En términos beisboleros, a Scott Boras no se le puede acercar la pelota por estos días, porque con cualquier lanzamiento, la saca de jonrón.

Ahora le tocó a otro de sus encumbrados clientes, Anthony Rendón, firmar un megacontrato, éste por siete temporadas y $245 millones con Los Angeles Angels.

De esta manera, entre el lunes con Stephen Strasburg, el martes con Gerritt Cole y el miércoles con Rendón, el agente más poderoso de toda la industria ha conseguido pactos por un monto total de $814 millones.

Boras explotó la desesperación y frustración de Arte Moreno, el dueño de los Angels, por haber perdido la puja por Cole y le presentó al antesalista como la última Coca-Cola del desierto.

Moreno mordió el anzuelo y le dio a Rendón un contrato que no tiene dinero diferido y tiene una cláusula absoluta de no cambio.

El pelotero de 29 años está en el pico de su carrera y en las últimas tres de las siete temporadas con los Washington Nationals bateó para .310, promedió 43 dobles, 28 cuafrangulares y 106 impulsadas por campaña con un OPS de .952.

Si vale ese dinero o no es cuestionable, pero la cifra la dicta el mercado y las necesidades del equipo que lo contrató o en este caso, más que las necesidades, los deseos de dar un golpe de efecto para impresionar al nuevo manager Joe Maddon, aunque la pregunta es: ¿qué puede representar Anthony Rendón en las aspiraciones “del otro equipo de Los Angeles”?

Además de este pacto que los ata a Rendón hasta 2026, los Angels tienen comprometidos $390.5 millones hasta 2030 con Mike Trout, $72 millones hasta 2022 con Justin Upton, $59 millones hasta 2021 con el dominicano Albert Pujols y $15 millones en 2020 con el curazaleño Andrelton Simmons.

Al menos lograron sacarse de encima los $12.6 millones que ganaría Zack Cozart la próxima temporada al conseguir canjearlo a los San Francisco Giants, sin embargo, el equipo sigue sin lucir realmente competitivo, con un cuerpo de serpentineros que fue el cuarto peor de toda la Liga Americana con efectividad colectiva de 5.12 y que hasta el momento no ha recibido ninguna mejoría en el mercado.

Si la temporada comenzara ahora mismo, los Angels serían incapaces de plantarle cara en la División Oeste del Joven Circuito a los Houston Astros o a los Oakland Athletics. Quizás ni siquiera a los Texas Rangers. Tal vez su competencia sería con los Seattle Mariners por no quedar en el sótano del grupo.

Todavía tienen Moreno y la gerencia tiempo para pescar un par de abridores y relevistas de buen nivel en el mercado, pero no se trata de gastar dinero a lo loco y a manos llenas sino de hacerlo con inteligencia.

Basta mirar a la acera de enfrente, a sus propios vecinos de Los Angeles, que han abierto la billetera de par en par por cuanto agente libre les pasa por al lado y para nada.

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Apenas 24 horas y sin siquiera haber lanzado una pelota le duró a Stephen Strasburg el título simbólico del pitcher mejor pagado de la historia.

Gerrit Cole pactó con los New York Yankees —tal como se esperaba— por nueve temporadas y 324 millones de dólares, que no sólo es el mayor contrato para un serpentinero, sino el cuarto más alto en cantidad de dinero en toda la historia del béisbol.

Sólo Mike Trout (428 millones), Bryce Harper (330) y Giancarlo Stanton (325) superan en monto a Cole, quien con su llegada a Nueva York convierte a los Yankees en favoritos automáticos para ganar la Serie Mundial.

Además, también será el lanzador con mayor salario anual como promedio, con 36 millones, uno más de lo que ganará Strasburg con los Washington Nationals.

Para semejante acuerdo se dio una tormenta perfecta, en la que confluyeron su calidad indiscutible que lo convertía en la pieza más codiciada del mercado, la necesidad urgente del equipo de romper una sequía de diez años sin ganar un título (lo cual no está garantizado con Cole) y la mano de su agente Scott Boras en las negociaciones.

Boras aprovechó que los Nacionales le dieron a su también cliente Strasburg la cantidad que los Yankees habían ofrecido originalmente por Cole, para subirle el precio y se apoyó en el deseo de Los Angeles Angels por conseguir sus servicios a toda costa. Se estableció una puja que terminaron ganando los Mulos de Manhattan.

Luego de dos años brillantísimos con los Houston Astros, el derecho llegará a encabezar una rotación que de repente pasa de ser dudosa a sólida.

