Dramas para la historia en un Juego 6 de la Serie Mundial
1. Juego 6, 1986: Entre las piernas de Bill Buckner
Un out. Esa era todo lo que necesitaban los Medias Rojas de Boston para ganar la Serie Mundial en el Juego 6 de 1986 sobre los Mets de Nueva York. El marcador estaba 5-3, el cerrador Calvin Schiraldi había retirado a los dos primeros bateadores con siete lanzamientos. Las rotativas de algunos periódicos ya tenían montadas las placas con la portada que leía 'Boston rompe el maleficio' y las cajas de champaña ya estaban en el cameriino visitante. ¿Un sencillo de Gary Carter? No hay problema, siguen habiendo dos outs y dos carreras de diferencia en la parte baja de la décima. Lo que sucedió después sí fue una tragedia griega para Boston, que a ese momento, llevaba 68 años sin ganar y David Ortiz solo tenía 11 años: El emergente Kevin Mitchell disparó sencillo al central, Ray Knight voló de la loma a un nervioso Schiraldi con otro sencillo impulsando a Carter, el relevista Bob Stanley regaló la del empate con un lanzamiento salvaje y Mookie Wilson pegó ese inofensivo rodado por primera base que Buckner mofó para quedar inscrito en la historia.2. 1991 El jonrón mágico de Kirby Puckett
Hay que agradecerle a Kirby Puckett por el vuelacercas en la parte baja de la undécima entrada frente a Charlie Leibrandt que convirtió un partido poco emocionante en un clásico. No solo por la memoria de verlo corriendo las bases como un chiquillo mientras el abridor convertido en relevista ocasional de los Bravos de Atlanta salía cabizbajo del diamante, sino porque preparó la escena para uno de los Juegos 7 más memorables de los últimos 30 años: el duelo 1-0 que Jack Morris le ganó a John Smoltz para guiar a los Mellizos de Minnesota al título. Todavía cuesta entender por qué Leibrandt, zurdo, estaba allí para enfrentarse a Puckett, uno de los mejores bateadores derechos de su tiempo.
3. 1993: Joe Carter pone fin a la Serie Mundial
Los Indios de Cleveland cambiaron a Joe Carter en diciembre de 1989 a los Padres de San Diego por Sandy Alomar y Carlos Baerga, dos piezas que los llevaron a la Serie Mundial de 1995. Los Padres, a su vez, lo enviaron a los Azulejos de Toronto junto a Roberto Alomar en 1990. Tres años más tarde, Carter se paraba en el plato y le daba a Toronto su segundo título consecutivo con el segundo jonrón para finalizar una Serie Mundial en la historia. El marcador estaba 6-5 a favor de los Filis de Filadelfia, que tenían al efectivamente descontrolado cerrador zurdo Mitch Williams (mejor conocido como 'Wild Thing', el mismo apodo que el personaje de Charlie Sheen en la película de los Indios 'Major League') en la loma para salvar el juego que los llevaría al decisivo. Williams caminó con cuatro lanzamientos a Rickey Henderson y luego de un out, permitió un sencillo al central de Paul Molitor. Con la cuenta en 2-2, Carter la desapareció -- literalmente -- por el jardín izquierdo, provocando fuegos artificiales en el cerrado SkyDome y la primera celebración de Serie Mundial con un 'walk-off home run' desde Bill Mazeroski en 1960.
4. 1995: Por fin, la joya de Tom Glavine
De los futuros miembros de la rotación de los Bravos que llegó al Salón de la Fama, solo John Smoltz (15-4, 2.67, 4 salvados) fue un titán en la postemporada. Greg Maddux (11-14, 3.27 en octubre) y Tom Glavine (14-16, 3.30 en playoffs) dejaron a los fans de los Bravos esperando por más octubre tras octubre. Por eso, había ciertas dudas con Glavine para el Juego 6, aún cuando había ganado el Juego 2 con seis sólidas entradas. Pero sin alternativas y con cinco días de descanso, el zurdo trajó su mejor versión, engañando entrada tras entrada a los poderosos bateadores de los Indios, permitiendo un solitario hit (sencillo de Tony Peña en la quinta), tres bases por bolas, y abanicando a ocho en ocho entradas. Era necesario, porque los bates de los Bravos no aparecieron y un solitario jonrón de David Justice abriendo la sexta fue todo lo que necesitó Atlanta para ganar el primer y único título de la era de Bobby Cox.
5. 2002: Gracias, 'Rally Monkey'
Si no crees en las supersticiones en el béisbol, una mirada al Juego 6 de la Serie Mundial de 2002 te puede hacer cambiar de opinión. Los Angelinos perdían 5-0 en la parte baja de la séptima ante unos Gigantes de San Francisco liderados por Barry Bonds y parecían tener asegurado su primer título de Serie Mundial desde que Willie Mays atrapaba lineazos de espaldas al plato. Los aficionados comenzaron a agitar con más entusiasmo (o ansiedad) el monito mágico de peluche que llevaban al parque, más por diversión que por esperanzas de que fuera a darle la victoria. Si fue inefectividad de los relevistas de los Gigantes, o que el amuleto surtió efecto, está por verse. Lo cierto es que los Angelinos, con jonrón de tres carreras de Scott Spiezio, jonrón solitario de Darrin Erstad y doblete de dos carreras de Troy Glaus ante el cerrador Robb Nen, sumaron seis carreras en la séptima y octava entrada para ganar un improbable sexto partido, en camino a su victoria decisiva en el séptimo.
