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El regreso de Gordon Hayward a Utah marca la última parada en su recuperación

SALT LAKE CITY – Durante el tiempo en el cual Gordon Hayward estuvo lejos del baloncesto, obligado por las lesiones; entre las largas horas de rehabilitación y el tiempo de calidad que pasó con la familia, el alero de los Boston Celtics encontraba aproximadamente una hora para apartarse, encender su computadora y sumergirse en “League of Legends”, el popular juego online de múltiples jugadores.

“Solo le di una distracción a mi mente, especialmente durante las noches en las cuales de verdad no podía dormir”, comentó Hayward a ESPN. “Pensaba en un montón de cosas diferentes”.


“Era una oportunidad de distraerme. Hablar con amigos. Apartar mi mente de todo aquello”.

Por ende, cuando Riot Games, la empresa creadora del juego, se acercó a Hayward con la idea de que fuera protagonista en uno de sus comerciales, aceptó la idea de filmar un anuncio con respecto a las similitudes entre su historia y la de su personaje favorito, Tryndamere, un Rey Bárbaro que cuenta con una destreza única y especial: la capacidad de volver a la vida cuando se encuentra al borde de la muerte.

“Justo antes de morir, puede utilizar su (destreza) definitiva”, dice Hawyard. “Luego, tiene un periodo de tiempo en el cual puede recobrar su fuerza, esencialmente”.

“Cuando hablé con ellos, pensé que eso encajaba perfectamente con lo que me ocurría, mi rehabilitación y volver al baloncesto”.

En la noche del viernes, Hayward regresará a la cancha en el Vivint Smart Home Arena por primera vez desde que tomó la decisión de partir del Utah Jazz como agente libre para incorporarse a los Celtics en julio de 2017. Sin embargo, no lo hará como el All-Star que era cuando partió. Por lo menos, aún no. Por el contrario, regresa como un jugador en medio de su fase de recuperación luego de sufrir el evento más traumático de su vida en el baloncesto, perdiendo toda la temporada pasada con la excepción de apenas seis minutos, luego de sufrir una fractura en su tibia izquierda y un tobillo dislocado tras una caída durante el encuentro inaugural de Boston, disputado en Cleveland. Hayward sigue trabajando con el objetivo de convertirse en la pieza fundamental que esperaban ver los Celtics cuando lo agregaron a su roster, 18 meses atrás.

El tiempo que dure dicha fase de recuperación podría ser la diferencia entre ver a Boston caer por tercera ocasión consecutiva en las Finales de la Conferencia del Este o celebrar el primer pase de la franquicia a las Finales de la NBA en prácticamente una década.


Incluso, en circunstancias ideales, el compensar una temporada completa de ausencia requeriría de tiempo. El baloncesto, tanto como cualquier otro deporte, es un juego basado en tiempos, ritmos y precisión. Todas esas características requieren de práctica constante y la repetición hasta conseguir la perfección. Pasar un año viendo cómo dichas destrezas van atrofiándose implica una cantidad aún mayor de trabajo para así verlas recobrar vida.

Es en este punto donde Hayward, de 28 años, se encuentra mientras se apresta a volver al lugar en el cual pasó los primeros siete años de su carrera en la NBA. Por cada paso adelante que da, tal como su actuación la pasada semana contra los Milwaukee Bucks (18 puntos, 4 rebotes y 5 asistencias en 27 minutos), existen recordatorios de su tiempo perdido, como el desempeño que tuvo dos noches después contra los Indiana Pacers de su terruño natal, cuando encestó 2-10 y sumó 4 puntos en 26 minutos de actuación. Hayward se ha visto limitado a dígitos simples en cinco ocasiones de un total de 10 partidos; habiendo tenido solamente seis cotejos con tales características en la totalidad de su última zafra con el Jazz.

Sin embargo, era de esperarse un arranque inconsistente. No solo Hayward se encuentra en un límite de tiempo, que lo mantiene cerca de los 25 minutos noche tras noche y lo tiene jugando durante cortos periodos durante el encuentro. Además, está el caso de la memoria muscular y cuánto tarde en entrar en acción.

Si bien su campaña ha comenzado de forma lenta, hay destellos de esperanza con miras al futuro: momentos en los cuales el jugador que una vez fue, y el cual aspira volver a ser, se muestra por un instante. Una de esas breves muestras se produjo contra los Bucks, cuando Hayward cayó con todo su peso sobre su pierna izquierda (siendo la primera vez que le ocurre luego de sufrir el año pasado en Cleveland esa lesión que le cambió la vida) luego de intentar bloquear un tiro.

A medida que momentos así sigan produciéndose y Hayward siga saliendo de ellos intacto, seguirá acercándose a ser nuevamente el jugador que en una ocasión fue.

“Creo que, atrapar un alley-oop, ascender y hacer una volcada… sé que creo que un síntoma para mí (de recuperación) sería volcar en pleno tráfico”, dijo Hayward. “Explotar con gente a mi alrededor. Hay muchas cosas así que no estoy realmente planeando en mi cabeza y ocurren de forma natural en un partido, así que aspiro hacerlo sin pensarlo mucho”.

“Lo hago por instinto y luego, todo está bien”.

En un deporte lleno de decisiones a tomar en fracciones de segundo, la diferencia entre pensar y reaccionar es, frecuentemente, la clave entre ganar y perder. A medida que el óxido sigue expulsándose del juego de Hayward, esos instintos surgen cada vez más y los pensamientos se apartan.

En apenas 10 encuentros tras iniciarse la temporada, el pívot de los Celtics, Al Horford, ha visto el crecimiento de Hayward en ese aspecto.


