problemas hacia la novena entrada en el Bronx. El punto de quiebre para Miller llegó cuando se dio cuenta que podía sacar a los derechos lanzándoles su recta pegada y evitando que se inclinaran encima del plato. Miller se ha acostumbrado a enterrar su slider adentro y pegado ante los derechos, quienes le conectan para anémico promedio de .055 (5-en-91) con 50 ponches ante él desde julio pasado.

"Es un slider abrumador, y no discrimina", dijo el relevista de Baltimore Darren O'Day, quien lanzó en el mismo bullpen con Miller por dos meses en el verano pasado. "Cambia de plano tan rápidamente, tanto horizontal como verticalmente. Me acuerdo de Pedro Martínez hablando sobre lanzamientos rompientes cuando yo estaba en Universidad, y él dijo que lo más importante es que pueda cambiar de plano rápidamente.

"Andrew tiene muy buen control de su slider, lo puede lanzar para bola o strike donde quiera. Queda de su parte, realmente. Si lo lanza para bola y los bateadores le hacen swing, no se la van a poder conectar. Quizás sea mejor aconsejarles que se paren ahí sin hacer nada".

Sin controversia por el puesto de cerrador

Betances, nativo de Nueva York, demostró algo de promesa en la cancha de baloncesto en la Secundaria Grand Street en Brooklyn hasta que le tumbaron dos dientes y recibió una orden de cese y desista de su padre y sus entrenadores. Se retiró del baloncesto para enfocarse únicamente en el béisbol, y rechazó una beca de Vanderbilt para firmar con los Yankees con un bono de $1 millón en el 2006.

Al igual que Miller, Betances dominó su cambio hace años y hace un uso liberal de su lanzamiento rompiente. Miller depende la mitad del tiempo equitativamente de su recta y su slider, de acuerdo con FanGraphs. Betances lanza su recta el 47 por ciento del tiempo y de su lanzamiento rompiente en el otro 53 por ciento.

El gran misterio - más allá de cómo conectar el lanzamiento No. 2 de Betances - es cómo llamarlo. El pitcheo ha sido descrito de forma alternativa como una curva, un slider, una recta cortada y un 'slurve' (mezcla de slider y curva), aunque el receptor de los Yankees Brian McCann piensa que no existe un término convencional que le pueda hacer justicia.

"Solo díganle el 'asqueroso', porque eso es lo que es", dijo McCann.

Betances se adhiere a rutinas selectas en el bullpen para mantener afinada su mecánica de lanzamiento. Cuando no está simulando su movimiento con una toalla en su mano derecha, está lanzando desde terreno plano cada día (aunque sea solo por algunos pitcheos) para asegurarse de que su hombro no se mueve demasiado abierto o que incurra en algunos otros malos hábitos.

"Lanzar con regularidad definitivamente me ha ayudado", dijo Betances. "Me ha dado la oportunidad de ser más consistente con mi envío y me ha ayudado a desarrollarme en el lanzador que soy ahora".

Cuando David Robertson se fue para firmar por $46 millones con los Medias Blancas de Chicago en diciembre, Betances tuvo razones para pensar que él heredaría el puesto de cerrador en Nueva York. Pero en silencio y diligentemente ha aceptado su mandato para coleccionar "holds" frente a Miller, y se ha ganado el respeto y admiración de sus compañeros en el proceso. Betances habla tan suavemente que los reporteros en sus entrevistas luego de los partidos necesitan acercarse bastante para escuchar sus respuestas. Su modestia refleja sus prioridades competitivas.

"Eso dice mucho de él", dijo Miller. "Él tiene más que arriesgar financieramente hablando con el arbitraje y la agencia libre, así que tenía más razones para abogar [por el puesto de cerrador] que yo. Pero pienso que él ve el escenario grande. Él sabe que si sale allá afuera y lanza, todo se va a resolver. La oficina central y el personal aquí hicieron un buen trabajo evitando que eso se convirtiera en un problema, y todo el camerino quiere ganar. Sería tonto dejar que algo como eso interfiera en nuestra meta".

Luego que Betances ponchara a 135 bateadores en 90 entradas el año pasado para romper el record de la franquicia de Mariano Rivera de ponches en una temporada por un relevista, Rothschild se sentó, evaluó los números, y se enorgulleció de su evaluación de que, en efecto, el chico había llegado para quedarse. Es tentador reflexionar sobre la posibilidad de que Miller y Betances logren algo de importancia histórica en el 2015. Pero los Yankees están demasiado inmersos en el ajetreo diario para ser presumidos sobre ello.

"Cuando uno está en el medio de la lucha, no puedes hacer eso", dijo Rothschild. "Los dioses del béisbol te las cobran".

Los indefensos bateadores podrían alegar que cuando Miller y Betances están encendidos en sus partidos, los dioses del béisbol quedan relegados a ser meros espectadores. Los exterminadores gemelos de Nueva York están dispensando su propia marca de justicia por todo lo alto en esta temporada.