"La mejor cosa posible en el béisbol es ganar la Serie Mundial. La segunda mejor cosa es perder la Serie Mundial": Tom LaSorda, quien ganó en dos de cuatro visitas al clásico de otoño de Grandes Ligas (MLB) en 21 años como manager de los Los Angeles Dodgers y un miembro del Salón de la Fama de Cooperstown desde 1997.

Básicamente, el razonamiento de LaSorda es que si no gana el clásico de otoño, haber estado en el lado perdedor del evento es lo mejor que le puede pasar a un equipo, jugador o entrenador en las Grandes Ligas. Tomando en cuenta que a la Serie Mundial, el evento anual más importante del béisbol, solamente llegan dos, entonces el planteamiento de LaSorda es irrebatible.

Pero en una actividad en la que el ganar o perder tiene un rol trascendental en definir la imagen final de los individuos que la realizan, conquistar la Serie Mundial es el premio mayor y el ingrediente que valida el enorme sacrificio que requiere competir a alto nivel por largo tiempo en las ligas mayores.

En la historia de la Serie Mundial, más de 50 jugadores han formado parte de al menos cinco campeones, alrededor de 25 estuvieron con seis ganadores, 12 participaron en siete celebraciones, seis en ocho títulos y dos en nueve rosters de campeones. El récord pertenece al receptor miembro del Salón de la Fama de Cooperstown, Yogi Berra, quien fue parte de 10 equipos de los New York Yankees que obtuvieron el campeonato.

Al mismo tiempo, decenas de grandes jugadores, entre ellos muchos con placas en el Salón de la Fama, ganaron muchos premios individuales, amasaron grandes fortunas e impusieron sonoros récords, pero dejaron el juego sin saborear el dulce néctar de la victoria en el clásico de clásicos. Algunos ni tuvieron la dicha de estar en el lado perdedor.

Usando la versión Baseball-Reference de la estadística de WAR (Wins Above Replacement o Victoria Sobre Nivel Reemplazo) como referencia, armamos una lista de los 15 mejores jugadores de posición que nunca ganaron la Serie Mundial, desde que el evento fue creado en 1903.

Como se sabe, la estadística WAR intenta resumir en una cifra toda la contribución del jugador en el terreno de juego, por lo tanto es una herramienta adecuada, aunque no necesariamente la definitiva, para este tipo de ejercicio.

Por supuesto, el mejor jugador de todos los tiempos que nunca celebró un título es alguien que entra de lleno en la discusión cuando tratamos de determinar quién ha sido el mejor exponente en la historia de Grandes Ligas: Barry Bonds.

Bonds, un ganador de siete premios Jugador Más Valioso, el rey de los jonrones y el líder de WAR (162.8) por producción ofensiva (Babe Ruth tuvo 182.5 como bateador y lanzador), ayudó a que sus equipos avanzaran a la postemporada en siete oportunidades, pero solamente apareció en una Serie Mundial en su carrera de 22 años.

En el 2002, Bonds bateó .471 (17-8) con cuatro jonrones y 13 boletos gratis en 30 apariciones al plato, pero no pudo impedir que los San Francisco Giants cayeran en siete juegos ante los Los Angeles Angels. En sentido general, el jardinero izquierdo bateó .245 con nueve jonrones y 24 carreras producidas en 48 juegos de postemporada con Pittsburgh Pirates y San Francisco.

Bonds, quien ha debido cargar con el estigma que produjo su relación al mundo del dopaje, quedó corto del 75% de votos necesarios para ser electo al Salón de la Fama en sus primeros ocho años en la boleta de la Asociación de Escritores de Béisbol de América (BBWAA).

Bonds nunca violó el programa antidopaje del béisbol, pero fue enjuiciado por mentir a un gran jurado que investigó al laboratorio BALCO de Victor Conte por suministrar drogas prohibidas a atletas, incluyendo peloteros.

Ty Cobb, el líder de bateo de todos los tiempos (.366 en más de tres mil juegos), estuvo del lado perdedor, con los Detroit Tigers, en tres ediciones consecutivas de la Serie Mundial (1907-1909). Cobb, uno de los miembros de la primera promoción del Salón de la Fama, pegó más de 4,000 hits y acumuló 151.0 WAR en su carrera de 24 años como jardinero en la MLB.

El grandioso Ted Williams, quien logró dos veces la Triple Corona del bateo y lidera Grandes Ligas de por vida con un porcentaje de alcanzar bases de .482, jugó 19 temporadas en un período de 22 años (pasó tres años en la II Guerra Mundial) en el medio de "La Maldición del Bambino" que afectó a los Boston Red Sox por casi nueve décadas.

Williams bateó .344 con 521 jonrones en 2,292 partidos de serie regular, pero solo .200 con una carrera remolcada en su única aparición en la Serie Mundial, en 1946. En esa serie, Boston tomó la delantera tres veces (1-0, 2-1 y 3-2), pero terminó cayendo en siete juegos ante los St. Louis Cardinals.

A Bonds, Cobb y Wllliams siguen el intermedista Nap Lajoie (107.3 WAR), el intermedista Nap Lajoie (107.3), el jardinero Carl Yastrzemski (96.4), el antesalista dominicano Adrián Beltré (93.6), el patrullero central Ken Griffey Jr. (83.8), el 2B/1B Rod Carew (81.3), el inicialista Jeff Bagwell (79.9); los torpederos Arky Vaughan (78.0) , Robin Yount (77.3) y Luke Appling (77.1); el jardinero Sam Crawford (75.3) y Paul Waner (73.9) y el infielder Jim Thome (72.9).
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De Michael Jordan haber tenido un éxito instantáneo en su aventura de 1994, el béisbol habría ganado un probable jardinero sustituto del montón y el baloncesto habría perdido a su figura más importante de todos los tiempos.

Gracias a Dios, el paso de Jordan por la pelota fue efímero, permitiendo que pudiera regresar al basket y completar una de las carreras más extraordinarias que ha tenido atleta alguno en la historia del planeta Tierra.

Michael "Air" Jordan había garantizado un lugar en el Salón de la Fama del Baloncesto y un puesto entre los mejores de todos los tiempos en la liga profesional estadonidense de baloncesto (NBA) cuando anunció un inesperado retiro del juego a los 30 años de edad en octubre de 1993, menos de tres meses después de que su padre, James Jordan, fuera asesinado.

En nueve temporadas en la NBA, Jordan había acumulado nueve selecciones al Juego de Estrellas, siete títulos de anotación, tres premios de Jugador Más Valioso (MVP) y su equipo, los Chicago Bulls, habían ganado las últimas tres finales de la liga, venciendo a los Los Angeles Lakers, Portland TrailBlazers y Phoenix Suns. En cada una de esas finales, Jordan fue el MVP.

Jordan, quien había ganado un título nacional universitario con North Carolina en 1982 y fue parte del histórico "Dream Team" orginal de Estados Unidos que aplastó a todos sus rivales en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, estaba en la cima del mundo cuando dejó el basket y firmó un contrato de ligas menores con los Chicago White Sox, en 1994, para comenzar una carrera profesional en un segundo deporte.

La firma de Jordan con los White Sox se produjo 10 días antes de cumplir los 31 años, una edad en la que la mayoría de los peloteros están a la mitad o cerca del final de sus carreras. En ese punto de su vida, para llegar a jugar en las Grandes Ligas, incluso si era Jordan, un pelotero está obligado a quemar etapas más rápido de lo acostumbrado.

A diferencia del baloncesto o el fútbol americano, el béisbol profesional tiene un sistema de desarrollo que incluye muchas repeticiones en varias capas de las ligas menores antes de dar el salto al nivel superior. Desde que MLB tiene un sorteo colegial para reclutar el talento doméstico (1965 en adelante) solamente 21 jugadores aparecieron en Grandes Ligas sin pasar por las fincas. Apenas dos (Xavier Nady en el 2000 y Mike Leake en el 2010) en un cuarto de siglo.

