BUENOS AIRES -- Ya está, ya pasó, termió el primero, el menos recordado cuando finalicen las tres batallas de esta Revolución de Mayo. Sí, es cierto que el primer clásico consagró en soledad al nuevo líder del torneo local y también es cierto que los primeros noventa minutos significaron el mejor combustible anímico para hacerle frente a los cruces en la Copa Libertadores. Por lo que Boca ha ganado definitivamente el partido de la CONFIANZA con un 2 a 0 que infla pechos, relaja nervios, tensiones y permite respirar mucho mejor.
Sin destacarse una gran figura, Boca supo contener sus miedos. Un error, un yerro o una mala decisión en esta clase de juegos pueden significar la peor condena en la religión de la pelota. Los elegidos por el Vasco querían pasar hasta inadvertidos dejándoles la responsabilidades a sus compañeros. De esta manera difícilmente se consiga hilvanar un juego que ilusione.
El primero fue el menos importante de los tres, el que menos cosas tenía en juego. Por lo que si ambos equipos reflejaron lo que reflejaron en el puntapié inicial me da miedo imaginarme lo que nos espera este y el próximo jueves, donde ahí se escribirá en grande la historia.
El único jugador que aportó calma, claridad y experiencia para esta clase de partidos fue Fernando Gago. Con su ingreso Boca se despabiló y las contracturas que generaban las tomas de decisiones en sus compañeros, el hombre de la Selección Argentina las supo transformar en un horizonte mucho más claro para atacar al rival.
En el inicio de juego el peligro que Boca le causó a River fue con pura colaboración, involuntaria claro, de River. Entre su arquero y sus defensores le brindaron a Boca un abanico de posibilidades que los locales no supieron cristalizar. Corrieron los minutos y el clásico comenzó a pesarle principalmente a los jugadores. Como si quisieran sacárselo de encima y saltar inmediatamente a los de la Copa. Y esa pesadez se trasladó al público hasta que los cambios del entrenador significaron la solución a un difícil crucigrama.
Los goles los hicieron Cristian Pavón y Pablo Pérez, aunque pudieron haberlos hecho cualquier otro. No fueron responsables de jugadas que quedarán grabadas en las retinas de la historia ni mucho menos. Las desatensiones de River volvieron a decir presente sobre el ocaso y el local con los ojos bien abiertos desde el banco de suplentes lo supo administrar a favor.
Boca fue más y mereció ganar, pero su juego colectivo no fue confiable. Sin embargo los clásicos hay que ganarlos y Boca no solo lo ganó. Sino que ganó quizás el más importante, el de la confianza, el del envión que le puede dar el impuslo suficiente para pegar uno de los saltos más lindos de su historia.
Ahora la responsabilidad contrariamente a los que muchos creen, la tiene Boca. El gol de visitante lo obligará al Vasco a plantear un partido bien ofensivo sabiendo que a River un empate sin goles le viene muy, pero muy bien. Es cierto que se define en La Bombonera, pero si se definiera en el Monumental dentro de algunas horas sería mucho mejor para Boca. El 2 a 0 le da y de sobra mucha CONFIANZA.
BUENOS AIRES -- Desde hace ya dos años que algo ha cambiado y aún nadie pudo descubrir de qué se trata. Evidentemente va más allá de nombres propios porque el entrenador más exitoso de la historia del club no ha podido modificar el guión ni siquiera con la colaboración de uno de los máximos ídolos xeneizes.
El verbo elegido por Román Riquelme cuadró y todavía cuadra a la perfección: "sufrir". Resistir, aguantar, tolerar y soportar forman parte de una lista de sinónimos de "sufrir" que por ahora no aceptan "acostumbrar". Sin embargo pareciera que Boca, de no protagonizar un cambio rotundo, va camino a acostumbrarse a no ganar algún. Sí, y ya van dos años.
La Bombonera habla y muchas veces al oficiar de Cabildo Abierto ha dado a conocer sus veredictos. Por ello opto por quedarme con la voz del hincha, el parecer del fanático o el análisis más crudo de la tribuna al momento en que la pasión pisotea la razón. Y entre pasillos, escalinatas o ascensores del estadio la coincidencia copa la escena y con trazo grueso y tono quejoso argumenta que la sensación que dejó la eliminación con River en la Sudamericana sintetiza de alguna manera el mal que padece Boca.
