El peor momento en la historia del futbol mexicano...
No hay que agregar más… Los resultados y las actuaciones de las selecciones mexicanas están ahí, con un presente dubitativo y un futuro sombrío. Y este es el resultado directo de las decisiones de quienes administran el juego en México y de la degradación -casi exterminio- del futbolista mexicano en su propia liga. Hay, indudablemente, un retroceso y muchos elementos para afirmar que sí, este es el peor momento en la historia del futbol mexicano…
SAN DIEGO, California.- ¿El peor momento en la historia del futbol mexicano? Ahorrémonos los signos de interrogación y digámoslo como es: ¡el peor momento en la historia del futbol mexicano!
Cuando escuché la frase, por primera vez, la semana pasada en boca del colega y ex jugador internacional por Estados Unidos, Hérculez Gómez, en un programa de “Ahora o Nunca”, me quedé pasmado, estupefacto, mientras hurgaba en la profundidad de mi mente y de mi ser la manera de cómo darle una excusa y refutar enseguida lo que él aseguraba. No pude hacerlo.
El peor momento en la historia del futbol mexicano está plenamente representado en lo que vemos y hasta en lo que no vemos del futbol de las selecciones mexicanas. La mayor, atorada en un marasmo, arrastrando debacles y actuaciones pobres y calificado al Mundial gracias a la pobreza del área futbolística donde compite. Y en selecciones menores, el gran fracaso ocurrió la semana pasada, cuando México se “descarrilo” en el premundial de Honduras -perdiendo con Guatemala- y quedó fuera del Mundial Sub-20 de la FIFA de Indonesia 2023 y de paso, de los Juegos Olímpicos de Paris 2024.
Y mientras algunos buscan pretextos casi “ancestrales” -que si los penaltis, que si se menospreció al rival, que si el entrenador no tiene experiencia, que si la cancha y que si esto o lo otro- hay una tendencia a ocultar los verdaderos problemas de fondo que existen en nuestro futbol, temas que, producto de las decisiones de quienes administran el juego, han dado como resultado un presente incierto y un futuro todavía más sombrío. Las expectativas de cara al Mundial de Qatar 2022 no son nada positivas, aunque hay quienes creen en “los milagros” y en que la selección será capaz de jugar mejor de lo que lo ha hecho y sortear las dificultades de grupos y de las rondas posteriores. La realidad, lo que hemos visto hasta ahora en la cancha, señala en otra dirección.
México es un futbol que se cuantifica en los ingresos económicos que tiene y no en los resultados deportivos. Así ha sido durante décadas y décadas. El futbol mexicano ha mejorado, es cierto, pero no a la velocidad y al volumen que le corresponde y hoy, más que nunca, se denota una depreciación en su nivel competitivo. Y el factor principal sigue siendo el futbolista, un futbolista mexicano degradado, olvidado en su propia liga y alejado del protagonismo que requiere para desarrollarse plenamente. El futbolista mexicano apenas y tiene oportunidades en una Liga MX con las nóminas plagadas de jugadores extranjeros. Y este verano, por ejemplo, el futbol de México no exportará a ningún elemento a las llamadas “grandes ligas” europeas.
En enero del 2017 y ante lo que era inminente que se venía, el ex futbolista internacional mexicano y ex goleador de la selección, Jared Borgetti, afirmaba: "En cuatro o cinco años no va a haber delanteros mexicanos. Ahora estamos bien, por así decirlo, pero en un rato más se van acabar".
En el futbol mexicano han existido muchos momentos de gran irregularidad, pero este tiene tintes realmente dramáticos evidenciados en un pobre nivel futbolístico en un futbol donde siempre lo más importante es hacer dinero.
