En días recientes se suscitó un incidente entre el columnista del diario Houston Chronicle, Brian T. Smith, y el pelotero dominicano de los Astros de Houston Carlos Gómez en el cual el periodista -- quizás con todo el propósito del mundo o quizás no -- citó al pelotero literalmente, sabiendo que el inglés es su segundo idioma.

Según se publicó el viernes en ESPNdeportes.com, "en su columna en el Chronicle, publicada la semana pasada, Gómez fue citado diciendo en inglés, "For the last year and this year, I not really do much for this team. The fans be angry. They be disappointed (que en español, se traduciría como "Para el año pasado y este año, yo realmente no hice mucho para este equipo. Los fanáticos están enojados. Ellos están decepcionados".

Muchos, incluyendo a Gómez, creen que la cita se utilizó tal cual buscando hacerlo parecer tonto.

Más allá de la cita, el artículo de Smith estaba claramente inclinado a criticar al jugador por su pobre arranque, bateando para .196 hasta el 13 de mayo, y cuestionar la astucia de la gerencia por hacer un cambio con los Cerveceros de Milwaukee el año pasado para conseguirlo. La columna, en general y no solo la cita, es de "mala onda", especialmente cuando tomamos en cuenta que el resto de las citas estaban redactadas en inglés perfecto. En fin, es obvio que era algo "personal", una dura crítica a un jugador que está pasando por un mal trecho. Pero una cosa es criticar, parte crucial del ejercicio del periodismo, pero otra es insultar.

No conozco a Brian T. Smith, pero en los casi 27 años de trayectoria que tengo en el periodismo deportivo, esta no es la primera vez que me hago esta pregunta: ¿Por qué el periodismo deportivo está tan dominado por los hombres blancos?

En numerosas ocasiones he entrado a camerinos, tanto en la NBA como en MLB, para encontrarme con la escena de decenas de reporteros, todos blancos, haciendo preguntas a deportistas latinos o afro-americanos. A veces, las preguntas son tan condescendientes que ameritan que se analice si en realidad hemos superado las barreras racial y de género en el mundo de los deportes.

Y aparentemente no soy el único. El columnista Dexter Rogers, del portal Colorlines.com, una vez reclamó que el mundo deportivo "está en momentos difíciles porque sigue siendo un bastión de privilegio blanco en el periodismo".

Incidentes como el que Smith está protagonizando con Gómez ponen en relieve las vicisitudes que los deportistas de minoría, y las mujeres, tienen que vivir a diario. Dejemos a un lado los grandes salarios y su celebridad y concentrémonos en el hecho de que son seres humanos, muchos de los cuales vienen de orígenes humildes y han sudado demasiado esfuerzo para verse sometidos a tan increíble falta de respeto.

Al igual que las organizaciones deportivas ofrecen facilidades para los deportistas de minoría, como el caso de MLB que provee traductores, quizás los gremios como la Asociación de Escritores de Béisbol de EEUU (BBWAA, por sus siglas en inglés), podría comenzar a concientizar un poco a sus miembros sobre la necesidad de tener un poco de tacto en esta era en la cual todo tiene que ser "políticamente correcto".

¿Tiene razón Gómez al sentirse insultado? Claro. Vamos a ver si Smith puede contestar preguntas en español. De hecho, esa sería la mejor manera de manejar el asunto en público, pero publicista de Gómez yo no soy.

¿Debe convertirse este incidente en una tormenta mediática? No.

Lo que sí debería ocurrir es un diálogo profundo sobre el panorama cambiante en la etnicidad del deporte estadounidense y como la institución del periodismo deportivo debería estar evolucionando con ello.

Según MLB.com, las plantillas de los equipos de Grandes Ligas en el Día Inaugural este año sumaron 230 jugadores nacidos fuera de los Estados Unidos, la gran mayoría de ellos de América Latina, liderados por República Dominicana (83), Venezuela (65), Cuba (18) y Puerto Rico (13).

No hay razón para sentarse a buscar una justificación para lo que Smith le hizo a Gómez, ni tampoco hay que salir corriendo a linchar al periodista por su obvia ignorancia. Smith tendrá que vivir con lo que hizo y en algún momento se dará cuenta que cuando se le aplica calor al mundo de los malvaviscos, ellos tienden a derretirse.

Mientras tanto, todo los latinos debemos emular la respuesta de Gómez a todo esto, a través de Twitter: "I am confident and proud of who I am".

Eso no hay que traducirlo.