"En el partido de ida, Boca se la pasó quejándose por como pegó River y en la mismísima Bombonera", entre dientes se lamentaba un socio vitalicio. "Abuelo, yo crecí aprendiendo que los que se quejaban siempre de los árbitros eran los de River, que los que te comían hasta el hígado en cada pelota eran los de Boca, que los que se morfaban veinte goles por partido eran los de River y que nosotros festejábamos siempre con un gol de otro partido...o no?", le retrucaba el nieto al vitalicio. "Algo cambió nene, algo cambió...", lamentó coincidir resignado el Abuelo.
No lo considero un diálogo menor...
Comenzamos a recorrer un nuevo mercado de pases. Durante el último tiempo cada seis meses Boca ha demostrado que le costó bastante acertar con el jugador indicado. Sí, es cierto que la mayoría de las recientes incorporaciones llegaron con una carta en alza de muy buen rendimiento en sus anteriores clubes. Sin embargo al momento de defender los colores ha quedado evidenciado que la azul y amarilla no es para cualquiera.
Antes de haber elevado las copas para el brindis de fin de año, Arruabarrena solo habrá podido cumplir dos deseos. Juan Forlín se quedará a jugar la Copa Libertadores y Pablo Pérez ya firmó como primer refuerzo. El aspecto defensivo parece ir "en teoría" tomando forma. En cambio la generación de juego aún sigue sin definición. Y sobre este aspecto el Vasco ya le manifestó su necesidad imperiosa a los dirigentes. Quizás las novedades las traigan los Reyes Magos. Para los primeros días de enero Boca ya habrá comenzado la pretemporada en Tandil.
Una final con Vélez que definirá si la hoja de ruta de la Libertadores es sinuosa o recta en medio de compromisos amistosos que deberá cumplir. Así comenzará Boca 2015, con el sabor amargo de los últimos dos años y al mismo tiempo con el aire esperanzador que llegó con el arribo del Vasco.
Sin muchos cambios algo deberá cambiar rápido. Y lamentablemente el intento deberá llevarse a cabo en medio de un año político y sin posibilidades de vuelta olímpica alguna antes de los seis meses, ya que el Torneo local será largo y la Copa América postergaría una hipotética semifinal y final de Libertadores. Por ende las cartas se jugarán todas juntas y muy cerca de la elecciones.
2015 será un Año Nuevo sin dudas. En cambio, que sea Feliz y Próspero por ahora forma parte del habitual deseo de cada fanático en estas fiestas en las que el hincha de Boca poco tiene por festejar.
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BUENOS AIRES -- Antes de jugarse el partido, el empate sin goles era una opción observada con muy buenos ojos. Sin embargo, el bajo nivel de juego no le permite a Boca disfrutar de este resultado. Distinta hubiera sido la historia si en el 0-0 se hubiera destacado Marcelo Barovero, pero lejos estuvo de subirse al escenario de los puntos altos. Y no precisamente por no haberlo hecho bien. Simplemente porque el local no significó un peligro constante en el área de River.
El Vasco Arruabarrena comenzó a preparar este partido basándose en dos premisas. Al elegir a Juan Manuel Martínez por sobre José Pedro Fuenzalida se inclinó a atacar definitivamente al rival con tres delanteros netos. Y la otra, antes de pensar en el arco de enfrente, el entrenador le recalcó a su equipo que lo más importante era que River no les convierta.
Y como el deseo de Arruabarrena se hizo realidad, la confianza y tranquilidad debería dominar la escena. Pero no es así. La escena es dominada por la preocupación debido a la pobre imagen que ofreció el xeneize. Los nervios lógicos y el miedo al error que los deje como únicos responsables de una probable eliminación, han convertido este partido en un cúmulo de voluntades que lejos estuvo de cristalizarse.
Si a este plano parcial del análisis, le agregamos la decisión de River de apostar por un juego brusco con mucha fricción y roce, se gesta lo que finalmente nos ofrecieron los primeros noventa minutos de la serie: un clásico que lejos estuvo de jugarse como tal. Es más, el ingrediente de jugar sobre un campo seco ha hecho presumir que estaríamos en presencia de un mejor espectáculo del ofrecido en El Monumental bajo un diluvio en el Torneo local. Sin embargo, aquel 1-1 fue mucho más atractivo que este 0-0 con condiciones climáticas ideales.
A partir de este momento será el turno de descansar, recobrar fuerzas y trabajar mucho para saltar al Monumental con alguna modificación seguramente desde lo táctico, en algún que otro apellido y por sobre todas las cosas con un cambio fundamental en el nivel futbolítistco.