El japonés Masahiro Tanaka, el canadiense James Paxton y los dominicanos Luis Severino y Domingo German completarán en principio el cuerpo de abridores de los Yankees.

Al menos en el papel, Nueva York tiene casi todo lo necesario para seguir sumando trofeos a su atestada vitrina.

Pero…

Olvídense del dinero. El equipo llevaba años trabajando en esta dirección, saliéndose de malos contratos anteriores para, llegado el momento, romper la alcancía por la pieza más indicada.

El lanzador tiene 29 años recién cumplidos, lo cual quiere decir que tendrá 38 cuando termine el contrato en el 2028.

Lo que hace riesgoso este contrato es su longitud en tiempo, dada la edad del jugador.

Sino, pregúntenle a Los Angeles Angels, que se volvieron locos con Albert Pujols y le dieron diez temporadas a un hombre de 32 años, a cambio de nada.

Si en ese lapso de nueve campañas, los Yankees son capaces de lograr dos o tres Series Mundiales, entonces los años finales del contrato no pesarán tanto. Pero tienen que ganar. Sí o sí.

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Stephen Strasburg será, no por mucho tiempo, el pitcher mejor pagado de la historia.

Strasburg llegó este lunes a un acuerdo para regresar a los Washington Nationals con un contrato récord de 245 millones de dólares por siete temporadas.

El monto total del pacto supera los $217 millones que los Boston Red Sox le dieron a David Price en el 2016 y que hasta ahora era la mayor cifra para un lanzador.

Asimismo, los $35 millones por año que promedia el contrato de Strasburg es mayor que los $34.5 millones que ganó Zack Greinke en el 2019.

Los campeones Nationals estaban en una disyuntiva entre recuperar a su lanzador estrella o al antesalista Anthony Rendón, ambos héroes en la victoria de la reciente Serie Mundial.

Pero de antemano el gerente general Mike Rizzo dejó saber que sería imposible tenerlos de vuelta a ambos, así que se fueron por Strasburg para mantener intacta su rotación junto a Max Scherzer, Patrick Corbin y el venezolano Aníbal Sánchez.

La noticia del acuerdo de Strasburg con Washington debe haber sonado como música celestial en los oídos de Gerrit Cole, el agente libre más cotizado del invierno.

El contrato récord que acaba de recibir el serpentinero de los Nationals dispara automáticamente las acciones de Cole, quien es dos años más joven que Strasburg y a lo largo de su carrera se ha mantenido más saludable, con cuatro campañas de más de 200 entradas, incluidas las últimas tres consecutivas.

Ya los New York Yankees habían hecho una oferta de $245 millones por sus servicios, a sabiendas de que podrían verse obligados a aumentarla si Los Angeles Angels, el otro equipo muy interesado en contratarlo, superaba la apuesta.

El mercado dicta las pautas. Ya no serán los Angelinos o Los Angeles Dodgers, también mencionados entre los aspirantes a Cole, los que obligarán a los Yankees a subir la oferta. Fueron los Nationals de manera indirecta.

Esto quiere decir que un hombre de 28 años, que viene de la mejor campaña de su carrera, con 20-5 y la mejor efectividad de la Liga Americana (2.50), con 326 ponches en 212.1 episodios y un WHIP de 0.89, podría valer entre 280 y 300 millones.

Y otro que se frota las manos es el poderoso agente Scott Boras, quien representa a Strasburg, Cole y Rendón.

Boras sabe que tiene la sartén por el mango en cualquier negociación por el mejor pitcher de la actualidad y el que quiera conseguirlo deberá desembolsar cifras cercanas a lo irracional.

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Gerrit Cole terminará firmando con los New York Yankees o Los Angeles Angels el mayor contrato que haya recibido un pitcher en toda la historia.

Las cifras que se mencionan en los rumores para obtener a la pieza más codiciada en el mercado de agentes libres superan ampliamente los 217 millones de dólares que los Boston Red Sox le dieron al zurdo David Price por siete temporadas en el 2016.

Los números de Cole rondarán los 280 millones, de acuerdo con las proyecciones de los especialistas, algo que muy pocos equipos pueden darse el lujo de pagar en estos momentos.

Con esos truenos, la puja por el serpentinero derecho de 29 años se ha reducido a dos contendientes.

El gerente general de los Yankees, Brian Cashman, ha dicho que su principal prioridad en este invierno es Cole, cuya firma convertiría a Nueva York automáticamente en el principal favorito para ganar la Serie Mundial.