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El axioma de que el tiempo cura todas las heridas aplica a casi todo en la vida, pero solo cuando el sujeto del tema es uno tangible. No es así cuando se trata de un legado. Es por eso que el caso de Adrian Peterson, como muchos otros, es uno que deja, no importa como uno trate de mirarlo, a uno con un sabor amargo.

Ahora que ha quedado claro que Peterson no regresará a los emparrillados de la NFL esta temporada, y que sin duda la decisión del comisionado Roger Goodell a esos efectos desatará lo que será una sólida batalla legal, al fanático de a pie solo le queda una cosa por hacer; decidir si, en efecto, Peterson se merece una segunda oportunidad.

Al igual que los sonados casos de Ray Rice, Michael Vick, Ben Roethlisberger, Kobe Bryant, O.J. Simpson, Barry Bonds, Roger Clemens y Alex Rodríguez -- todas estrellas en su momento que han caído en desgracia -- ahora le toca a la Nación NFL juzgar cuán empañado quedará el legado de Peterson.

De manifiesto en ese proceso quedan las acusaciones en su contra que, contrario a los otros, se trata de un caso de abuso de menores en el cual Peterson ha sido obligado a declararse culpable de excederse en un castigo corporal. A un lado no se puede quedar el hecho de que se trata de un menor de apenas cuatro años.

Tenemos que poner en tela de juicio unos hechos complejos, que en última instancia nos permitirán decidir si, la próxima vez que veamos a Peterson en un acarreo, nuestro primer pensamiento será: "ahí va un gran corredor" o "que pena que es un gran abusador".

Somos muchos los que nos tenemos que mirar en el espejo del caso de Peterson. Como padre, es muy difícil imaginarse llegar al extremo que llegó Peterson, pero eso es algo muy complejo para analizar, sin decir que bajo ninguna circunstancia debemos pretender tener la competencia o el conocimiento para entenderlo.

Es por esa razón que también es igual de difícil entender como es que Goodell, o los ejecutivos de la NFL, pueden pasar ese tipo de juicio. No estamos, bajo ninguna circunstancia, defendiendo o justificando el comportamiento de Peterson, pero, tomando en consideración no las dos, si no las decenas de varas que la NFL ha utilizado en los últimos meses para medir los casos de conducta personal, nos tenemos que preguntar en dónde está la sabiduría de la decisión de mantener a Peterson fuera de juego.

Un ejemplo: Si se trata de la admisión de Peterson de que fumó marihuana mientras estaba libre bajo fianza, pues entonces: ¿cómo es posible que Le'Veon Bell, quien en agosto fue arrestado y se declaró culpable de cargos de posesión de marihuana y manejar bajo estado de embriaguez, pudiera estar en Monday Night Football amasando 204 yardas para los Pittsburgh Steelers?

Preguntas obligatorias. Cosas veredes.

A sus 29 años, Peterson tiene mucho football por delante, sea en uniforme de los Minnesota Vikings o en cualquier otro. Sus hazañas en el terreno de juego - sus 86 touchdowns anotados y 10,190 yardas por tierra no han culminado - no han llegado a su final. Esto ha sido un capítulo oscuro que culminará de alguna forma y otra.

Pero quedará de nosotros llegar a la conclusión de si podemos mirarlo en el mismo contexto que lo veíamos en el 2012, cuando nos maravilló con sus 131.1 yardas por juego en lo que fue última temporada ganadora de los Vikings. Es una encrucijada a la cual nos tendremos que enfrentar. Una encrucijada con la cual desgraciadamente la NFL de hoy día está obligando a todo fanático a lidiar.

El tiempo nos dará el saldo final del legado de Peterson y sin duda sanará todas las heridas.

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Los Gigantes de San Francisco ratificaron su status de "dinastía", con su tercer título en cinco años, el miércoles al dominar a los Reales de Kansas City , 3-2, en el partido decisivo en una Serie Mundial que sin duda pasará a la historia como una de las más emocionantes jamás celebrada.

Madison Bumgarner, y su promedio de efectividad de por vida de 0.25 en los tres Clásicos de Otoño en los cuales ha visto acción, resultó ser uno de los factores decisivos en el partido al permitir apenas dos hits, uno del primer bateador que enfrentó en Omar Infante y otro al penúltimo, Alex Gordon, desde que tomó la pelota en relevo de Jeremy Affeltd para comenzar la cuarta entrada.