Además de baloncesto, Jordan jugó béisbol y fútbol americano en la escuela secundaria, pero siempre tuvo claro que sus mejores oportunidades de alcanzar el estrellato estaban en el deporte del aro y el balón y eso fue lo que hizo por tres años en North Carolina, antes de ser seleccionado por los Bulls con el tercer pick (detrás de los Houston Rockets, que escogieron a Hakeem Olajuwon, y Portland, que prefirió a Sam Bowie) del draft de la NBA de 1984.

Los White Sox invitaron a Jordan a los entrenamientos primaverales y posteriormente lo asignaron a los Birmingham Barons, su sucursal de la Liga del Sur, categoría Doble A, para que arrancara su nueva carrera.

Desde el punto de vista positivo para Jordan, comenzaba su aventura en la mitad de la escalera que lleva a las Grandes Ligas, pero el lado negativo era que tendría que empezar enfrentando al mejor talento puro que tiene el béisbol en los niveles básicos.

Más allá del impacto mediático de tener al atleta más popular de su era haciendo el intento de dominar un nuevo deporte, en un ambiente diametralmente opuesto al lujo y las comodidades que tenía en el baloncesto profesional, al final del día, Jordan sería evaluado en el béisbol por su desempeño en el campo y su nivel con respecto a la competencia.

Pese a que trabajó como un obrero, que se integró humildemente al grupo de jugadores de los Barons que lo miraban como si fuera Jesucristo resucitado, la realidad es que Jordan se estrelló contra un muro en su intento de ser pelotero.

El jardinero bateó .202 (436-88) con 21 extrabases (3 jonrones), 30 bases robadas, 51 carreras impulsadas y 46 anotadas en 127 juegos. Se ponchó 114 veces y tuvo terribles porcentajes de OBP (.289), Slugging (.266) y OPS (.556).

Para ser su primera experiencia en un deporte tan difícil, se podría considerar como aceptable el desempeño. Pero Jordan no era un niño latinoamericano de 17 años viajando por primera vez a Estados Unidos y en proceso de adaptación. Para un súper atleta, acostumbrado a dominar desde muy joven, debió ser una experiencia extenuante, a veces frustrante.

Aunque la huelga de jugadores que detuvo la temporada de Grandes Ligas en agosto de ese año no afectó a los torneos de ligas menores (Birmingham quedó en el sótano de la División Oeste con récord de 65-74, mientras que Huntsville Stars, entonces afiliado a Oakland Athletics, fue el campeón de la Liga de Sur), sí tuvo un impacto en la decisión de Jordan de abandonar sus planes en la pelota.

En la primavera de 1995, los peloteros de MLB seguían en huelga y los dueños de equipos decidieron convocar a entrenamientos a sus jugadores de ligas menores (solo los que están en roster de 40 son miembros del sindicato de peloteros) y una pila de sustitutos rompehuelgas. Para evitar convertirse en un esquirol, Jordan, quien seguía cobrando salario de NBA con los Bulls, que pertenecían al mismo dueño de los White Sox, dejó el béisbol y regresó al baloncesto.

Lo que siguió fue que Jordan guió a los Bulls a otros tres títulos consecutivos (1995-98) y agregó otros tres lideratos de anotación en los siguientes cuatro años y acudió otras cuatro veces al Juego de Estrellas hasta su adiós definitivo al juego que inventó James Naismith en 1891 y que el neoyorkino revolucionó un siglo después. El regreso transformó a la estrella en la leyenda.

¿Qué tal si Jordan hubiera tenido un mejor desempeño en el plato en 1994 y alcanzaba las Grandes Ligas en algún momento de la temporada de 1995 y no regresaba inmediatamente al baloncesto?

¿Y si Jordan no se hubiera dado la oportunidad de agregar a su carrera en el baloncesto la mitad de sus seis campeonatos y otras conquistas individuales que logró en 15 temporadas? ¿Existiría una discusión entre Jordan y Lebron James o entre Jordan y Wilt Chamberlain, Kareem Abdul-Jabbar, Magic Johnson, Bill Russell y otros, por el puesto de #1 en la historia de la NBA?

Gracias a Dios, Jordan fracasó en el béisbol y no tenemos que responder esas preguntas.
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Como es lógico, una industria que mueve alrededor de once mil millones de dólares anuales como el béisbol de Grandes Ligas de Estados Unidos (MLB) no puede quedarse de brazos cruzados en medio de un paro forzado como consecuencia de la pandemia del coronavirus.

Además de jugadores y entrenadores, la empresa MLB tiene en su nómina a decenas de mentes brillantes cuyo único oficio es solucionar problemas, controlar crisis y crear planes para minimizar daños y reducir pérdidas.

Con eso en mente, no es nada extraño que mientras el país observa una cuarentena obligatoria para tratar de frenar la propagación de la peor plaga que ha enfrentado el planeta en las primeras décadas del tercer milenio, los estrategas de las ligas mayores estén sometiendo propuestas que permitan celebrar en condiciones precarias algún tipo de temporada de béisbol en el 2020.

No sería exagerado suponer que es muy probable que al menos un par de decenas de ideas hayan sido mencionadas durante esas reuniones virtuales que ha mantenido el comisionado Rob Manfred con su equipo de colaboradores desde que, hace un mes, MLB cerró sus operaciones y suspendió indefinidamente el inicio de la temporada.

"El único real plan que tenemos es que no volveremos a jugar béisbol hasta que no haya ningún riesgo a la salud pública de nuestros jugadores, nuestros empleados y nuestros aficionados", dijo Manfred el martes a Fox News.

"Ahora mismo estamos en el juego de esperar, barajando diferentes escenarios y planes de contingencia, pero la clave de todo es la mejoría de la salud pública", agregó el comisionado.

Por supuesto, algunas de las sugerencias y escenarios que se han planteado, murieron antes de nacer, mientras que otras se mantuvieron por días en una carpeta, antes de ser asesinadas con el bolígrafo rojo de Manfred. Un par llamaron la atención, al menos como para ganarse el honor de colarlas a la prensa y someterlas al escrutinio público.

OPERACIÓN ENCIERRO EN EL DESIERTO

De acuerdo al plan revelado por ESPN, los 30 equipos de las ligas mayores jugarían en estadios sin fanáticos en el área de Phoenix, incluido el Chase Field de los Arizona Diamondbacks y una decena de instalaciones de entrenamiento primaverales.

Los jugadores, coaches, árbitros y personal esencial (encargados del terreno, cuerpos de seguridad, ejecutivos, evaluadores y periodistas, entre otros) serían secuestrados en los hoteles locales, donde vivirían en un relativo aislamiento y viajarían solo hacia y desde el estadio por cerca de cuatro meses.

Ese proyecto, que cuenta con el apoyo de las autoridades federales de salud, incluiría una breve fase de entrenamientos y el día inaugural ocurriría en algún momento de mayo.

PROYECTO CACTUS Y TORONJAS

De acuerdo al periódico USA Today, una opción que baraja Grandes Ligas es la de mantener a todos los equipos en sus sedes naturales de entrenamientos primaverales, en Arizona y Florida, donde jugarían sin aficionados en las gradas.

En este escenario, en lugar de Liga Americana y Liga Nacional, se jugarían las ligas del Cactus (Arizona) y La Toronja (Florida), tomando en cuenta que equipos de ambas ligas mayores están repartidos en los dos estados donde se entrena cada primavera.

Como consecuencia de esa mezcla, se usaría el bateador designado de manera universal y, salvo algún diseño especial de la fase final de los playoffs, se abre la ventana de probabilidades para que la Serie Mundial enfrente a dos equipos de la misma liga por primera vez en la historia.

Al igual que en el plan de Arizona, los jugadores, entrenadores y personal esencial serían acuartelado en hoteles de la zona y solo viajarían de sus habitaciones a los estadios.

