Si hace un año, en Glasgow, pudo celebrar el 15 de mayo con un triunfo por 2-1 sobre el Bayer Leverkusena, el día de San Isidro 2003 será una jornada gris para el Real Madrid. El Juventus, con un triunfo por 3-1, le acaba de cerrar el paso, al menos por esta temporada, hacia su décima corona continental.

Este jueves, al madridismo le queda el consuelo de rescatar de la memoria cómo disfrutó el día del patrón de Madrid en 2002, cuando el equipo de Vicente del Bosque, en Hampden Park, se proclamó campeón de Europa por novena vez y puso la rúbrica perfecta al año de su centenario.

En el mismo estadio donde se ciñó su quinta corona continental en 1960 gracias a un triunfo por 7-3 sobre el Eintracht de Fráncfort, con cuatro goles de Ferenc Puskas y tres de Alfredo Di Stéfano, el Real Madrid consolidó hace un año su hegemonía en el Viejo Continente.

Como sucedió en la final de 1998, frente al Juventus, y en la de 2000, contra el Valencia, necesitaba la victoria ante el Bayer Leverkusen para convertir una temporada mediocre, con pobres actuaciones en la Liga y en la Copa, en un curso aprobado con sobresaliente.

Estaba obligado a ganar para evitar que el año de su centenario fuera recordado por el madridismo con más tristeza que cualquier otro. Una derrota en Glasgow hubiera sido demoledora para el Real Madrid después del golpe que sufrió en su propia casa en la final de la Copa del Rey ante el Deportivo y el tercer puesto obtenido en la Liga. Y el equipo blanco volvió a demostrar que se transforma cuando lucha por la Copa de Europa.

Raúl González, el máximo artillero de las once ediciones de la Liga de Campeones, abrió el marcador en el minuto 7. El delantero madrileño, muy listo, como siempre, superó por velocidad al defensa brasileño Lucio tras un saque de banda larguísimo de Roberto Carlos, se internó en el área alemana y batió a Jorg Butt con un disparo cruzado, suave pero muy bien dirigido.

Lucio equilibró la balanza en el minuto 14, con un perfecto remate de cabeza tras una falta lanzada por Bernd Schneider.

Cuando peor lo pasaba el equipo blanco, Zinedine Zidane creó una obra de arte y firmó el que sería el definitivo 2-1 a favor del equipo español. Fue en el minuto 45, tras un centro de Roberto Carlos desde la izquierda.

Zidane, con una volea espectacular, marcó un gol de muchos quilates digno de un genio del fútbol.

Real Madrid y Bayer Leverkusen no fueron capaces de marcar en la segunda mitad del encuentro. El equipo español no lo hizo por falta de puntería. El alemán, porque Iker Casillas se lo impidió con una actuación portentosa en los cinco últimos minutos del duelo.

Casillas, que había saltado al terreno de juego en el minuto 67 en sustitución de César, lesionado, acabó el encuentro llorando por la emoción. El portero madrileño y Zidane fueron los grandes héroes del Real Madrid aquella noche.

Al finalizar el partido, los 18.000 hinchas madridistas que estuvieron en el Hampden Park dedicaron al equipo blanco la canción 'cumpleaños feliz', la misma que dos meses antes, en el estadio Santiago Bernabéu, le entonaron con sorna los aficionados del Deportivo cuando el equipo gallego ganó la Copa del Rey. Sin duda, fue un día de San Isidro que ya forma parte de la historia del Real Madrid.