El Gato de las dos caras opuestas

Gastón Gaudio es un jugador con una técnica envidiable, que cuenta con uno de los dos mejores reveses del planeta y un toque bárbaro, pero en esta temporada padece una falta de definición que lo llevó a perder partidos que tuvo al alcance de la mano

CON TODA LA BRONCA
En ésta temporada, el "Gato" Gaudio no pudo terminar bien todo lo que insinuó ante los mejores jugadores del mundo
(AP)
BUENOS AIRES -- Metamorfosis. Como en un abrir y cerrar de ojos, Gastón Gaudio, elogiado y respetado en el mundo entero por ser uno de los tenistas más talentosos, suele desdibujarse cuando no puede ponerle el moño a un partido que tiene casi en el bolsillo.

Por eso, su tercera derrota seguida por esa vía conmovió porque en este caso no tuvo enfrente a una figura. Así se hace cada vez más evidente su transformación: pasa de ser el gran jugador de Copa Davis tipo máquina a la versión que se complica y no logra dar el golpe en el circuito de la ATP.

Y cuando uno dice "dar el golpe", habla justamente de lo que se pregunta el ambiente del tenis. ¿Por qué no termina de concretar las enormes ilusiones que tantos depositan en él? ¿Cómo puede ser que semejante potencial no le permita ser top-ten y siga deambulando entre el 20° y el 40° lugar del ranking? ¿Qué lo hace crecer tanto a la hora de representar al país y qué lo hace perder el rumbo cuando juega por su simple orgullo?

Mejor, vayamos por partes. Primero y principal, ni él mismo le encuentra razones lógicas a sus vaivenes, a esa doble vida. "La Copa Davis me motiva mucho más que el circuito. No lo puedo explicar. Es especial, me compenetro mucho. Es algo que no tiene el tenis muy a menudo: jugar en equipo, con compañeros y no que todos sean rivales. Para andar siempre igual, tendría que viajar con los otros chicos y miles de hinchas a cada torneo", dijo más de una vez.

Está claro que ese deseo es imposible de concretar y, por lo tanto, Gaudio debe motivarse mucho permanentemente. Necesita apoyarse en el entorno que lo acompaña en el exterior: su hermano mayor Diego y su entrenador Franco Davin, más el aporte a la distancia de Carlos Pena, su otro coach, y los demás familiares y amigos. De eso, ni más ni menos, depende el tenis del Gato: de sus ganas.

Para él, todo, absolutamente, pasa por la cabeza. Y como la mente resulta determinante en el tenis, no encuentra esa inyección anímica para jugar siempre igual. "Personalmente rindo más en la Davis, porque es un campeonato especial para el que me suelo mentalizar distinto en comparación con el circuito. Lástima que se juega pocas veces al año", aseguró.

La diferencia es clave para él: en la Copa debe disputar sólo dos singles en tres días, mientras que los certámenes regulares le exigen una concentración más estable y duradera, en varias jornadas al hilo.

Por eso en la Davis mantiene un estupendo invicto como local, ya que ganó los 13 partidos y obtuvo 34 de los 35 sets que jugó. Es más: este año aplastó en casa al alemán Rainer Schuettler, que venía de ser finalista del Abierto de Australia, y al ruso Yevgeny Kafelnikov. Su única derrota en la Copa fue justamente contra Kafelnikov, en la semifinal del año pasado en Moscú, luego de que Gastón se desconcentró por una discusión con el árbitro y dejó escapar una inmejorable chance de 5-2 y dos match-points en el quinto set.

Por eso, sus problemas aparecen con el correr de las semanas. Por un lado, sabe que debe rendir muy bien para mantener su lugar en el equipo argentino, aunque también es consciente de que, aún en las ocasiones que no llegó sólido, su actuación en la Copa fue magnífica, ya que gana y además deleita y da cátedra. Ahora, mientras se entusiasma con estar en la segunda semifinal seguida, esta vez en España, se encuentra con la obligación de revalidar su chapa de peso pesado en la tradicional gira europea de canchas lentas.

