Cuando los entonces Marlins de Florida eligieron en la primera ronda del draft de 1999 a Josh Beckett, el entonces joven lanzador derecho pronunció una frase que lo perseguiría por el resto de su carrera.

"Los Marlins acaban de escoger a un futuro miembro del Salón de la Fama", fueron las palabras de Beckett, que en su momento fueron tomadas como una gracia de un joven impetuoso con ganas de comerse el mundo a los 19 años, pero que el tiempo se encargó de demostrar que desaprovechó una buena oportunidad para quedarse callado.

Y aunque dejó momentos memorables en sus 14 temporadas en las Mayores -- cómo olvidar su blanqueada a los Yankees de Nueva York en la Serie Mundial del 2003 -- al final sus números quizás ni le alcancen para el cinco por ciento necesario de los votos para mantenerse en lista después de su primer año de elegibilidad en Cooperstown.

A lo largo de la historia, cerca de 19 mil peloteros han debutado en las Grandes Ligas y apenas 3,300 consiguieron mantenerse diez o más campañas en activo.

Solamente 220 lograron entrar al Templo de los Inmortales por sus méritos en las Mayores, junto a 35 de las Ligas Negras y 62 managers, umpires y ejecutivos.

Y es que mantenerse en el tiempo y con un rendimiento extraordinario por tantos años es permitido sólo para unos pocos elegidos por los dioses del béisbol.

¿Cuántas veces no hemos visto peloteros que parecen destinados a la inmortalidad tras un debut extraordinario y un pico de carrera glorioso y de buenas a primeras se desvanecen en la nada?

¿Recuerdan a Daisuke Matsuzaka, con 33 victorias en sus dos primeras temporadas con Boston para convertirse de repente en uno de los lanzadores más bateados de todo el mundo hasta desaparecer del universo del béisbol en el 2014, con apenas 33 años?

Ahí está Andrew McCutchen, quien llevaba un paso ascendente y desde que se cortó las trenzas perdió su magia como Sansón.

Debutó en el 2009 con los Piratas de Pittsburgh y dos años después asistía al primero de sus cinco Juegos de Estrellas consecutivos.

En el 2013 resultó el Jugador Más Valioso de la Liga Nacional al llevarse todos menos dos votos y su nombre se incluía de manera obligada en cualquier discusión sobre los peloteros más completos en ambos circuitos.

En el 2016, a los 29 años de edad, sus números cayeron drásticamente y en esta campaña, cuando está a las puertas de convertirse por primera vez en agente libre, su rendimiento da ganas de llorar.

Su promedio, hasta los juegos del martes 23 de mayo, era de apenas .200, con lo que se ubicaba en el lugar número 171 en todas las Grandes Ligas.

Su promedio de embasamiento (OBP) era de apenas .271 y tenía menos jonrones (6) que otros 80 hombres.

Ahí está también el venezolano Pablo Sandoval, quien iba camino al estrellato con los Gigantes de San Francisco y de pronto tomó un atajo que torció su paso a la mediocridad.

Sandoval era uno de los preferidos de la fanaticada de la bahía, que adquiría una dimensión extraordinaria cuando el equipo llegaba a la postemporada, cuando de Kung Fu Panda se convertía en Supermán.

Pero los cambios de aire, de San Francisco a Boston, no le asentaron para nada y hoy los Medias Rojas deben estar lamentándose de haber pagado 95 millones de dólares por alguien que incluso tuvo que pasarse una campaña completa en las Menores.

Otro caso es el del dominicano Neftalí Féliz, Novato del Año con los Texas Rangers en el 2010, cuando impuso récord de juegos salvados para un debutante, con 40.

En la siguiente campaña rescató 32 juegos y cuando iba estableciéndose como uno de los mejores cerradores del béisbol, intentaron convertirlo en abridor, vinieron las lesiones y su estrella se esfumó como por arte de magia.

Ahí está, sobreviviendo, como un relevista más del montón con los Cerveceros de Milwaukee, a mil años-luz de aquel jovencito que lanzaba fuego hacia el plato.