La decisión del mánager Bruce Bochy de entregarle el juego a Bumgarner no fue ni riesgosa, ni sorpresiva. Tras su impresionante blanqueada en el Juego 5, era obvio que el zurdo se había convertido en el líder de este grupo y, después de todo, Bochy tenía a su alcance, en caso de que no todo saliera como originalmente planificado, la codiciada combinación en el bullpen de Javier López, Santiago Casilla y Sergio Romo.

Pero la hazaña de Bumgarner, al irse con marca de 2-0 y un salvamento (según fue cambiado posteriormente) de cinco entradas en la Serie Mundial, culminar la postemporada con un ERA de 0.43 y el subsecuente premio al Jugador Más Valioso de la Serie Mundial, fue solo una de las tres claves de los Gigantes el miércoles.

La segunda clave para los Gigantes el miércoles fue la doble matanza que Joe Panik y Brandon Crawford lograron en la parte baja de la tercera entrada para matar un posible rally que tenía el potencial de cambiar el aspecto de todo el partido.

Lorenzo Cain abrió la entrada con un sencillo. Eric Hosmer siguió con una roleta por el medio del cuadro que Panik capturó, envió a Crawford usando su guante para sacar a Cain, quien hizo un relevo a primera que apenas sacó a Hosmer, y solamente luego de que el primer reto de video exitoso en la historia de la Serie Mundial.

Sin embargo, la importancia de esa jugada está en el esfuerzo defensivo de Panik, ya que si este no capturaba esa roleta, los Reales hubieran tenido hombre en primera y tercera, sin outs en un juego que al momento estaba empate a dos carreras y con Billy Butler, el bateador más caliente en la alineación consumiendo un turno.

Y lo que se puede considerar como la tercera clave del triunfo es el bate de Pablo Sandoval, quien se fue de 3-3 con dos carreras anotadas y tuvo algo que ver en la totalidad de la ofensiva de los Gigantes. Quizás fue hasta alegórico que fuera Sandoval, quien en unos días se convertirá en agente libre, que fuera el que atrapara el último out del juego, pero de ese tema se hablará de sobra en las próximas semanas.

El hecho es que Sandoval, junto a Brandon Belt, Crawford y Hunter Pence cargaron una ofensiva que en ningún momento pudo contar con Buster Posey, quien acabó la Serie Mundial sin un extra bases y a veces lució perdido en el plato.

La habilidad de los Gigantes de balancear su ofensiva y lograr aportaciones claves en momentos oportunos de jugadores como Michael Morse, quien empujó dos de las tres carreras el miércoles, aún en momentos en los cuales su líder ofensivo no estaba haciendo contacto con la bola fue, en gran escala, el factor determinante de esta serie.

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Javier Maymi, Beisbol, MLB

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Pocos pensaban que los Reales de Kansas City se quedarían callados en el sexto juego de la SerieMundial ante los Gigantes de San Francisco, y no tardó mucho para confirmarlo con siete carreras en la segunda entrada y una dominante labor monticular de Yordano Ventura que dejó claro que un séptimo y decisivo partido será necesario.

Pero la pregunta se cae de la mata... ¿en realidad alguien pensaba que esta serie no iría a un séptimo partido?

Y así es como llegamos al escenario perfecto, con la tormenta perfecta. Un séptimo y decisivo partido en la Serie Mundial con dos equipos que han demostrado, paso a paso en esta postemporada , que merecen estar en donde están.

El martes el turno le tocó a los Reales, quienes aprovecharon el inefectivo cambio de Jake Peavy y una recta "flat" de Yusmeiro Petit para enviar a 11 bateadores al plato en la segunda entrada y anotar siete carreras que dejaron más o menos claro que la temporada de las Grandes Ligas no tendrá un campeón hasta el miércoles.

Todos los ojos ahora están sobre Tim Hudson, quien a la edad de 39 años y 108 días se convertirá en el abridor de mayor edad en abrir un partido de Serie Mundial en la historia, contra Jeremy Guthrie, otro veterano que seguramente jamás pensó que se vería en esta situación.

Podríamos entrar a debatir y discutir las 10 carreras de los Reales y como se anotaron. Podríamos también montar un caso sobre el hecho de que el Mike Moustakas, quien pegó otro cuadrangular el martes, es un bateador diametralmente opuesto al que vimos en la temporada regular.