EL GRAN INCONVENIENTE

Más allá de la logística o el sacrificio de encerrarse en un lugar por cuatro meses sin acceso a la familia y jugar en estadios sin aficionados, el verdadero desafío para cualquier plan que diseñe Grandes Ligas (o cualquier otra liga deportiva) es la realidad de la forma en que el coronavirus impacta a Estados Unidos, ahora y en los próximos meses.

A pesar de que en los últimos tres días se redujo el macabro ritmo de muertes por la pandemia y que el presidente Donald Trump está determinado a reabrir las actividades comerciales de la nación lo más pronto posible, Estados Unidos sigue liderando al mundo en las indeseables categorías de contagios (casi 600 mil) y fatalidades (más de 23 mil) por coronavirus.

El estado de Nueva York y la ciudad del mismo nombre, sede de los Mets y los Yankees, han perdido 10 mil ciudadanos por consecuencia del virus.

¿Cuándo los ciudadanos estadounidenses estarán listos para retomar sus rutinas normales?

No por ahora. La semana pasada, una encuesta de la Universidad de Seton Hall mostró que el 72 por ciento de los estadounidenses no piensa arriesgar su salud por asistir a cualquier evento deportivo en los próximos meses si no están vacunados contra el coronavirus.

Aunque Sarah Gilbert, una profesora de vacunología de la Universidad de Oxford, dijo recientemente al rotativo The New York Times que una vacuna podría estar lista para uso público en septiembre, la gran mayoría de científicos que colaboran en esos esfuerzos considera que es poco probable ques se tenga una cura para antes del 2021.

Tomando en cuenta que históricamente, el béisbol ha jugado un rol muy importante en el proceso de sanación del país en otras crisis, lo más probable es que eso ocurra una vez más.

Pero el cuándo es lo que nadie debería dar por garantizado ahora mismo.

Por simple sentido común, cualquier plan de las Grandes Ligas para volver a jugar, cuando sea, no debería ignorar ninguno de los aspectos mencionados anteriormente, especialmente la situación en la mayoría de las ciudades sedes de los clubes, sin importar que en Arizona y Florida, o cualquier otro lugar, se puedan recrear las condiciones míminas para poner a los peloteros en el campo.

Antes de lanzar la primera bola en un partido oficial de Grandes Ligas, Estados Unidos como nación debería haber derrotado al coronavirus. O al menos haber conseguido una tregua.

Es una condición "sine qua non" para que, al final, el remedio no sea peor que la enfermedad.
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Cuanto más tiempo estén cerradas las puertas del béisbol debido al coronavirus, mayor será el costo, como es el caso con cualquier otro negocio. Los funcionarios del equipo y los agentes de jugadores se preparan para lo que esperan sea un cambio dramático en el panorama financiero si el deporte se cancela durante la temporada.

Es imposible saber con certeza cómo será, pero se están construyendo proyecciones. Ya se anticipa que si se pierde una parte considerable de la temporada 2020, habrá una respuesta natural entre los clubes para reducir la vulnerabilidad y compensar el impacto en los ingresos. Siempre que el juego regrese, puede haber una oleada de movimientos de jugadores que se debe a la necesidad de descargar la mayor cantidad de deuda posible. Siempre que los clubes obtengan el visto bueno para volver a hacer negocios, podría ser similar al mercado de valores en la campana de apertura en aquellos días en que se esperan malas noticias.

A medida que algunos clubes miran hacia el futuro, pronostican un momento en que una característica definitoria para las franquicias podría ser el volumen de acuerdos a largo plazo y los dólares restantes en los libros, acuerdos negociados antes de que el coronavirus cambie el mundo, incluidos los criterios de béisbol.

Tomemos a los Chicago White Sox, por ejemplo, un equipo que ha pasado por años de reconstrucción para estar ahora al borde de la contienda. Para aumentar su esfuerzo para llegar a la cima de la central de la Liga Americana, los White Sox se lanzaron agresivamente al mercado de agentes libres durante el invierno, firmando al receptor Yasmani Grandal con un contrato de cuatro años y $73 millones, y el lanzador Dallas Keuchel a tres años, por $55.5 millones. José Abreu volvió a firmar con Chicago por $50 millones durante los próximos tres años. Además, renovaron a sus jugadores jóvenes Tim Anderson, Yoan Moncada y Eloy Jiménez, bajo la premisa aceptada de que es mejor pagar un poco más de dinero garantizado al comienzo de un contrato para ahorrar dinero al final del trato.

Lo que los Medias Blancas y otros equipos no podrían haber sabido es que los acuerdos firmados bajo los modelos de negocios previos al coronavirus pueden no tener el mismo contexto que el anticipado.

Si, ante las pérdidas de la industria, los futuros contratos de agentes libres se reducen, entonces los contratos para Grandal, Keuchel y Abreu aparecerán desproporcionados. Los Medias Blancas no disfrutarán de los beneficios de la producción por dólar en el primer período de los contratos de Moncada y Anderson que anticiparon correctamente. Moncada iba a ganar $1.8 millones este año, pero el próximo año, su salario aumentará a $ 6.8 millones. Anderson gana $4 millones este año, y será más caro la próxima temporada, con $7.2 millones.

Ningún equipo o ejecutivo de béisbol podría ser criticado por situaciones como esta; es fortuito.

A medida que los equipos avanzan hacia el próximo panorama financiero, sea cual sea esa base, algunos clubes pueden estar mejor posicionados que otros.

Cubs: Cualquiera que hayan sido las negociaciones que tuvieron lugar con los jugadores más importantes Kris Bryant, Anthony Rizzo, Javier Baez y Willson Contreras, no se han logrado acuerdos a largo plazo. Por lo tanto, los Cubs tendrán mucha flexibilidad para adaptarse a cualquier cambio futuro en el negocio. Esta temporada es la última en el contrato de seis años y $155 millones de Jon Lester, y durante las temporadas 2021-23, los Cubs le deberán $65 millones a Jason Heyward, $59 millones a Yu Darvish y $43.5 millones a Kyle Hendricks.

Pero actualmente no están obligados a grandes, grandes cifras de dólares en la forma en que los Yankees están con Gerrit Cole y Giancarlo Stanton.

Giants: Este es un año de reconstrucción para San Francisco, ya que Farhan Zaidi y su personal continúan reforzando el talento de la organización mientras superan el último de los contratos a largo plazo en los libros. El acuerdo de Jeff Samardzija expirará después de este año, y es probable que 2021 sea el último en los contratos de Buster Posey, Brandon Belt, Brandon Crawford y Johnny Cueto. El contrato de Evan Longoria se extiende hasta la temporada 2022, con una opción para 2023.

¿Más allá de eso? Nada. Una pizarra en blanco para una franquicia en uno de los mercados más grandes del deporte.

Dodgers: Los Dodgers no solo han construido uno de los mejores sistemas de desarrollo de jugadores del juego, sino que han trabajado principalmente para evitar grandes contratos a largo plazo (aunque con mucho gusto se habrían lanzado para conseguir a Cole por un trato cercano a lo que obtuvo de los Yankees si él no hubiera elegido jugar en New York). Los Dodgers solo tienen un puñado de ofertas de varios años en sus libros. Este es el último año del contrato de cuatro años de Justin Turner. Los Red Sox están pagando la mitad de los $96 millones que David Price tiene previsto hacer desde 2020 hasta el 2022. Kenley Jansen, Clayton Kershaw, Joe Kelly y Chris Taylor están firmados hasta 2021. A Pollock se le deben $36 millones por las temporadas 2021-22.

Mariners: En medio de su último esfuerzo de reconstrucción, Seattle tiene dos años restantes en su contrato y dos años con Yusei Kikuchi, a $16 millones este año y $17 millones para la próxima temporada. Marco Gonzales tiene un acuerdo de nivel medio que se extiende hasta 2024, por un total de $31 millones. Eso es todo, sin embargo.

