Argentina puede soñar bien despierta

Desde los tiempos de Guillermo Vilas y José Luis Clerc, que llegaron al choque decisivo contra Estados Unidos en 1981, que no se estuvo tan cerca, aún cuando el marcador siempre favoreció a los rusos. Puede ser el principio de una era inolvidable

FRUSTRADO
El argentino David Nalbandian después de caer ante el ruso Marat Safin
(AP)
BUENOS AIRES -- Que no se malinterprete: fue un papelón. Argentina, lejos de una derrota para el olvido, cumplió un gran papel en Rusia y dejó en claro, más que nunca, que está para darle pelea a cualquier rival y en todo tipo de superficies.

Tiene un equipo sólido, compacto y no depende de un jugador solo, lo que agiganta su nivel. Por eso, sacó chapa de potencia y se ganó el respeto del mundo entero.

Estaba más que claro, antes de jugar por los puntos en Moscú, que con la ausencia de Guillermo Cañas, Argentina llegaba de punto a su sexta semifinal de la Copa Davis.

Enfrente aparecían las figuras locales, Marat Safin y Yevgeny Kafelnikov (ex N° 1 y hoy top-ten), quienes más allá de ser irregulares siempre resultan peligrosos por sus status y porque habían elegido que la serie se resolviera en un estadio cubierto sobre una rápida carpeta sintética.

Motivos, todos, más que suficientes para saber de antemano que se estaba frente a una situación difícil, de mucho riesgo. Y lo fue, realmente. Pero la diferencia estuvo planteada en que lo hecho por los argentinos resultó tan positivo, que hasta arribaron a la última jornada con la ilusión de pasar a la finalísima por segunda vez en la historia.

Desde los tiempos de Guillermo Vilas y José Luis Clerc, que llegaron al choque decisivo contra Estados Unidos en 1981, que no se estuvo tan cerca, aún cuando el marcador siempre favoreció a los rusos.

UNA DIFERENCIA ESCASA, PERO CLAVE
¿Por qué no se concretó el sueño, entonces? Muy simple: Safin jugó, pese a sus altibajos previsibles, en un alto nivel y supo resolver con categoría sus dos singles, como no pasó en el dobles. Y porque, en definitiva, pesó la mayor experiencia y la presencia de los dueños de casa, aún por encima del enorme progreso del equipo sudamericano.

Esa brecha que se vio en la cancha era la que estaba tácitamente marcada en los pergaminos de cada equipo y de cada uno de los protagonistas. Por eso, más allá del dolor de la derrota, hay que saber valorar la muy buena actuación de Argentina: perdió 3-2 luego de haber dado batalla en los tres puntos cedidos e inclusive tuvo dos match-points en el segundo single de la eliminatoria, para haber quedado 1-1.

Ahí, justamente, se vivió un momento clave del emotivo choque entre rusos y argentinos, que tuvo más situaciones de nerviosismo y presión por ambos lados que de innumerables jugadas vistosas o técnicamente magníficas.

Gastón Gaudio, el principal singlista visitante, que llegaba con un invicto de nueve partidos en la Davis, demostró un gran nivel y aprovechó las equivocaciones de Kafelnikov. Hasta que el 5-2, 40-30 del quinto set quedó grabado a fuego: un drive paralelo se lo dieron ancho, se enloqueció y nunca más volvió a la cancha.

Así fue, literalmente. Porque cedió 16 puntos consecutivos y en un ratito cayó por 8-6 en el capítulo decisivo. Esa hipotética igualdad le hubiera generado mayor responsabilidad a la pareja rusa y, de hecho, el estupendo desempeño de la nueva dupla formada por Lucas Arnold (un especialista) y David Nalbandian (debutante absoluto) le dio el punto a Argentina.

No habría sido lo mismo llegar al domingo 2-1 arriba, que con el marcador desfavorable, sobre todo en lo psicológico para ambos equipos.

Y como se sabe que la mentalidad juega un papel determinante en el tenis –por ser un deporte individual, aunque la excepción es precisamente este caso-, qué mejor que aquella posibilidad de haber arribado con ventaja. Pero bueno, la historia ya está escrita y de nada vale hacer suposiciones sobre lo que podría haber ocurrido si Gaudio asimilaba aquel error arbitral y se sobreponía con presencia.

Lo que seguirán lamentando los argentinos, al margen de que cuando pasen las horas comprenderán de que el balance igualmente es muy alentador con vistas al futuro, es que especialmente Kafelnikov rindió flojo en su individual y dejaba una puerta abierta para haberlo superado.

Aún si Argentina hubiese empezado la jornada final 2-1 arriba y Safin le ganaba a Nalbandian –el capitán Alejandro Gattiker optó por ponerlo a él después de su notable tarea en el dobles y del golpe emocional sufrido por Gaudio-, bien se podría haber esperado un triunfo de Juan Chela sobre el más experimentado de los locales.

