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Mundial de Atletismo, Día 1

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Yulimar Rojas explica desde Eugene por qué no competirá en el salto largo en el Mundial (4:56)

La venezolana, reina del salto triple, explica el uso de zapatillas que la dejó fuera de la búsqueda del doblete en Eugene, sede del evento más importante de la temporada. (4:56)

Eugene, Oregon -- Algún día volví y ha pasado mucho tiempo.

Volví a Eugene y a volví a los mundiales de atletismo. A estos no los veía (de cerca al menos), desde 1995 cuando tuve el enorme honor de representar a mi país en los campeonatos que se llevaron a cabo en Gotemburgo, Suecia. La experiencia deportiva más gratificante de mi corta carrera. La más aterradora también al verme en medio de un escenario repleto de figuras a las que idolatraba desde lejos. Con las que lejos me veía de compartir una competencia.

Ha pasado casi tanto tiempo desde que vi a Eugene. Su histórico Hayward Field tenía tribunas de tablón de madera y era menos pretensioso que su actual heredero. Acá, en 1996, competí por última vez a nivel universitario.

Este Mundial de atletismo fue asignado a Eugene en 2015 sin proceso de selección. Una asignación denominada "estratégica" por la federación internacional.

Estados Unidos nunca había sido sede de un Mundial, no por falta de intentos sino por falta de apoyo político en la federación. Si tiene todo de estratégico también tiene todo de extraordinario y al menos, sospechoso. La conocida como "Track-Town-USA (ciudad del atletismo de EE. UU.) llegó ahí donde Los Ángeles, Stanford, Indianápolis no pudieron, llegó a tener un Mundial.

Eugene es casa al campus de la Universidad de Oregon, de cuyo programa atlético surge la figura de Bill Bowerman. Junto a Phil Knight, que fuera atleta suyo en el equipo de la universidad, fundan lo que llegó a convertirse en Nike. Un Mundial en la casa de Nike. Una medida "estratégica" de la que no tengo pruebas, pero tampoco dudas.

La ciudad del noroeste de Estados Unidos se convierte en la más pequeña en la historia en organizar unos mundiales. Con capacidad temporal para 30,000 espectadores, Hayward Field será el estadio más pequeño en ser sede de un Mundial.

Ha costado unos US$200 millones para construirse y reemplazar al nostálgico estadio de madera. La superficie sintética de la pista sube y escala los pasillos de las tribunas. Todo el estadio tiene el aroma de un auto cero kilómetros.

La infraestructura hotelera se ha ocupado al máximo y ha triplicado sus tarifas normales. Hay reservaciones cuya ocupación mínima está restringida a los once días que dura el Mundial. El alquiler temporal de casas ha visto crecer exponencialmente su mercado. La ciudad verá el arribo de unos cinco mil visitantes relacionados directamente con el Mundial, entre atletas, oficiales y prensa. A esto habrá que sumar a los aficionados. Bueno, aquellos que tengan visa para entrar a Estados Unidos.

En un vergonzoso capitulo para este Mundial, decenas de atletas se han visto obligados a quedarse en casa o varados en algún país extraño, por carecer de visas para ingresar a Estados Unidos.

Algunos han visto el documento llegar sobre la hora. El caso de Ferdinand Omanyala por ejemplo. El velocista keniata es el africano más rápido de la historia y con opciones de medalla en Eugene. Omanyala pudo salir de Nairobi; sin embargo, su itinerario de vuelo, si todo va bien, lo haría llegar a la ciudad mundialista apenas un par de horas antes de las series eliminatorias de 100 metros.

Otros no han tenido esta suerte. Dos atletas argentinos, por ejemplo, o el medallista olímpico de bronce en salto de altura, el sirio Madj Eddin Ghazal. Aunque la organización diga que han trabajado de la mano con las autoridades para resolver el asunto, esta mancha no la sacan con ningún lavado mediático.

Así llegamos. A la máxima cita deportiva del verano del 2022, en un vuelo lleno de atletas. Athing Mu por ejemplo, la mejor corredora de 800 metros en el mundo. Iba mi maleta, pero otra pasajera la confundió y se la llevó a su casa. Gajes del oficio.

Acá en Eugene todavía suenan los martillazos contra clavos, aún hay largas filas para acreditación. No todos saben exactamente adónde ir o dónde está cada cosa, pero te guían con una sonrisa.

De acá saldrán los titulares que se entremezclen entre los innumerables e interminables rumores de fichajes y los torneos continentales de fútbol femenino. En la pequeña ciudad de Eugene, a la que algún día volví. A un Mundial. Un evento gigantesco, en una pequeña ciudad. Será caótico, pero será lindo asistir a ese caos.