Rangers: Cuando comenzó la última temporada baja, los agentes y los ejecutivos del club esperaban que Texas fuera uno de los equipos más agresivos en la agencia libre, uno de los mayores gastadores; una predicción común era que Anthony Rendon aterrizaría en Arlington. Pero los Rangers fueron mucho más conservadores de lo esperado, y resulta que Texas no tiene una gran deuda en este horrible momento en la historia de la industria. Los Rangers están atrapados en unos $100 millones en contratos más allá de la temporada 2020, la mayor parte de eso vinculado a los jugadores de cuadro Elvis Andrus y Rougned Odor, que están listos para ganar $53 millones para 2021-22.

Otros equipos tienen una situación de nómina más problemática, que incluye:

Padres: San Diego se destaca a este respecto, ya que Manny Machado está firmado hasta 2028, con aproximadamente $270 millones restantes en los libros para su acuerdo; Eric Hosmer está firmado hasta 2025, con $68 millones de los que se pagarán entre 2021-25; y Wil Myers está bajo contrato por $45 millones para 2021-22.

Angels: A Mike Trout se le seguirá pagando como el mejor jugador de béisbol, con $37 millones anuales durante la temporada 2030. El tercera base recientemente firmado Anthony Rendon ganará $35 millones al año bajo los términos de su acuerdo. Eso significa que los Angelinos pagarán a dos jugadores $72 millones (en promedio) anualmente hasta 2026, y si se reduce la nómina del equipo, Trout y Rendon absorberán un mayor porcentaje del presupuesto del club de lo esperado cuando L.A. firmó esos contratos.

Rockies: A Mike Trout se le seguirá pagando como el mejor jugador de béisbol, ya que un cambio en las finanzas de la industria cambiará el contexto de Nolan Arenado y los Rockies en su problemática relación. Si los Rockies tienen que reducir la nómina en los próximos años, entonces el salario de Arenado absorberá un mayor porcentaje de su presupuesto, pero trasladarlo a él y su gran contrato puede ser aún más difícil para Colorado frente a un esfuerzo más amplio entre los equipos para reducir costos.

Y si los acuerdos de agentes libres se reducen para reflejar una nueva norma en el negocio del béisbol, entonces la posibilidad de renunciar a su contrato después de la temporada 2021 podría generar más incertidumbre para Arenado sobre replicar los dólares en su acuerdo actual ($234,000,000 en los próximos siete años).

El factor X de la industria en todo esto: las próximas negociaciones entre Major League Baseball y la asociación de jugadores, con el acuerdo de negociación colectiva que expirará en 19 meses. ¿Las partes colaborarán para adaptarse a cualquier nueva evolución normal? ¿MLB pediría algunos ajustes a los términos de los contratos existentes a cambio de otras garantías para los jugadores? ¿Se abordarán las preocupaciones del sindicato sobre la manipulación del tiempo de servicio y la agencia libre? ¿Encontrarán las partes una manera de evitar el estancamiento generalizado, que podría parecer una estrategia aún más atractiva a raíz de las pérdidas financieras de las franquicias?

Por el bien de la industria, lo que se necesita ahora más que nunca es un espíritu renovado de cooperación, una imaginación compartida, para enfrentar desafíos que nadie podría haber imaginado incluso hace seis semanas.

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Llegar a la conclusión de cuales han sido las temporadas más dominantes para un lanzador en la historia de Grandes Ligas (MLB) no es una tarea fácil, por todas las variantes involucradas en el ejercicio.

Cy Young, Tim Keefe, Kid Nichols Al Spalding, Pud Galvin, Bobby Mathews y Old Hoss Radbourn marcaron el ritmo antes de 1900. El mismo Young, Walter Johnson, Christy Mathewson, Mordecai Brown y Grover Alexander, entre otros, llevaron la voz cantante en las primeras décadas del siglo XX.

Sandy Koufax, Warren Spahn, Tom Seaver, Nolan Ryan, Roger Clemens, Randy Johnson, Greg Maddux, Pedro Martínez, Mariano Rivera, Clayton Kershaw y Max Scherzer son algunos de los más recientes que aparecen en prácticamente todos los ránkings históricos de los mejores de MLB.

¿Cómo determinar cuál realmente dominó más a la oposición entre, por ejemplo, Gavin en 1884 (46-22, 1.99, 71 juegos completos, 12 blanqueadas y 369 ponches en 636.1 innings), Walter Johnson en 1913 (36-7, 1.14, 29 completos, 11 blanqueos y 243 K en 346 IL), Bob Gibson en 1968 (22 victorias, 1.12 de efectividad, 13 blanqueadas y 268 K en 308 IL) y Martínez en 1999 (23 triunfos, 2.07 de EFE y 313 ponches en 213 innings)?

La época, el contexto y el ambiente fueron diferentes para cada uno. En 1884, 21 pitchers completaron 50 o más juegos, incluyendo ocho con 60 o más, y Galvin fue séptimo en efectividad y no fue líder de juegos completos, innings o ponches. Young, Gavin, Mathewson, Walter Johnson y todos los lanzadores de Grandes Ligas hasta 1946 jugaron en una época en que los negros (y casi todos los latinos) tenían las puertas cerradas.

En 1968, cuando Gibson consiguió la mejor efectividad desde 1920, el promedio colectivo de Grandes Ligas fue 2.98, que en los años grandes de Martínez habría bastado para pelear el liderato. En 1999, la efectividad colectiva del béisbol fue 5.08.

Solamente para mencionar algunos datos que revelan el entorno de las actuaciones.

La gente de Baseball Reference desarrolló una estadística que se llama "Efectividad Plus Ajustada" (ERA+ Ajustada), que "ajusta" el promedio de carreras limpias de un lanzador al de su liga, su estadio y su época. La fórmula se resume a "ERA+ 100*[lgERA/ERA] Ajustada a parques de lanzadores". El producto refleja el nivel de superioridad/inferioridad que tuvo un lanzador frente a sus pares en un momento específico. Recuerden restarle 100 para obtener el porcentaje real.

Desde 1900, la mejor ERA+ Ajustada en una temporada fue la que logró Martínez en el 2000 (291), cuando tuvo efectividad de 1.74, mientras que toda la Liga Americana terminó en 4.92. El número 291 básicamente significa que "Pedro El Grande" fue 191% superior al resto de los seres humanos que lanzaron ese año.

En 1999 la ERA+ Ajustada de Martínez fue de 243, la cuarta mejor en la era que más importa, ya que en el siglo XIX y las primeras dos décadas del siglo XX, el béisbol prácticamente se jugó con una pelota de trapo.

En 1997, cuando ganó el primero de sus tres premios Cy Young (y el único en la Liga Nacional), Martínez terminó con 219 en ese departamento. Eso otorga al derecho dominicano tres temporadas entre las 10 mejores de ERA+ Ajustada. Dos contemporáneos, Maddux (271 en 1994 y 260 en 1995) y Clemens (226 en 2005 y 222 en 1997) son los únicos otros con múltiples apariciones en ese Top 10.

Entre 1994 y 2005, en medio de la llamada "Era de los Esteroides", que catapultó a la ofensiva muy por encima del pitcheo, Martínez, Maddux y Clemens se combinaron para poner siete de las 10 mejores ERA+ Ajustada. En ese lapso de tiempo, el promedio más bajo de carreras anotadas por equipo fue de 4.59 y en seis ocasiones el promedio de MLB excedió la media de 4.80 carreras por encuentro.

El derecho Zack Greinke (222 en el 2015) es el único pitcher activo cuyo nombre aparece en la lista. La gran temporada de 1968 de Gibson quedó cuarta con 259, mientras que el mega año de Dwight Gooden en 1985 con los New York Mets es sexto.