El último capítulo se acerca y Boca debe estar satisfecho con el resultado, ya que de visitante con solo mejorar la imagen puede llegar a ser suficiente si tenemos en cuenta que este plantel se siente más cómodo cuando la presión se posa sobre el rival.
Con lluvia o sin lluvia, con viento o sin viento, lo más importante para el próximo jueves es que los 22 que protagonistas del desenlace de esta serie dejen de lado el miedo. Solo se trata de un partido de fútbol, quizás el más atractivo del mundo. Claro que por hora la atracción solo llega desde las tribunas.
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BUENOS AIRES -- El prólogo del Superclásico ya vibra en las calles gracias a ignotos protagonistas. Ellos son los verdaderos responsables de levantar verbalmente los pilares de una estructura que, a medida que se acerque la hora señalada del domingo 5 de octubre, se fortalecerá cada vez más para soportar uno de los espectáculos deportivos con mayor peso mundial.
Se licenciarán para sentirse parte en la previa, para vivir como si estuvieran corriendo detrás de la pelota durante el desarrollo y para amargarse o enorgullecerse en el ocaso de una tarde que seguramente algunos querrán olvidar y otros volverla a vivir.
El River - Boca ya comenzó a jugarse en el barrio, en las casas, en los lugares de trabajo, en los transportes públicos y hasta en silencio. Cada uno a su manera. Intuirlo, imaginárselo, analizarlo, simplemente vivirlo anticipadamente. Y como los medios de comunicación colaboramos para que ese fuego que se enciende varios días antes caliente cada vez más la entrada del gran plato principal, les ofrezco un selecto menú de cinco ingredientes que pueden llevar a Boca conseguir una victoria.
BASE EXPERIMENTADA
El primer detalle llamativo que se desprende de la formación titular elegida por el Vasco es que para más de la mitad de sus jugadores, será su primera vez en un Superclásico. Seis de los once que iniciarán en el Monumental tendrán su bautismo nada menos que en un estadio íntegramente local.
Sin embargo la alarma disminuye al encontrar experiencia en dos sectores claves como el arco y el centro del campo. Fernando Gago ya lo jugó seis veces y Agustín Orion, cuatro. Que la voz de mando de la defensa y el generador de juego del equipo conozcan de que se trata esta clase de partidos es un aliciente a la hora de guiar al resto.
DE PUNTO AL MONUMENTAL
Cuando comience el partido habrá sólo 11 visitantes y estarán defendiendo los colores de Boca en medio de un aliento ensordecedor destinado al rival. Bien custodiado y enfrente no sólo lo esperará el rival de toda la vida, sino que lo aguardará el actual campeón, el único líder del campeonato, el único protagonista del certamen que aún no conoce la derrota, el que arrastra un invicto de 17 partidos y quizás el equipo que mejor juega en el fútbol argentino.
Inconscientes factores de presión que el local deberá ratificar y que de hacerlo no desentonaría con su actualidad. En cambio, recorrer el camino solo con la presión de la historia aliviará mucho a Boca. Llegar de punto lo puede llevar a sumar de a tres.
LEVANTAR EN DEFENSA
Boca tiene más goles en contra que a favor. Desde que comenzó el torneo no ha podido afianzar su primera línea. Recién con la llegada de Arruabarrena parecía que comenzaría a consolidarse al menos al repetir a Marín, Echeverría, Cata Díaz y Colazo. Sin embargo las lesiones del capitán y de Juan Forlín, su reemplazante natural, obligaron al Vasco a improvisar sobre la marcha. Y tal cual ha declarado en las últimas conferencias lo preocupa seriamente el juego defensivo especialmente en el plano aéreo.
Este jueves el ensayo formal no convenció y finalizó con el entrenador reafirmándole conceptos a Marín y Echeverría. No hay mucho tiempo para corregir, habrá que mejorar cuando se levante el telón. Neutralizar al equipo más goleador del certamen significará un gran paso.
COLONIZAR EL MEDIOCAMPO
El efectivo juego de River se genera en el mediocampo. El circuito que tejen sus volantes convierten al Millanario en un equipo de presión constante que sólo mira el arco de enfrente. Si Erbes y Meli llegaran a custodiar efectivamente la espalda de Gago para permitirle al capitán asociarse seguido con Pachi Carrizo, Boca podrá visualizar el área rival más nítidamente.