Parecido le sucedió a Joba Chamberlain. Parecía que los Yankees habían descubierto al nuevo Mariano Rivera y lo llevaron con calma, sin apurarle su desarrollo, con un plan especial en su primera campaña.

"A ese lo quiero ver como abridor", fue la orden de Hal Steinbrenner, el dueño del equipo.

Y ahí comenzó el retroceso sin frenos de Chamberlain, de quien lo último que se supo es que había sido firmado por los Cerveceros con un contrato de liga menor, pero dejado en libertad antes de que concluyeran los entrenamientos primaverales.

Quizás el caso más significativo de estrellas apagadas de los últimos tiempos sea Ryan Howard, aquel portentoso primera base de los Filis de Filadelfia que ganó el Novato del Año en el 2005 y una temporada después se llevaba el MVP del viejo circuito.

Por seis campañas en fila superó los 30 cuadrangulares y las 100 impulsadas, con lo que enmascaraba su escandalosa cantidad de ponches.

Pero a partir del 2012 se desinfló como un globo pinchado y desde entonces, la única estadística que mantuvo alta fue la de abanicados.

A los Filis les pesó tanto el megacontrato que le dieron en el 2010 por 125 millones de dólares que prefirieron pagar diez millones de cancelación en el 2017 y dejarlo ir a la agencia libre.

Firmó pacto de liga menor con Atlanta, pero nunca fue llamado al equipo grande y un mes después los Bravos le dijeron adiós.

Aunque con una cuenta bancaria obesa, ahora es un paria sin trabajo en busca de una nueva oportunidad, renuente a aceptar que todo acabó ya.

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Josh Beckett tomó un largo respiro, su juego número 128. La cuenta llena frente a Chase Utley, dos outs en el cierre de la novena, en la línea de un sin hit ni carrera.

¿Qué más puede pasar en ese momento? ¿Tratas de lanzar el pitcheo perfecto? ¿Te echas para atrás y dejas que los dioses del béisbol decidan tu destino?

Beckett se mantuvo en lo simple: Una bola rápida abajo de la mitad de las rodillas. Pégale si puedes. Utley se congeló, no pudo apretar el gatillo, dio la vuelta y caminó hacia el dogout. Tres strikes. El primer sin hit ni carrera de Beckett, el primero para los Dodgers desde el de Hideo Nomo en 1996, el primero en el 2014 y un recordatorio que el más hermoso de los sin hit ni carrera es que nunca sabes cuándo van a pasar.

En los últimos años, he escuchado a muchos quejarse que los sin hit ni carrera no son especiales desde que hemos tenido algunos de ellos. Tuvimos tres la temporada pasada, pero siete en 2012, incluyendo tres juegos perfectos. Tuvimos tres en 2011, pero seis en 2010, incluyendo el de Roy Halladay en la postemporada.

¿Son muchos sin hits ni carreras? Es ridículo. Mantiene la diversión porque son impredecibles y vuelven otro día en el béisbol en algo emocionante. Me encanta que de cada detrás sin hit ni carrera hay un gran historia: para éste, tenemos un veterano en el ocaso de su carrera, un tipo que ha batallado con las lesiones y una inefectividad las últimas dos temporadas, regresando de una cirugía en 2013 para reparar la presión que tenía sobre un nervio de su nuca.

Beckett tuvo ocho aperturas la temporada pasada con marca de 0-5. En realidad nadie pesaba que pasaría cuando el llegó a los entrenamientos primaverales. Los Dodgers firmaron a Dan Haren y Paul Maholm como agentes libres para proveer mayor profundidad a la rotación. Pero Beckett se ha mantenido sano y ha estado bien (3-1, 2.43 ERA). Y entonces llegamos al domingo.