6. 2011: Todo David Freese
Más que un out... un strike. Eso era todo lo que necesitaba el relevista Neftalí Feliz para darle a los Vigilantes de Texas el primer título en su historia. Cierto que había hombre en primera y segunda para los Cardenales de San Luis, pero con dos outs y la cuenta en 1-2... puede suceder cualquier cosa. Como un triple de David Freese por encima de Nelson Cruz para empatar el partido 7-7 y provocar otro sexto partido de tragicomedia en entradas extras. Bueno, Josh Hamilton le devolvió la delantera de dos carreras a los Vigilantes, por lo que con ventaja de 9-7 el rayo no caería dos veces en el mismo sitio, ¿cierto? Falso. Con tres hits y dos carreras, los Cardenales se negaban a entregar la serie. Después de todo, en un sexto partido cualquier cosa puede suceder. Y sucedió. Sin outs en la parte baja del undécimo, con la cuenta en 3-2, David Freese (sí, el mismo David Freese, el del triple en la novena) envió una recta de Mark Lowe sobre la verja del jardín central para enviar la serie directamente a un séptimo partido, quitándole años de vida al presidente de los Vigilantes, Nolan Ryan. Los Vigilantes anotaron dos carreras en la primera entrada del Juego 7, pero San Luis empató en la parte baja con un doblete de -- sí, de nuevo -- David Freese, en camino a una victoria 6-2.
7. 2016: Addison Russell aleja a los fantasmas
Al igual que los Astros en 2021, los Chicago Cubs habían perdido dos de tres partidos en casa durante la Serie Mundial de 2016 y se mantuvieron vivos con un triunfo agónico en el Juego 5. Necesitaban una victoria contundente en el Juego 6 para eliminar toda posibilidad de que aparecieran cabras, gatos negros ni fanáticos metiendo la mano para estorbar a un jardinero izquierdo. Quizás por suerte, el partido se celebraba en un Progressive Field de Cleveland libre de maldiciones. Faltaba un héroe inesperado y Addison Russell, un callado campocorto y sexto bate, dio el paso al frente con un doble de dos carreras en la primera entrada y un grand slam en la tercera entrada que alejó a los fantasmas mientras Jake Arrieta y cuatro relevistas, silenciaban los bates indios y preparaban el camino para el no menos dramático Juego 7, que coronó a los Cubs por primera vez en 108 años.
6. 2020: El momento de Julio Urías
En una Serie Mundial de una temporada acortada por la pandemia del COVID-19, Los Angeles Dodgers llegaron a la séptima entrada del Juego 6 con ventaja de 3-1, Su cerrador, Kanley Jansen, había desperdiciado una ventaja en el Juego 4 al permitir dos carreras en la novena entrada, y el manager Dave Roberts buscaba otras opciones. Entonces, trajo a lanzar al abridor de ese Juego 4, Julio Urías, con dos outs en el séptimo. El zurdo mexicano no solo ponchó a Yandy Diaz para cerrar la entrada, sino que lució imponente en las octava y la novena, ponchando a tres de los últimos cuatro bateadores que enfrentó, incluyendo a Willy Adames para iniciar la celebración de los Dodgers en un neutral Globe Life Field.