Para conseguirlo las tres líneas deberán estar muy bien sincronizadas, algo que Boca no ha mostrado en los últimos partidos. Si el Superclásico los motiva para recuperar el juego ofrecido ante Vélez y ante Rosario Central, el Xeneize irá por el buen camino.
ROMPER LOS ESQUEMAS
Boca sin dudas extrañará a Riquelme. Más allá de nombres propios, este plantel no tiene un jugador que en su carta de presentación rompa el molde, altere la ecuación o que a través de una pelota parada desprenda ilusiones. Sólo dependerá de Fernando Gago para que con sus finas asistencias, gran técnica y buena lectura de juego pueda dejar en el umbral del gol a Calleri y su característica velocidad, o a Chávez y su patentada potencia. No deberán fallar y demostrar que pueden romper los esquemas.
La mesa está servida. Millones de comensales ya se alistan a degustar el plato fuerte del que todos sacarán su mejor tajada y cada uno, según su paladar, definirá el gusto que dominará en su boca.
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BUENOS AIRES -- Dos grandes ídolos no deberían estar envueltos en una guerra fría y menos utilizar los medios de comunicación para no hablar el uno del otro. Aunque para que existiera una guerra primero debe producirse el rompimiento de la paz entre dos o más potencias. Y en este caso puntual la provocación llegó solamente de una de las partes. La otra siempre se mantuvo en la misma linea de conducta pacifista, hasta para defenderse de las indirectas que partieron desde La Paternal con destino a Montevideo.
Riquelme decidió no firmar el contrato de renovación que le ofreció Boca. Román se fue sin dar a conocer los motivos de su alejamiento, dejando como único responsable de su salida a Daniel Angelici. El efecto desgaste de parte de una comisión directiva que, un su gran mayoría, nunca lo quiso, se cristalizó con la inesperada decisión del jugador de no aceptar la propuesta xeneize. Sin embargo cuando Argentinos Juniors presentó a su flamante incorporación sorpresivamente subió a escena Carlos Bianchi.
Riquelme le pagó al Virrey con la misma moneda.
Cuando finalizó el amistoso con Boca Unidos en Corrientes, y por enésima vez como viene sucediendo durante los últimos meses, al entrenador le preguntaron por la situación de Román y contestó sin traicionar sus convicciones: "De Riquelme no voy a hablar..." La misma respuesta devolvió el nuevo jugador del Argentios: "De Bianchi no voy a hablar..."
Y como si no fuera suficiente castigo hacia quien Román ha calificado más de una vez como un "padre", resaltó y subrayó: "Desde ahora, el mejor técnico lo tengo a mi derecha...", en referencia a Claudio Borghi. Un gesto provocador e ingrato.
Es cierto que Riquelme siempre manifestó que si regresó a Boca fue sólo porque Bianchi era el entrenador y no quería que sufriera en soledad. Es cierto que Riquelme públicamente siempre defendió a Bianchi después de cada derrota a lo largo del Torneo Final 2013 en el que el equipo finalizó penúltimo. Es cierto que Riquelme a la hora de definirlo como entrenador lo anteponía como un padre. Grandes gestos solidarios pero que no tienen porque ser recompensados con similares actitudes...¿o sí?.
A Román le molestó que Bianchi no pidiera su renovación a los gritos cada vez que tuvo un micrófono enfrente. El entrenador adujo que no se metería en el medio de decisiones económicas del club, pero siempre dejó en claro que esperaba a Riquelme, que lo necesitaba a Riquelme y que lo presionaba a Angelici para que resolviera pronto la renovación de Riquelme así no se retrasaba con la pretemporada.
Cuando la respuesta del Diez comenzó a dilatarse Bianchi evidentemente ya percibía que algo inusual podía llegar a suceder y en una nota a uno de los periódicos más vendidos de Argentina volvió a ratificar sus deseos de tener a Román. Si alguna vez lo comparó con su "padre", evidentemente este "padre" conoce bien a su "hijo" y lo que es capaz de hacer.
Con o sin el reclamo público de Bianchi hacia los cuatro vientos para que le renueven a Román, el desenlace de la historia hubiera sido el mismo. Riquelme tenía decidido irse a Argentinos Juniors, sólo que mientras se alejaba de Boca quería escuchar los mimos que Bianchi no le dio. Sucede que el entrenador estaba convencido que el Diez firmaría la renovación y que la extensa negociación era una más de las tantas disputas de poder con el presidente del club. Por lo tanto optó por la cautela.