@Faitelson_ESPN
Y lo hace, estrictamente, por motivos comerciales… Porque es tiempo de vender, necesita vender y porque ningún dirigente saldrá a “lastimar” el producto aceptando que el futbol mexicano está en el peor o en uno de los peores momentos de su historia. La realidad es que no se necesitan más pruebas: desde las selecciones menores y hasta la mayor, el futbol se ha extraviado, el nivel competitivo ha disminuido, el jugador ha perdido confianza y el panorama rumbo al Mundial es, francamente, sombrío…
CIUDAD DE MÉXICO. – El “enfermo” suele ser el último en reconocer su “enfermedad”. El futbol mexicano sabe que esta “enfermo”, muy “enfermo”, pero orgullosamente levantará la cara, pondrá una de felicidad y enfrentará su futuro mintiendo porque el negocio (el show) debe continuar.
Nada hace reaccionar a los dirigentes del futbol mexicano. Derrotas en las finales de la Liga de las Naciones de la Concacaf, la Copa Oro, las caídas y el futbol incierto de la eliminatoria y hasta lo que sucedió el miércoles por la noche en Guatemala: México quedó fuera del Mundial Juvenil de Indonesia y de los Juegos Olímpicos de Paris 2024. Si a ello agregamos que, por primera vez, en 20 años, México no representará al área en el Mundial de Clubes de la FIFA, el cuadro es todavía más alarmante.
Pero nadie ve o quiere ver nada. Los dirigentes se hacen de la vista gorda, porque, insisto, lo suyo es cuidar el negocio a como dé lugar. Y la mayor parte de los analistas (ex jugadores, ex entrenadores, ex directivos) caen en la simpleza de afirmar que todo se trata de un partido, de un hecho aislado, de una selección, de unos futbolistas o de un entrenador que falló en el momento menos apropiado, y si no, recurren a la argucia de que el área ha crecido y que nosotros los hemos menospreciado.
El futbol mexicano está hecho un polvorín. La parte deportiva, la futbolística, ha colapsado, como resultado directo de las decisiones que han tomado los dirigentes. El futbolista mexicano ha perdido fuerza competitiva, el que está en Europa lucha por sobrevivir y el que está en México, ha “muerto” ya desde hace algún tiempo. El asunto no ha llegado a su punto más crítico porque el nivel del área de la Concacaf te permite ciertas concesiones, porque, la verdad, con el futbol que mostró la selección de Gerardo Martino, no hay argumentos para clasificarse a una Copa del Mundo.
Y ahora esperamos, con los “dedos cruzados”, a que en el Mundial ocurra una sorpresa y los futbolistas recuperen su memoria y el entrenador sea capaz de montar un equipo competitivo. Es decir, el futbol mexicano espera, casi, un milagro.
No hay capacidad de autocrítica porqué el juego está relacionado con una industria multimillonaria y nadie, ningún dirigente, aceptará que están preocupados por el nivel de nuestro futbol. El futbol mexicano esconde su “enfermedad” …
@Faitelson_ESPN
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El nuevo ridículo y fracaso del futbol mexicano (fuera del Mundial juvenil del 2023 y fuera de los Juegos Olímpicos de Paris 2024), es el resultado directo de las decisiones que han tomado quienes administran la industria. Y no hay que ir demasiado lejos: se han olvidado del futbolista mexicano y han tomado determinaciones alrededor del juego que lastiman directamente los intereses deportivos. Los resultados, ya están aquí: el futbol mexicano, a nivel de selecciones, al borde del precipicio y lejos, muy lejos de la posibilidad de cumplir con el viejo anhelo de aproximarse a las grandes potencias del juego…El futbol mexicano está al borde del precipicio…
CIUDAD DE MÉXICO. - Siempre he pensado que los mexicanos no tenemos el futbol que merecemos, pero, quizá, estaba equivocado: tenemos el futbol que merecemos de acuerdo con las decisiones que toman aquellos que lo conducen y administran. Un nuevo fracaso histórico del futbol mexicano se ha consumado este miércoles en San Pedro Sula. Una Selección Mexicana de categoría Sub-20 cumplía con uno de los grandes ridículos del futbol mexicano: eliminada por Guatemala y fuera del Mundial juvenil de la FIFA Indonesia 2023 y de los Juegos Olímpicos de París 2024.
