Una directiva generalmente pausada, serena y hasta acusada de pasiva, se metió hasta las entrañas del problema que arrastra y decidió hacer cirugía mayor a los tumores que le aquejan.

Primero, remover de su cargo al técnico. Después, rescindir el contrato a todo su plantel del primer equipo y ofrecerle uno nuevo con base en objetivos a cumplir, so pena de alcanzar cifras inferiores a las que establecía su compromiso anterior.

De repente, los directivos del futbol mexicano se han dado cuenta de que los procedimientos tradicionales empiezan a fallar: un plantel con contrato hace rehenes a técnicos y directivos hasta el final de la temporada. Si su rendimiento es bajo por el motivo que sea, de todos modos hay que resistir hasta que culmine la competencia. Así sea una epidemia la que invada al equipo.

Primero Puebla de manera mas forzada, y ahora Cruz Azul dando tiempo a que sus futbolistas lo piensen por unas horas antes de decidir, establecen antecedentes para el manejo futuro del futbol mexicano: como en cualquier puesto de cualquier empresa, quien no rinda recibe un castigo económico o bien es despachado a la nómina de los desempleados inmediatamente.

La semana ha traído tres cambios de técnico de manera fulminante: Alfredo Tena dejó al Pachuca, que pagó una inserción en prensa para agradecerle su gestión al frente del equipo. Mario Carrillo dejó el cargo en Cruz Azul y Demetrio Madero prefirió dar las gracias en el Querétaro. En el único caso en el que los jugadores recibieron algo mas que un llamado de atención, fue el de la Maquina celeste, aún dolida por sus nueve partidos sin ganar en la liga y su terrible actuación en la Copa Libertadores de América en la que el Fénix le pasó por encima mas veces de las seis en que conquistó gol.

Traducido a una proyección futura, el nuevo manejo del fútbol mexicano tiene un aporte que dependerá de la manera en que los jugadores respondan al castigo impuesto. En un deporte en que la vieja administración por objetivos no ha hecho la más tímida aparición, hoy se condiciona el sueldo -ya no hablamos solamente de premios- al rendimiento en el terreno de juego.

Además de la urgencia de hacer algo respecto a sí mismo, Cruz Azul hace el experimento -finalmente lo es- en una temporada que ya da por perdida. Aun poniendo en riesgo su participación en la Copa Libertadores de América, prende la mecha a un cohete que puede lanzar al equipo hacia el firmamento, o puede hacer explosión en las manos de la propia directiva.

Resulta, por lo menos, interesante y diferente. Con un poco de suerte, puede representar el parteaguas de un futbol hiper valuado que necesita encontrar su curso normal para funcionar mejor.