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De nuevo Jim Joyce con otro error (horror) arbitral

Jim Joyce vuelve a manchar su reputación arbitral con un error garrafal. Más que un error, fue un horror.

Se jugaba la parte baja de la tercera entrada en el Progressive Field de Cleveland.

Los dueños de casa, los Indios de Cleveland vencían 2-1 a los Astros de Houston y amenazaban con hacer más, con corredores en tercera y segunda y dos outs en la pizarra.

El bateador Lonnie Chisenhall hizo medio swing a envío bajo del abridor dominicano David Paulino, quien hacía su debut en Grandes Ligas.

Al tratar de aguantar el swing, Chisenhall hizo contacto con su bate y la pelota se fue hacia atrás.

Pero Joyce, umpire principal del partido, fue incapaz de ver el foul evidente y de escuchar el sonido de la bola al chocar con el bate.

A sus ojos y oídos, se trataba de un lanzamiento desviado, que permitió a los dos hombres anotar carreras, mientras el cátcher de Houston, Jason Castro, le reclamaba justamente al árbitro.

Considerado uno de los mejores umpires de las Grandes Ligas, Joyce ya estaba condenado a ser recordado por arrebatarle al lanzador venezolano Armando Galarraga la posibilidad de un juego perfecto el 2 de junio del 2010, cuando fue el único ser humano en todo el mundo que no vio el que sería el out 27.

Entonces no estaban implementadas las reclamaciones a través del video y Galarraga, quien lanzaba para los Tigres de Detroit ante los Indios, se quedó a un paso de su hazaña por el mal juicio de Joyce, quien actuaba como oficial en primera base.

Cuando aquel incidente se diluía en el tiempo, vuelve Joyce a meter la pata de una manera brutal y ¿coincidentemente? vuelven a ser a ser los Indios los beneficiados con su error.

Para colmo de males, los cuatro árbitros se reunieron y no fueron capaces o valientes de revertir una situación a todas luces errada.

Y es que los conteos de lanzamientos no están contemplados en las reglas para ser reclamados a través del video.

Pero la función de los jueces no es sólo aplicar las leyes, sino interpretarlas.

No se trababa de un simple pitcheo cantado bola o strike, sino de una jugada que tuvo continuidad y costó dos carreras.

Los umpires debían haberse atribuido el derecho de una excepción y revisar la repetición en cámara lenta, en aras de la justicia.

Como se hizo excepcionalmente en 1999, en el antiguo estadio de los Florida Marlins para definir si un batazo de Cliff Floyd había sido o no cuadrangular.

Para ponerle la tapa al pomo, cuando el manager de los Astros, A.J. Hinch, le reclamó de manera pausada, sin aspavientos, Joyce optó por expulsarlo.

Ahora, al estigma del juego no perfecto, se le suma esta pifia monstruosa, que de haber tenido un poco de vergüenza y menor orgullo, habría buscado las maneras de reparar.