1.- Javier Báez (Chicago Cubs)
El puertorriqueño de los Cubs es sencillamente el pelotero más divertido de ver en todas las Grandes Ligas. Divertido y espectacular. No por gusto lo apodan "El Mago". Siempre tiene un truco debajo de la manga, lo mismo con el bate, que con el guante o en el corrido de las bases. Con 27 años recién cumplidos, posiblemente no hayamos visto todavía lo mejor de Javier Baéz.2.- Ronald Acuña Jr. (Atlanta Braves)
¿Cuál es límite para el talentoso jardinero venezolano? ¿El cielo? Acuña Jr. ha dejado claro su objetivo para la campaña del 2020: convertirse en el primer jugador 50-50 (50 jonrones y 50 bases robadas. El año pasado, en su segunda temporada en las Mayores, se quedó a tres robos de ser el quinto pelotero 40-40. La meta es difícil, pero con que sólo lo intente, ya valdrá la pena seguirlo día a día en su progreso.3.- Luis Robert (Chicago White Sox)
4.- Luis Arráez (Minnesota Twins)
Si lo que mostró en el 2019 es real, el segunda base venezolano de los Twins es un firme candidato a ganar el título de bateo de la Liga Americana. Arráez tuvo average de .334, con 109 imparables en 326 turnos, apenas un punto menos que Tim Anderson, el líder de los bateadores del joven circuito, aunque sin las veces requeridas. Su promedio de embasamiento fue de .399, con un slugging de .439. El 23 por ciento de sus hits fueron extrabases (20 dobles, un triple y cuatro jonrones) y recibió más boletos (36) que ponches (29).5.- Félix Hernández (Atlanta Braves)
Es difícil creer que uno de los mejores lanzadores que ha tenido las Grandes Ligas en lo que va de siglo XXI esté acabado a los 33 años. Lo cierto es que desde que cumplió 30 fue como si le hubieran apagado un interruptor, pues en sus tres últimas campañas tuvo récord de 15-27 y efectividad de 5.42 en 314 entradas, mientras que en sus primeras 12 temporadas dejó balance de 154-109 y promedio de limpias de 3.16. Tal vez lo que necesitaba el venezolano era cambiar de aires, después de jugar 15 contiendas en Seattle. Quizás lo veamos incluso lanzar en playoffs, la asignatura pendiente en la carrera del Rey Félix.6.- Miguel Cabrera (Detroit Tigers)
7.- Yoenis Céspedes (New York Mets)
El cubano le ha robado hasta ahora el dinero a los New York Mets. En sus tres primeros años de un contrato de cuatro cobró 73 millones de dólares y apenas participó en 119 partidos (81 en el 2017, 38 en el 2018 y ninguno en el 2019). El equipo consiguió una notable rebaja del salario que devengaría Céspedes en el 2020, al bajar de 29 a seis millones, más incentivos. El pelotero llegó a los campos de entrenamiento más cerrado que una tumba, negado a conceder entrevistas y dispuesto a que su bate hablara por él en la temporada. Luego suavizó y dijo a los medios su disposición a estar listo para el Día Inaugural y recuperar todo el camino perdido. El talento le sobra, aunque la salud no lo ha acompañado y ya son 34 años en las costillas. Si está saludable y logra ser el pelotero que fue, será de gran ayuda para los Mets y una diversión ver de nuevo sus kilométricos jonrones y certeros disparos desde los jardines.8.- Chris Sale (Boston Red Sox)
El zurdo Chris Sale tuvo en el 2019 la peor temporada de su carrera, con registro de 6-11 y efectividad de 4.40. Desde que se estableció como un abridor estelar en el 2012, nunca tuvo números tan bajos en aperturas (25) e innings lanzados (147.1). De hecho, se perdió por primera vez en ocho años ser invitado al Juego de las Estrellas. Los Boston Red Sox esperan desesperadamente un rebote de su astro, sobre todo después de ceder al también zurdo David Price a Los Angeles Dodgers y pasarse de tacaños en el arbitraje salarial con el venezolano Eduardo Rodríguez, hecho que podría haber dañado la relación entre el pitcher y el equipo.9.- Gerrit Cole (New York Yankees)
El pitcher mejor pagado de la historia tiene ahora la oportunidad de hacer realidad un sueño de su infancia: jugar para los Yankees. Ahora bien. No es lo mismo lanzar en Yankee Stadium que en el Minute Maid Park. No es lo mismo encabezar la rotación del equipo más emblemático de todas las Grandes Ligas, que ser el segundo de los Houston Astros, con Justin Verlander por delante. Pero hoy mismo, Gerrit Cole es tal vez el mejor lanzador que hay y tiene por delante el reto adicional de liderar a un grupo que ya perdió a Luis Severino por toda la campaña y a James Paxton por las primeras semanas de temporada.10.- Los Houston Astros
No es uno, sino varios. José Altuve, Carlos Correa, Alex Bregman, George Springer, Yuli Gurriel ...todas las principales figuras de Houston estarán bajo la lupa este año. Nadie duda de su talento, pero muchos queremos ver si sus números anteriores son legítimos y si pueden repetirlos en el 2020, sin trampas, ni ayudas adicionales.Comentarios
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Ganar es la aspiración máxima del ser humano en cualquier actividad en que se involucre. En las Grandes Ligas del béisbol de Estados Unidos, ganar la Serie Mundial de octubre es la meta de los 30 clubes cuando abren sus campamentos de entrenamientos en febrero.
Pero por diversas razones, algunos conjuntos sienten una mayor presión de hacer todo lo posible de conseguir el objetivo en un momento en particular, antes que el viento comience a soplar en otra dirección. Sin entrar en detalles de los escenarios de los 30 clubes, estos son los cinco que más presión tienen para la temporada de MLB del 2020.
Los Dodgers poseen grandes recursos económicos, un tremendo roster en Grandes Ligas y una sólida base organizacional, pero incluso en medio de ese adorable panorama, para sus directivos, jugadores y aficionados, la ausencia del anhelado séptimo trofeo del comisionado genera una sombra sobre Chavez Ravine, que es capaz de oscurecer cualquier otro logro reciente.
La urgencia de los Dodgers se podría representar en la figura del gran lanzador Clayton Kershaw, un futuro miembro del Salón de la Fama que ha ganado tres Cy Young, una pila de títulos divisionales y muchisimo dinero, pero que se prepara para la penúltima temporada de su actual contrato, sabiendo que cada vez son menores sus probabilidades de ser campeón antes de quitarse el uniforme azul definitivamente.