Ya el lanzador se reunió con la directiva de los Mulos de Manhattan, equipo del cual creció siendo fanático.

Esa es la parte sentimental, pero al final, lo que cuenta es el cash, como decía un anuncio comercial de moda en la televisión en español de Miami a finales de los 90.

Los Yankees le aseguraron a Cole que el dinero está, que no será un problema, sobre todo después de que el equipo se sacó el nefasto contrato de Jacoby Ellsbury, C.C. Sabathia se retiró y sólo le queda un pacto pesado, el de Giancarlo Stanton.

Nueva York tiene flexibilidad financiera ahora mismo para gastar lo que sea necesario en el as indiscutible que necesita una rotación que cuenta además con el japonés Masahiro Tanaka, los dominicanos Luis Severino y Domingo German y el zurdo canadiense James Paxton.

Pero Cole es nativo del sur de California, punto a favor de los Angelinos, cuyo dueño, el mexicano Arturo Moreno, ya anunció que superará cualquier oferta que haga otro equipo por el estelar pitcher.

Ya sabemos que Moreno no se anda con chiquitas a la hora de abrir la billetera de par en par, aunque lo haga sin el más mínimo ápice de sentido común.

El año pasado rompió la alcancía con Mike Trout, cuyo acuerdo de 428 millones de dólares es el mayor en la historia de los deportes estadounidenses.

Y todavía el equipo arrastra el pésimo contrato de Albert Pujols, a quien le restan por cobrar 59 millones entre 2020 y 2021.

Pero tanto gasto en sólo dos peloteros no ha servido de mucho y desde el 2012, cuando Pujols llegó al equipo con su contrato de 240 millones por diez campañas y Trout resultó el Novato del Año en la Liga Americana, los Angelinos han jugado para 656-640, con una única visita a la postemporada, breve, brevísima, cuando fueron barridos 3-0 en serie divisional del 2014 por los Kansas City Royals.

Moreno le prometió al nuevo manager Joe Maddon mejorar el equipo, pero en honor a la verdad, Cole no hará mucha diferencia en una novena con demasiados huecos por tapar.

Habrá que ver cuál es la prioridad del lanzador a la hora de decidirse: si regresar a su terruño y asegurar el futuro de varias generaciones de su familia, aunque tenga escasas posibilidades de ceñirse un anillo de campeón o recibir igualmente mucho dinero y de paso aspirar sólidamente a ganar una Serie Mundial.

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Los Angeles Dodgers han sido los dueños y señores del Oeste de la Liga Nacional por los últimos siete años.

Son una especie de aquellos Atlanta Braves que entre 1995 y 2005 dominaron la división del Este del viejo circuito, aunque en ese lapso de 11 campañas solamente ganaron la Serie Mundial una sola vez.

Los Dodgers ni siquiera han corrido con esa suerte y aunque han llegado dos veces al clásico de octubre, siempre han salido por la puerta de atrás.

Aunque todavía lucen sólidos de cara al 2020, esta podría ser su última oportunidad para conseguir el título que le es esquivo desde 1988 y que tuvieron tan cerca en 2017 y 2018.

El núcleo comienza a desmembrarse. El coreano Hyun-Yin Ryu, su mejor lanzador del 2019, se fue a la agencia libre, mientras que su as de los últimos tiempos, Clayton Kershaw, podría haber iniciado un lento declive, casi imperceptible, insuficiente aún para sacarlo de la élite del pitcheo, pero declive al fin.

La pasada temporada, por primera vez desde el 2009, su efectividad fue ligeramente superior a las tres carreras limpias, muy bueno para cualquier pitcher, pero un aumento significativo para quien tiene de por vida 2.44.

En los últimos cuatro años, Kershaw no ha podido llegar a 200 innings de actuación y su efectividad ha ido subiendo de 1.69 en el 2016, 2.31 (2017), 2.73 (2018) y 3.03 (2019).

La gerencia ha mostrado intenciones de poner al jardinero Joc Pederson en el mercado y el campocorto Corey Seager, Novato del Año del 2016, se ha estancado en su progresión y el equipo estaría dispuesto a salir de él, aunque podrían ir detrás del puertorriqueño Francisco Lindor.

Kenley Jansen ha perdido fuelle como cerrador y ya no es tan confiable como dos años atrás, mientras que hay un disgusto evidente entre el equipo y el japonés Kenta Maeda, quien fue relegado al bullpen la pasada campaña y ha hecho público su malestar.

