No sólo fue un triunfo de Kim Clijsters

A los 19 años y con una propuesta agresiva, la belga cortó la racha de las hermanas Williams y pese a que es una de las seis mejores, fue una sorpresa porque entre las mujeres es común que los torneos importantes se los repartan entre dos o tres figuras

EL TROFEO ES MIÓ Y MÍO
La belga Kim Clijsters dejó en el camino a las dos máximas favoritas, las hermanas Venus y Serena Williams, para consagrarse en el Masters
(AP)
BUENOS AIRES -- Aire puro. Eso fue lo que consiguió el tenis femenino con la victoria de la belga Kim Clijsters en el Masters. Es que, a diferencia del circuito masculino, el tour de las chicas tiene a pocas protagonistas de peso y para colmo las hermanas estadounidenses Serena y Venus Williams venían de jugar las finales de los últimos tres Grand Slam.

Además, este significó el botón de muestra para que las colegas también entiendan que las dos mejores no son invencibles. Que vean que, si bien hay que rendir casi a la perfección para eliminarlas, es posible hacerlo.

En especial, si se cuenta con la potencia de Clijsters, por ejemplo, ya que es evidente que para superar a las Williams hay que ponerse a la altura de ellas en cuanto a la fuerza y la continuidad de los golpes.

Es fundamental cambiarles el ritmo y no dejarlas pegar cómodas, pero para eso el primer paso es equilibrar la potencia. O bien ser una máquina de tenis ofensivo, modificándoles los efectos y atacándolas con mucho slice, algo que actualmente casi no se ve. Por eso, siguen siendo unas pocas las que pueden dar el batacazo.

PUDO DETENER A LAS WILLIAMS
A los 19 años y con una propuesta muy agresiva, Clijsters pudo darse el gusto de cortar la racha de las chicas de oro. Se convirtió en el primer jugador de su país que obtiene el último torneo de la temporada, incluidos los varones. Y pensar que este fue recién el 10° título de su corta carrera profesional.

En los 30 años que lleva disputándose el Masters femenino, ella resultó la campeona que arrastraba peores actuaciones en los Grand Slam de la temporada, ya que no había llegado a ninguna final de esa categoría. Lo mejor había sido una semifinal, en Australia.

Es más: desde que la argentina Gabriela Sabatini logró el campeonato de Maestras en 1994 (venía de llegar a las semifinales en dos grandes torneos), todas las campeonas habían ganado o al menos perdido una final de Grand Slam en ese año.

¿Qué marca esto? Muy simple: el triunfo de Clijsters, pese a que es una de las seis mejores, fue una gran sorpresa. Mientras el 40° del mundo le gana seguido a un top-ten, para las mujeres es común que los torneos más importantes se los repartan entre dos o tres figuras.

El caso de la belga fue llamativo, ya que luego de haber perdido la definición de Roland Garros el año pasado -la tenía casi ganada contra la norteamericana Jennifer Capriati- se había caído en un pozo.

Como suele ocurrir en esos casos, le costó digerir el mal trago. En el medio, obtuvo seis campeonatos oficiales en distintas superficies, pero no podía dar el golpe en una de las citas clave del circuito.

Ya lo había dicho antes de la final: "Ando muy bien físicamente, no hice mucho esfuerzo en las tres victorias previas y tengo grandes reservas para poder utilizar contra Serena. Estoy en un gran momento y puedo derrotar a cualquiera".

Y vaya si lo hizo. El primer aviso lo había dado en las semifinales, cuando Venus, con una torcedura en el tobillo izquierdo y un tirón en esa pierna, debió abandonar el partido en el primer set. El llanto de la mayor de las Williams y N° 2 del mundo fue un síntoma del dolor que le provocó ese retiro.

Así, las hermanas se privaron de obtener un récord, ya que nunca antes, entre el Masters y los Grand Slam, dos jugadoras habían definido entre sí cuatro de esos cinco certámenes en un mismo año.

El golpe anímico de ver a Venus afuera y bajoneada lo sintió Serena, quien venía de superar a su hermana en las finales de Roland Garros, Wimbledon y el US Open.

La reina absoluta sabía que no había rendido bien en el Masters y no llegó tan fuerte mentalmente al último día. Ya en la cancha, cometió 44 errores no forzados, una cifra elevada, sobre todo porque metió 19 tiros ganadores.