Beckett contabilizó 128 lanzamientos, 80 strikes, la mayor cantidad de lanzamientos que ha registrado en un juego de grandes ligas desde& bueno, nunca. Su anterior cifra más alta había sido de 126, una ocasión en 2012 y otra en 2014. Otorgó tres bases por bola y ponchó a seis. En la novena entrada, Tony Gwynn Jr. fue puesto out con un elevado al campocorto y Ben Revere con una rola a la inicial, Beckett se revestía para terminar. Caminó a Jimmy Rollins con una curva con la cuenta en 3-2. Tal vez lo que Utley estaba esperando, otra curva. El receptor Drew Butera tuvo que salir a hablar con Beckett después de que la cuenta estaba 3-1, lanzó una curva a Utley que fue marcada como el segundo strike. Había lanzado cinco bolas rápidas en la entrada pero ocho curvas. ¿Trabajarías con cuidado frente a Utley, el mejor bateador de los Filis? ¿Si Beckett no hubiera hecho nada y si hubiera caminado a Utley?

El lanzamiento a Utley fue de 94 millas. Fue el lanzamiento más rápido de Beckett en el día.

La voz oficial de los Dodgers, Charley Steine, quizás capturó el momento, nombrándolo el más grande juego que jamás Beckett haya lanzado. No estoy seguro de estar de acuerdo con eso. Beckett, después de todo, lanzó cinco blanqueadas en contra de los Yankees en el Yankee Stadium con lo que se hicieron de la Serie Mundial en el 2003. Antes, en la Serie de Campeonato de la Liga Nacional en contra de los Cachorros con los Marlins enfrentando la eliminación, permitió sólo dos hits, una blanqueada con 11 ponches.

Lo que hace a un Beckett diferente del que vemos ahora. Era un chico de 23 años de Texas con una monstruosa bola rápida y una actitud arrogante que lo hizo estar como la segunda selección global del draft de 1999. Ahora es un hombre astuto de 34 años de edad, trabajando por debajo de las 90 millas, mezclando más rectas cortadas y cambios que cuando era joven con bolas quemantes. De vuelta con los Marlins y durante sus primeros años con los Medias Rojas, Beckett podría lanzar su bola rápida más del 60 por ciento de las ocasiones. Aquel porcentaje ha ido disminuyendo poco a poco, cayendo a poco menos del 40 por ciento en su año. No se quedará pasmado por mucho tiempo.

En realidad hace que te preguntes: ¿Que habría pasado si Beckett hubiera aprendido a "lanzar" al principio de su carrera? La promesa de aquella postemporada del 2003 quizás creó expectaciones que no eran realistas para su carrera. Ha sido inconsistente -- colocando una efectividad de 5.01 en su primer año con los Medias Rojas pero ganando 20 juegos y finalizando segundo en las votaciones al Cy Young en su segunda campaña con Boston. Eso fue en 2007, cuando se consolidó como un pitcher de juegos grandes cuando consiguió su tercera blanqueada en postemporada, ganándose sus aperturas en la Serie de Campeonato de la Liga Americana y después su única salida en la Serie Mundial con los Medias Rojas que barrieron a los Rockies. No fue tan efectivo en las postemporadas del 2008 y 2009, y después los problemas con los Medias Rojas en 2011 por lo que Boston lo envió en un feliz acuerdo para que saliera de la ciudad en una negociación espectacular con los Dodgers.

¿Tendrá otra oportunidad en la postemporada? Los Dodgers son un equipo con dificultades para conseguirlo en estos momentos. Tienen marca de 27-24, por debajo de lo esperado, a pesar de tener salidas impresionantes de Beckett, Zack Greinke (7-1, 2.01 ERA), Yasiel Puig (bateando .349/.438/.623), Adrián González (.277, 12 jonrones) y Dee Gordon (.293, 30 bases robadas). La rotación, pese al gran funcionamiento de Beckett y Greinke, ha sido en general mediocre con Clayton Kershaw y Hyun-Jin Ryu perdiendo el tiempo. El bullpen ha batallado con una efectividad de 4.15.

Este podría ser el momento para que los Dodgers tuvieran buena trayectoria. La rotación está intacta ahora. Puis está encendido. Dieciséis de sus siguientes 23 juegos serán como locales (aunque los Dodgers tienen record de 9-13 en casa). La sólida salida de Beckett es otra razón para seguir pensando que los Dodgers son tan buenos como se predijo en marzo.

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