2- New York Yankees: En el exigente planeta Yankee, más de una década sin destapar el champagne viene siendo casi lo más parecido a una eternidad.
Y haber estado tan cerca en las tres temporadas anteriores (Nueva York perdió la Serie de Campeonato de la Liga Americana ante los Houston Astros en 2017 y 2019 y fue eliminado por los Boston Red Sox en las Series Divisionales del 2018) agrega más leña al fuego. Los Yankees, que ganaron por última vez en el 2009, tendrán que ser muy creativos para reforzar su pitcheo abridor, su evidente mayor debilidad, sin disparar mucho una nómina salarial que ya ronda el máximo permitido antes de pagar impuesto de lujo.
El equipo superó las 100 victorias en la serie regular en las primeras dos temporadas del manager Aaron Boone y ha participado en los playoffs en cuatro de los últimos cinco años y en siete de 10, pero por no haber ganado la Serie Mundial, todo eso es irrelevante para los miembros de la nación Yankee.
Los resultados determinaron el despido del manager Gabe Kapler, quien posteriormente fue nombrado por los San Francisco Giants, y la contratación del veterano Joe Girardi, el ex piloto de los Yankees que ganó la Serie Mundial del 2009 (a los Filis) y promedió 91 victorias durante sus 10 años en el Bronx.
Para Girardi y los Filis, que ya están metidos en negociaciones para extender el contrato de JT Realmuto, el catcher más completo de las ligas mayores hoy en día, la misión del 2020 es ganarlo todo, al menos en la Liga Nacional. Cualquier cosa por debajo de eso, será fracaso para ellos. Y Girardi, y el gerente general Matt Klentak lo saben.
4. New York Mets: En el primer año del nuevo gerente general Brodie Van Wagenen, los Mets tuvieron marca de 86-76, apenas su tercera temporada positiva de las últimas 11. Antes de arrancar, Van Wagenen realizó una serie de movimientos que convirtieron a los asombrosos de Queens en una franquicia más creíble.
Ahora Nueva York será dirigido por el ex jardinero puertorriqueño Carlos Beltrán, quien recibe un roster con un par de interrogantes, pero con un sólido núcleo de lanzadores, que lidera el ganador del Cy Young de la Liga Nacional, Jacob deGrom, en las últimas dos temporadas.
Los Mets, que no ganan desde 1986 (33 años, la novena racha más larga sin celebrar en MLB), entrarán al 2020 con la urgencia de aprovechar el junte de deGrom con Noah Syndergaard, Marcus Stroman y Steven Matz en la rotación abridora.
La otra mitad de la presión procede del hecho, a veces subestimado, de que los Mets no juegan en Suva (Fiji), ChiangMai (Tailandia) o Luanda (Angola), sino en Nueva York, la capital del mundo. Aunque muchos lo ignoren, los Mets juegan en la misma exigente y sofocante ciudad donde juegan los Yankees.
5- Houston Astros: En las últimas tres temporadas, los Astros ganaron más de 100 partidos en la vuelta regular, disputaron la final de la Liga Americana, acudieron a dos Series Mundiales (2017 y 2019) y conquistaron, en el 2017, el primer campeonato en la historia de la franquicia.
Desde el punto de vista de logros, en realidad, Houston no debería sentir ninguna presión.
Pero el escándalo que arropa a los Astros, que están siendo investigados por alegaciones de uso de tecnología para robar ilegalmente las señas de sus rivales, de alguna manera manchará las recientes conquistas del club, especialmente si la oficina del comisionado llegara a comprobar que es algo que ocurrió consistentemente en el período entre 2017 y 2019.
Sin importar las implicaciones de la investigación de MLB, en el 2020, Houston estará forzado a igualar o mejorar su desempeño de las tres campañas anteriores para demostrarle al mundo que su éxito no fue el fruto de un esquema de trampa y para evitar que una merma, sea usada por sus rivales como una confirmación de lo anterior.
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Las cosas se le están complicando de mala manera a los Houston Astros.
La investigación de las Grandes Ligas sobre las acusaciones de robos de señas en la postemporada del 2017 va muy en serio y las consecuencias podrían ser devastadoras.
La pesquisa no sólo se centra en el posible uso de una cámara en el jardín central dirigida a las manos del cátcher rival para captar las señas y enviar las imágenes a un monitor instalado en el dugout de los Astros.
Ya la cuestión va más allá, tecnológicamente hablando, e incluye el posible empleo de auriculares minúsculos, algoritmos de selección de envíos y otros métodos potenciales de robo de señas para batear avisados.
Tampoco se limita al 2017, sino que abarcará además las dos temporadas siguientes.
Según reporta el colega Jeff Passan, Kevin Goldstein, un asistente especial del gerente general Jeff Luhnow, envió un correo electrónico antes de la postemporada de 2017 a los cazatalentos de los Astros para instruirlos sobre cómo robar las señas, incluso si eso significaba usar cámaras.
Si eso fue así y existe la prueba en blanco y negro, ya estamos hablando de palabras mayores.