“La forma en la cual ataca el balón tras el pick-and-roll”, dijo Hayward. “Cuando armas una cortina alta, se encuentra atacando. Llega hacia la cesta. Se comienza a sentir cómodo terminando las jugadas”.

“Durante el primer par de encuentros, hubo ocasiones en las cuales pudo haberlo hecho. Sin embargo, se detenía y encestaba en saltos. Esa es una forma en la cual puedo medir su progreso”.

Más allá del mero hecho de recuperar su destreza en la cancha, Hayward hace su regreso en situaciones poco familiares para él. Esencialmente, no ha jugado desde que era titular del Jazz como eje de todo lo que éstos hacían bajo las ordenes del entrenador Quin Snyder. Mientras el coach de los Celtics, Brad Stevens, quien lo reclutó para jugar con la Universidad Butler, es obviamente un rostro familiar para él, ahora Hayward se encuentra dentro de un roster repleto de opciones en la anotación.

Si bien es cierto que cuenta con su puesto dentro de la jerarquía del equipo, un Hayward que era indiscutible opción número 1 ahora debe entender su lugar, no solo alrededor de otros All-Stars, como lo son Horford y Kyrie Irving, sino al lado de jóvenes estrellas como Jayson Tatum y Jaylen Brown, quienes florecieron durante la ausencia de Hayward el año pasado. Ese acto de equilibrismo suma otro grado de dificultad a lo que sería de todos modos un largo camino para Hayward.

En dicho sentido: Hayward, quien anota 9.9 puntos por encuentro en lo que va de temporada, se ubica en el sexto puesto en la categoría anotación dentro de los Celtics; desde su campaña de novato, nunca se había ubicado fuera del Top 3 en cualquier equipo del cual haya formado parte.

“Es una transición, en muchos sentidos”, dice Stevens. “En definitiva, hay una transición física, una transición en límite de minutos, jugar con un nuevo grupo y reintegración al grupo”.

“Ha contado con momentos sumamente buenos, al igual que el resto. Solo que nuestro grupo necesita ser más consistente en tener esos buenos momentos, cada vez más seguido”.

Esa es parte de los motivos por los cuales Boston ha tenido un comienzo de temporada más discreto de lo esperado. Y eso ha hecho que el proceso de regreso de Hayward a fin de ser nuevamente el jugador de otrora sea aún más difícil para él.

“Todo esto junto es… mucho con qué lidiar”, dijo Hayward.

“Es un proceso”, prosiguió Horford. “Con Gordon, he visto algunas mejorías entre los partidos 1 y el 10. Sin embargo, creo que, en su caso, la gente necesita entender que estuvo fuera durante todo un año. No solo se trata de que regresa de una lesión y se sienta bien consigo mismo, se trata de intentar compenetrarse con nuestro grupo, que ya estaba bien establecido”.


“Eso requiere de tiempo. No hay forma de evitar eso”.


El tiempo es un elemento que aún abunda para Hayward y los Celtics. Una emocionante remontada en Phoenix durante la noche del jueves hizo que Boston ostentara récord 7-4 a un poco más de tres semanas de haber comenzado la temporada regular. Mientras que los Bucks y los Toronto Raptors han impuesto cierto espacio entre ellos y Boston en estas instancias tempranas, los Celtics van en serio.

El objetivo más importante para ellos durante los próximos meses, desde hoy hasta el inicio de los playoffs a mediados de abril, no es conseguir el sembrado más alto en los playoffs de la Conferencia del Este o los logros individuales de sus jugadores. Por el contrario, es que Hayward pueda volver al nivel que una vez ostentó; o por lo menos, acercarse a ello de la mejor forma posible para Boston.

Mientras tanto, Hayward seguirá revisando su lista mental de cosas por hacer, tachando los logros pequeños a medida que los alcance. Y si bien no será lo mismo que conseguir un alley-oop o completar un bloqueo en plena persecución, uno de esos logros será sobrevivir al partido del viernes, aunque no tenga las mismas expectativas que se habrían visto en la temporada anterior.

Eso es cierto no solo por el retraso en el retorno causado por la lesión de Hayward, sino también por los éxitos que ambos equipos tuvieron la temporada pasada sin él. El florecimiento de Donovan Mitchell en Utah y de Tatum en Boston significó que ambas franquicias lograron prosperar sin el jugador cuya partida de una y la otra con la otra debiera tener un impacto tan decisivo.

“Fueron solo las circunstancias que ocurrieron”, dijo Hayward. “Con todo lo que tuve que enfrentar, y tuvieron un año para seguir adelante ... tuvieron un gran año el año pasado.

“No tengo nada más que respeto por las personas que están en el Jazz y lo que hicieron por mí. Pero no es algo en lo que haya estado pensando”.

Es difícil culpar a Hayward por estar preocupado. Después de todo, ha tenido más que suficiente para concentrarse además de hacer su regreso frente a lo que, sin duda, seguirá siendo una multitud hostil en Utah.

Sin embargo, nada de lo que oye desde las gradas será más difícil de manejar que los pensamientos que pasan por su cabeza en esas noches de insomnio el año pasado, cuando las carreras con Tryndamere en el mundo del juego reemplazaron las que planeaba tener con Irving y Horford en el básquetbol.

"Cuando empecé a jugar el juego, él era alguien que las personas que me enseñaron a jugar me decían: 'Juega como él, es bastante fácil'", dijo Hayward. "Entonces, cuanto más y más lo jugaba, más me gustaba cómo jugaba.

"Tú eres el tipo que podría llevar a tu equipo a una victoria, así que me gustó eso de él".

Ahora que está sano, Hayward espera hacer lo mismo con los Celtics.