También podríamos espcular sobre cuál fue el problema de Petit hoy, cuando su labor monticular fue tan impecable hace apenas 48 horas. Y podríamos tirar las siguientes preguntas al ruedo: ¿En dónde está el bate de Buster Posey? ¿Se acabó la magia de Pablo Sandoval? ¿Estará Madison Bumgarner disponible? ¿En realidad es necesario ver otra toma de George Brett en la transmisión televisiva?

Pero de nuevo nos encontramos en la encrucijada en la que nos preguntamos a nosotros mismos: ¿Para qué?

Si algo, la Serie Mundial del 2014 pasará a la historia como una serie entretenida e impredecible, aunque el partido del martes se decidió muchísimo más temprano de lo que todos esperábamos.

Pero, así es el béisbol y por esa razón, y muchas más, de hecho, aquí estaremos mañana para ver quién, finalmente, se da el baño en el champán.

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Javier Maymi, Beisbol, MLB

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En realidad no hay mucho que analizar después el Juego 5 de la Serie Mundial.

Madison Bumgarner, una vez más cargó a los Gigantes de San Francisco a una victoria y, por segunda noche consecutiva, el bullpen de los Reales de Kansas City, su más temible arma en toda la temporada, falló cuando el equipo más lo necesitaba.

Resultado final, los Gigantes ganaron 5-0, tomaron su primera ventaja en esta Serie Mundial y ahora tienen dos oportunidades para robarse un juego en la carretera y proclamar su tercer título en los últimos cinco años.

Para los Reales, el cambio de ambiente les vendrá bien ya que las últimas 48 horas han sido nefastas.

De hecho, desde la parte de alta de la tercera entrada del Juego 4 el sábado, los Gigantes han anotado 15 carreras contra cero de los Reales y están comenzando a tomar una ventaja ofensiva muy similar a cuando uno de los combatientes de un pulseo comienza a inclinar al otro --el brazo comienza a temblar, el sudor comienza a fluir y las venas comienzan a hacerse más visibles.

Y no hay para menos.

Bumgarner lanzó una joya para el primer juego completo en una Serie Mundial en más de 10 años con una blanqueada que bajó su promedio de efectividad a 1.13 en esta postemporada y a un impresionante 0.29 por su carrera en la Serie Mundial, que ahora incluye un récord de 4-0.

Lo que es más impresionante sobre Bumgarner y su dominancia en la Serie Mundial es que de las 31 entradas que ha lanzado en el Clásico de Otoño, ha permitido solo una carrera.

Del otro lado, la ofensiva de los Reales ha chocado contra una pared. Alex Gordon tiene apenas dos hits, Mike Moustakas, tan efectivo en la serie contra los Orioles de Baltimore, ha estado silencioso con el madero, y, debido al viaje a AT&T Park, Billy Butler tuvo que tomar asiento por, dejando al mánager Ned Yost sin la soga y sin la cabra, ya que Eric Hosmer, quien fue el último out del partido, no tiene un extra bases desde el Juego 2.

Ahora la Serie regresa a Kauffman Stadium con los Gigantes a punto de una victoria para celebrar un campeonato por tercera vez en cinco años. Pero eso no será tan fácil, especialmente ahora que los Reales no tienen que pensar en el prospecto de volver a enfrentar a Bumgarner.

El dirigente de los Gigantes, Bruce Bochy, ya dijo que Jake Peavy sería su abridor en el Juego 2 y se especula que Yost ripostará con Yordano Ventura, quien permitió solo dos carreras en 5.1 entradas luciendo a veces dominante pero a veces un poco perdido, pero definitivamente listo para el reto de un Juego 6.

La única variable estará en que cuán rápido los jóvenes Reales se recuperen y como reaccionen a tener que jugar con sus espaldas contra la pared por primera vez en esta postemporada.

Recuerden que tras barridas consecutivas contra los Angelinos de Los Ángeles y Orioles, los Reales han jugado con poca presión.

Todavía falta mucho béisbol por jugarse.

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Javier Maymi, Beisbol, MLB

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Por más de dos semanas, los usuarios de ESPNDeportes.com han estado dejando mensajes y haciendo comentarios en este blog: "no descarten a los Gigantes de San Francisco". Después de todo, las últimas dos veces que han llegado a la Serie Mundial han terminado festejando y aunque todo apunte a que los Reales son "el equipo del destino", lo cierto es que en esta serie todavía hay mucho béisbol por jugarse.

El sábado fue claro que el dominio que el bullpen de los Reales de Kansas City tenía sobre los Gigantes llegó a su final, abriendo la puerta a una victoria por 11-4 para nivelar la Serie Mundial a dos partidos y convirtiendo la misma, en esencia, en una serie corta de una eliminatoria de 3-2.