Ojo. Estas son sólo pequeñas señales. No quiere decir que los Dodgers se hundirán en un colapso de aquellos. Siguen teniendo un equipo con una profundidad como pocas, demasiada quizás para un manager como Dave Roberts, un inepto que ha sido en gran medida, el causante de los fracasos recientes en postemporadas.

Además, los azules de Los Angeles son una fábrica inagotable de talento y cada año producen nuevas figuras como si fueran magos sacando conejos de su sombrero.

Volverán a salir con la etiqueta de favoritos, con Kershaw, Cody Bellinger, Walker Buehler y Max Muncy a la cabeza y es muy posible que ganen la división por octavo año en fila.

Pero un poco más al sur de L.A. se viene cocinando una amenaza que podría acabar el reinado de los Dodgers en el Oeste: los San Diego Padres.

Con todo y que terminaron últimos (70-92) en el 2019, los Padres, que estrenarán manager con Jayce Tingler, sin experiencia previa en estas labores, podrían ser el equipo del mayor salto en la próxima contienda.

Necesitan que la salud acompañe al dominicano Fernando Tatis Jr. para que hale parejo con su compatriota Manny Machado desde el lado izquierdo del infield, que tendrá por la derecha a Eric Hosmer y al recién adquirido Jurickson Profar, el curazaleño que fue el principal prospecto de los Texas Rangers cuando llegó a las Mayores en el 2012 y de quien se espera un despegue a planos estelares que todavía no ha llegado.

San Diego mejoró notablemente su rotación con Zach Davis, que si bien no es propiamente un as, debe beneficiarse mucho con las dimensiones del Petco Park, luego de sobrevivir a duras penas cinco años en el Miller Park de Milwaukee, donde dejó marca de 22-21 y efectividad de 4.65, contrastante con el récord de 21-11 y 3.04 que consiguió como visitante.

Davis debe unirse a Chris Paddack en un buen 1-2 que encabece una rotación plagada de prometedores brazos, que requerirían de un serpentinero de experiencia que aporte liderazgo, al estilo de Madison Bumgarner, una de las principales prioridades del gerente general A.J. Preller.

Si San Diego consigue a Bumgarner, podría cambiar a su favor la correlación de fuerzas en el Oeste, con todo y el poderío que todavía exhiben los Dodgers.

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Los Philadelphia Phillies aterrizaron en sus filas al derecho Zack Wheeler, uno de los abridores más cotizados en el mercado de agentes libres.

El pacto es por cinco años y $118 millones, demasiado sobrevalorado para un lanzador que en sus primeras cinco temporadas con los New York Mets apenas consiguió 44 triunfos con 38 derrotas, efectividad de 3.77 y que jamás superó las 200 entradas en una campaña.

Semejante contrato da una idea de cuánto podrán conseguir entonces en su momento Gerrit Cole y Stephen Strasburg, más allá de los 200 millones cada uno.

Su llegada a Filadelfia refuerza una rotación que cuenta con los diestros Aaron Nola y Jake Arrieta y aumenta la presión sobre un equipo obligado a ganar en una de las divisiones más competitivas de todo el béisbol.

Ni la presencia de los campeones Washington Nationals o de los Atlanta Braves, ganadores de la división en 2018 y 2019, logra quitarle a este equipo la etiqueta de favorito.

Con el experimentado Joe Girardi como nuevo manager, los Phillies no han terminado sus compras y se habla de un marcado interés en el campo corto holandés Didi Gregorius.

Al no ofrecerle arbitraje salarial al venezolano Cesar Hernandez, la eventual llegada de Gregorius permitiría mover a la intermedia al dominicano Jean Segura y traería más poder alrededor del segundo cojín.

Otro que está en la mira de Filadelfia es el veterano antesalista Josh Donaldson, luego de que el equipo dejara en libertad al una vez prometedor y al final decepcionante Maikel Franco. Pero los Bravos no se quedan atrás y en su intento por repetir la corona divisional acaban de añadir al veterano zurdo Cole Hamels con un acuerdo de un año.

Hamels, probado en grandes escenarios, es la figura con la experiencia que necesitaba Atlanta para guiar a una rotación joven, pero con un talento enorme.

Además de abridor, el zurdo será el mentor de Mike Soroka, Mike Foltynewicz y Max Fried, a quienes enseñará cómo ganar en octubre, algo que aprendió desde el 2008, cuando resultó el Jugador Más Valioso de la Serie Mundial, cuando guió a los Filis a la corona ante los Tampa Bay Rays

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Los Miami Marlins hicieron esta semana dos movidas inteligentes dentro de su proceso de reconstrucción, al reclamar de waivers al primera base venezolano Jesus Aguilar y conseguir de los Baltimore Orioles, vía canje, al dominicano Jonathan Villar.

