Serena y una primera que es cuarta

La menor de las hermanas Williams derrotó a la mayor, Venus, por 7-6, 3-6 y 6-4 en la final para conquistar por primera vez el torneo, y así sumar su cuarta corona consecutiva en los eventos de Grand Slam

CAMPEONA DE TODOS LOS GRANDES
Con su título en Australia, Serena Williams posee los cuarto torneos de Grand Slam
(Reuters)
MELBOURNE -- Serena Williams, la primera jugadora del mundo, continúa aferrada al trono universal del tenis femenino en el que se aposentó en el último año y prolongó su dominio al Abierto de Australia, conquista que selló a costa de su hermana Venus, a la que derrotó por 7-6 (7-4), 3-6 y 6-4.

La pequeña de las hermanas californianas alimentó su leyenda particular y profundizó su paso a través de la historia.

En este caso, la tenista de veintiún años ya ha pasado a protagonizar algunos aspectos de los recuerdos más insignes de la raqueta y ha logrado, de corrido, los cuatro Grand Slam -Roland Garros, Wimbledon, Estados Unidos y Australia- algo que no sucedía desde que la alemana Steffi Graf lo consiguió en 1991.

La lucha fue dura y se prolongó durante dos horas y veinte minutos. Serena, obsesionada con acomodarse en la gloria, y Venus, la única que parece capaz de cuestionar se reinado, con la fijación de apartar de sí la sombra prolongada de su hermana menor, depararon un duelo equilibrado.

Una sensación diferente en el ambiente interior del Rod Laver Arena aventuró al principio noticias sorprendentes para una final inédita. La presencia en el partido del cierre de dos tenistas hasta ahora inadvertidas en Australia alentó a sembrar nuevos precedentes en el torneo oceánico.

No fue el caso de la situación climatológica que, afortunadamente, las dos hermanas pudieron pasar por alto. El fuerte calor sobre Melbourne y los adelantos tecnológicos que completan las instalaciones de la pista central evitaron que la temperatura externa, superior a los cuarenta grados, manipulara la condición física de las protagonistas.

La situación se repitió por segunda vez en la historia del Melbourne Park después de la de 1988, la del duelo entre Steffi Graf y la legendaria Chris Evert, aunque entonces fue por un motivo distinto, la lluvia.

Y en efecto, bajo un escenario ideal Serena y Williams ofrecieron un espectáculo sin igual hasta el momento en el reparto de fuerzas que históricamente las dos han protagonizado.

El nivel de su tenis se disparó en un encuentro pleno de equilibrio, algo de lo que habían adolecido sus duelos anteriores, resueltos hacia uno u otro lado pero siempre en dos sets.

El partido comenzó sin dueño, sostenido en el contundente servicio de las dos jugadoras con el saque más potente del circuito. Las roturas, que las hubo a partes iguales en el cuarto, quinto, noveno y décimo juego no alteraron el equilibrio de un set abocado al desempate. Ahí, la número uno implantó el mando y cerró la manga.

El orgullo invadió a Venus, que reaccionó después. La mayor de las Williams se resiste a desempeñar un papel secundario y lo demostró en Australia, donde pasó por encima de sus rivales sostenida por una notable condición física y una mejoría mental y técnica de las que alardeó la final. Una rotura en el noveno juego la premió con una igualada sin antecedentes (6-3).

La pelea se fue abocada al definitivo set. La fatiga después de más de dos horas de juego destapó las debilidades de ambas. La de Serena parece aparente pero la de Venus es real.

Y esto se demostró de nuevo. Los errores, mínimos para la mayor, irrumpieron en el momento decisivo y la reina no perdonó.

-EFE

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sábado, 25 de enero
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