Ningún criterio es definitivo, pero la Efectividad Plus Ajustada arroja un poco de luz para valorar en su justa dimensión el dominio de un lanzador en una temporada o época sin importar las condiciones específicas del momento. Ah, en 1884 Galvin tuvo una ERA+ Ajustada de 155, la #408 de la historia.
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Cuando un aficionado casual del béisbol escucha las siglas WAR inmediatamente piensa en Mike Trout, el extraordinario jardinero central de los Los Angeles Angels.

Después de todo, el mejor jugador de la actualidad ha encabezado o peleado el liderato de la polémica estadística que mide la contribución total de un pelotero a su equipo desde que fue convertido en jugador titular de los Angelinos, en el 2012.

Sin embargo, el nombre de Trout no aparece entre los mayores 25 totales de Victorias Sobre Nivel Reemplazo (Win Above Replacement o WAR en inglés) en una temporada en la historia de las ligas mayores. El tres veces Jugador Más Valioso (MVP) de la Liga Americana no aparece hasta el puesto #28 en la lista de bateadores más destacados en una temporada, cuando usamos el WAR como principal referencia.

El "Rey del WAR" es Babe Ruth, quien según el consenso general de historiadores y analistas ha sido el mejor jugador que han tenido las Grandes Ligas estadounidenses en su historia.

"El Bambino" tiene los primeros tres puestos, cuatro de los primeros siete, cinco de 10 y seis de los 13 mayores totales de WAR en una temporada para jugadores de posición. El único otro con temporadas múltiples en el Top 10 es el jardinero Barry Bonds. El jardinero Mickey Mantle aparece dos veces en las mejores 17 y el jardinero Willie Mays en dos de las principales 19.

De acuerdo a la versión del WAR de Baseball Reference, la mejor temporada ofensiva de la historia fue la de Ruth en 1923, cuando acumuló 14.1 y ganó el único premio MVP de su carrera. Ese año, el terror de los New York Yankees bateó .393 con 205 hits (45 dobles y 13 triples) y fue el líder de jonrones (41), impulsadas (130), anotadas (151), base por bolas (170), OBP (.545), Slugging (.764), OPS (1,309) y bases alcanzadas (399).

Las campañas de Ruth en 1921 (.378, 59 jonrones, 168 CE, 177 CA, 145 BB) y 1927 (.356 con 60 jonrones, 165 CE, 158 CA y 137 BB) son segunda y tercera, con 12.8 y 12.5 WAR, respectivamente.

Las actuaciones que ubican a Bonds en los lugares #6 y #9 de esa exclusiva lista son las del 2001 y las del 2002, respectivamente.

En la primera, bateó .328 con 137 impulsadas, estableció el récord de jonrones en una temporada (73) y encabezó la Liga Nacional en boletos (177), OBP (.515), Slugging .863 y OPS (1,379). En la segunda pegó 46 jonrones y fue primero en bateo (.370), boletos (198), OBP (.582), Slugging .799 y OPS (1,381) a los 37 años de edad.

En sentido general, Ruth, quien bateó .342 con 714 jonrones y tuvo efectividad de 2.28 en 1,221 innings como lanzador, encabeza la MLB con 182.5 WAR en su carrera. Los lanzadores Walter Johnson (164.5) y Cy Young (163.8) escoltan a Ruth en el tope de la lista.

Cuando se toma en cuenta exclusivamente el desempeño como jugador de posición, Bonds (162.8) supera al "Babe" (162.1). Los jardineros Willie Mays (156.2) y Ty Cobb (151.0) son los únicos otros dos jugadores de posición que han acumulado más de 150.0 WAR en una carrera en las ligas mayores.

De acuerdo a Baseball Reference, desde la fundación de la Liga Nacional en 1876 (la Liga Americana nació en 1901), un poco más de 19,300 individuos han accionado en la MLB. Apenas 21 jugadores de posición han superado el centenar de WAR en sus carreras. El inicialista y bateador designado dominicano Albert Pujols, compañero de Trout en Los Angeles, es el único activo.

En 303 ocasiones en 144 temporadas, un jugador de posición acumuló al menos 8.0 WAR en una temporada. Del grupo de los que tienen 100 o más de por vida, éstos son los que más veces alcanzaron ocho o más en un año: Ruth 12, Bonds 12, Mays 11, Lou Gehrig 9, Hank Aaron 8, Rogers Hornsby 8, Alex Rodríguez 8, Honus Wagner 7 y Pujols 7.

Trout ha pasado la barrera de las 8.0 WAR en seis de sus primeros ocho años y con 72.8 totales ya es el número 56 en el liderato histórico y con apenas 28 años de edad y un contrato garantizado hasta el 2030, es cómodo asumir que seguirá escalando hasta terminar entre los primeros de la lista general y que en algún momento podría meter una campaña que entre a las mejores de la historia.

Pero mientras eso ocurre, Ruth sigue siendo el amo del WAR.
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Después de dos temporadas en las que falló alcanzar los 70 millones de aficionados por primera vez en 17 años y la venta de tickets por juego cayó por debajo de los 30 mil por tercer año seguido, el béisbol de Grandes Ligas (MLB) enfrenta la terrible incertidumbre de recortar o cancelar su torneo del 2020 debido a la pandemia del coronavirus.

Peor aún, al igual que ocurre con todas las ramas del entretenimiento, para la MLB es imposible pronosticar como responderá la gente a los eventos masivos una vez hayamos superado el pico de una desgracia que ha convertido el distanciamiento social en el arma más efectiva para controlarle.

En entrevista con ESPN la semana pasada, el comisionado Rob Manfred se mostró optimista sobre poder jugar este mismo año y el tipo de respuesta que espera del público.

"Lo que sé es que el beisbol estará de regreso. Cuando sea que sea seguro jugar, estaremos de regreso. Nuestros aficionados estarán de regreso, nuestros jugadores también y seremos parte de la recuperación, de la sanación de este país por esta pandemia en particular", dijo Manfred.

La realidad es que el béisbol enfrentaba un problema de asistencia mucho antes de que el COVID-19, identificado por primera vez en diciembre pasado en Wuhan, China, contagiara a cerca de un millón de personas en 202 países y convirtiera a Estados Unidos en su epicentro de acción, con casi 200 mil casos y más de cuatro mil muertos.

Desde que la asistencia de MLB alcanzó su pico con casi 80 millones (79,484,718) en 2007 y superó los 78,6 millones en 2008, la industria no ha podido pasar de 74 millones. En los últimos siete años, la asistencia global mostró descenso hasta llegar a 68,494,752 en 2019, cuando el promedio de 28,198 por juego fue el más bajo desde los 27,831 del 2003.

Sin embargo, Manfred tiene un punto válido en su desbordado optimismo: Históricamente, el béisbol ha sido el bálsamo que ha aliviado el dolor de la gran nación norteamericana después de dificultades importantes.

En 1919, la primera temporada de béisbol desde el final de la Primera Guerra Mundial, la asistencia de Grandes Ligas más que se duplicó (de 3,0 millones a 6,5 millones) y para el 2020 se triplicó (9,1 millones).

Uno de los peores capítulos en la historia de la nación fue "La Gran Depresión" económica, que estalló oficialmente con la caída de la bolsa de valores de New York el "Martes Negro" del 29 de octubre de 1929, dos semanas después de que los Atléticos de Filadelfia derrotaran a los Chicago Cubs en la Serie Mundial.

En 1930, en medio de una terrible incertidumbre debido al cierre de cientos de empresas sin liquidez, el congelamiento de las inversiones y un aumento acelerado del desempleo, la MLB alcanzó los 10 millones de aficionados por primera vez en su historia. El nuevo récord, con 10,8 millones, se estableció, nada más y nada menos que en 1945, el último y decisivo año de la Segunda Guerra Mundial.

