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La veterana del ejército y atleta Kirstie Ennis demuestra el poder del deporte

Esta es una historia exclusiva de la edición 2017 del Body Issue de ESPN The Magazine. Suscríbete ahora

El 23 de junio de 2012, el helicóptero CH-53D que transportaba a la Sargenta de los Marine Corps de EE. UU., Kirstie Ennis, se estrelló en la provincia Helmand de Afganistán. Ennis, una artillera, sufrió lesiones traumáticas en el cerebro, médula espinal y rostro, así como graves daños en hombros y la pierna izquierda. Después de tres años y más de tres docenas de cirugías, los médicos le amputaron la pierna por debajo de la rodilla en noviembre de 2015. Un mes después, luego de una infección en la pierna residual, los médicos debieron proceder a una segunda amputación para extraer la rodilla izquierda.

Ennis, que ha sido deportista toda su vida, se aferró a los deportes para su recuperación. Compitió en remo, natación y ciclismo en exteriores en los Juegos Invictus de 2016 y en marzo, escaló el Monte Kilimanjaro, convirtiéndose en la primera mujer con amputación por arriba de la rodilla y hacer cumbre en la montaña. ¿Su meta final? Pararse en la cima de cada una de las Siete Cumbres.

Ennis también se está entrenando para clasificarse para el equipo de snowboard paralímpico de los EE. UU. de 2018 y competir en los Juegos Paralímpicos de Invierno en Pyeongchang en marzo próximo.

La redactora senior de ESPN, Alyssa Roenigk, pudo persuadir a Ennis a quedarse sentada el tiempo suficiente como para hablarnos de ser la primera veterana en posar para el "Body Issue", en su confianza en sí misma y en la inspiración que ella se siente obligada a ser. Esta es su historia, en sus propias palabras.


Las personas creen que como tengo esta extraña pierna robótica, hidráulica – debo caminar más rápido y que es mejor que me antigua pierna humana. Eso me hace reír. ¡Yo me tropiezo con mis pies todo el tiempo! Una de las cosas que aprendí [después de la amputación] es que lo que importa es lo que hay dentro de tu caja torácica y en las 6 pulgadas (15 cm) entre tus orejas. Si tienes tu cerebro y tu corazón en el lugar correcto y enfrentas las cosas riéndote y sonriendo, todo va a ser mucho más fácil.

Cuando estaba tendida en una cama de hospital y mi cuello estaba fracturado, mi pierna arruinada, mis brazos lesionados, y mi rostro entero debía ser reconstruido, yo estaba en un caos y tenía grandes problemas de autoestima. Mis primeros pensamientos fueron, ¿Voy a poder caminar otra vez? ¿Usar un vestido otra vez? ¿Cómo me va a ver la gente? ¿Quién me va a encontrar atractiva? Pasé por una fase de sentirme muy incómoda con mi cuerpo.

Luego, volví a practicar deportes – snowboard, montañismo, correr, triatlones – y eso hizo muchísimo para restaurar mi confianza. Había cosas que antes no hacía con dos piernas y que ahora hago con una”. En las fuerzas armadas y en el deporte, uno somete a su cuerpo a pruebas increíbles. Se trata de superar los límites y uno quiebra todas las expectativas que tenía sobre sí mismo. Esas pruebas modifican tu control mental y transforman tu físico. No creo que alguien que no sea un deportista, soldado en servicio activo o veterano, podría llegar a entender esto. No es solo un proceso físico; es mental y emocional. Ya sea que estés en un equipo practicando un deporte o peleando junto a tus hermanos y hermanas en armas, sabes demasiado bien que las personas que están a tu izquierda y a tu derecha tienen tu respaldo, pase lo que pase.


La práctica de snowboard se incorporó a mi vida bastante rápido [después de mi accidente en 2012]. Estaba tendida en una habitación de hospital y un representante de esta organización llamada Disabled Sports USA entró y me dijo, "¿Puedes salir? ¿Quisieras aprender un deporte de invierno?" Entonces me escapaba del hospital e iba a Big Bear [centro de esquí en California] los jueves, e hice eso durante el resto de la temporada. Me entrené y competí; la temporada siguiente, terminé ganando el Campeonato Nacional de USASA en 2015 y clasificándome quinta en el mundo.

