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Venezolano Salvador Pérez es el cátcher de hierro de los Reales

KANSAS CITY, Missouri -- Por fortuna, Salvador Pérez usa todo ese equipamiento de protección. Cuando no lo libra de los golpes derivados de malos lanzamientos, pelotazos de foul e incluso batazos, por lo menos oculta todos los moretones.

"Se lleva una paliza", dijo Lorenzo Cain, compañero y amigo cercano del receptor de los Reales de Kansas City.

Cain, jardinero de Kansas City, meneó la cabeza al hablar de los impactos que ha sufrido el venezolano Pérez.

"Hombre, no sé si yo podría hacer eso", comentó.

Este martes por la noche, cuando los Reales abran la Serie Mundial contra los Mets de Nueva York, Pérez estará detrás del plato en su juego número 312 durante los últimos dos años. La cifra igualará el récord de las mayores, de más encuentros en dos años, contando la temporada regular y los playoffs, establecido por Randy Hundley, de los Cachorros de Chicago, en 1967 y 68.

Y aunque es indudable que Hundley se llevó también su buena dosis de contusiones, ésta palidece en comparación con los golpes propinados a Pérez. El venezolano se ha llevado machucones en los dedos, duros impactos en las espinillas y pelotazos a la cabeza que lo han dejado aturdido.

"Es un bulldog", destacó otro jardinero de los Reales, Alex Gordon. "En realidad no hay una pelota que pueda dejarlo fuera de combate. Tiene golpes en todo el cuerpo y sigue jugando".

Lo ocurrido el año anterior quedó como testimonio sobre la resistencia de este cátcher de hierro.

Jugó en 22 encuentros de pretemporada, 150 de la campaña regular y 15 de los playoffs. En 158 de esas ocasiones, Pérez fue el receptor, un récord de las Grandes Ligas.

Una semana después del séptimo juego de la Serie Mundial que los Reales perdieron ante Gigantes de San Francisco, Pérez se unió a un grupo de astros que disputaron una serie de exhibición en Japón.

Se entiende por qué decidió no participar en la pelota invernal de Venezuela, como lo había hecho durante años.

Ned Yost, manager de los Reales y ex cátcher, dijo en la pretemporada que daría a Pérez más descanso durante esta campaña. Yost notó la golpiza que durante 2014 se había llevado Pérez, tres veces electo para el Juego de Estrellas, y opinó que sus problemas en el plato durante los playoffs eran una consecuencia de tal castigo.

Pero ese mayor tiempo de descanso significó que Pérez jugara 142 encuentros durante esta campaña, después de aparecer en 16 durante la pretemporada.

"Uno termina por entender que esto es parte de su posición", dijo Yost. "Pero Sal está hecho para esto. Es un hombre alto, extremadamente duro y puede absorber estos golpes".

De hecho los acepta. Una de las tareas más complicadas del kinesiólogo Nick Kenney consiste en convencer al receptor de Valencia para que abandone un partido cuando recibe un impacto particularmente severo.

"En los playoffs, con la emoción que hay, tendrían que fracturarme un hueso para que yo saliera de un juego", advirtió Pérez. "Conocemos esta posición, sabemos que va a haber golpes. Si esperas un segundo, el dolor se va. No me gusta salir de los juegos, tendría que ser algo de verdad muy grave".

Pedro Grifol, coach asistente de los Reales, dijo que el castigo infligido a Pérez se deriva de una serie de factores, que constituyen una "tormenta perfecta".

Con una estatura de 1,91 metros (seis pies y tres pulgadas) y un peso de 104 kilogramos (230 libras), Pérez es demasiado corpulento para ser cátcher. Ello significa que hay una mayor superficie corporal sobe la que pueden estrellarse las pelotas. También hay que considerar el hecho de que en Kansas City abundan los lanzadores poderosos, de modo que los bateadores rivales rara vez hacen contacto sólido con la pelota.

"No puedes hacer nada con eso", consideró Grifol. "Ned habla de ello todo el tiempo. 'Chicos, ¿pueden comenzar a atrapar machucones de foul?', pregunta. Se ha vuelto una broma común".

Pérez ha probado protectores bucales luego de que los Reales se mostraron preocupados por la posibilidad de que sufriera alguna conmoción cerebral. Tampoco es una postura conservadora la que le lleva a usar las caretas antiguas y no las más modernas, parecidas a las de un arquero del hockey sobre hielo.

"Las más viejas son un poco más pesadas, y la rejilla tiende a doblarse y a amortiguar más que la de titanio, usada en las caretas más nuevas", explicó.

Grifol aseveró, "tomamos muchas medidas diferentes para ayudarlo, pero al final del día, no hay mucho que uno pueda hacer con un cuerpo de lanzadores que tiran tan duro".

Quizás lo que sí puede hacerse es apreciar el trabajo de Pérez. El receptor recibe muchas de esas muestras, no sólo de parte de sus compañeros, sino de los bateadores rivales y los umpires.

"Siempre dicen, '¡guau, hombre! Eso debió doler''', relató Pérez, con su contagiosa sonrisa. "Es parte de mi trabajo, estar detrás de home plate, no lo sé. Es como jugar. Sé que me van a golpear al menos una vez cada juego. Sólo me preparo para la primera vez. Ya me ocuparé del dolor cuando termine la temporada".