Los Gigantes entraron al partido del sábado con un abominable de 24-1 contra los relevistas de los Reales, pero la sexta entrada probó ser el momento en el cual los Gigantes le dieran un exorcismo a sus demonios y acumularan ocho carreras contra Jason Frasor, Brandon Finnegan y Trey Collins para, al menos por ahora, terminar con el mito de que el relevo de los Reales sería el factor determinante de esta Serie Mundial.

Y aunque no todo salió perfecto para los Gigantes  Buster Posey aún no tiene un extra bases en sus últimos 60 turnos en la postemporada y Ryan Vogelsong no salió de la tercera entrada  el hecho es que esta Serie Mundial está de vuelta al guion que se había forjado cuando se delinearon los planos. James Shields abrirá por los Reales contra Madison Bumgarner por los Gigantes en un quito partido que, para todos los efectos, renueva las hostilidades.

Contrario a los primeros tres partidos, los Gigantes tienen mucho sobre qué construir tras el partido del sábado. Sus bateadores 4-5-6 -- Hunter Pence, Pablo Sandoval y Brandon Belt -- se combinaron para irse de 13-6 con seis RBI. El relevo largo, especialmente con Yusmeiro Petit, funcionó por primera vez en toda la postemporada y tanto Jean Machi, Jeremy Affeldt y Sergio Romo fueron utilizados solo lo suficiente como para que estén disponibles para el partido del domingo.

Para los Reales, el resultado del sábado es una bofetada en la cara. Brandon Finnegan, el juvenil lanzador que estaba lanzando en la Serie Mundial Colegial en junio, permitió cinco carreras en apenas una entrada y no estará disponible para Ned Yost el sábado. Si los Reales quieren mirar el vaso lleno, sin embargo, la masacre de su bullpen no involucró a Kelvin Herrenre, Wade Davis o Greg Holland, por lo que Yost todavía tiene esa as en su manga.

Pero para los Reales sigue siendo un factor preocupante el hecho de que Alex Gordon está bateando para .125 en la serie y sin el bate de Gordon en conjunto con Eric Hosmer, Salvador Pérez y Mike Moustakas, los Reales no van a llegar muy lejos.

Todo esto deja la mesa servida para el partido del domingo en el cual Shields y Bumgarner mediran fuerzas una vez más para el deleite de todos los fanáticos. Al menos una cosa queda segura, esta serie regresará a Kansas City, lo que falta por determinar es por cuánto tiempo.

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Javier Maymi, Beisbol, MLB

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Los Reales de Kansas City ganaron su primer partido fuera de Kauffman Stadium para tomar una ventaja de 2-1 en la Serie Mundial sobre los Gigantes de San Francisco con una heroica labor monticular de Jeremy Guthrie para apuntarse un triunfo por 3-2 y la omnipresencia de Alcides Escobar, quien comenzó el partido con un doble y anotó dos carreras para ser el héroe ofensivo de los Reales.

Pero mirando hacia atrás y pensando en el futuro, el ingrediente de la fórmula de los Gigantes que ha estado ausente en lo que va de esta serie, y en efecto, en toda esta postemporada, ha sido Buster Posey, quien extendió su racha de turnos al bate sin hits extra bases a 57 y quien una vez más fue el gran ausente en el momento en el cual los Gigantes más lo necesitaban.

En la parte baja de de la sexta entrada, los Gigantes tuvieron su más importante oportunidad para tomar control de la serie, pero todo se quedó en nada debido a que, una vez más, Posey no pudo dar el hit en el "clutch".

Los Gigantes comenzaron esa sexta entrada abajo 0-3 y tras un sencillo de Brandon Crawford para comenzar la entrada, Michael Morse, con otro hit salvador como bateador emergente, impulsó a Crawford con un doble y luego de una base por bolas a Gregor Blanco, los Gigantes tenían todos los ingredientes para una gran entrada -- similar a los ingredients que los Reales tuvieron en la sexta entrada del Juego 2, en la cual Kansas City anotó cinco carreras para abrir el partido.

Joe Panik movió a los corredores a tercera y segunda, con un out y como todos los textos de béisbol indican, dejando la mesa servida para Posey, quien procedió a pegar una inofensiva roleta, que aunque anotó a Morse, dejó a Blanco en tercera con dos outs. En el próximo turno, Pablo Sandoval pegó una roleta a primera base para terminar la entrada y la amenaza de los Gigantes.

