Un campeón con mucho manual

La fiesta del Luna Park había sido perfecta. Sin embargo, todavía faltaba lo mejor. Después de mucho tiempo, un argentino tenía la gran chance de consagrarse campeón mundial ante su público, nada menos que en la Catedral del boxeo sudamericano.Y Omar Naváez cumplió con creces

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BUENOS AIRES - La fiesta del Luna Park había sido perfecta. Sin embargo, todavía faltaba lo mejor. Después de mucho tiempo, un argentino tenía la gran chance de consagrarse campeón mundial ante su público, nada menos que en la Catedral del boxeo sudamericano. Y Omar Naváez cumplió con creces.

Con una actuación tan sobria como genial, el chubutense derrotó por puntos, en decisión unánime, al nicaragüense Adonis Rivas y se convirtió así en el nuevo campeón de los moscas de la Organización Mundial de Boxeo (OMB).

Como Pascual Pérez, como Horacio Accavallo, como Santos "Falucho" Laciar, Narváez llegó a la gloria en una de las categorías clásicas del pugilismo. Y lo hizo con el manual bajo el brazo, demostrándole al mundo que transitar tanto tiempo por el amateurismo no siempre es un pecado.

Porque, evidentemente, las enseñanzas de ese gran profesor cubano llamado Sarbelio Fuentes (fue el verdadero "hacedor" de Narváez en el seleccionado argentino) se tradujeron esta noche en sapiencia arriba del ring.

Con sólo 11 peleas profesionales en sus espaldas, Narváez (11-0-0-1 s/d, 7 KOs; 50,650 Kg.) se olvidó del intimidatorio escenario, de las casi 15 mil personas presentes y, sobre todo, de que estaba ante un momento crucial en su vida. Entonces, salió dispuesto a hacer con mucha soltura lo que mejor sabe: trabajar sobre el error del rival.

Como en las mejores noches de Nicolino, el chubutense hizo pasar una y otra vez los golpes de su rival como si fueran cornadas de un toro enceguecido y contragolpeó a la perfección.

Su trabajo sobre las cuerdas fue impecable. Cada vez que Rivas (18-3-0-1 s/d, 10 KOs; 50,600 Kg.) trató de acorralarlo, Narváez salió de la "apurada" con la maestría del mejor bailarín de tango. Un corte, una quebrada, un paso para el costado y dos para atrás, como si fuera "Virulazo" o Juan Carlos Copes.

Pero Narváez no se quedó sólo con el arte del escapismo. Lentamente, su zurda comenzó a llegar como un taladro sobre el rostro de Rivas, principalmente en gancho y en recto. Es cierto, las manos no llevaban la potencia necesaria para derribar a un hombre duro y experimentado como Rivas. Pero, poco a poco, iban encontrando la precisión de cirujano que se necesitaba.

Como quien afila el cuchillo durante un buen rato preparando la estocada final, Narváez dominó ampliamente la primera mitad del combate para asestar el golpe magistral en el séptimo asalto. Un recto de zurda en retroceso llegó pleno al mentón del nicaragüense, que se fue a la lona.

Durante los dos minutos restantes de esa vuelta, Narváez descargó una enorme cantidad de golpes, aunque finalmente el ímpetu por noquear terminó privando por sobre el raciocinio (justamente, la mayor virtud del argentino) y redundó en ahogo que salvó al visitante.

Pese a tomarse un merecido respiro en la vuelta siguiente, Narváez siguió teniendo el control absoluto de las acciones hasta el final, ante un oponente limitado, que no encontraba respuestas ante tanta facilidad de desplazamientos e inteligencia para ejecutar las descargas.

Ante tamaña frustración, Rivas comenzó a utilizar su cabeza como un recurso extra y terminó siendo penalizado por el árbitro Joe Cortez, que le descontó un punto en el décimo primer asalto. De todas formas, a esa altura esto ya era un hecho insignificante en el balance global.

