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El presidente francés entregó la Copa

Albert Lebrun otorga el trofeo a Giuseppe Meazza, capitán italiano Getty Images

PARÍS -- El presidente de la República de Francia, Albert Lebrun, entregó en persona a los jugadores de la Selección de Italia el trofeo por haberse coronado en la tercera Copa del Mundo, en el estadio Colombes de París.

La inédita actitud del mandatario ocurrió tras la final que los italianos le ganaran por 4-2 a su par de Hungría. El capitán de los "azurri", Giuseppe Meazza, subió al palco de honor y recibió el galardón de manos del político. El propio jugador llevó el trofeo hasta el campo de juego para compartirlo con su entrenador y con sus compañeros.

Antes del comienzo del match, Lebrun -que ingresó al estadio a las 17 en punto, mientras se entonaban los himnos nacionales de cada equipo- se tomó el trabajo de saludar con un apretón de manos a todos y cada uno de los participantes de la definición: todos los jugadores, el árbitro y los jueces de línea.

Incluso el dirigente, que ocupa su puesto desde 1932, se dio lugar para hacer una broma. "¡Lo ganan todo estos benditos italianos!", aseguró jocosamente al entregar la Copa Jules Rimet, en referencia a la consagración de la "azurra" y a la victoria de Gino Bartali en el último Tour de Francia de ciclismo.

Los 50 mil aficionados que llenaban las gradas se levantaron en sus asientos y aplaudieron el gesto de su gobernante. La ovación resultó particularmente significativa por las tensiones políticas que viven ambos países y porque fue justamente el seleccionado campeón el que eliminó a los franceses de la competencia que disputaban en su propia territorio.

Esta no es la primera intervención de Lebrun en este torneo. Antes de que se jugara el primer partido, el mandatario recibió a los organizadores del campeonato en el Palacio del Elíseo, en la Rue Saint Honoré. Y en un discurso posterior dejó clara su esperanza de que "este gran evento internacional sirva para un sincero acercamiento de los pueblos".

Más tarde, en el encuentro inaugural, quiso dar el puntapié inicial, pero aunque apuntó a la pelota le acertó una patada al suelo. Este incidente levantó sospechas sobre su presunto amor por el deporte. Es más: según comentaron las malas lenguas en París, el presidente ni siquiera sabía qué naciones se disputaban el título en la final.

Sin embargo, se sabe que el mandatario es un seguidor del fútbol, y que estuvo en el estadio en la definición de la Copa de Francia en la que Metz -su cuadro de preferencia- derrotó al Olympique de Marsella, en mayo último.