Asimismo, los investigadores han pedido registros telefónicos de jugadores, coaches y ejecutivos en busca de cualquier evidencia que confirme la acusación que salió a la luz el mes pasado de boca de Mike Fiers, lanzador derecho de los Oakland Athletics que jugaba para Houston en el 2017.
Además, al mejor estilo de las investigaciones policiales, MLB le ha ofrecido clemencia a los jugadores que cooperen con esto, cuando llegue el momento de imponer sanciones, las cuales podrían ser muy severas para empleados de la oficina y miembros del cuerpo técnico del equipo.
Varios jugadores que ya no están activos han rechazado ser entrevistados, pues las reglas de MLB requieren que sólo peloteros activos participen en una investigación.
Insisto en la presunción de la inocencia, precepto fundamental en la justicia estadounidense de que nadie es culpable hasta tanto se demuestre lo contrario, pero en la medida que nuevos elementos salen a la luz, ya casi nadie a esta altura duda de que las acusaciones tienen una base sólida.
El comisionado Rob Manfred prometió castigos duros e inéditos, de confirmarse la trampa de los Astros, aunque no adelantó en qué podrían consistir.
Ya hay gente que especula si MLB le retiraría la corona que el equipo ganó en la Serie Mundial ante Los Angeles Dodgers o si los jugadores deberán devolver sus anillos de campeones.
No. Negativo. Imposible. Las Grandes Ligas no borran hechos. Lo que pasó, pasó. Y lo que pasó fue que los Astros, con trampa o no, ganaron la Serie Mundial.
Barry Bonds bateó 762 jonrones, 73 de ellos en la temporada del 2001. Con ayuda de sustancias para mejorar el rendimiento o no, lo hizo. Es un hecho que no se cambia.
Pete Rose está suspendido de por vida de cualquier actividad relacionada con el béisbol, pero sus 4,256 hits están ahí.
Es más, nunca se borraron las estadísticas de Joe Shoeless Jackson y los otros siete integrantes de los Chicago White Sox que vendieron a los apostadores la Serie Mundial de 1919 ante los Cincinnati Reds.
Y de quitarle a los jugadores los anillos, ni soñarlo. Es que, de hecho, esas joyas no las entrega el comisionado o las Grandes Ligas, sino que es un regalo que el dueño del equipo le hace a sus peloteros para que quede un recordatorio de su triunfo para toda la vida.
Los castigos al equipo serían sobre todo económicos. De lo que más se habla es de una multa millonaria y la pérdida de selecciones en las primeras rondas del reclutamiento.
Las sanciones personales, si vienen, llegarán individualizadas y enfocadas sobre los principales responsables y creadores del supuesto esquema de trampa.
Es probable que que el manager A. J. Hinch y el gerente general Jeff Luhnow estén durmiendo con más sobresaltos en las noches que el presidente Donald Trump, con todo y la investigación de los demócratas en el Congreso, que podría llevarlo a enfrentar un juicio político.
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Advertencia: Esta no es una defensa a las acciones que se le endilgan a los Houston Astros. Punto y bolita.
Houston, el equipo de Grandes Ligas (MLB) más exitoso en las últimas tres temporadas, enfrenta serias acusaciones de haber quebrado las reglas para conseguir ventaja sobre sus oponentes en tiempos recientes, incluyendo en el 2017, cuando conquistó el único campeonato que tiene la franquicia en más de medio siglo de existencia.
El resumen de una historia bien larga cuenta que un ex lanzador de los Astros, Mike Fiers, confesó algo que algunos rivales habían sospechado y hasta denunciado anteriormente: Que Houston usaba tecnología para robar señas a los rivales. Exactamente, Fiers le dijo al portal The Athletic que durante la temporada en que ganó la Serie Mundial, Houston usó video en vivo para robar las señales de los receptores rivales y transmitirlas a los bateadores golpeando un cesto de basura.
Después que la oficina del comisionado de Grandes Ligas iniciara una investigación al respecto, los medios han obtenido nuevas evidencias de la trama, incluyendo nombres de coaches y personal de oficina, antiguos y actuales, que han sido interrogados en el proceso.
Sin embargo, la parte más importante de todo este asunto en realidad no es simplemente determinar cómo funcionaba el esquema, qué tan graves fueron las violaciones cometidas y el nivel de jerarquía de todos los que sabían del asunto dentro de la organización de los Astros.
¡La parte medular del escándalo de los Astros es que la investigación en su contra podría abrir una caja de pandora acerca de un comportamiento más generalizado en las ligas mayores!
¿Qué tal si, cómo mucha gente sospecha, en el proceso de averiguaciones, el comisionado Rob Mandred encuentra que Houston es solamente uno de muchos equipos que están violando las reglas, usando equipos electrónicos para robar las señales de los otros?
Nuestra experiencia con escándalos colectivos recientes nos enseñó que en la mayoría de los casos, la MLB ha usado un chivo expiatorio para dar un ejemplo y tratar hacernos creer que el problema era un hecho aislado.
