Eso, precisamente, es lo que tantas veces se extrañó: tener jugadores con la suficiente presencia para definir partidos en la Copa Davis aún sin rendir en el tope de sus posibilidades. Por eso, por segundo año seguido, alcanzó las semifinales, dejando una imagen tan sólida que provoca muchísimo respeto.

Que el año pasado Australia llegó a Buenos Aires sin Lleyton Hewitt, su as de espada. Que Croacia no pudo contar con Goran Ivanisevic (más débil en polvo de ladrillo) en los singles. Que en esta temporada vino Alemania devaluada por las bajas de Tommy Haas y, en menor medida, de Nicolas Kiefer. Y que ahora arribó Rusia, debiendo dejar a su estrella Marat Safin en el banco...

Todo eso es innegable: Argentina ganó sus últimos cuatro choques de local frente a rivales en versiones disminuidas por problemas físicos. Pero cuidado que, excepto ante Croacia, triunfó siempre por 5-0, cedió pocos sets y mostró una determinación magistral.

Por eso, si bien recibió una mano de Dios, nunca se relajó ni se creyó ganador de antemano. Es más: pasan las eliminatorias y la formación ahora dirigida por Gustavo Luza está cada vez más afianzada.

En tren de hacer comparaciones, también hay que ser justos en el análisis y mirar hacia adentro. Debe resaltarse que, desde la semifinal perdida el año pasado en Rusia, falta Guillermo Cañas.

El N° 2 del país es una pieza clave porque, al igual que David Nalbandian, puede jugar muy bien tanto en singles como en dobles y en cualquier tipo de superficie. Y, como si fuera poco, es muy probable que no pueda reaparecer en el durísimo choque en España porque recién regresaría al circuito un mes y medio antes y hay que ver en qué nivel se encuentra.

Con esta nueva victoria, Argentina acaba de lograr marcas propias de un equipo con todas las letras. Por un lado, es la segunda vez en la historia que llega por segundo año consecutivo a las semifinales de la Davis: la anterior fue en 1980 y en 1981 (perdió la final con Estados Unidos como visitante). Por eso, esta hazaña sólo es comparable a aquella lograda por Guillermo Vilas y José Luis Clerc.

Esto demuestra, sin medias tintas, que esta generación, aún cuando tiene jóvenes con muchos años de carrera por delante, ya superó a las que sucedieron a los máximos ídolos.

Desde Willy y Batata, ninguna otra camada había hecho tanto ruido, eliminando a potencias en la Davis, trepando a una final de Grand Slam e inclusive metiendo por primera vez en la historia a un lote de seis jugadores entre los 35 mejores del mundo. Un lujo que provoca la envidia de casi todos. Y pensar que venía de nueve años al hilo de remar contra la corriente en la Zona Americana, la segunda categoría.

Otro gran mérito es que Argentina, al haber llegado por séptima ocasión a las semifinales, es el único país que arribó a esa instancia en las dos últimas temporadas. En el 2002, perdió con Rusia (el posterior campeón) y en la otra semi Francia derrotó a Estados Unidos.

Ahora, Argentina visitará a España y el restante choque será entre Australia y Suiza. Por eso, este nuevo impacto causa sensación: eliminó al defensor del título por 5-0 y obtuvo la séptima victoria al hilo como local en su tradicional polvo de ladrillo.

TODOS SUMAN Y SACAN CHAPA

Haberse sacado de encima a Rusia como lo hizo, no hace más que ratificar que Argentina continúa por el buen camino. Con una gran columna vertebral, el equipo no se detiene. Si bien aprovechó que los adversarios no presentaron sus mejores cartas, tuvo convicción y alto vuelo.

Porque si bien Safin no entró a la cancha, el resto del conjunto europeo, liderado por Yevgeny Kafelnikov y acompañado por Mikhail Youzhny y Nikolay Davydenko, venía de vencer a la República Checa como visitante y sobre arcilla.

Por eso, Argentina había pasado, a último momento, de ser punto a quedar como banca. Y no le pesó la camiseta, al contrario. Nalbandian, el primer top-ten en 12 años, volvió a ganar en las dos pruebas. Gastón Gaudio sumó, con el plus de que en general deleitó.

Lucas Arnold, pese a sus altibajos, fue nuevamente un buen socio de Nalbandian. Y esta vez, con la serie ya definida, Mariano Zabaleta, en su regreso a la Davis luego de tres años, aportó otro punto. Fue un buen recambio, en un momento en el que muchos piden cancha.