Además, se encontró con Clijsters, quien tuvo inteligencia para buscar disparos angulados y así sacar a Serena de su habitual planteo frontal. La belga le cambió el ritmo permanentemente y eso le quitó concentración a la norteamericana, aún más después del primer set.

La N° 1, contrariamente a lo que pasó en la semifinal ante Capriati, no tuvo resto para revertir la historia y la campeona se mostró convencida de lo suyo.

BIENVENIDO EL CAMBIO
Por eso, en un circuito que este año se había tornado aburrido y monótono debido al predominio absoluto de las Williams, ahora Clijsters reavivó la esperanza.

Hay que entender que, no por casualidad, el Masters femenino, que se disputó en Los Angeles, fue un fiasco en cuanto a la convocatoria. Apenas dos centenares de personas en las primeras jornadas y un escaso gancho con las jugadores fue la constante.

Esto ya lo habían adelantado algunas de las mejores del mundo. Y si bien el estilo de juego de Clijsters no está en la vereda de enfrente del de la potencia arrolladora de las Williams, ni tiene carisma, logró dar un cambio alentador.

En un momento difícil para el tour femenino, porque se retiró la española Arantxa Sánchez y podría imitarla otra ex reina, la suiza Martina Hingis, aunque por problemas físicos, este Masters le vino muy bien al tenis.

A falta de ídolas o bien de un lote más numeroso de jugadoras que se repartan los torneos grandes, ya es bienvenido este título de Clijsters. Al menos, puede marcar el comienzo de una etapa diferente, en la que, a la hora de los Grand Slam y otras citas de primera línea, ya no parezcan cantados los nombres de las finalistas.

Está claro que, aún con el atractivo de la televisión, al circuito de las chicas le cuesta ponerse a la par del de los varones. Si bien se dijo en los últimos años -y es cierto- que en las canchas muy rápidas se ve poco tenis entre los hombres, porque suele ser puro saque, ellos aún conservan a estrellas del calibre de los norteamericanos Pete Sampras y Andre Agassi.

Y mientras ambos siguen haciendo de las suyas, hay muchos jugadores que se dividen la gran torta en los Grand Slam, los Masters Series y otros campeonatos importantes.

El caso de ellas es muy diferente: si bien por un lado se puede observar mayor volumen de juego y se torna más entretenido, pese a la potencia de las Williams y algunas seguidoras, cuesta encontrar jugadoras convocantes.

Además, la rusa Anna Kournikova, quien ha llenado estadios con su sola presencia, sigue deambulando sin encontrar el rumbo y su futuro es una verdadera incógnita.

Quizá mimetizada con la concentración y el hambre de gloria de su novio, el australiano Lleyton Hewitt, campeón del Masters 2001 y actual N° 1 del mundo, ahora Clijsters consiga la solidez suficiente para mantener una lucha mano a mano con las Williams.

Aunque no aparezcan las dueñas de un estilo virtuoso y llamativo para los ojos, bien vale que al menos se puedan mezclar otras protagonistas en las grandes definiciones.

Clijsters venía de ganarles este año a Venus, a la también estadounidense Lindsay Davenport y a su compatriota Justine Henin. Entre sus derrotas, se destacó la que sufrió en la tercera rueda de Roland Garros ante la argentina Clarisa Fernández, luego semifinalista.

Por eso, en una temporada que alternó buenas, mediocres y malas, el cierre no pudo ser mejor. Hizo doblete contra las dos mejores y avisó que está para dar pelea. El público y sus colegas se lo agradecen.

Ya era hora de ver otras caras levantando las copas más importantes. Ojalá que esto sirva para que el circuito de la WTA consiga un magnetismo bastante similar, por lo menos, al que logró el de la ATP. Sería lo ideal.

GUSTAVO GOITÍA es periodista especializado en tenis desde 1989. Se desempeñó como redactor en el diario La Nación, la revista VIVA de Clarín y el diario deportivo Olé, todos de Buenos Aires, y además fue comentarista en el canal TyC Sports. Actualmente es redactor del diario Clarín y columnista de ESPNdeportes.com.

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martes, 12 de noviembre