Si bien Chela dudó en un momento crucial del primer encuentro contra Safin y se fue cabizbajo, pudo haber levantado la puntería, con una mejor actitud, para hacerle frente al débil presente de Kafelnikov. Igualmente, Chela cumplió bastante bien -cerró el 2-3 definitivo con su victoria sobre el reemplazante Mikhail Youzhny al mejor de tres sets- y sigue siendo una alternativa para tener en cuenta.

UN CUARTETO IDEAL, CON ALTERNATIVAS
Vale la pena, sin embargo, considerar que el cuarteto ideal sigue siendo, ante cualquier adversario y en todo tipo de canchas, el que Gattiker había convocado en un primer momento: Cañas, Gaudio, Nalbandian y Arnold.

Lamentablemente, la lesión de Cañas desajustó un poco la línea, porque iba a jugar dos individuales y el dobles. Al técnico le salió bárbara la apuesta en el partido por parejas, ya que Arnold encontró en Nalbandian a un compañero de primera.

Es más: es probable que de aquí en adelante ellos vuelvan a actuar juntos, para que así Cañas sólo se preocupe en sus dos singles, más la posibilidad de Gaudio en el otro. Este último siempre había rendido y a la vez ganado con autoridad en la Copa, una situación en general opuesta a la de Chela.

La alternativa en el otro individual ahora también está depositada en Nalbandian. Aunque perdió con Safin, demostró pasta y no le pesó la camiseta. Claro que en ese caso tendría que jugar tres puntos, pero este es un tema que analizará el técnico, llegado el momento, de acuerdo con el rival.

Nalbandian ya había dejado en claro, tras su histórico acceso a la final de Wimbledon, que tiene condiciones para moverse muy bien en las superficies más veloces.

Eso le otorga un plus sobre los demás, a la par de Cañas: ambos pueden desenvolverse en singles y en dobles en gran nivel sobre cualquier superficie. Por eso llegaron a ubicarse entre los mejores 20 del mundo, con la diferencia de que en general los argentinos que trepaban tan alto lo hacían solamente gracias a sus triunfos en polvo de ladrillo.

Se espera que esta derrota le sirva de experiencia a Gaudio y no caiga en un pozo, tanto en el circuito como en su próxima convocatoria copera. Cuenta con un talento difícil de igualar y la clave está puesta en que se recupere mentalmente lo antes posible, ya que sufrió una caída similar a las tantas que padeció en encuentros largos en los Grand Slam.

Claro que ahora no fue beneficiado con las decisiones del umpire, pero también hay que ser justos y ver que algo casi idéntico les sucedió a sus compañeros en puntos definitorios del dobles e igualmente salieron adelante.

Por eso, como se trata de una situación diferente y muy particular, habrá que seguirlo para ver cómo reacciona, sobre todo porque le pidió al capitán jugar el otro individual del domingo, y Gattiker finalmente optó por Nalbandian.

ALERTA MUNDIAL
El gran avance en masa de los argentinos en esta temporada, con un salto de calidad magnífico, ya había alertado a los rusos. Mientras Kafelnikov, con cierta soberbia, había dicho desde el vamos que Rusia iba a ganar, Safin se rectificó en la semana previa y reconoció que iban a tener que transpirar muchísimo para festejar.

El primero, con variantes de ataque y un juego agresivo, estuvo contra las cuerdas. Y el tanque se apoyó en un saque muy potente para destrozar las esperanzas visitantes.

Así, contra un equipo curtido como pocos, Argentina avisó que está para más. Ya parecen lejanos los nueve años seguidos en el ascenso, porque esta trepada al Grupo Mundial vino de la mano de un crecimiento constante de sus jugadores y de una escalada muy importante hasta las semifinales en la Davis.

Eso es fundamental: no depende, pura y exclusivamente, de un hombre solo. Es la situación contraria a la de Brasil, con Gustavo Kuerten como figura descollante, más allá de que en los últimos meses sus colegas mejoraron bastante.

Dueños de devoluciones de saque de primer mundo, los cinco argentinos en cuestión deben seguir buscando mejorar aún más sus saques y la forma de armar las jugadas para poder terminarlas con criterio en la red. Cañas, con gran agresividad en su propuesta, les lleva una ventaja porque es quien más avanzó en ambos sentidos.

Nalbandian, por ejemplo, sabe definir perfectamente adelante, sobre todo a la hora de volear pelotas bajas, pero necesita de un primer servicio que imponga más respeto.

Se adaptan, cada vez con argumentos más sólidos, a los tiempos que corren. Los tenistas argentinos son conscientes de que deben seguir así, porque esta actuación en Rusia puede marcar, probablemente, el principio de una era inolvidable. De ellos depende. Las posibilidades están al alcance de sus manos.

GUSTAVO GOITÍA es periodista especializado en tenis desde 1989. Se desempeñó como redactor en el diario La Nación, la revista VIVA de Clarín y el diario deportivo Olé, todos de Buenos Aires, y además fue comentarista en el canal TyC Sports. Actualmente es redactor del diario Clarín y columnista de ESPNdeportes.com.

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lunes, 23 de septiembre