¿Recuerdan el reporte Mitchell? Una investigación gigante de 20 meses del ex senador George Mitchell, demócrata del estado de Maine, para determinar el tamaño del uso de sustancias para mejorar el rendimiento dentro del juego y hacer las recomendaciones de lugar para el futuro, terminó convirtiéndose en un obstáculo para que Roger Clemens entre al Salón de la Fama de Cooperstown.
¡Asombroso! Algo tan importante y tan grande se resume a que Clemens usaba sustancias que le conseguía su entrenador personal Brian McNamee, quien había sido empleado de los New York Yankees y los Toronto Blue Jays. Nadie en la MLB o los 30 clubes tuvo alguna responsabilidad. Una era de más de dos décadas que involucró a cientos y cientos de jugadores y decenas y decenas de entrenadores y directivos se resume a que Clemens, probablemente, hizo trampa.
¿Alguien recuerda algún escándalo en el mercado internacional? Yo recuerdo varios y todos concluyeron con chivos expiatorios que fueron usados para hacernos creer que fueron hechos aislados.
En la década de 1990 era "vox populi" en República Dominicana que muchas organizaciones de Grandes Ligas firmaban a niños antes de que cumplieran los 16 años de edad, como manda el reglamento. De cuando en cuando se sabía de un nuevo caso y los dominicanos, lejos de ver el asunto como un potencial caso de abuso infantil, aplaudían el hecho como algo positivo que más bien destacaba las grandes condiciones del niño como futuro pelotero.
En diciembre de 1998, MLB multó a los Los Angeles Dodgers con $50 mil dólares, castigó a varios de sus empleados y condenó a la organización con no firmar peloteros en la isla por un año, tras comprobar que habían firmado al 3B Adrián Beltré cuando tenía 15 años. Varios meses después hizo lo mismo con los Atlanta Braves por la firma del SS Wilson Betemit.
Con esos dos chivos expiatorios fue ¿resuelto? un problema que incluía a muchísimos jugadores y muchos equipos.
En noviembre del 2017, la MLB despojó a los Bravos de 13 prospectos, castigó a varios ejecutivos y expulsó de por vida a su ex gerente general John Coppolella por haberlos encontrados culpables de hacer trampas a las reglas de reclutamiento internacional. Básicamente, la organización pagaba indirectamente parte del bono de los jugadores para conseguir el mejor talento sin superar los límites establecidos.
El truco no era nuevo ni lo inventaron los Bravos, pero dejaron un rastro tan grande y molestaron a tantos rivales, que no quedó de otra que proceder. El tema actual en el mercado internacional es que los equipos están evaluando a los niños que no serán elegibles hasta dentro de dos, tres y cuatro años. O sea, evaluando a niños ¡que tienen 14, 13 y 12 años de edad!
En cualquier momento algunos de los clubes hace las cosas de forma tan descarada que se saca el boleto del castigo y entonces tendríamos otro chivo expiatorio para algo prohibido que se está haciendo de manera rutinaria actualmente.
Hago un alto para contarles una historia. Cuando yo cubría béisbol para medios locales en República Dominicana, un scout de una organización de expansión era famoso en el país por pagar en pesos los bonos que acordaba en dólares con los padres de los prospectos.
Para que entiendan: El scout acordaba un bono de $50 mil dólares con el muchacho y cuando llegaba el dinero desde Estados Unidos le daba $50 mil pesos dominicanos a la familia del chico. Para que entiendan mejor: Desde hace más de tres décadas, el precio del dólar en la isla ha oscilado entre 25 y más de 50 pesos. Saquen sus cuentas.
Esa persona hace mucho que no es scout, pero irónicamente sigue involucrado en la industria como si nada hubiera pasado. Aunque publiqué varias historias, eso nunca pasó de ser una simple denuncia porque, lamentablemente, las familias y los mismos jugadores preferían no hablar abiertamente para no buscarse problemas.
Y ahora tenemos el caso de los Astros, que probablemente recibirán una sanción ejemplar si son encontrados culpables, incluso si en el proceso se descubre que el uso de aparatos electrónicos para robar señales a los rivales, es algo más extendido de lo que se pensaba.
Mucha gente especula sobre el tamaño de la sanción que podría imponer MLB a un equipo encontrado culpable de tales acusaciones. Otros escándalos nos han enseñado que sacar de por vida a alguien de la industria es una gran posibilidad, pero que quitar conquistas a los equipos es prácticamente descartado.
Un nuevo reglamento más específico también podría entrar en escena. Sin importar los resultados de la investigación en curso, lo más probable es que al final, Houston solo sea otro chivo expiatorio.
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Cada vez cuentan menos los triunfos a la hora de elegir al ganador del galardón que lleva el nombre del pitcher con más victorias en la historia del béisbol.
Jacob deGrom, de los New York Mets, ganó el premio Cy Young de la Liga Nacional por segundo año consecutivo, un hito que solamente lograron antes otros diez lanzadores de ambos circuitos.
A pesar de que su balance de victorias y derrotas fue de 11-8, deGrom lideró la Liga Nacional en ponches (255), ocupó el segundo lugar en efectividad (2.43), empató en primer lugar en WHIP (0.97) y fue tercero en entradas lanzadas (204).
