<
>

Carlos Berlocq derrumba mitos

Getty Images

BUENOS AIRES -- La actuación de Carlos Berlocq este fin de semana en el Estadio Mary Terán de Weiss es para pocos. Venció a Gilles Simon, 13º en el ranking mundial y sexto en 2009, para redondear una serie en la que todos los integrantes del equipo aportaron un punto. A recordar: Juan Mónaco había vencido al propio Simon para igualar la serie en 1 el día viernes, y Horacio Zeballos y David Nalbandian habían sido más que Michael Llodra y Julien Benneteau el sábado.

Así, se hizo un lugar en el selecto puñado de jugadores argentinos que ganaron un quinto punto definitivo en una serie de Grupo Mundial para quedar definitivamente instalado en la historia grande de la competición deportiva anual por excelencia.

Pero, además, Berlocq demostró que ningún jugador puede ser descartado como un potencial tenista para la Copa Davis y que puede rendir como tal. Porque todo influye en esta competición, incluso más factores, claro, que en el circuito.

Berlocq y el resto del equipo son ejemplos para los que vienen atrás. Para los Facundo Argüello, los Agustín Velotti, los Guido Andreozzi, los Juan Ignacio Galarza, los Mateo Martínez, los Juan Pablo Paz, los Pedro Cachín, los Francisco Bahamonde, los Franco Capalbo, los Agustín Torreano, los Camilo Ugo Carabelli... aun cuando en sus comienzos tengan que jugar clasificaciones de Futures en Europa, como le sucedió al hombre de Chascomús porque por esos años no abundaban ese tipo de torneos en Sudamérica y daba la sensación de que una camada entera estaba perdida.

Berlocq también demostró que se puede aprender hasta el desenlace de la carrera, que uno no está necesariamente formado a los 27 años. Porque decidió ser más ofensivo en general, -léase saque, derecha, drops-, y sumar calidad para enfrentarse a jugadores de la élite.

Demostró que hay procesos, que algunos los alcanzan más rápidos, otros más lentos, pero que perder sus primeros siete partidos o ganar dos de los primeros 18 a nivel ATP para verse obligado a volver a los Challengers no es un fracaso. Volver a intentarlo lo metió entre los mejores 40 del mundo.

Demostró que una posterior operación de muñeca, como en 2009, y tener que salir de los 700 primeros del mundo, no es el final.

También él y el resto del equipo demostraron que cada serie es una historia distinta, que no se puede dar por ganada o perdida cualquier definición antes de tiempo.

Berlocq demostró que el tenis argentino no está en crisis. Que el hecho de que no haya cuatro albicelestes en el top ten, como sucedió hace ocho temporadas, no significa que se esté viviendo un mal momento. De hecho, hasta las flamantes caídas de Nalbandian y Pella en el escalafón hubo ocho argentinos en el top 100, cifra que hoy solo superan la propia Francia y España. Imposible hablar de crisis cuando, por citar un caso, se destacaba en los medios gráficos más importantes del país, y con generosa cobertura, los seis top 100 que tenía el tenis masculino en septiembre de 1998, y los dos que había entre los 50 mejores semanas después, hitos inéditos durante los 5 años anteriores.

Berlocq y el resto del equipo demostró que los historiales poco importan. Que Argentina puede vencer a Francia, a pesar de que los antecedentes marcaban un 5-0 galo desde el primer choque en 1952.

Berlocq demostró que Argentina podía avanzar por novena vez a las semifinales en los últimos 12 años. Ahora buscará llegar a su quinta final en toda la historia copera. Será ante República Checa. Pero esa es otra historia. Habrá cinco meses para analizarlo. Que Berlocq disfrute.