2-1 a Corea y la afición corea a Osorio

(Rafael Ramos Villagrana | ESPN Digital) ROSTOV -- El sufrimiento enaltece las victorias. Y México le pone guirnaldas a sus dos triunfos en la Copa del Mundo de Rusia. Sin los soponcios con hipo ante Alemania, pero con las agruras que le persiguieron en la tozuda resistencia coreana, México pisa los Octavos de Final de la Copa del Mundo

2-1. Las firmas fueron de dos notables: Carlos Vela, desde el manchón de las ejecuciones, y de Javier Hernández como condecoración a un legado de esfuerzo, y con el cerrojazo a una orquestación perfecta de los contragolpes.

Implacable, Son descontó por Corea, con un golazo al ángulo derecho de Guillermo Ochoa.

Seguramente el parte médico del Tri, pondrá en alerta a las enfermería y a los sobadores . Los jugadores abandonaron con una sonrisa de victoria, pero con los tobillos llorando de la forma recurrente de atizar de los rivales, con sólo cuatro tarjetas amarillas de una ,media docena que merecerían.

Esta vez México cojeó el primer tiempo. Edson Álvarez se vio rebasado, en velocidad, en habilidad y en astucia, pero los relevos, y en tres ocasiones Guillermo Ochoa, pusieron bajo reposo la bilirrubina cardiaca del cuerpo técnico.

Irónicamente, esas mismas gargantas que hace unas semanas imprecaban "Fuera Osorio, fuera Osorio", este sábado en la Arena Rostov agregaron una plegaria de contrición a su repertorio: "Eeeel Profe Osooooorio, eeeel Profe Osooooorio".

Es la primera vez, desde el Mundial 2002 (Croacia y Ecuador) que México consigue dos victorias consecutivas en el inicio de una Copa del Mundo.

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EL ACCIDENTE...

Músculo, velocidad y fuerza. Bajo esos cánones el trámite. Corea del Sur estaba de cacería: una persecución territorial intensa, mientras México trataba de poner bajo custodia el balón. Y no era fácil, por la superioridad atlética del adversario.

México jugaba sabiamente: sin prisa. Corea del Sur eligió la emboscada, a la cual se metió temerario el equipo mexicano, apoyado en largos recorridos defensivos por Carlos Vela y Chucky Lozano. La bomba estaba activada.

Y el primer peligro lo generan los asiáticos. Edson Álvarez aún debe buscar al fantasmagórico adversario cuyo centro es bloqueado apenas por Lozano, cargando con soberbia patada.

Para fortalecer sus intentos de asalto, Son hace doble recorte y genera doble disparo, que sólo deja pasmando al atento Ochoa, con rescate angustioso de los emisarios del 911, Moreno y Gallardo.

Con circuitos rotos, con diques levantados en todo el terreno, México poseía la pelota pero sufría para poder colocar un balón en zona de ejecución, pero el trabalenguas se resuelve con jugada accidental y accidentada.

Al 24', Guardado acepta la invitación de rebase de Chicharito, penetra al área por izquierda, su centro cobraba altura y encuentra la mano derecha de Jang. Penalti ordena Mazic.

Vela se cuelga la medalla de su notable actuación de lucha, pausa y encuentro. El cobro es arriba, por el centro, silencioso, flotadito, furtivo, envenenado, mientras el arquero Jo se sumerge en el vacío. 1-0. La ventaja no tranquiliza, pero suspira.

El estadio es un poderoso orfeón de cerca de 30 mil gargantas que corean a Vela desde el momento de su arranque sobre el balón, en el manchón de las sentencias, para enseguida estremecer la Arena Rostov, bautizada ya por el canto de "ya ya lo ves, y ya lo ves, somos locales otra vez".

Corea del Sur quiere reinventarse. Apretar la salida de México, para provocar el error. Y Edson Álvarez es el boleto para una función de terror, pero México se rehace para salvar ese sector derecho y mantiene el control (67% por 33% del adversario en el primer tiempo).

La historia es interrumpida en esos escarceos a veces de pancracio entre ambos equipos, cuando el graznido de Mazic ordena reposo en una jornada agobiante de 45 minutos, bajo 87 grados y un 45 por ciento de humedad.

CIANURO DE CONTRAGOLPE...

La segunda mitad continuó la trama y el drama. El Tri mantiene la potestad del balón y la bitácora del juego. Corea del Sur se ve obligado a bailar al son del adversario, pero con el agravante de la desesperación que por momentos intimidó a un Ochoa obligado de nuevo a apagar incendios.

En esa administración alevosa de los tiempos y espacios de la cancha, México ensaya contragolpes, hasta poder encontrar la ecuación perfecta del cianuro. Y la píldora letal la sirve Chicharito.

Chicharito gráfica
Chicharito gráfica
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Herrera, capo de la media cancha, pelea y el balón llega Ha guardado, cuya diagonal encuentra a Hirving Lozano, con Speedy González en la camiseta. Javier Hernández despliega por izquierda y el Chucky amaga con usar el cuchillo en la mantequilla coreana.

Pero Lozano elige ser agradecido. Y devuelve el favor a Chicharito, aquel, ante Alemania, el del 1-0. Javier Hernández recibe, enfila y prepara el recorte sobre el chivo expiatorio Jang, quien poda el césped y limpia el terreno: Chicharito le cuelga la mueca fúnebre al arlequín coreano Jo: 2-0.

Juan Carlos Osorio decide cerrar el partido y abrir el reposo de sus jugadores, con Suecia apenas a unas horas del desenlace de grupos en Ekaterimburgo. Pero lo hace con una amenaza a la yugular de Corea del Sur.

Desfilan Rafa Márquez, Tecatito Corona y Giovani dos Santos, en relevo de Guardado, Chucky Lozano y Carlos Vela. Y el equipo sufre para mantener el orden.

Y en la agonía del encuentro, cuando le dan espacio, metros, perfil, segundos, Son saca de pierna izquierda un lienzo jorobado al ángulo derecho de Ochoa.

Con seis puntos, México ve cerca un paraíso cultural mundial y un paraíso futbolístico universal: San Petersburgo y los octavos de Final de Rusia 2018.