No son las grandes contrataciones que los impacientes fanáticos de los Marlins añoran, pero son dos piezas que encajan muy bien en una franquicia financieramente atada de pies y manos.

Aguilar es un bateador de poder descomunal que en el 2018 conectó 35 jonrones y remolcó 108 carreras, además de asistir a su primer Juego de Estrellas, cuando vestía el uniforme de los Milwaukee Brewers.

El venezolano de 29 años tuvo un retroceso notable en el 2019, que compartió entre los Cerveceros y los Tampa Bay Rays, al despachar solamente 12 bambinazos y empujar 50 carreras en la campaña de la pelota más viva que se recuerde en la historia.

Miami espera recuperar al Aguilar del 2018 con la ayuda de James Rowson, el nuevo entrenador de bateo que viene de hacer que los Minnesota Twins implantaran en el 2019 la marca histórica de 307 cuadrangulares.

Por su parte, Villar, de 28 años, es un versátil jugador de cuadro capaz de desempeñarse en la intermedia y la antesala, que viene de su mejor temporada, en la que disparó 24 vuelacercas y estafó 40 almohadillas.

Ojo. No es lo mismo batear en el Candem Yard de Baltimore, donde la pelota vuela con mayor facilidad, que en el Marlins Park, un paraíso para los lanzadores.

Pero el quisqueyano puede aportar mucho ofensivamente, con algún poder y mucha velocidad en las bases.

Además, la llegada de ambos le da al manager Don Mattingly flexibilidad, para mover a la pradera derecha a Garret Cooper y regresar a Brian Anderson a la antesala, su posición natural.

O colocar a Cooper en el izquierdo, a Anderson en el derecho y a Villar en tercera base, apostándole todo al puertorriqueño Isan Diaz como el intermedista del futuro inmediato.

De cualquier manera, las adiciones deberían significar mejoras ofensivas para un equipo que fue último de todas las Grandes Ligas en jonrones (146), total de bases (2,065), extrabases (429) y slugging (.375).

Miami además ha expresado interés en el agente libre Nicholas Castellanos, un cubanoamericano del sur de la Florida, aunque su precio podría resultar inalcanzable ahora mismo para la franquicia, que espera poder hacer contrataciones de más peso después del 2020, cuando se negocie un nuevo contrato de televisión que le reporte más dinero al equipo.

Los Marlins entran ahora en el último año de su actual pacto con la cadena Fox Sports, que le da al equipo entre 15 y 20 millones de dólares por temporada y es considerado el peor acuerdo entre los 30 equipos de las Mayores.

Entretanto, el sistema de granjas de la organización, uno de los mejores de todo el béisbol, sigue madurando figuras que podrían subir a Grandes Ligas tan pronto como este año, como los dominicanos Jesus Sanchez, Lewin Diaz y Sixto Sanchez, el bahamense Jazz Chisholm, Monte Harrison o J.J. Bleday, primera selección del último draft.

La oficina que encabeza Derek Jeter insiste en la palabra paciencia, pues, a fin de cuentas, Roma no se construyó en un día. Y Miami tampoco.

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Desde que ganaron la Serie Mundial en el 2005, los Chicago White Sox sólo volvieron a dominar la división central de la Liga Americana en el 2008.

Eran dirigidos por Ozzie Guillén y cayeron eliminados 3-1 por los Tampa Bay Rays en la serie divisional.

Desde entonces, solamente en el 2010 y 2012, los Medias Blancas terminaron con récord positivo, aunque insuficiente para avanzar a la postemporada.

En ese lapso, los Minnesota Twins (2009, 2010, 2019), los Detroit Tigers (2011, 2012, 2013, 2014), los Kansas City Royals (2015) y los Cleveland Indians (2016, 2017, 2018) se alternaron el dominio divisional, mientras la novena del sur de Chicago iniciaba un largo proceso de reconstrucción que parece finalmente terminado.

Las condiciones parecen dadas para que el equipo que dirige Rick Rentería tome por asalto la división central, donde Tigres y Reales pasan por horas muy bajas y los Indios empiezan a desmantelar el núcleo que los llevó hasta la Serie Mundial del 2016.

Chicago sacudió temprano el mercado de agentes libres este invierno al firmar al receptor cubano Yasmani Grandal por cuatro campañas y 73 millones de dólares, que representan el mayor contrato en la historia de la franquicia.