Tanto Riquelme como Bianchi saben que Angelici es el único responsable de que Román hoy no esté en Boca. Sin embargo se habla (y se escribe) mucho sobre el grado de responsabilidad que le cargaron injustamente al Virrey.
Llama y mucho la atención que Angelici haya salido ileso en las primeras declaraciones de Riquelme como jugador de Argentinos Juniors. Quizás un ataque verbal hacia el presidente de Boca hubiera empujado a una comisión directiva despechada a publicar de alguna manera el contrato que le ofrecieron a Román. Al igual que en la cancha, cambió de frente en el momento justo.
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BUENOS AIRES -- El domingo comenzaba a despedirse con la mueca de lamento forzada por Mario Götze. Sin embargo las grandes avenidas de las diferentes ciudades argentinas rebalsaban de celeste y blanco. El reconocimiento popular se volcó a las calles sin el exitismo con el que acostumbra a vestirse la derrota. ¡Se festejaba el segundo lugar!... Sí, se festejaba el segundo lugar.
Impulsado desde todos los puntos cardinales mediáticamente de manera ejemplar. Como a mí criterio debería suceder siempre desde los grandes medios formadores de opinión. Inculcar en el mensaje que ser primero, segundo o tercero es meramente una consecuencia de un juego que se ha convertido en un negocio.
Y sobre este sustantivo voy a frenar. El "negocio" del fútbol evidentemente hace que cada circunstancia que rodea al deporte tenga diferentes valores según el cristal con el que se la analice. Detrás de cada cristal hay intereses que respaldan a algunos de los diferentes medios de comunicación más influyentes que a la hora de emitir opinión destacan o defenestran, por ejemplo, un segundo lugar.
Sin viajar mucho en el tiempo (y seguramente por mi habitual estadía laboral en Boca) inmediatamente recordé el cuestionamiento de parte de la gran mayoría de canales, radios y diarios hacia Carlos Bianchi cuando el entrenador declaró irónicamente: "no sabía que no sirve salir segundo" luego de conseguir el subcampeonato en la última fecha del Torneo Final 2014.
Y como una llave a veces abre más de una puerta, comencé a recodar más situaciones que se vivieron en esta Copa del Mundo muy similares a las que me tocó vivir últimamente en Boca, pero con diferente tratamiento popular de la noticia.
A mediados de 2012 desde el círculo íntimo de Riquelme, voluntaria o involuntariamente, se instaló el día antes de jugar la final de la Copa Libertadores que Román dejaría el equipo luego del partido con Corinthians y hasta llegué a escuchar que lo tildaron de "desestabilizador intencional". Dos días antes de protagonizar la final de la Copa del Mundo, allegados a Alejandro Sabella, voluntaria o involuntariamente, instalaron que el entrenador no seguiría después del partido con Alemania. La reacción periodística en su gran mayoría no observó signos de mala intención.
Mientras Román definía dónde iba a jugar en 2013 criticó el sistema de juego del por entonces técnico de Boca, Julio César Falcioni, manifestando que: "primero Boca debe saber a qué quiere jugar" y a Riquelme lo trataron de irrespetuoso y busca pleito. En cambio cuando Lionel Messi fue crítico con el sistema de juego de Sabella, al término del partido con Bosnia, la gran mayoría le dio la razón como la única salida para potenciar su juego.
A principios de 2014 cuando Bianchi le dijo que no a la llegada de Ever Banega a Boca argumentando: "si yo tengo pasta en el plato (por Fernando Gago), no voy a seguir pidiendo pasta", fue cuestionado desde todos los costados. El rendimiento de Banega en Newell´s no fue el que todos esperaban y no se escuchó públicamente que con el tiempo le dieran la razón al entrenador.
Quiero dejar en claro que no cuestiono las declaraciones de Bianchi, de Riquelme, de Messi, ni de los allegados a Sabella. Entiendo que cada uno de ellos siempre buscó al hacer público su deseo el bien común en pos de un objetivo. Solo que la Copa del Mundo ha despertado en mí algunos interrogantes como el por qué, sobre una misma circunstancia del juego, a veces existen diferentes tratamiento de la noticia.