Pero el panorama está lejos de ser el mejor. Es cierto que va sumando triunfos y no queda eliminado en las primeras ruedas, pero acumula derrotas que son tan duras que le provocan un efecto muy duro. Nunca es lo mismo hacerle un partidazo a un monstruo, que tenerlo contra las cuerdas y fallar en el momento crucial de darle el golpe de gracia.

UNA SEGUIDILLA PREOCUPANTE
Esa falta de definición la viene sufriendo seguido en el circuito. Sin ir más lejos, suele perder casi siempre ajustadamente en cinco sets en los Grand Slam, varias veces luego de desperdiciar ventajas importantes. Es evidente que le sobra mano para jugarles mano a mano a los mejores, aunque a ellos hay que ganarles, porque no bajan la guardia solos.

Es un gran mérito estar arriba e inclusive doble si lo consigue con su habitual juego vistoso y lleno de variantes, pero la estocada final hay que darla en el momento preciso. De lo contrario, se agiganta el de enfrente y la situación se invierte.

Así quedó eliminado Gaudio últimamente. En los octavos de final de Montecarlo, estuvo a dos puntos de ganarle a Juan Carlos Ferrero en el segundo set: dudó, dejó agrandar al español y fue superado por 3-6, 7-5 y 6-2. Luego, el Mosquito creció y logró el título.

A la semana, sacaba 5-4 y 40-15 en el tercer set contra Marat Safin, en los cuartos de Barcelona, pero no forzó al gigante en los dos match-points, ya que esperó el error del rival. La factura le llegó rápido: fue 6-4, 4-6 y 7-5 para el ruso, que después derrotó a Ferrero y llegó a la final.

Ya en Valencia (reemplazó al certamen de Mallorca), fue eliminado en los cuartos de final por un rival muy ganable: el brasileño Flavio Saretta.

Tras conseguir el primer set, se adelantó 4-3 con un break arriba, pero cedió su saque y se hundió hasta caer por 3-6, 7-6 y 6-3. Una pena, porque pudo haber tenido, en la semifinal contra Ferrero, la revancha de Mónaco. Y a la hora de hablar, fue conciso: "En el segundo parcial tuve oportunidades, pero él empezó a jugar mejor".

Así, en tres semanas, Gaudio descendió 15 puestos en el ranking mundial, ya que pagó caras las derrotas en Barcelona y en Valencia, donde defendía los títulos conseguidos en el 2002. Lo cierto es que debe realizar una seria autocrítica. Un jugador con una técnica envidiable incluso por algunos top-ten, que posee uno de los dos mejores reveses del planeta y cuenta con un toque bárbaro, debería hacer un click definitivo y poder despegar.

Si bien esta temporada pudo dar vuelta algunos partidos complicados, su gran problema radica cuando debe definir un encuentro que lo tiene como dominador. Es cuestión de jugar uno o dos puntos más con la misma convicción y determinación que lo hizo hasta allí. Cuando mejore ese aspecto, será el jugador que los fanáticos siempre soñaron. Sin vueltas.

Ahora bien, ¿podrá lograr ese cambio fundamental en su mentalidad? Es lógico que la respuesta sólo la tiene él. Ya lo ha hecho en varias ocasiones, y no sólo en la Davis. De ahí que las esperanzas sean mayores. Necesita revertir esa imagen lo antes posible, para no perder más tiempo.

Gaudio tiene 24 años y ya se dio el lujo de estar dos temporadas sin entrenador, algo inadmisible en la alta competencia. Cuenta con capacidad de sobra y no por casualidad es el único argentino que les ganó a los mejores del mundo: al estadounidense Andre Agassi, al australiano Hewitt y a los españoles Juan Carlos Ferrero y Carlos Moyá.