No habían pasado 24 horas y la gerencia anunció que el también cubano Jose Abreu, quien ya había aceptado una oferta calificada de 17.8 millones para el 2020, acordó una extensión por tres temporadas y 50 millones.

Y en arbitraje salarial, James McCann dobló su salario del 2019 y firmó por 5.4 millones y hará mancuerna con Grandal detrás del plato.

McCann es señalado como un factor fundamental en la consagración estelar del derecho Lucas Giolito, que tuvo 14-9 y efectividad de 3.41 en 29 aperturas este año, con 228 ponches en 176.2 entradas.

Por ahora, Giolito se ve como el líder de una rotación que quizás necesite un as más establecido para encabezar un grupo tan lleno de talento, como de interrogantes.

Para el 2020 se espera el regreso del diestro Michael Kopech y el zurdo cubanoamericano Carlos Rodon, quienes se sometieron a operaciones Tommy John.

Kopech y Rodón no dejan de ser unas incógnitas y de volver al tope de sus potencialidades, serán una adición importante a la rotación, que cuenta también con el dominicano Reynaldo Lopez.

Pero un serpentinero de la categoría de Zack Wheeler sería la guinda sobre el pastel, mientras que el cuerpo de relevistas luce sólido, con el cerrador dominicano Alex Colomé, su compatriota Kelvin Herrera, Aaron Bummer, Jace Fry y Evan Marshall.

La ofensiva es abundante, encabezada por Abreu, campeón impulsador de la Liga Americana (123) y el campocorto Tim Anderson, líder de los bateadores en el 2019, con average de .335.

El antesalista cubano Yoan Moncada tuvo el año pasado su tan esperado despegue y fue tercero de los bateadores del joven circuito, con promedio de .315, con 25 bambinazos y 79 impulsadas, al tiempo que rebajó en 63 la cantidad de ponches del 2018 al 2019.

El jardinero izquierdo quisqueyano Eloy Jimenez, en su segundo año en las Mayores, debe ser una fuerza ofensiva superior, mientras se espera mucho del cubano Luis Robert, a quien le encargarán la custodia de la pradera central y de quien se hablan maravillas en grado superlativo, tras una campaña en las Menores con 32 jonrones y 36 bases robadas.

Por ahora, el bosque derecho parece pertenecer al dominicano Leury Garcia, pero la gerencia podría seguir buscando en el mercado un agente libre bien cotizado como Nick Castellanos, o el polémico cubano Yasiel Puig, cuyo precio sería mucho más barato.

Es tanta la profundidad del equipo que el venezolano Yolmer Sanchez, ganador del Guante de Oro en la segunda base, fue dejado en libertad y ahora la apuesta es por el debutante Nick Madrigal, que en 2019 cometió cuatro errores en 932 inning y tuvo promedio de fildeo de .992 entre Clase A, Doble A y Triple A.

Los Medias Blancas terminaron terceros de su división en el 2019, con balance de 72-89, por detrás de Minnesota y Cleveland.

Pero la Tribu no luce en condiciones de competir este año e incluso tienen en el mercado a su jugador franquicia, el puertorriqueño Francisco Lindor.

Mientras tanto, los Mellizos tendrían que acercarse a su despliegue ofensivo de 307 jonrones, cifra récord en la historia de las Mayores, que los llevó a obtener 101 triunfos en la pasada campaña. Pero no se da todos los años.

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Cuando los Washington Nationals salgan en el 2020 a defender su título de Serie Mundial, lo harán con un equipo muy distinto al que conquistó la corona en octubre pasado.

Ryan Zimmerman, el jugador más emblemático de la franquicia desde el 2005, ya no estará, mientras es difícil que la gerencia pueda traer de regreso como agentes libres a Stephen Strasburg y Anthony Rendon, dos de los héroes de la victoria sobre los Houston Astros.

Tampoco estarán Howie Kendrick, Brian Dozier o los venezolanos Asdrubal Cabrera y Gerardo Parra, el Baby Shark, que se irá a jugar a Asia.

Cuando un equipo gana la Serie Mundial, sus fanáticos sueñan con que ese triunfo signifique el inicio de una dinastía.

O al menos, que sea capaz de defender con éxito la corona obtenida un año antes, algo que hasta ahora nadie ha podido conseguir en lo que va de siglo XXI.

La gerencia encabezada por Mike Rizzo tendrá que trabajar intensamente en el invierno para tapar los huecos que dejaron la partida de los peloteros antes mencionados y armar un equipo competitivo, como corresponde a un campeón defensor.