En la novena entrada, Posey nuevamente abrió la entrada contra el taponero de los Reales, Greg Holland, solo para pegar un inofensivo bombito al jardín izquierdo y eliminar toda posibilidad de un rally mayor para ganar el partido.

De hecho contra Hollando hubiera sido una orden difícil de llenar dado al hecho que ha permitido solo cuatro hits en toda la postempordada, pero no le quita al hecho de que los Gigantes, si es que van a hacer algún tipo de daño en esta Serie Mundial, necesitan que Posey reviva la forma que le ganó un premio al Novato del Año en el 2010 y el premio al Jugador Más Valioso en el 2012.

Para los que tengan memoria corta, Posey fue la bujía que llevó a los Gigantes a la Serie Mundial del 2012 con un Grand Slam contra los Rojos de Cincinnati y en el Juego 4 de la Serie Mundial pegó un cuadrangular de dos carreras contra Max Scherzer que acabó siendo el hit que definió la barrida que los Gigantes le propinaron a los Tigres de Detroit para ganar el campeonato.

En esta Serie Mundial Posey ha estado ausente y aunque ha bateado para un respetable .268 en la postemporada, en esta serie tiene dos sencillos en 13 turnos, ambos viniendo sin hombres en base y en situaciones poco importantes.

La ofensiva de los Gigantes está construida alrededor de Posey y sin ese bate presente en situaciones claves las posibilidades de San Francisco contra un equipo que aprovecha todo lo que se le pone al frente están severamente limitadas.

Si es que los Gigantes van a amenazar a esta máquina de los Reales, Posey tiene que ser un protagonista.

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ST. PETERSBURG, Florida -- La salida de Joe Maddon como mánager de los Rays de Tampa Bay, aunque ha tomado a muchos por sorpresa, en realidad es la continuación de un proceso de reconstrucción de un equipo que decepcionó en el campaña 2014 y que enfrenta un futuro incierto ante la realidad fiscal que se avecina.

Maddon, quien como dirigente cambió la cultura de los Rays de ser eternos sotaneros a un equipo en contención en la poderosa División Este de la Liga Americana, había sido particularmente crítico esta temporada de algunas decisiones de la alta gerencia y los cielos se nublaron más cuando uno de sus más cercanos colaboradores, Andrew Friedman, renunció como gerente general y empacó sus maletas para convertirse en el Presidente de Operaciones de los Dodgers de Los Ángeles.

El aura de intocable de Maddon comenzó a dar señales de vulnerabilidad esta temporada cuando los Rays tuvieron un periodo en junio en el cual perdieron 15 de 17 partidos para caer de la carrera para la postemporada. Y aunque fue una temporada difícil dada las lesiones a titulares como Matt Moore, Jeremy Hellickson y Wil Myers y la inefectividad del taponero Grant Balfour, el sentir general de los que toman las decisiones era uno de que quizás había llegado el momento, tras nueve temporadas, de hacer un cambio.

A tal punto estaba ese sentir, que Maddon, a quien le quedaba un año en el contrato que firmó en el 2012, ni siquiera fue invitado a dialogar sobre una extensión hasta después de culminada la temporada regular, y cuando esa invitación vino, la oferta sobre la mesa estaba lejos de los $2 millones de dólares que Maddon ganaría en el 2015.

El malestar de Maddon, de 60 años y quien tuvo marca de 754-705 al mando de los Rays, se hizo sentir cuando reaccionó negativamente a la decisión de no retener a Fernando Rodney en la primavera y cuando no se le consultó al momento de jalar el gatillo en las firmas de Ryan Hannigan, Heath Bell y Balfour. Maddon tampoco no estuvo satisfecho con la decisión de cambiar a David Price en la fecha límite, ya que estaba convencido que, con Price a bordo, los Rays tendrían una oportunidad para competir en agosto.

Indiferente de cuál fuera la gota que colmó la copa, sin embargo, la salida de Maddon deja a los Rays en un entorno difícil y aunque existen candidatos internos para reemplazarlo -- como lo son el coach de banca Dave Martínez y el dirigente de Triple-A, Charlie Montoyo -- la franquicia como tal comenzará este año a navegar aguas tormentosas debido su situación fiscal.

Figuras como Myers y Ben Zobrist no tienen contrato para el 2015 mientras otros como Hellickson, Alex Cobb, Drew Smyly, Desmond Jennings, Jake McGee, Sean Rodríguez y Matt Joyce son elegibles para arbitraje salarial durante la temporada muerta.

