LOS ÁNGELES -- América y Tigres cumplen pronósticos. Con más apuros que sufrimiento, con más sofocones que histeria.
En la tabla de posiciones parecían haber perdido su condición de favorito. Pero sus planteles redimieron el descrédito de clasificar quintos y sextos.
Pero sobre todo, especialmente, los redimen sus goleadores. Gignac sigue con el saludable hábito de hacer golazos. Y Benedetto con la puntualidad de hacer goles útiles y oportunos.
Tigres fue a Chiapas a robarse la pelota para robarse la clasificación. Porque lo que hizo Ferretti con La Volpe fue un despojo, un abuso.
El disparo implacable de Gignac, preciso y precioso, a pesar de que debió descomponer la silueta para pescar el remate, le entregó el mapa del juego a Tigres.
Jaguares sufrió para quitarle el balón. Y cuando lo tuvo encontró cerrojos y celadores en toda la cancha. Y al recuperarlo, Tigres se dedicó a adormecer el reloj, el rival, el juego, la tribuna y la paciencia.
El global de 3-1 condenó a La Volpe a la desesperación y a la resignación. Hizo cambios, intentó modificaciones, pero entendió que la partida estaba consumada.
Y Tigres terminó estando más cerca del cuarto en el acumulado, que los Jaguares de una genuina reacción.
América, en tanto, menos cínico que Tigres, o menos práctico, o si se quiere menos pragmático, trataba de responder con el contragolpe ante la furia de un León convencido y azuzado desde el primer minuto a buscar la anotación.
Los contrastes se irían dando en la cancha. En todos los terrenos, pero especialmente en la batalla entre porteros y entre los supuestos ejecutores del área.
Boselli desperdició cuatro oportunidades de gol inmejorables, con el aliciente incluso de que Moisés Muñoz estaba en una de esas jornadas infortunadas. Pero el artillero del León parecía maldecido. Era claro que no encontraría la red.
Benedetto, en tanto, entrando de relevo, dio el tiro de gracia a la fiera y consumó la estrategia ramplona de Nacho Ambriz, pero que fue efectiva ante la desesperación del León, desesperación táctica incluso en la banca.
Benedetto con un zapatazo potente, ante una defensa displicente, tolerante y sin arrojo, se permitió el lujo de, llegando desde la banca, poner la tranquilidad en el marcador.
Y entre los arqueros, los extremos se presentaban. Muñoz errático, con un par de salidas suicidas, mientras que William Yarbrough en el desenlace del juego, tuvo excepcionales atajadas.
¿Vistosa la doble cartelera? Lejos, ambos encuentros, en especial el primero, porque en el segundo, la inercia de desesperación leonesa y astucia americanista, y la suma de goles, mantuvieron un saborcito de angustia compartida.
¿Y ahora? América y Tigres aguardan. Pumas y Toluca podrían ser su respectivo destino, a menos que sorprendan, improbablemente, Veracruz y/o Puebla.
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