En 1982, el año siguiente a una gran huelga de peloteros que dividió la temporada regular en dos mitades, MLB estableció otro récord con 44,5 millones de aficionados llevados a los parques.

La pelota atrajo a una cifra récord de 70 millones en 1993, el año antes de la gran huelga de peloteros de 1994-95. El béisbol no igualó la marca hasta 1998, cuando la primera de dos grandes batalla de jonrones entre Sammy Sosa y Mark McGwire ayudó a forjar la primera racha de cuatro años seguidos de 70 o más millones, coronada con los 72 millones del 2001, el año de los ataques terroristas del 11 de septiembre.

En la película "Field Of Dreams" de 1989 (basada en el libro "Shoeless Joe" del canadiense W.P. KInsella), el escritor Terence Mann (interpretado por el grandioso James Earl Jones) termina de convencer al granjero Ray Kinsella (Kevin Costner) de construir un estadio de béisbol en su maizal para que Joe "Descalzo" Jackson (suspendido del béisbol de por vida, injustamente, en la investigación de MLB de 1920 por la venta de la Serie Mundial anterior) volviera a jugar.

El discurso de Mann para justificar semejante movimiento, que supuestamente buscaba aliviar la pena de Jackson y otros jugadores fallecidos hacía mucho tiempo, es uno de los momentos cumbres de una de las mejores películas de béisbol de todos los tiempos.

"La gente vendrá, Ray. Vendrán a Iowa por razones que ni siquiera pueden comprender. Aparecerán en tu entrada sin saber con certeza por qué lo están haciendo. Llegarán a tu puerta tan inocentes como los niños, anhelando el pasado.

´"Por supuesto, no lo pensaría si miras a tu alrededor´, dirás. ´Solo cuesta $20 dólares por persona´. Pasarán el dinero sin siquiera pensarlo, porque es el dinero que tienen y la paz que les falta. Y saldrán a las gradas; a sentarse en mangas de camisa en una tarde perfecta. Descubrirán que tienen asientos reservados en algún lugar a lo largo de una de las líneas de las bases, donde se sentaron cuando eran niños y vitorearon a sus héroes. Y verán el juego y será como si se sumergieran en aguas mágicas. Los recuerdos serán tan densos que tendrán que apartarlos de sus caras.

"La única constante a través de todos los años, Ray, ha sido el béisbol. América ha rodado como un ejército de apisonadoras. Se ha borrado como una pizarra, reconstruida y borrada nuevamente. Pero el béisbol ha marcado el tiempo. Este campo, este juego; Es parte de nuestro pasado, Ray. Nos recuerda todo lo que una vez fue bueno, y que podría serlo nuevamente. Oh ... la gente vendrá, Ray. La gente definitivamente vendrá".

Eso fue lo que dijo Mann en "Field Of Dreams" y lo que esperan Manfred y todos los que corren el negocio llamado béisbol de Grandes Ligas, una vez la humanidad derrote al coronavirus.
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Sin importar cuanto esfuerzo hagan los genios que arman el calendario de Grandes Ligas, una temporada con programa recortado en el 2020 es la aspiración más optimista que puede tener la industria en las actuales circunstancias que viven Estados Unidos y el mundo debido a la pandemia del coronavirus.

Una temporada con menos juegos de lo acostumbrado. Y, por ende, con menos jonrones.

Desde el 2016, las ligas mayores registraron cuatro de sus cinco años más prolíficos en jonrones de la historia. El año pasado se conectaron 6,776, quebrando el récord de 6,105 del 2017, que fue la primera vez que los bateadores de MLB pasaron de 6,000 vuelacercas. En 2016 y 2018 se batearon 5,610 y 5,585, respectivamente. Los 5,693 del 2000 se mantienen como la tercera mayor cifra de una temporada.

Con un calendario reducido en 2020, MLB podría quedar por debajo de los 4,000 jonrones por primera vez desde 1994 (3,306), cuando una huelga de jugadores paró las acciones en la segunda semana de agosto.

En una temporada sin interrupciones, la última vez que los bateadores de las ligas mayores se quedaron por debajo de los 3,100 jonrones fue en la de 1992, cuando pegaron 3,038. Desde 1928, la única ocasión en que el béisbol produjo menos del mil tetrabases fue en 1943, con 905, en medio de la II Guerra Mundial.

Fue en el último año de la mayor contienda bélica de la historia que MLB debió cancelar el Juego de Estrellas por única vez, un jardinero sin el brazo derecho (Pete Gray) aprovechó la ausencia de muchos jugadores establecidos que estaban peleando para jugar con los Browns de San Luis y el "Big Show" tuvo su líder jonronero más modesto en la era de pelota viva (desde 1920).

Tommy Holmes, de los Bravos de Boston, encabezó la Liga Nacional y todo el béisbol con 28 jonrones en 1945, cuando los aliados vencieron al eje formado por Alemania-Italia-Japón.

Vern Stephens, de los Browns,fue el líder de la Liga Americana con 24, y, en sentido general, apenas seis bateadores superaron la barrera de los 20 cuadrangulares en ambas ligas.

Desde 1918, cuando el legendario Babe Ruth pegó 11 jonrones en su penúltimo año con los Boston Red Sox, ningún líder había tenido una cifra tan baja de vuelacercas.

Incluso con las limitaciones (de material humano y condiciones económicas) por consecuencia de la guerra, 1945 fue un año muy malo para los jonroneros, tomando en cuenta que Ruth sacó 29 pelotas del parque en 1919 y 54 en 1920, que son considerados por los historiadores como los últimos dos años de la "era de la bola muerta" (1901-1920).

Una era que terminó con la decisión de los New York Yankees de hacer a Ruth un bateador de tiempo completo y reducir su anterior rol de lanzador de rotación con Boston, tras adquirir al zurdo maravilloso en diciembre de 1919, en la que se considera la más famosa (e infame, para otros) venta de pelotero de todos los tiempos.

Aunque todavía es materia de discusión el período de tiempo exacto que cubrió y todas las razones que la crearon, se ha llegado al consenso de que la "era de la bola muerta" comenzó con el nacimiento de la Liga Americana en 1901 y concluyó al final de la segunda década del siglo XX.

El uso legal de la saliva como arma especial de los lanzadores en una época en que se podía jugar un partido completo con una sola pelota, la proliferación de estadios más grandes y, muy importante, la calificación del foul como un strike, fueron algunos de muchos factores que impulsaron la baja ofensiva de esos años.

Cien años después del final de la "era de la bola muerta" es otra la razón para esperar menos jonrones: La pandemia del coronavirus tiene al planeta de rodillas y al deporte en un limbo existencial. De jugarse, la temporada regular de las ligas mayores podría ser una de las más cortas de la historia.

La MLB tuvo calendario de 154 juegos hasta 1960 y con la expansión y creación del sistema divisional de 1961 comenzó el modelo actual de 162 juegos por equipo. Debido a conflictos laborales, las campañas de 1972 (156), 1981 (111), 1994 (117) y 1995 (145) sufrieron recortes en sus calendarios.

De hecho, en 1981, cuatro clubes solo pudieron celebrar 103 de los partidos de su calendario, la cantidad más baja desde 1900. La única otra temporada desde 1900 donde los equipos jugaron menos de 120 juegos fue en 1994 (algunos solo llegaron jugar en 112 de sus 117 juegos). La última vez que ningún equipo de MLB jugó más de 100 juegos fue en 1882.
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ORLANDO, Florida -- El 12 de marzo, la oficina del comisionado de las Grandes Ligas (MLB) anunció la cancelación del resto de la pretemporada y el atraso de dos semanas al arranque de la serie regular debido a la emergencia nacional creada por la pandemia del coronavirus.

Poco y mucho ha ocurrido desde entonces, siendo la incertidumbre la gran protagonista acerca de lo que ocurrirá con la temporada de béisbol del 2020. Para ponernos al día, respondemos algunas de las preguntas más frecuentes que hemos recibido, mayormente por redes sociales, en las últimas dos semanas.