Luego, cuando perdí mi rodilla, mi primer pensamiento fue, "No voy a poder practicar snowboard, no voy a poder correr ni nadar". Pensé, "Eso va a ser imposible”.

Nunca me voy a quejar por ser una amputada – estoy viva, feliz, sana – pero haría casi cualquier cosa por recuperar mi rodilla izquierda. Una amputación debajo de la rodilla es como la noche y el día con respecto a una por arriba de la rodilla. Cuando fui al hospital y me dijeron que iba ser amputada por arriba de la rodilla, me dije, la he perdido. Me quebré. Grité. Hice un escándalo en el hospital. Pensé que ese sueño de convertirme en una medallista de oro en Pyeongchang [en los Juegos Olímpicos de 2018] se había esfumado. No solo el sueño de ser una Marine me había sido quitado, sino que también me arrebataban mi sueño de ser una deportista. Estaba destruida.

Cuando una es amputada por debajo de la rodilla, no es necesario aprender mucho. Pero como amputada por arriba de la rodilla, una se convierte en un bebé que no sabe caminar. Estaba tratando de encontrar mi nicho en el deporte. Cuando era adolescente todo me resultaba natural, y temía haber perdido eso. Me hice súper voraz y competitiva para demostrarle al mundo que podía ser la mejor en alguna cosa. Me encontré en las montañas, porque ahí las cosas son duras. En las montañas, uno tiene que bastarse a sí mismo. No hay entrenador que diga "Vas a salir de esto de la siguiente manera". Tienes que resolverlo por ti mismo. [Además de practicar snowboard], quiero dominar el montañismo y quiero traer a otros montañistas adaptados a los picos más altos del mundo.

Recientemente comencé a entrenar para escalar la Pirámide Carstensz, en Indonesia. Es una montaña de solo 16,000 pies (4,880 m), la más alta en Oceanía, pero tiene una cara de roca pura. Hay que usar gruesos guantes de "hazmat" para escalar esta cosa. Requiere pura fuerza y es una escalada técnica. Es testigo de unos 33 intentos de hacer cumbre por año. Es brutal. Ha habido otro amputado por sobre la rodilla, un hombre, que lo intentó, y debió ser retirado en los primeros 500 pies (150 m). Esa es mi montaña.


Cuando estábamos haciendo la caminata de 1,000 millas a través de Gran Bretaña [para un evento de beneficencia de Walking With the Wounded en 2015], el príncipe Harry me dijo que le dolía su rodilla y lo miré pensando, "Eso es j---------- simpático. ¿Realmente? Antes acostumbraba a mirar hacia arriba y pensar, "No tienes idea". Pero ahora miro a las personas y me siento feliz de que sientan lo que sienten porque los está haciendo más duros. Me gusta ver crecer a las personas y para poder crecer, uno tiene que sentirse incómodo.

Todavía hay días en que me miro al espejo y pienso, "Caramba". Cuando sueño, tengo dos piernas. Estoy corriendo.

La primera vez que fui a una piscina en un lugar público y me saqué la pierna, fue desgarrador. Estoy tratando de no llorar pensando en eso ahora mismo. Una pierna residual no se ve normal. Una tiene que saltar hasta la pileta. Fue una comprobación de que esto no es normal y las personas te están mirando.

Ha sido un largo y duro camino. Desde junio de 2012 hasta el día de hoy, ha sido una batalla cuesta arriba, pero tengo confianza y me siento cómoda en la piel en la que estoy ahora. Regresé a casa viva. Hay muchos hombres y mujeres que no pudieron hacerlo. Estoy viviendo, respirando, caminando, todo para honrarlos. Ya no estoy haciendo esto por mí. Lo estoy haciendo por todos los pares de ojos que me están viendo escalar montañas o competir. No hay más Kirstie. Lo estoy haciendo por cualquier persona que pueda encontrar inspiración en lo que hago.