Fue asimismo apenas uno de seis tiradores en lograr al menos 250 abanicados y efectividad inferior a 2.50 en campañas seguidas.
El derecho de los Mets consiguió 29 de 30 votos de primer lugar, para aventajar claramente al zurdo coreano Hyun-Jin Ryu, de Los Angeles Dodgers, y al diestro de los Washington Nationals, Max Scherzer, quienes terminaron empatados en el segundo puesto.
De esta manera se une a la exclusiva lista de ganadores consecutivos del Cy Young, que incluye a los miembros del Salón de la Fama de Cooperstown Sandy Koufax (1965-66), Jim Palmer (1975-76), Greg Maddux (1992-95), Randy Johnson (1999-2002) y Pedro Martínez (1999-2000).
Completan la relación Denny McLain (1968-69), Tim Lincecum (2008-09), Clayton Kershaw (2013-14), Scherzer (2016-17) y Roger Clemens, quien lo logró en par de oportunidades, en 1986-1987 y 1997-1998.
Por su parte, Justin Verlander se impuso a su compañero de equipo Gerrit Cole y se llevó el premio en la Liga Americana.
Ambos lanzadores de los Houston Astros tuvieron una temporada muy pareja, en la que fueron 1-2 en casi todos los departamentos estadísticos.
Verlander fue primero en triunfos (21), WHIP (0.80) y entradas lanzadas (223), en tanto terminó segundo en efectividad (2.58) y ponches propinados (300), departamentos que encabezó Cole con 2.50 y 326, respectivamente.
Charlie Morton, ex lanzador de Houston que ahora trabaja para los Tampa Bay Rays, fue tercero en los sufragios y desde que se anunciaron los finalistas se sabía que no tenía ninguna posibilidad de superar a los otros dos.
Para Verlander fue el segundo galardón en su carrera, pues anteriormente lo consiguió en el 2011 con los Detroit Tigers, cuando además fue nombrado Jugador Más Valioso de la Liga Americana.
Y en tres ocasiones concluyó segundo en la votación, incluido el año pasado, así como en 2012 y 2016. Cualquiera de los dos, Verlander o Cole, lo merecía, al punto que muchos soñaban con que se produjera un improbable, pero no imposible empate en la puntuación, para que compartieran el premio.
Pero al menos en esto del Cy Young, no hubo ni sorpresas, ni polémicas, como esa suerte de calma que antecede la tormenta que se avecina cuando el jueves sean anunciados los Jugadores Má
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Los Washington Nationals, incluso cuando se llamaban Montreal Expos, nunca ganaron una serie de Postemporada… hasta ahora.
Cuando el equipo de la capital de Estados Unidos finalmente aprendió a ganar, no se detuvo hasta levantar el trofeo, luego de protagonizar una de las historias más increíbles en todos los tiempos de las Grandes Ligas.
Washington ni siquiera era el favorito para ganar la División Este de la Liga Nacional. Tal vez, ni para aspirar a uno de los dos comodines del Viejo Circuito, y en mayo, el manager Dave Martínez estaba a punto de perder el trabajo cuando, el 23 de mayo, los Nationals exhibían un balance de 19-31.
Fue a partir de ese momento que comenzó una reacción que los llevó a ganar 74 de los últimos 112 partidos y a agenciarse el primer comodín de la Nacional.
Fue una historia comparable tal vez con aquellos Florida Marlins de 2003, que arrancaron con el objetivo habitual de completar el calendario regular e irse a sus casas en octubre a ver la Postemporada por televisión.
Esos Marlins llegaron a tener récord de 19-29 el 22 de mayo, pero el manager Jeff Torborg fue despedido y Jack McKeon salió de su jubilación para hacer creer a los jugadores en sí mismos.
Esa fue la clave: créerselo.
Estos Nationals creyeron que podían ser campeones y nunca bajaron los brazos. Prueba de ello es haber anotado el 48 por ciento de sus carreras después de dos outs en la pizarra a lo largo de la contienda.
El no rendirse les permitió remontar ante los Milwaukee Brewers el Juego de Comodines, en el que estuvieron abajo en el marcador por 3-1 en el octavo episodio.
Esa actitud les valió para enfrentar con éxito dos partidos sin mañana en la Serie Divisional ante Los Angeles Dodgers y dejar en el camino a los superfavoritos del circuito y, luego, pasarles por encima como una aplanadora a los St. Louis Cardinals en la Serie de Campeonato de la Liga Nacional.
Parecía que se le acaba el camino a los Nationals, después que toda la historia reciente apuntaba a que un equipo que llegaba a la Serie Mundial con tanto descanso se enfriaba y terminaba perdiéndola, pero, se burlaron de todo: de las apuestas de Las Vegas, que como nunca antes desde 2007, dieron a un equipo tan ampliamente favorito como a los Astros.
Y ya lo del Clásico de Otoño es cosa de leyenda, es inédita. Fue la serie de los visitantes, pues ningún dueño de casa ganó un partido ante su público.