¿Cómo se llama al estado actual de recesión en Grandes Ligas?

Respuesta: Las ligas mayores sufren actualmente un paro de operaciones por emergencia nacional. No es un cierre patronal (cuando los dueños de equipos suspenden operaciones para no permitir que jugadores se presenten a trabajar) o una huelga de jugadores (cuando los peloteros se ausentan de sus clubes).

Históricamente, las ligas mayores han detenido sus operaciones por huelgas o cierre patronal en ocho ocasiones, pero solamente las huelgas de peloteros de 1972, 1981 y 1994-95 provocó que se cancelaron partidos.

Los cierres patronales (1973, 1976 y 1990) se produjeron durante la temporada muerta, mientras que la huelga de jugadores de 1985 solamente duró dos días y los 25 partidos afectados fueron reprogramados posteriormente.

Debido a situaciones especiales, como en algunos momentos de las dos guerras mundiales (entre 1914 y 1945) y los ataques terroristas del 2001, las ligas mayores debieron recortar su calendario original o parar por un breve espacio, pero nunca fue forzada a cancelar una campaña.

¿Cuándo arrancará la temporada del 2020?

R: La MLB y la Asociación de Peloteros (MLBPA) se pusieron de acuerdo, primero, en cerrar las operaciones y atrasar el inicio de la serie regular para dos semanas después de la fecha original que estaba programada (26 de marzo) y, posteriormente, se sometieron a las recomendaciones de las autoridades de cancelar todos los eventos masivos del país hasta mediado de mayo.

Ni MLB ni el gobierno estadounidense saben ahora mismo con certeza cuando se normalizarán las operaciones de la nación. De acuerdo al mapa en tiempo real de la Universidad John Hopkins, Estados Unidos amaneció el lunes 23 marzo con más de 35 mil casos, la tercera mayor cantidad del planeta, y cerca de 500 fallecidos, por la pandemia del coronavirus.

¿Cuáles serían las consecuencias de una temporada con menos juegos o cancelada?

R: Desde el punto de vista deportivo, se haría historia ya MLB nunca ha dejado de jugar por completo en un año. Desde lo económico, MLB es una industria que genera 11 mil millones de dólares al año. Cualquier reducción del calendario reduce las ganancias de los equipos y sus dueños y de los peloteros.

Los jugadores no cobran hasta que no arranque la temporada. Los canales no pagan si no transmiten los juegos. Las marcas comerciales no pagan si sus anuncios no salen. Las comunidades pierden fuentes de trabajo y se paraliza el circulante. Todos pierden.

¿Cómo afectaría un recorte o una cancelación el tiempo de servicio de los jugadores?

R: Esa es la manzana de la discordia en las conversaciones actuales entre Grandes Ligas y la Asociación de Peloteros. El tiempo de servicio del jugador es tan importante como su talento para determinar su compensación económica y acceso a la agencia libre, el arbitraje salarial y hasta al plan de pensiones cuando le llegue el retiro.

Un jugador necesita tres años de servicio para optar al arbitraje, seis para agencia libre y 10 para recibir una pensión completa cuando sea elegible.

Para conseguir un año de servicio, un jugador debe acumular 172 días de la temporada en el roster activo de su equipo. Si en el 2020 se juega con calendario recortado o no se juega del todo, ningún jugador podrá acumular un año de servicio, como estipulan las reglas vigentes.

En las negociaciones especiales que sostienen actualmente por el coronavirus, la MLBPA quiere que se garantice un año de servicio completo a los jugadores si no se juega, basándose en una cuota días de servicio del año anterior. La MLB está de acuerdo, pero quiere establecer una cuota más alta.

¿Y todos esos jugadores que fueron invitados a entrenamientos sin contratos?

R: La mayoría de jugadores que son invitados a los entrenamientos primaverales sin contratos garantizados, establecen una fecha en las que pueden marcharse si no son agregados al roster de 40 del equipo en cuestión.

De acuerdo al pacto laboral colectivo vigente, los equipos tienen de máximo hasta cinco días antes del inicio de la temporada para deshacerse de bonos de retención de jugadores y hasta un día antes de la temporada para garantizar al menos 45 días de pago a un jugador con contrato no garantizado.

El viernes, la Asociación de Peloteros informó a los jugadores y sus agentes que se había negociado para mantener esos criterios. Eso quiere decir que, si el inicio de la temporada se mueve, también se mueven esas fechas. En ese comunicado, la MLBPA recomendó a los peloteros que tenían fechas específicas para salirse de las invitaciones especiales a no hacer nada por ahora.

¿Podría comenzar la temporada sin público en las gradas?

R: Esta es una opción que la oficina del comisionado odiaría tomar, pero siendo realistas, podría ser la más viable dadas las circunstancias.

Está claro que jugar sin público quitaría la emoción, el drama y la vida que la gente agrega al juego. Pero hay que recordar que las ligas deportivas son una pieza dentro de la gran industria del entretenimiento. Y en medio de los encierros forzados que han dispuesto los países debido al coronavirus, las transmisiones deportivas podrían jugar un tremendo rol en la recuperación del país, una vez pase lo peor de la crisis.

Por otro lado, es muy probable que pase un buen tiempo antes que la gente pierda el temor a juntarse con otras, provocando que de todos modos los estadios no estén muy llenos en los primeros tiempos del retorno a la normalidad.

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Antes de que los últimos eventos globales interrumpieran la vida tal como la conocemos, la trayectoria de alguien como Noah Syndergaard habría sido predecible.

El talentoso diestro de los Mets se sometió a una cirugía reconstructiva del codo el jueves, un procedimiento que generalmente requiere de 12 a 15 meses de recuperación. No todas las rehabilitaciones salen según lo planeado, por supuesto, y si bien es posible que Syndergaard pueda estar de regreso en la primera mitad de 2021, no hay certeza en esto, y con su agencia libre llegando después de la próxima temporada, los evaluadores esperan que el curso de su regreso será conservador.

La hoja de ruta para los Mets habría sido simple: la esperanza del regreso de Syndergaard relativamente temprano en la línea de tiempo de rehabilitación. Esperar que se restableciera rápidamente para redescubrir el dominio que ha demostrado en ocasiones durante su carrera. Y esperar que se conviertiera en una parte importante de una rotación que compitiera por un puesto en los playoffs, o al menos reconstruyera su valor comercial para una posible liquidación en julio de 2021 antes de llegar a la agencia libre.

Pero el antiguo cálculo del béisbol cambiará debido a la pandemia de coronavirus, y la forma en que los Mets manejen a Syndergaard podría reflejar un cambio dramático en el panorama financiero del deporte que ahora parece inevitable. A medida que los equipos se vean obligados a adaptarse a lo que podría ser la pérdida de miles de millones de dólares para las Grandes Ligas este año y más allá, habrá muchas decisiones sorprendentes.

Ningún equipo tuvo más rodaje en la temporada 2020 que los Mets; ningún equipo había apostado a ganar este año más que los Mets, que sacrificaron activos a largo plazo en su esfuerzo por llegar a los playoffs en 2019 o 2020, una línea de tiempo que, ahora sabemos, coincidió con la propuesta de venta de la franquicia. Su rotación para este año incluye a Jacob deGrom, quien está bajo un acuerdo a largo plazo; el zurdo Steven Matz, quien, como Syndergaard, será elegible para la agencia libre en el otoño de 2021 ahora que el sindicato y MLB han resuelto sus problemas de tiempo de servicio; y Marcus Stroman, Rick Porcello y Michael Wacha, quienes serán agentes libres este otoño.