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BUENOS AIRES -- Rápidamente, el prematuro adiós de Riquelme ofertó fecha de vencimiento en un escenario lleno de luces por el protagonismo de Carlos Bianchi. Maquillado con una mezcla de arrepentimiento y heroísmo en medio de un mercado de pases que no logró seducirlo, Román decidió volver para sufrir al lado del Virrey. Estas fueron las primeras escenas tras levantarse el telón de la tercera zaga dirigida por el entrenador más ganador en la historia del club.
Y Riquelme no se equivocaría. El sufrimiento dominó de punta a punta en el 2013.
En el primer semestre se vio la mejor versión futbolística de Boca en estos 12 meses y paralelamente una de las peores de la historia. La gran apuesta fue la Copa Libertadores, no defraudó en cuanto al juego y los penales decidieron el resto. En cambio en el torneo local terminó anteúltimo y al borde de ser la peor cosecha de puntos de sus 108 años.
El segundo semestre no fue muy diferente, hasta me animo a definirlo como peor a pesar de haber llegado a la recta final del Torneo Inicial con grandes posibilidades de campeonar. Sin embargo, careció de algo que no se compra en ningún mercado de pases: actitud. Y si a esta pasividad a la hora de jugar le agregamos que el nivel futbolístico siguió estando en deuda, el paisaje inspiraba desolación. ¿Así y todo pudo haber dado la vuelta olímpica? Sí, tranquilamente. Claro que este análisis ya pertenece al mezquino fútbol argentino.
La principal respuesta de por qué Boca protagonizó un año mediocre, tal cual lo definió Bianchi, se encuentra en las lesiones. Más lesiones que puntos durante toda la temporada. Superó las 60. Este tema obligó al Virrey a no poder consolidar un once de memoria, a tal punto de llegar a improvisar a jugadores en puestos impensados como Cristian Erbes en el lateral derecho de la defensa o Ribair Rodríguez como marcador central.
El año de Román tampoco fue el ideal. El capitán había regresado para colaborar con un equipo que según sus palabras lo hacía sufrir cada vez que lo veía jugar desde su casa. Mucho no pudo hacer, ya que el 10 no fue la excepción en cuanto a lesiones. Jugó en 25 de los 48 partidos oficiales, de los cuales sólo completó 16, y convirtió 4 goles. Padeció 5 lesiones.
No sólo Bianchi y Riquelme regresaron en 2013. Fernando Gago cumplió un anhelo de varios años. El deseo familiar se unió a su objetivo Mundial y decidió permanecer en el fútbol argentino cerca de su Selección. Y fue una de las tantas víctimas del gran enemigo de Boca en la temporada. Aunque su padecimiento con las lesiones excede al Xeneize. Cada vez que fue titular, su gran nivel técnico ha salvado al equipo de un naufragio futbolístico aún peor del que sufrió.
Si dejan atrás definitivamente sus contratiempos musculares, Gago y Riquelme se convertirán, sin dudas, en los dos mejores refuerzos con los que pueda contar Bianchi en 2014. Más allá del lateral derecho y el marcador central que incorporará durante este verano, el nuevo y estricto lema impuesto por Daniel Angelici es NO comprar más y SÍ contratar a préstamo.
El presidente parece estar cansado de traer jugadores "figuras" en otros clubes y que a la hora de vestirse de azul y oro no cumplan con las expectativas. La lista de 2013 la completan Emmanuel Gigliotti, Claudio Riaño, Cata Díaz, Franco Cángele, Chiqui Pérez, Burrito Martínez o Ribair Rodríguez.
Dicen que hay vestuarios que se devoran entrenadores. Puede ser el caso de Boca, aunque con la espalda de Bianchi difícil que lo asuste. En cambio este "afamado" vestuario ha "asustado" a varios jugadores durante este año. Leandro Somoza, Santiago Silva, Walter Erviti y recientemente Cángele. En fin, el vestuario seguirá, los referentes permanecerán y el entrenador deberá aceitar su cintura para manejarlo de la mejor manera sabiendo que no será un semestre más.
Serán meses de un exhaustivo análisis de parte de la dirigencia para, a mitad de temporada, definir si le renovarán el contrato nada menos que a Juan Román Riquelme.
Atrás queda un Mediocre 2013 que le deja paso a 2014, un año en el que Boca volverá a mirar la Copa Libertadores por televisión. Algo inusual para Bianchi, un entrenador que no está acostumbrado a estas realidades. Basta comparar los 45 puntos que cosechó en el primer torneo que dirigió a Boca en 1998, saliendo campeón invicto, con los 47 de 2013.
Claro, 47 puntos si sumamos los dos torneos del año...
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