Por eso, no sorprendió que los tres jurados le dieran un margen tan amplio en sus tarjetas. Stuart Winston (Estados Unidos) vio ganar a Narváez por 117-109, Omar Quijada (Panamá) 117-109 y Carlos Rodríguez (Argentina) 119-107. La tarjeta de ESPNdeportes.com marcó 117-110, también a favor del argentino.

"Gran parte de esta consagración se la debo a Sarbelio Fuentes. El fue mi maestro durante muchos años y enseñó casi todo lo que sé. Pude manejar los nervios y, así, pude hacer todo lo que habíamos planeado con mi entrenador, Carlos Tello. Esto no termina aquí. Quiero ir por más. Sé que sólo he hecho 12 peleas y tengo mucho por aprender, pero me siento capacitado para enfrentar a los mejores. Por eso, mi intención es poder unificar el título", señaló el ganador.

"Creo que este puede ser un lindo mensaje para el pueblo argentino. La gente no solucionará sus problemas. Pero, al menos, se habrán olvidado por un rato. Por eso quise entrar al ring con el tema musical 'Color Esperanza', porque era una forma de decirle a los argentinos que no deben perder sus esperanzas", agregó.

El futuro de Narváez todavía es incierto, aunque sus manejadores, Mario Margossián y Osvaldo Rivero, confirmaron que existe la intención de que la primera defensa de la corona se realice en España, ante el ruso Alexander Mahmutov, quien actualmente está ubicado segundo en el ranking de los moscas de la OMB.

VICTORIA Y DESAFÍO DE "ROCKY" GIMÉNEZ
En el semifondo, el cordobés Diego Giménez (22-1, 17 KOs) venció por puntos, en decisión unánime, ante el marplatense César Leiva (33-3, 19 KOs). Una vez más, "Rocky" quedó en deuda, demostrando que no ha experimentando progreso alguno desde su irrupción como una de las grandes promesas del boxeo argentino, dos años atrás.

Un boxeador experimentado, pero que daba enormes ventajas físicas como Leiva, se suponía un rival más que accesible para la potencia arrolladora del cordobés. Sin embargo, volvió a quedarse sin variantes cuando tuvo que definir el pleito, y terminó recibiendo más de la cuenta la izquierda de su rival.

De todas formas, los jurados le dieron un triunfo que para algunos fue polémico, con tarjetas de 77.5-74, 77.5-75.5 y 78-75. En su paso por el Luna, Giménez dejó dos "perlitas". La primera fue intentó sentarse sobre las cuerdas y terminó cayéndose del ring, cual émulo de Jack Dempsey ante Luis Angel Firpo.

Y la segunda, cuando desafió agresivamente a Jorge "La Hiena" Barrios, tratándolo de "cagón". "Lo peleo cuándo y dónde quiera. Hasta en su propia casa. Es un bostero y un cagón", exclamó el cordobés, justo en el momento en que en las pantallas gigantes del estadio se estaba homenajeando a Juan Carlos Lectoure.

La respuesta de Barrios no se hizo esperar. "La Hiena" se abalanzó sobre Giménez, pero fue detenido en el camino por miembros de su entorno. Sin embargo, no rehusó al desafío.

"Giménez no sirve, no tiene conducta ni reflejos. Encima siempre lo ayudan. A mí me interesa la pelea porque me gusta ganar plata fácil. Todos los de mi peso en Argentina son un trámite para mí. Pero le pido perdón a la gente por este espectáculo", señaló Barrios.

Curiosamente, casi todo el estadio tomó partido por Giménez, aún cuando minutos antes lo habían abucheado, disconformes por el fallo de la pelea ante Leiva. De todas formas, quedó en claro que Barrios vs. Giménez es el enfrentamiento que quiere el público argentino.

Esteban Livera, sobrino y heredero de Lectoure al frente del Luna Park, reconoció más tarde que esta pelea tenía las mayores posibilidades de ser la protagonista de la velada, hasta que apareció la posibilidad de Narváez vs. Rivas, lo cual indica que podría llegar a ser la siguiente en el estadio de Corrientes y Bouchard.

SEBASTIÁN CONTURSI es redactor especial de ESPNdeportes.com.

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