De hecho, sus colegas lo respetan muchísimo, aunque saben que en cualquier momento puede bajar el nivel y derrumbarse. "A Gastón hay que dominarlo de entrada; si le dejás hacer su juego, te mata", comentó Safin hace poco tiempo. Y coincidió el alemán Tommy Haas: "Es muy talentoso y peligroso. Tiene semanas muy buenas, especialmente sobre polvo de ladrillo. Y también se cae a veces mentalmente y puede darte una chance". Más clarito, imposible, ¿no?

SE CORTO UNA GRAN RACHA
Con la derrota de Gaudio en Valencia, el tenis argentino no pudo igualar la exitosa serie que disfrutó entre principios de febrero y comienzos de marzo, con cuatro semanas seguidas con por lo menos un representante en las semifinales de un torneo de ATP. Esta vez, Agustín Calleri venía de arribar a la final de Estoril, Guillermo Coria fue finalista de Montecarlo y Calleri había accedido a las semifinales de Barcelona. Todo parecía indicar que Gaudio iba a ser el cuarto, pero no pudo ser.

De esta manera, Argentina estuvo a punto de lograr una hazaña: haber sido, en el primer cuatrimestre del año, el país con mayor cantidad de semanas peleando las instancias decisivas, ya sea semifinales o definiciones, de campeonatos de ATP. El privilegio de haber estado en la lucha en nueve semanas debió compartirlo con Estados Unidos y España, aunque las superpotencias festejaron muchos más títulos.

Esta temporada, la segunda en la historia que llega dos veces seguidas a las semifinales de la Copa Davis, ya es histórica para el tenis argentino.

Aunque a diferencia de la pasada, a esta altura los varones ya habían obtenido cuatro torneos y ahora sólo triunfó Calleri en Acapulco. Si bien este último creció mucho y también lo hizo Willy Coria, en tanto Mariano Zabaleta continúa ascendiendo en un marco de cierta inestabilidad, pesa demasiado la irregularidad de David Nalbandian, de Gaudio y de Juan Chela.

Sin ir más lejos, Coria, Calleri, Zabaleta, Gaudio y Chela fueron los que llegaron a semifinales o finales este año. Y Nalbandian todavía no pudo alcanzar ni siquiera una semi en un ATP reducido. Vale la pena remarcar que tuvo una actuación memorable al llegar a los cuartos de final del Abierto de Australia, lo que le permitió ser el primer top-ten del país en 12 años y medio. Pero de ahí en más, si bien en la Davis respondió pese a no rendir en un nivel superlativo, careció de volumen de juego y confianza.

Luego de la victoria sobre Rusia en la Copa, Nalbandian perdió su status de ser uno de los 10 mejores porque no fue a defender su título en Estoril. Pero enseguida llegaron dos derrotas que impactaron: ante el modesto italiano Filippo Volandri en la segunda rueda de Montecarlo y contra el ruso Nikolay Davydenko (su víctima en la Davis), también en dos sets, en su debut en Barcelona.

Ahora, Roma y Hamburgo son dos citas magníficas para que él y Gaudio, los singlistas coperos titulares, levanten la puntería y reafirmen sus intenciones de no ceder terreno. La confianza juega un papel clave en el tenis y por eso ellos deben recuperar el protagonismo que los llevó a ser peligrosísimos en cualquier torneo y superficie.

Por eso, mientras Ferrero y Moyá, los rivales en la durísima semi de septiembre por la Davis, suman victorias y títulos, Nalbandian y Gaudio deben retomar el rumbo. Para mejorar la autoestima y para que los demás no les pierdan parte del respeto que tan bien supieron ganarse.

GUSTAVO GOITÍA es periodista especializado en tenis desde 1989. Se desempeñó como redactor en el diario La Nación, la revista VIVA de Clarín y el diario deportivo Olé, todos de Buenos Aires, y además fue comentarista en el canal TyC Sports. Actualmente es redactor del diario Clarín y columnista de ESPNdeportes.com.

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