Era evidente que Kafelnikov (campeón de Roland Garros '96) no arrastraba buenos antecedentes en canchas lentas, aunque llegaba con importantes y muy frescos triunfos en dobles. Como se presumía, estuvo flojísimo en singles y sorprendió que bajara tanto su rendimiento en pareja con Youzhny. Todo esto se potenció en que los locales tuvieron pocos baches y así se marcó una clara diferencia.

En el primer caso, su pobre tarea fue ayudada por el hecho de que Gaudio fue una aplanadora. Así, el dueño de casa extendió a 13 partidos su invicto como local en la Davis, habiendo perdido sólo un set, mientras que ganó 34. Y se tomó la revancha de su única derrota copera, cuando el año pasado desaprovechó una ventaja de 5-2 y dos match-points en el quinto set contra Kafelnikov en Moscú.

Así las cosas, Argentina está agrandada, en el buen sentido. Los que juegan continúan ganando y los que están afuera hacen méritos por conseguir un lugar, conscientes de que no les será nada sencillo.

En primer lugar, porque el capitán está muy satisfecho con los pilares de esta formación y, aunque no lo diga, será muy difícil que los saque, sobre todo a Nalbandian y a Gaudio. Y, en segundo término, ya que siguen demostrando que les sienta bárbaro ponerse la camiseta celeste y blanca.

SE VIENE UN PARTIDO CHIVO

Más allá de que aún quedan cinco meses por delante y pueden darse cambios por lesiones o bien inclusiones si alguno pega un gran salto, nada altera el panorama: Argentina visitará a España sabiendo que tendrá un compromiso durísimo, nada menos que contra el mejor equipo del mundo en polvo de ladrillo.

Es cierto, también, que inclusive los europeos están pensando en cambiar la superficie, lo que demuestra el respeto que le tiene a la recuperada potencia sudamericana, pero aún así los locales serán los favoritos.

Los números y los pergaminos establecen diferencias. Hay quienes podrán decir que eso puede alterarse si los anfitriones bajan un poco su nivel y los argentinos lo suben. Pero la ventaja a favor de la Armada es que cuenta con jugadores más experimentados, que saben perfectamente lo que es ganar verdaderas batallas al mejor de cinco sets en la Davis o los torneos de Grand Slam, más precisamente en Roland Garros.

Para vencerlos, Nalbandian, Gaudio y compañía deberán llevarse tres sets y no dos, como han hecho casi siempre que festejaron contra los españoles. En el más alto nivel, ese parcial de más que se necesita es vital. No hay vueltas: a los buenos cuesta más quitarles tres sets y no se trata de una cuestión física sino netamente mental. Por eso mismo, porque en el tenis la cabeza es determinante, sigue habiendo una brecha entre unos y otros.

Nadie duda de que Nalbandian (10° en el ranking), luego de su acceso a la final de Wimbledon y los títulos y grandes triunfos que consiguió, no pueda derrotar a Juan Carlos Ferrero (3°) y/o a Carlos Moyá (4°), los dos mejores españoles de la actualidad y quienes fueron los singlistas titulares en las dos series de este año en arcilla.

Tampoco que Gaudio (20°) esté imposibilitado de superarlos. Ocurre que deberán estar muy concentrados y sobreponerse a guerras de largo aliento para torcerles el brazo.

Si nada extraño ocurre hasta septiembre, ellos cuatro serían los encargados de jugar los individuales. Y si bien la dupla Nalbandian-Arnold puede vencer a la formada por Albert Costa y Alex Corretja, la clave estará en obtener, entonces, la mitad de los singles o bien tres de los cuatro.

Por eso, el choque será de sumo riesgo. Además, los españoles cuentan con Costa (7° y actual campeón del Abierto de Francia) y el siempre peligroso Corretja (18°) como reservas.

Falta que corra agua debajo del puente, pero todo indica que Argentina irá de punto. Con chances concretas si sus jugadores, que forman uno de los mejores conjuntos en arcilla, rinden el plus suficiente para dar un golpe letal.

Los dueños de casa saben muy bien que cuentan con hombres más curtidos en paradas de este tipo. Sin ir más lejos, cuando en el 2000 ganaron por única vez la Davis, al margen de que pudieron ser siempre locales, derrotaron en la final a Australia, con Hewitt a pleno.

Es más: Ferrero, que viene de llegar a una final y dos semifinales de Roland Garros, sólo perdió una vez en la Copa en polvo de ladrillo y Moyá, apenas dos. Moyá, ex N° 1, y Costa ya ganaron el Mundial de canchas lentas. Y Corretja llegó a dos definiciones en París. Todos antecedentes que indican que la historia será muy pero muy difícil.

Después de ganar los dos partidos del año de local y en arcilla por 5-0, Argentina y España ya aseguraron la presencia de un equipo de habla hispana en la finalísima. Una muestra cabal del potencial de ambos.