Todo esto bajo el mantra de un equipo que enfrenta incertidumbre económica por dos frentes -- por segundo año consecutivo fue el equipo que menos fanáticos trajo al estadio y una creciente ola en contra de que se mantengan jugando en el Tropicana Field que ha incluido comentarios negativos del ahora ex comisionado Bud Selig amenazando de que el futuro de la franquicia en Tampa Bay podría estar en peligro.

Y ante ese escenario, nadie puede culpar a Maddon, cuya popularidad en todas las Grandes Ligas es harta conocida y quien dijo quisiera explorar otras oportunidad "bajo mis propios términos".

"Nunca he tenido la oportunidad de tener el control de mi empleo", dijo Maddon al diario Tampa Bay Times.

Aunque los Dodgers han negado envolvimiento alguno con Maddon, la especulación de al mánager le encantaría trabajar con Friedman y con una nómina competitiva es casi obligatoria. Si a eso le añadimos que es muy probable que los Dodgers salgan al mercado en busca de un tercera base, que muy bien podría ser Evan Longoria -- quien es oriundo de Long Beach, California y está bajo contrato hasta el 2022 -- las teorías de conspiración se multiplican.

Otros rumores vinculan a Maddon con los Cachorros de Chicago, esto a pesar de que hace una semana el presidente de los Cachorros, Theo Epstein, había endosado a Rick Rentería para el 2015.

En resumidas cuentas, Maddon se dio cuenta que la situación en Tampa Bay no iba a mejorar y tomó la mejor salida posible porque a veces, el rompimiento rápido, aunque doloroso, comienza el proceso de sanación aún más rápido.

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Javier Maymi, Beisbol, MLB

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"My friends and I -- we've cracked the code"

Así comienza la segunda estrofa de la canción "Royals", de artista Lorde, que está causando revuelo en esta Serie Mundial, pero que en efecto describe a la saciedad lo que ocurrió en la parte baja de la sexta entrada, cuando los Reales de Kansas City explotaron para cinco carreras en ruta a una victoria por 7-2 sobre los Gigantes de San Francisco para nivelar la Serie Mundial a un juego.

Tras sufrir una derrota por 7-1 en el partido inaugural en la cual James Shields apenas llegó a la cuarta entrada y la ofensiva logró solo dos hits ante Madison Bumgarner, los Reales necesitaban ganar el segundo partido, razón por la cual el rally de la victoria resulta más impresionante dado al hecho que Yordano Ventura, a sus tiernos 23 años, abrió el partido para Kansas City permitiendo un cuadrangular a Gregor Blanco que puso al equipo local "detrás del ocho" desde el inicio.

Pero la cría que llevó a los Reales a ganar sus primeros ocho partidos de la postemporada antes del tropezón del martes, regresó a la ofensiva.

Lorenzo Cain pegó un doble en la parte baja de la primera y, luego de que el abridor de los Giganes, Jake Peavy, cediera una base por bolas a Eric Hosmer, Billy Butler pegó un hit impulsador que niveló la pizarra.

Y fue en esa misma parte baja de la primera en la cual se probó que estos Reales van en serio. Contrario al primer partido, cuando los Gigantes tomaron una ventaja de 3-0 en la primera entrada y los Reales no reaccionaron, en esta ocasión si se veía un poco de agresividad desde el primer turno de Alcides Escobar.

Claro está, Peavy no es, ni será Bumgarner, pero sigue siendo un lanzador experimentado contra una alineación joven en Kansas City que está nadando en aguas profundas por primera vez. Y los Reales no estaban intimidados, y eso marcó la diferencia.

Los Reales estaban atendiendo sus turnos con agresividad. De los 24 bateadores que Peavy enfrentó, solo uno se ponchó y tomaron su primera ventaja de la Serie Mundial en la tercera entrada con dobles de Omar Infante y Escobar, y aunque esta ventaja fue de vida corta, esa agresividad sentó las bases para lo que ocurrió en la sexta -- bateando con más confianza, los Reales montaron un rally un poco atípico en términos de la cantidad de carreras, pero hecho al estilo de Kansas City.

Sencillo de Cain, base por bolas de Hosmer, sencillo de Butler, doble de Salvador Pérez y un extraño cuadrangular de Infante, todo entremedio de cuatro cambios de lanzadores por parte de Bruce Bochy -- empatando el récord de la Serie Mundial con cinco lanzadores en una entrada.

