<
>

Voracidad de FMF contra Cruz Azul y Toluca

En los meses previos al Mundial, Justino se transforma en una especie de Cristiano Ronaldo: amaga, corre y dispara a gol para dejar en claro que la selección mexicana es un negocio redondo. AP Photo

LOS ÁNGELES -- El forzado e indeseado e indeseable amistoso ante Estados Unidos, cada vez resulta más estorboso. Se convierte en una molesta piedra en el camino.

Miguel Herrera sólo puede recurrir a los jugadores de la Liga MuyEquis. Es un partido que no sanciona FIFA, pero que sanciona la Concacaf para satisfacer los caprichos personales de Sunil Gulatti y Justino Compeán, presidentes de la USSoccer y la FMF.

Este encuentro fue acordado, negociado, detalladamente, en Costa do Sauipe, en los prolegómenos del Sorteo Final de la Copa del Mundo.

Los dos dirigentes son amigos íntimos, comparten veladas en Coyoacán, e incluso la esposa de Sunil, Marcela, es mexicana. Ellos idearon estas confrontaciones amistosas contra viento y marea, y sólo Jack Warner, marginado del negocio en su momento, logró prohibirlo durante dos años.

El pacto es sencillo: en este caso es una forma de agradecimiento del futbol mexicano al de Estados Unidos por rescatarle la plaza de la repesca, luego de la selección de Jurgen Klinsmann consiguiera una poderosa remontada sobre Panamá, eliminando a los canaleros, en beneficio de un Tri que a su vez era victimado en Costa Rica.

El gesto de agradecimiento es loable. Evitó una tragedia financiera a la FMF, y seguramente una debacle futbolística al balompié mexicano.

El problema es que este juego del 2 de abril en Phoenix llega en un momento inapropiado, incorrecto, innecesario, y atentatorio contra los planes de los clubes que deben cargar con este encuentro, como una imposición caprichosa.

¿Qué es más importante? ¿Este partido amistoso o los juegos de semifinales de Concachampions para Cruz Azul y Toluca?

¿O qué es más importante? ¿Este capricho tradicional de Sunil-Justino o el reposo de actividad a media semana para los ajetreados jugadores de León y Santos?

Cruz Azul sabe que para este juego deberá ceder a Jesús Corona, Rogelio Chávez y Marco Fabián de la Mora.

¿Y si Miguel Herrera decide nuevamente citar a Alfredo Talavera, Miguel Ponce y al Conejito Brizuela por Toluca?

Y en el caso del León, ¿debe ceder a Gullit Peña, Rafa Márquez, Luis Montes, Gallo Vázquez y Aros Hernández?

¿Santos enviará a la guerra a Oribe Peralta?

Esmeraldas y Guerreros tienen citas libertadoras en la semana previa y en la posterior a este encuentro.

Ojo: León y Santos tienen aspiraciones vigentes en la Liga MuyEquis, competencia en la que Cruz Azul y Toluca ya están clasificados.

Pero, además, en la Copa Libertadores, con el nivel que han mostrado, por encima de la mayoría de equipos sudamericanos, es evidente que ven la posibilidad de convertirse en protagonistas de fases finales.

Además, para Cementeros y Diablos Rojos, la posibilidad abierta del boleto a la Copa Mundial de Clubes, es una poderosa tentación, y evidentemente desean contar con su arsenal completo.

Incluso a nivel personal se plantea un conflicto de intereses: Marco Fabián y Rogelio Chávez juegan su última carta abierta ante Miguel Herrera para ir al Mundial de Brasil en ese amistoso estorboso ante Estados Unidos.

No hay duda que su responsabilidad es muy clara: el club les paga, aunque el Mundial sea un sueño que hasta hace unos días era imposible de satisfacer.

¿Y qué pasará entonces si Klinsmann convoca a jugadores de su selección que militan en la Liga Mexicana?

¿Deben los clubes ceder ante El Piojo pero ante Klinsmann? Porque Hérculez Gómez también tiene Concachampions con los Xolos de Tijuana.

Nuevamente, pues, errores de planeación, con avaricia extrema incluida, y la intransigente y obcecada postura caprichosa de Sunil y Justino, colocan en un innecesario dilema, en una indeseable encrucijada a Miguel Herrera, que sabe que no debe forzar, innecesariamente, la buena relación con algunos técnicos.

Porque además, los clubes tienen todo el derecho a negarse a prestar a los jugadores sin riesgo de sanciones.

Es evidente que no deben sacrificar sus intereses deportivos, por satisfacer, simplemente, la gula desenfrenada de los directivos.