El primer paso ya lo dieron los Nacionales la pasada semana, al firmar por otros dos años al veterano receptor brasileño Yan Gomes.

Con ello garantizan una sólida defensa detrás del plato, con Gomes haciendo tándem con Kurt Suzuki, tal como resultó en el 2019. Y el trío de jardinero se mantiene incólume, con los jovencitos dominicanos Juan Soto y Victor Robles en el izquierdo y el central, respectivamente, junto al veterano Adam Eaton en el derecho.

Pero en el cuadro interior, solamente Trea Turner tiene su puesto seguro en el campo corto.

Todo parece indicar que el equipo apostará por el jovencito Carter Kieboon, prospecto número uno en la organización, para defender la intermedia y formar combinación de doble matanza con Turner.

Kieboon, primera selección de los Nacionales en el reclutamiento del 2016, se tomó un café en Grandes Ligas en el 2019, pero apenas ligó cinco hits, dos de ellos jonrones, en 39 turnos, para average de .128 y 16 ponches.

Pero es un hombre que en AAA maltrató a los lanzadores rivales, con una línea ofensiva de .303-.409-.493 en 109 partidos, con 16 bambinazos y 79 impulsadas.

Para la primera base, una opción viable sería traer de vuelta al menos por un año a Zimmerman, quien no parece decidido a retirarse, pero sólo quiere jugar en el único equipo que ha conocido en las Mayores.

El problema de Zimmerman es que apenas jugó en 85 partidos en el 2018 y 52 en el 2019, por lo que necesitará ayuda en la inicial y ahí podría beneficiarse Jake Noll, un novato que tendrá 26 años para el inicio de la temporada y que no parece estar llamado a convertirse en una estrella.

En la antesala, si Washington no logra recuperar a Rendón, una posibilidad sería firmar por uno o dos contiendas al veterano Josh Donaldson, de 34 años, quien revivió su carrera en el 2019 con los Atlanta Braves.

O pactar por tres o cuatro campañas con Mike Moustakas, de 31, quien también tiene la capacidad de desempeñarse en la intermedia y ha promediado 33 vuelacercas y 89 remolques en las tres últimas temporadas.

El problema se complica aún más cuando se trata de reemplazar a Strasburg, ganador de 18 partidos y hombre que se comió 209 episodios en 33 aperturas, al mantenerse saludable durante toda la campaña por segunda vez en su carrera.

Ahora mismo, la rotación sólo tiene tres hombres asegurados: el estelar Max Scherzer, el veterano venezolano Anibal Sanchez y el zurdo Patrick Corbin.

Difícilmente Rizzo salga al mercado a comprar a esos dos que necesita para completar su rotación, pero al menos uno deberá buscar para reemplazar a Strasburg, que bien podría ser el zurdo Dallas Keuchel, mientras que el derecho Wil Crowe podría recibir finalmente su oportunidad de debutar en Grandes Ligas como quinto abridor.

La pregunta es: ¿Por quién vale más la pena apostar, a sabiendas de que el equipo no tiene la capacidad de traer de vuelta al mismo tiempo al antesalista Rendón y al serpentinero Strasburg?

Rendón ha sido un jugador con un rendimiento estable, con promedio de 25 jonrones y 100 carreras impulsadas en los últimos cuatro años, aparte de ser un defensor de altos quilates en la esquina caliente.

Strasburg tuvo en el 2019 su mejor temporada y apenas la tercera con al menos 30 aperturas. Por segunda ocasión superó los 200 episodios de labor y sus 251 abanicados fueron la mayor cantidad en su carrera para una campaña.

No por gusto Rendón y Strasburg aparecen en los lugares dos y tres, respectivamente, de los agentes libres más cotizados, sólo superados por Gerrit Cole.

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Lo más complicado del negocio del béisbol es el tema que involucra a seres humanos.

No se está comerciando con mercancías inertes y por tanto a veces hay que tomar decisiones dolorosas, pues involucran sentimientos.

Duele dejar partir a un jugador que lo dio todo por un equipo que ya no tiene la capacidad financiera para retenerlo.

Pero siempre hay esos peloteros cuyos conjuntos deberían hacer lo posible y lo imposible por impedir que se vayan a otro lado y hacerlos suyos hasta el final de su carrera.

He aquí cinco de esas joyas a retener a largo plazo, sí o sí.

Rafael Devers
Desde que en el 2017 puso un pie por primera vez en un terreno de Grandes Ligas, el antesalista dominicano de los Boston Red Sox demostró ese extra que no se ve todos los días, ni se compra en una oferta de Viernes Negro.