En fin, ya los Reales no están como el venado entre las luces del automóvil. Los Reales tuvieron un reencuentro con su agresividad ofensiva y, en tienen una zapatilla en la cual construir en su viaje a San Francisco.

Gran labor de Ventura

No se puede reaccionar a este partido sin mencionar la gran labor de Yordano Ventura, quien laboró por 5.1 entradas, ponchando a dos y con una recta que estuvo entre las 96 y 100 millas por hora por la mayoría de la noche.

Nadie sabía que esperar del novato lanzador dominicano, quien mostró inconsistencia en la Serie de Campeonato ante los Orioles de Baltimore, habiendo permitido cuatro carreras en 5.2 entradas en su salida del 11 de octubre.

Pero Ventura le dio a os Reales exactamente lo que necesitaban, una salida de calidad para nivelar la serie.

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Mi abuelo, un hombre humilde y trabajador de Lares, Puerto Rico siempre me decía lo mismo: "Lo peor que le puede pasar a uno es creerse su propio cuento".

Esa lección es una que le cae a los Reales de Kansas City, quienes tras ganar ocho partidos consecutivos para encontrarse en la Serie Mundial ante los Gigantes de San Francisco , se encontraron, a solo minutos de comenzar el partido, en un hueco de 0-3 y tratando de batallar cuesta arriba contra Madison Bumgarner, un lanzador cuyo récord de por vida cuando tiene una ventaja de tres carreras es de 60-3, perdón, ahora es 61-3.

Casi como un derechazo a la quijada para comenzar la batalla.

Contrario a los Reales, quienes no han jugado una Serie Mundial desde 1985, estos Gigantes están en su tercer Clásico de Otoño en cinco años y llegaron a esa final tras una serie luchada ante los Cardenales de San Luis, algo que los Reales no tuvieron que hacer ante los Orioles de Baltimore, quienes sucumbieron a unos Reales jugando con pura adrenalina en cuatro partidos consecutivos.

En los días previos al comienzo de la Serie, los Reales lucían más que relajados. Quizás demasiado relajados.

Salvador Pérez cedió entrevistas en las cuales habló sobre el hecho de que su secreto para el éxito es "mantenerse perfumado". Alex Gordon, Mike Moustakas, Eric Hosmer y Billy Butler hablaron en repetidas ocasiones de que esta es "una serie más".

Y con los primeros 10 lanzamientos de James Shields ante los Gigantes se dieron cuenta que esta no es "una serie más".

Gregor Blanco, quien jugó en los 16 partidos que lo Gigantes jugaron en la postemporada del 2012 y quien entró al juego con un promedio en estos playoffs de .156, comenzó el partido con un sencillo y tras un sencillo de Buster Posey, un doble de Pablo Sandoval y un cuadrangular de Hunter Pence, el partido ya estaba 3-0, todo lo que Bumgarner necesitaba para su tercera victoria.

Quizás no es justo decir que los Gigantes tomaron esto más en serie que los Reales, pero a nadie se le puede escapar el hecho que, salvo a Omar Infante, quien vio acción de postemporada en sus días con los Tigres de Detroit y Bravos de Atlanta, ningún miembro de alineación titular de los Reales había saboreado una postemporada, y muchos menos una Serie Mundial, previo a esta temporada.

Claro, Shields había lanzado con los Rays de Tampa Bay, pero nunca fue muy efectivo en la postemporada, al son que su ERA en los playoffs estaba en 5.19 al comenzar el partido del martes.

Pero el contraste es claro. Salvo al novato Joe Panik, todos los Gigantes han visto acción en una Serie Mundial tan reciente como el 2012 y este es un grupo que sabía exactamente que esperar, como esperarlo y como atacarlo una vez llegara.

Los Gigantes sabían que los Reales estaban nerviosos y el plan del dirigente Bruce Bochy era obvio: atacar a Shields temprano y tras conseguir la ventaja, jugar para defenderla. Razón por la cual en la cuarta entrada hizo un cambio defensivo, insertando a Juan Pérez a favor de Travis Ishikawa para defender el jardín izquierdo.

Y la ruta no se pone más fácil para Kansas City. Mañana los Reales se enfrentan a Jake Peavy, quien se convertirá en el octavo lanzador en la historia en jugar en Series Mundiales consecutivas con dos equipos distintos al haber lanzado para los Medias Rojas de Boston el año pasado.

Quizás la lección ya fue aprendida.

Etiquetas:

Javier Maymi, Beisbol, MLB

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