La selección conducida por Julio Toro confirmó en la cancha que será uno de los principales animadres del torneo con una victoria muy amplia. Panamá tendrá que mejorar mucho si es que pretende luchar por un lugar en Indianápolis 2002.

Puerto Rico arrancó con todo. Daniel Santiago y José Ortíz se apoderaron de la zona pintada y no había rebote que se escapara de sus manos, ni jugador panameño que los puediera detener en el ataque. Además, Orlando Santiago y Richie Dalmau podían robar balones y anotar en ataques rápidos.

Sin peso físico para la lucha en el juego interior, ni puntería en los tiros de larga distancia, lo de Panamá fue muy pobre en la ofensiva. El parcial de 33-9 con que los boricuas ganaron el primer cuarto era una clara muestra de la diferencia que se podía apreciar entre ambos equipos.

En el segundo chico, Julio Toro comenzó a rotar a sus hombres y los cinco iniciales se fueron al banco. A pesar de los cambios, las características del partido no variaron. Los boricuas no tenían ningún inconveniente en mostrar su superioridad técnica y física.

Los jugadores panameños aprovecharon que la defensa rival disminuyó su intensidad y anotaron con más continuidad. Sin embargo el 61-30 con el que se fueron al descanso mostraba a las claras que Puerto Rico dominaba a voluntad.

Panamá abrió el segundo tiempo con un parcial de 8-2 en 1:00 pero no pudo prolongar su buen momento. Con Daniel Santiago y Ortíz nuevamente en cancha las cosas volvieron a su lugar y la diferencia comenzó a crecer hasta los 41 puntos con que terminó el tercer cuarto: 94-53.