Cada año Devers se supera a sí mismo y pareciera no tener límite en su crecimiento deportivo.

Con 23 años acabados de cumplir y una proyección ascendente, está en el momento idea para recibir una extensión de contrato por al menos siete años y un monto que le suba merecidamente los 614 mil dólares de salario que recibió en el 2019.

El problema es que Boston tiene demasiado dinero comprometido a largo plazo en los pactos de Chris Sale, David

Price, Xander Bogaerts, Dustin Pedroia y J.D. Martinez y habría que ver si la gerencia quiere seguir aumentando la carga.


Fernando Tatis Jr.
Olvídense de los 300 millones que los San Diego Padres apostaron por Manny Machado.

La verdadera estrella, las más rutilante del equipo californiano, es Fernando Tatis Jr.

Sus capacidades ofensivas y defensivas, su atleticismo, IQ beisbolero y su juventud, hacen de este dominicano un paquete completo, llamado a ser uno de los grandes de este juego.

Todavía ni siquiera tiene edad legal para beber una cerveza (cumplirá 21 en enero), así que debería faltar mucho tiempo antes de que empiece a declinar su curva de rendimiento y podrían los Padres mirar a su joven estrella con luz muy larga.

Su único punto en contra, al menos por lo que se vio en el 2019, es si podrá mantenerse saludable.

En su temporada de debut se perdió 77 juegos durante dos estancias distintas en la lista de lesionados y ningún equipo está dispuesto a abrir la billetera de par en par por alguien que ande siempre lastimado.


Christian Yelich
Yelich pasó de ser un muy prometedor jugador en los Miami Marlins a una superestrella con los Milwaukee Brewers.

Está firmado hasta el 2021, con una opción del equipo para el 2022, que es casi seguro que los Cerveceros ejerzan, en vez de ponerle una oferta de extensión sobre la mesa.

Pero el jardinero le ha cambiado la faz a Milwaukee desde su llegada en el invierno del 2018 y en ambas ocasiones ha sido la bujía que llevó al equipo a dos postemporadas seguidas.

Ha aprovechado las condiciones del Miller Park para convertirse en uno de los mejores bateadores de todo el béisbol y eso es algo que la gerencia no debería pasar por alto.

Tendrá 28 años para el arranque de la temporada. Una extensión que le garantice dos o tres temporadas más allá del 2022 sería justa. Nada de pactos a larguísimo plazo que luego terminan pesando más que un piano.


Javier Baez (CHC)
Cada vez está más claro que los Chicago Cubs no retendrán por mucho tiempo a Kris Bryant o a Anthony Rizzo.

El núcleo del equipo que ganó la Serie Mundial del 2016 y parecía destinado a establecer una dinastía se va desmoronando y Chicago necesita una figura que sirva de poste para lo que venga en el futuro.

Ese hombre es el puertorriqueño Javier Baez. Tiene el carisma, el liderazgo, la inteligencia y la calidad para ser el jugador-franquicia.

Es, a no dudarlo, el pelotero más divertido de ver en todo el béisbol, con esa capacidad e instinto únicos para explotar a su favor los más mínimos detalles del juego y dañar al rival, ya sea con el bate, con el guante o con su corrido en las bases.

Está bajo control del equipo hasta el 2022, cuando será agente libre, en tanto es un año más joven que Yelich.

Amarrar a Báez a un contrato que elimine de un plumazo las siempre incómodas negociaciones anuales del arbitraje salarial y le garantice al pelotero tranquilidad laboral es algo beneficioso para ambas partes.

El boricua tiene la capacidad de defender varias posiciones con igual maestría. En caso de que con los años pierda la movilidad necesaria para el campocorto, el equipo puede moverlo a otra responsabilidad con menos exigencias.


Juan Soto
Los Washington Nationals deberían evitar todo el drama que envolvió el año pasado la salida de Bryce Harper hacia la agencia libre.

Por ello, deberían hacer al dominicano Juan Soto un Nacional para toda la vida.

Sin Anthony Rendon, ni Ryan Zimmerman, Soto es la cara de la franquicia y a diferencia de lo que fue Harper en sus años en Washington, al jovencito dominicano se le ve como una influencia muy positiva dentro del clubhouse.

Acaba de cumplir 21 años en medio de la Serie Mundial, así que el gerente general Mike Rizzo debe ir pensando en unas cifras, tanto de tiempo de contrato, como de dinero, que ni el mismísimo Scott Boras, agente de Soto, pueda rechazar.

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MLB, Jorge Morejón, Baseball

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