La suerte comienza a cambiar para Manu

Después de las altas y bajas de los primeros meses, la suerte del argentino Manu Ginóbili parece que ha cambiado para el bien

LA GRAN ESTRELLA: Emanuel Ginóbili fue la gran figura de Argentina en el Mundial de Básquetbol 202 y eso le valió un lugar en la NBA con los San Antonio Spurs. (Getty Images)
Parecía que la temporada para Emanuel "Manu" Ginóbili no quería arrancar. El escolta y alero argentino de 26 años de edad y 1.98m de estatura llegaba a la NBA precedido de una bien ganada fama y cargando con todas las expectativas de sus compatriotas, de Latinoamérica y del baloncesto internacional en general. Todos estaban deseosos de verlo triunfar para que pudiera añadir su aportación a la de otros jugadores extranjeros que ya habían comenzado a demostrar que fuera de los Estados Unidos también se desarrollaban estrellas de ese deporte.

Habiendo logrado numerosos títulos individuales y colectivos en los distintos equipos y ligas en que había participado tanto en Argentina, Europa como con la selección nacional de su país, era lógico apostar también a sus posibilidades de éxito en la mejor liga del mundo.

Pero un imponderable conspiraba contra ese éxito. El oriundo de Bahía Blanca, que había debutado en la Primera división argentina a los 16 años, había sido seleccionado Jugador más Valioso de la Liga italiana y de las finales de la Euroliga y había obtenido campeonatos numerosos, tanto con la selección argentina como con el Virtus Bologna italiano, sufrió una severa lesión de tobillo durante el Campeonato Mundial de selecciones celebrado en Indianápolis.

Como resultado de esa lesión, Manu se perdió gran parte de la pretemporada de la NBA y comenzó un tanto pérdido en ésta, su primera temporada con los San Antonio Spurs. Los procesos de adaptación a un nuevo ambiente, nuevo equipo y nuevas funciones se hacían aún más dificiles por no poder estar 100% saludable para poder rendir como él estaba acostumbrado.

Aún así, Ginóbili, de vez en cuando, dejaba notar ciertos destellos de lo que podía ser capaz. En el segundo partido de la temporada, frente al equipo de Golden State, pasaba 30 minutos en cancha, anotaba 11 puntos y conseguía tres robos de balón. En su cuarto juego como NBA, en noviembre 4, frente a Memphis, conseguía cuatro robos. En varias ocasiones durante ese mes capturaba al menos cuatro rebotes y llegó a titularizar en cinco partidos. Su juego de entrega, su buena defensa y su carisma lo iban convirtiendo en uno de los jugadores favoritos de la afición local.

Pero no todo estaba bien. El tobillo, que no había sanado del todo, le seguiría molestando y le obligaría a perderse 11 partidos durante el mes de diciembre; pasando tiempo en la lista de incapacitados. Además, el sistema de juego del técnico Gregg Popovich parecía no favorecer el que Manu pudiera demostrar su talento y hacer uso máximo de sus destrezas. En dicho sistema, los perimetrales son prácticamente tiradores estacionarios (no precisamente el fuerte de Ginóbili), y en muy raras ocasiones se les permite atacar el aro en el uno contra uno ó en jugadas de pared y desmarque con espacio para penetrar. Teniendo en cuenta la capacidad atlética y el genio creativo de Emanuel, un sistema que propiciara este tipo de jugadas le hubiese convenido más.

Con el tiempo, Ginóbili se fue asentando en la rotación de Popovich aún más gracias a su gran capacidad defensiva y a su habilidad para resolver con una canasta, un rebote, un robo ó una asistencia en los momentos de más tensión. Cuando parecía que se establecía y que su trabajo sería premiado con una actuación en el Partido de Novatos durante el fin de semana de Estrellas, otro golpe de mala suerte le impidió su participación. Durante la semana anterior a ese compomiso, en partido disputado frente a Denver, volvió a lastimarse el tobillo y ni siquiera pudo viajar a Atlanta, mucho menos participar en la gran fiesta.

Como no hay mal que dure cien años, finalmente y después de este descanso obligado, la suerte de Manu comenzó a cambiar para bien. Sintiéndose mucho mejor de su lesión y recuperando su capacidad de movimiento, comenzó también a adquirir más confianza y a sentirse más importante. Su tiempo en cancha aumentó y hasta su tiro exterior mejoró en este pasado mes. Su defensa, que ya era muy buena, se convirtió en excelente.

Desde febrero 11, hasta este momento sus minutos aumentaron a una media de más de 26 por partido. Más importante aún es el hecho de que ha estado terminando en cancha en los momentos en que se definen los juegos. Logró llegar a los 20 puntos por primera vez en su corta carrera, además de tener otras actuaciones de 10, 11 14, 15 y 18 cartones. Ha robado cinco balones en dos ocasiones durante ese periodo, capturado seis rebotes en otras dos y brindado su total más alto de asistencias en un partido con siete. El equipo ha ganado 10 de 12 partidos disputados durante esa racha. Hasta hemos visto a Popovich ordenar jugadas de pared y desmarque entre Manu y Tim Duncan, haciendo mejor uso de todo lo que el bahiense puede brindar.

Sobre este momento por el que está pasando comenta Ginóbili: "En los últimos partidos mi protagonismo ha cambiado muchísimo; estoy jugando muchos más minutos, haciéndolo mejor, sintiéndome importante y sobre todo, más respetado".

Nosotros nos alegramos de que así sea, porque este chico, que además de buen atleta es una gran persona, se lo merece; porque nos encanta ver a uno de los nuestros teniendo éxito y sobre todo porque ya iba siendo hora de que su suerte comenzara a cambiar.

CARLOS MORALES es comentarista de los partidos de la NBA que transmite ESPN América Latina. También es el analista de las transmisiones en español del Orlando Magic. Como técnico, ha sido dirigente por más de 20 años en todos los niveles del básquetbol, destacacándose como técnico en las ligas de Puerto Rico, República Dominicana y Venezuela y coach de la Selección Nacional de Puerto Rico.

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martes, 11 de marzo