Eso significa que la base de la rotación 2021 de los Mets se ve así:

1. Jacob deGrom
2. Steven Matz
3. ?
4. ?
5. ?

Syndergaard estaba programado para ganar $9.7 millones este año, y a través del arbitraje, ganará cerca de eso el próximo año, probablemente alrededor de $10 millones. El riesgo en esa apuesta será muy diferente si el equipo y la industria incurren en enormes pérdidas financieras este año y proyectan tener más pérdidas en el futuro.

Algunos funcionarios de clubes suponen que si se pierde parte o la totalidad de la temporada 2020, varios clubes buscarán recortar la nómina para 2021. Suponiendo que el calendario del próximo año no se vea afectado, los jugadores que ya trabajan bajo acuerdos a largo plazo: Mike Trout, Miguel Cabrera, Gerrit Cole, Giancarlo Stanton, Madison Bumgarner, etc., no verán recortes salariales, ya que sus empleadores cumplen con esos contratos. Los jugadores más jóvenes tampoco sentirán un gran impacto porque son baratos. Pete Alonso de los Mets, por ejemplo, ganará otro año de servicio, acercándose al arbitraje y la agencia libre, y probablemente se le pagará bastante cerca de su salario de este año.

Eso significa que si los clubes buscan reducir la nómina, es probable que lo hagan entre los jugadores más caros que no tienen contratos garantizados: jugadores elegibles para el arbitraje o posibles objetivos de agentes libres. "Creo que verás más no licitaciones", dijo un ejecutivo. "Los muchachos con cuatro años o más de cinco años de servicio".

En los últimos inviernos, los lanzadores llamados obreros (journeyman) pueden contar con ofertas sólidas de uno o dos años en el rango de $10 millones anuales; es posible que si el grupo de agentes libres crece, alimentado por un creciente río de no licitaciones por equipos que ajustan su nómina a la baja, esos números de salario caerán a través de la dinámica de oferta y demanda.

Si la pandemia afecta la industria del béisbol y las nóminas se reducen, esta es el área de la lista donde los equipos pueden afectar un cambio significativo.

Lo que nos lleva de vuelta a Syndergaard. Al igual que muchos equipos, los Mets pueden enfrentar decisiones financieras difíciles en el primer invierno después de la pandemia. Dado el estado de su rotación, los Mets necesitarán opciones concretas, y Syndergaard no puede ser eso al comienzo de la temporada 2021 debido a la incertidumbre inherente que conlleva la recuperación de la Tommy John.

En circunstancias normales, mantener un lanzador dinámico de $10 millones sería una decisión fácil, pero los Mets no tendrán una idea sólida sobre si Syndergaard podrá darles 80 entradas o 100 o 150 hasta la próxima primavera. Mientras los funcionarios rivales reflexionaban sobre su situación esta semana, se preguntaban si el equipo tendría que sopesar el traslado de su salario a través del intercambio, por supuesto, para un retorno reducido, o incluso considerar una no licitación para tener una mejor oportunidad de traducir dólares en producción asegurada.

"Supongo que lo mantendrían", dijo un evaluador, "porque su techo de rendimiento podría ser más alto que otras opciones disponibles. Tienen otro dinero saliendo de los libros" - Yoenis Cespedes, Jed Lowrie, tal vez Wilson Ramos, y esos abridores agentes libres - "y tal vez eso les dará la flexibilidad que necesitan".

Dependiendo de cuán profundo sea el impacto financiero de la franquicia, decidir qué hacer con Syndergaard podría ser una elección extremadamente difícil. Pero los Mets no estarán solos en esto. Todos los equipos y jugadores absorberán un gran golpe de este enemigo invisible, algunos más que otros. Entre los grupos que creen sentir el mayor impacto:

Jugadores aficionados no reclutados: Major League Baseball está repleto de jugadores establecidos que evolucionaron de ser selecciones en rondas lejanas en el draft a grandes contribuyentes. Los Mets amaron el atleticismo de deGrom y utilizaron una selección de novena ronda con él. Los Cardinals eligieron a Matt Carpenter en la ronda 13ª. Los Diamondbacks usaron su selección de octava ronda en 2009 en un primera base de la Universidad Estatal de Texas llamado Paul Goldschmidt. El jardinero central de los Rays, Kevin Kiermaier, fue elegido en la ronda 31.

Pero con el draft de este año reducido a tan solo cinco rondas, y con bonos de firma para agentes libres elegibles para draft con un límite de $20,000, es casi seguro que habrá jugadores del calibre de las grandes ligas que nunca veremos porque, frente a más draconianos pagos en bonos y salarios, en una economía nacional reducida, ellos pueden optar por ir a diferentes campos. Cuando MLB y la Asociación de Jugadores de MLB acuerdan mutuamente reducir el gasto, a menudo es a expensas de este grupo. Y así será de nuevo.

Veteranos que trabajan bajo contratos de un año en 2020: después de dedicar muchos años de tiempo de servicio, esto representó la temporada en la que estos jugadores obtendrían su primer gran día de pago. Jake Odorizzi, el respetado lanzador veterano, aceptó una oferta de calificación de $17.8 millones de los Twins, y este año estuvo cerca de duplicar su salario en el béisbol. Pero mucho de eso puede desaparecer, y después de esta temporada, Odorizzi se convertirá en parte de ese largo grupo de agentes libres.

Didi Gregorius firmó un contrato de un año y $14 millones con los Phillies, y no está claro si tendrá la oportunidad de jugar lo suficiente este año para responder a las dudas sobre su defensa que surgieron en 2019. Edwin Encarnacion firmó un año, con un contrato de $12 millones con los White Sox; es una pregunta abierta si, a los 37 años, tendrá otro bocado en el pastel financiero. Dellin Betances firmó un contrato de un año y $10.5 millones con los Mets para restablecer su valor este año. Lo mismo es cierto con Kevin Gausman, quien acordó un acuerdo de $9 millones con los Giants.

Equipos con activos negociables: los Cleveland Indians decidieron abrir esta temporada con el estelar campocorto Francisco Lindor en su lista, mientras estaban abiertos a la idea de escuchar ofertas por él este verano. Ahora, si la temporada se retrasa significativamente o se pierde, el valor de Lindor en el mercado podría sufrir un gran golpe. Si no hay béisbol en 2020, no hay oportunidad de negociar en la fecha límite de intercambio, entonces Lindor estará a solo un año de la agencia libre, en lugar de dos, y las ofertas por él probablemente se verán afectadas.

Según el nuevo acuerdo entre MLB y el sindicato, las listas están actualmente congeladas. Sin embargo, algunos ejecutivos especulan que una vez que se levante la normativa, los equipos, especialmente los equipos de mercado pequeño, realizarán negocios como las maquinaciones recientes de Wall Street, buscando mover los activos lo más rápido posible. (Esto es exactamente lo que sucedió después de que el conflicto laboral se resolvió en la primavera de 1995, cuando los Expos se deshicieron de Larry Walker, John Wetteland y otros).

Clubes que buscan nuevos estadios de pelota: Athletics y Rays: en el futuro, una solicitud de una estructura financiada con fondos públicos será muy diferente para los gobiernos estatales y locales de lo que podría haber sido hace un mes.

El desarrollo más esperanzador dentro del béisbol en estas semanas tumultuosas fue el trabajo tranquilo y colaborativo entre la liga y el sindicato. Hace tan solo una semana, algunos involucrados en el proceso tenían dudas reales sobre si las partes podían llegar a un acuerdo en la línea de meta, pero lo hicieron por necesidad.

Es imposible saber en qué condición estará la industria cada vez que se reanude el béisbol, pero es lógico que, en medio de la preocupación por la reunión de multitudes y la reducción de los ingresos disponibles de la nación, la MLB que emerge de esta crisis será muy diferente. Es por eso que seguirá siendo importante para la liga y el sindicato comprometerse y trabajar juntos, y compartir la responsabilidad de reinventar la estructura financiera del deporte más allá de la fecha de vencimiento del actual acuerdo laboral en diciembre de 2021.

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