Los tres llorando.
Llora Fernando Belasteguín, que acaba de quedar eliminado del último torneo en tierras argentinas de su carrera.
Pero también sus verdugos, los número uno del mundo, su compatriota Agustín Tapia y el español Arturo Coello.
¿Por qué?
Porque ‘Bela’ es el mejor jugador de pádel de la historia. Porque fue el ídolo de Tapia y Coello. Y porque, además, fue compañero tanto de Agus como de Arturo en los albores de sus carreras.
No son los únicos. Mientras suena, ensordecedor, el “Olé, olé, olé, olé, Belaaa, Belaaaa” que baja de las tribunas de un repleto estadio Islas Malvinas, a más de uno le cuesta contener las lágrimas.
Se va el ídolo. Se despide el crack. Ya no lo volveremos a ver jugar un partido profesional acá, en su país.
Lo dicho, Tapia y Coello fueron los incómodos victimarios. Derrotaron a Bela y su compañero, el cordobés Juan Tello, por 6-3 y 6-1 en los cuartos de final del Premier Padel de Mar del Plata.
No hubo equivalencias. Pero es anecdótico.
Las más de ocho mil personas que habitan las tribunas están paradas aplaudiendo.
Llora Bela. Se tapa la cara con el brazo, no puede frenar la catarata.
Nadie mira a los jóvenes Tapia y Coello. Ganadores. Líderes del ránking. Jóvenes e impecables.
Los focos están sobre el rey que deja su trono.