Después de perder una ventaja de 2-0 y caer tres veces en Washington, cualquier equipo se hubiera desplomado, pero ir a la madriguera de los favoritos sin margen de error y, al borde del abismo, ganarle en el Minute Maid Park a los Astros, parece algo salido de la imaginación del más prolífero guionista de Hollywwod.
Lo demás es historia. O más que eso, es histórico.
No busquen razones para la derrota de los Astros. Todo el mérito para los Nacionales.
Sólo queda brindar por los nuevos reyes de las Grandes Ligas y esperar 147 días para que comiencen la defensa de tan merecida corona.
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Si los Washington Nationals terminan ganando esta Serie Mundial, el Jugador Más Valioso tiene que ser, por derecho propio, Stephen Strasburg.
Con el agua al cuello, al borde del abismo y tras reponerse de un mal primer inning, Strasburg le aguó la fiesta que ya tenían preparada los Houston Astros y estiró hasta el séptimo juego el clásico de octubre.
Y aun cuando el choque ya se había ido de un solo lado, el derecho salió a tratar de completar la faena, cuando ya tenía 102 envíos.
Como en los viejos tiempos, cuando Marichal y Spahn se trenzaban en un duelo a ceros por 16 episodios, sin pensar en el cansancio o el dolor del día siguiente.
¡Es la Serie Mundial! Aquí se permiten (o se obligan) estos esfuerzos extras.
Salió del juego con 104 pitcheos, después de sacar el primer out del noveno. Si yo hubiera sido él, habría pedido la pelota para acabarlo todo.
Termina así Strasburg una postemporada perfecta, con récord de 5-0 desde el juego de comodines y una efectividad de 1.98 en 36 y un tercio.
¿Termina? ¿Quién quita que en las postrimerías del séptimo juego salga de relevo, al estilo de Madison Bumgarner en el 2014?
No lo descarten, aunque a su agente Scott Boras le dé un síncope cardíaco, justo ahora que puede salirse de su actual contrato y buscar un mejor pacto en el mercado.
ARBITRAJE DA VERGÜENZA
Y eso que Ángel Hernández no está en la Serie Mundial.
Lo del arbitraje en este clásico de octubre ha sido sencillamente vergonzoso.
Errores garrafales en el conteo de bolas y strikes, con zonas demasiado amplias o estrechas, ha sido la constante del cuerpo de oficiales que está trabajando en la serie, lo cual ha empañado un tanto el buen espectáculo que han brindado los Washington Nationals y los Houston Astros.
Cada vez me convenzo más de la necesidad de implementar el conteo automatizado de bolas buenas y malas, que, ojo, no es como muchos creen que será un robot como R2D2 decretando qué envíos pasó o no por la zona de strikes.
El umpire humano estará detrás del plato con un audífono en la oreja, donde recibirá la sentencia que decretará.
A él le quedarán como funciones aplicar reglas, decretar jugadas en el home, batazos fouls o fair.
No quedará, como creen algunos, como un invitado de piedra, pero dada la mediocridad para definir la zona que han mostrado todos, ¡TODOS! los árbitros a lo largo de la postemporada, es hora de traer a la MLB el “robot” que se puso en una prueba piloto en la liga independiente del Atlántico.
La tapa al pomo la puso la polémica decisión de Sam Hoolbrook sobre jugada en la que Trea Turner fue decretado out por supuesta interferencia y que pudo haber tenido un peso definitorio en el sexto juego, en el que los Nationals le empataron la serie a los Astros y forzaron el séptimo partido.
No hubo interferencia. Después de ver la jugada más de diez veces, estoy convencido de que Turner iba corriendo dentro de la línea reglamentaria.
Cualquier bateador derecho, como el campocorto de Washington, cuando sale corriendo hacia la inicial, lo hace por la hierba interior.
Pero Turner rápidamente enmendó el rumbo y ya a varios pies de la primera base iba justo por el medio de la línea reglamentaria.
Si le tumba accidentalmente el mascotín a Yuli Gurriel es porque el tiro de Brad Peacock iba justo en dirección al corredor.
Si el disparo de Peacock hubiera sido hacia el otro lado de Turner, la jugada hubiera sido probablemente un out, apretado quizás, pero out.
Lo cierto es que la bola se escapó, Gurriel perdió su guante y quedaban corredores en segunda (Turner) y tercera (Yan Gomes), sin outs: el rancho ardiendo para los Astros.
Pero Hoolbrook, el umpire principal, decretó out a Turner por interferencia y retornó a Gomes a la inicial, en una decisión infame, sólo superada por aquella de Don Denkinger en 1985, que le costó la Serie Mundial a los St. Louis Cardinals ante los Kansas City Royals.
Ello motivó un conato de Dave Martínez que le costó convertirse en el primer manager en ser expulsado de un juego de clásico de octubre desde Bobby Cox en 1996.
Afortunadamente para Washington, la polémica decisión de Hoolbrook no tuvo consecuencias, pues Anthony Rendón se encargó de enmendarla con un palazo que enfrió las tribunas del Minute Maid Park.
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