Inglaterra, un problema sin solución

Los ingleses impusieron las condiciones en sus últimos dos partidos con Los Pumas, en los que se llevaron la victoria con formaciones distintas y sin que los argentinos marcaran tries

ALTO AHÍ
Charlie Hodgson frena el arranque de Federico Méndez
(Reuters)
BUENOS AIRES -- Con sus figuras o con este equipo que vino a la Argentina con apenas un par de titulares y cinco debutantes no hay dudas de que Inglaterra sabe cómo jugarle a los Pumas.

En noviembre del 2000, en Twickenham y bajo la lluvia, los británicos dominaron a voluntad y si el resultado fue de apenas 19-0 ello obedeció a una defensa superlativa del conjunto argentino.

En esta fría tarde de junio, en Vélez, nuevamente el equipo de la rosa emergió como incuestionable ganador, más allá de lo que indica el 26-18 final.

En ambas ocasiones y con formaciones totalmente distintas, el ingol de Inglaterra no pasó zozobras, todo un indicio de cuán estudiados estaban los movimientos ofensivos de los Pumas.

Siendo más específicos con esta derrota en casa (y frente a una multitud que los respaldó más que contra Francia), los argentinos no encontraron jamás el camino para someter a su adversario. Más bien todo lo contrario, en los primeros diez minutos del test y en casi todo el segundo tiempo, fueron los ingleses los que impusieron condiciones.

Primero: contaron con un pack de volumen y muy combativo, que no sufrió contratiempos en la lucha por la conquista, especialmente del line, donde Thompson (lanzador), Kay y Codling (saltadores) mostraron coordinación y segura obtención. Desde allí surgieron la mayoría de las olas de ataque.

Segundo: en defensa se mostraron muy solventes, favorecidos por un equipo argentino muy frontal y sin variantes. Los ingleses sabían que los Pumas iban a buscar la potencia de Contepomi como ariete y Felipe siempre tuvo dos cancerberos en los alas británicos, Moody y Sanderson, implacables en defensa y figuras de la cancha, junto con el lungo Ben Kay (autor del primer try).

Tercero: en ataque, Inglaterra exhibió más recursos que los Pumas. En el segundo tiempo, cuando sus forwards aplicaron más rigor en los reagrupamientos (y la pelota quedó limpia para que la maneje Gomarsall), los británicos variaron sus incursiones, cerrando o abriendo el abanico ofensivo para confundir a una defensa argentina que, hasta entonces, había respondido bien.

Y fueron dos forwards y asombrosamente dos pesos pesados (primero Kay y luego el pilar izquierdo David Flatman) lo que, con sorpresa, rompieron la línea defensiva local; el primero llegó al ingol a pesar del tackle de Corleto (había salvado un try en el comienzo del partido), mientras que Flatman fabricó la conquista de Christophers. Y vale apuntar que tanto Kay como Flatman fueron habilitados en tiempo y distancia como correspondía...

Por todos esos atributos ganó Inglaterra.

Pero ¿qué ofrecieron los Pumas?

Actitud para defender, presionar y recuperar pelotas, sustancialmente en el primer tiempo. A partir de esas pelotas recuperadas en la situación de contacto vinieron algunos arrestos (no las podemos considerar ofensivas organizadas) que provocaron penales ingleses, que la puntería de Quesada (metió seis sobre siete intentos) transformó en ventaja parcial (12-3 en los primeros 40 minutos).

Sin embargo, no hubo otros aspectos que merezcan ser rescatados. Porque nunca pudieron imponer ni la iniciativa ni el ritmo, nunca engranaron, ya sea por falta de precisión o por la marca ajena, y tampoco se buscaron variantes en otros sectores que no fueran el vedado (por la defensa inglesa) centro de la cancha.

Está claro que con poco volumen de juego (algo que debería pasarle a menudo a los Pumas cuando se enfrentan con las potencias) hace falta aprovechar al máximo los recursos, las escasa pelotas "buenas" para atacar. Y esta vez, no hubo mucha disponibilidad y, cuando la hubo, no existieron ideas ni prolijidad en el traslado, a punto tal que, prácticamente, no se generaron movimientos de segunda fase.

Trabajar el ataque sigue siendo el objetivo y lo más complicado de coordinar en un equipo argentino que, esta tarde, no pudo disimular esa carencia, algo que sí ocurrió ante los franceses hace una semana ya sea por aciertos colectivos esporádicos, fallas del rival o virtuosismo de sus individualidades.

Además, en el segundo tiempo, se vio a mucho jugador argentino por el piso tras las circunstancias de contacto físico (Rimas Alvarez, Contepomi o Quesada, por ejemplo), lo que da la pauta de las dificultades con las que se toparon los Pumas.

ALEJANDRO COCCIA es periodista deportivo desde 1982. Se desempeñó como redactor del diario La Nación de Buenos Aires, y desde 1993 conduce los programas de rugby de ESPN. Actualmente es comentarista de rugby y voleibol por ESPN+, uno de los conductores del SportsCenter Latino y columnista de ESPNdeportes.com.

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sábado, 22 de junio