Imposible cuantificar el ridículo y el fracaso del futbol mexicano. No puedes perder en un área competitiva tan floja, mostrando, además, todas tus carencias y todos tus miedos como futbol. Un futbol que, además, presumía sus resultados en selecciones con límite de edad: dos títulos Sub-17 en el siglo, una medalla de oro y otra de bronce en el futbol olímpico. Lo más fácil, y lo que les adelanto va a suceder, es culpar al entrenador, a Luis Pérez y a los chicos que fallaron los penaltis ante Guatemala¸o quizá hasta cierta responsabilidad recaiga en el presidente de la FMF, Yon de Luisa o en el presidente de la Liga MX, Mikel Arriola. La realidad es que los culpables directos son otros.
Hace tiempo que el futbol en México responde a las decisiones que se toman más allá de la cancha. Los dirigentes, los de menor o mayor grado, los dueños de los clubes del futbol mexicano, se han encargado de llevar al futbol mexicano a un precipicio. Ese precipicio no ha sido tan grave y dramático porque el área competitiva donde México se elimina para los mundiales y eventos internacionales, es una de las áreas más pobre del mundo futbolístico.
Gracias a eso, México, la selección mayor, está en Qatar, ¿por qué la enfermedad se ha propagado en todas las categorías y, en general, en el futbolista mexicano? La razón es muy sencilla de entender: no se trabaja con el futbolista mexicano en México. Talento existe y de sobra, pero ese talento no recibe la oportunidad de desarrollarse plenamente en su propia liga, una liga plagada de jugadores extranjeros.
Y a ello hay que agregar otras “brillantes” decisiones de “pantalón largo”. La abolición del ascenso y el descenso que le ha quitado una presión competitiva al futbol que aquí se practica y el alejamiento, por temas de intereses comerciales, de los torneos sudamericanos a nivel de cubes y de selecciones, las únicas ventanas que el futbol mexicano tenía hacía un juego de mayor dimensión y exigencia. ¿Qué pretenden los dirigentes del futbol mexicano? ¿Qué eso no se llegue a notar en la cancha de juego? ¿O son unos ilusos o unos sinvergüenzas? Yo me inclino por lo segundo.
El jugador mexicano ha perdido nivel futbolístico, ha decaído en su mentalidad y confianza, lo constatamos la noche del miércoles en Honduras, y ha dejado de ser ese futbolista que parecía encaminado a un proceso de acercarse verdaderamente a los grandes futbolistas y a las grandes potencias del juego. Hemos ido hacia atrás, en dirección contraria. Los culpables están ahí. Y no es Luis Pérez o alguno de los chicos que erraron los penales ante Guatemala. Yo dejaría de lado, incluso, a Yon de Luisa o al propio Mikel Arriola. Ellos son ejecutores de las ordenes que reciben de los millonarios, ególatras y todopoderosos que manejan el futbol mexicano a su antojo. Ellos son los culpables. Los miembros del “Club de Toby”, esos que no dejan entrar nadie a su negocio, eso que se reúnen, levantan la mano, votan y deciden por sus propios intereses. A esos, con todo respeto, “les vale madre” el futbol mexicano. Pasan por ilusos cuando en realidad son unos sinvergüenzas.
“Brillantes”, aquellos que, primero, descuidan y hasta se olvidan del futbolista mexicano y que luego quieren que responda con resultados en la cancha. “¡Brillantísimos!”.
@Faitelson_ESPN
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Es la Copa Libertadores, sin duda, lo que más añora el futbol mexicano a nivel de clubes… Alejarse de Sudamérica ha significado para el futbol de México renunciar al nivel de calidad y de esencia competitiva que difícilmente encontrará en otro sitio de su entorno actual. Y puede que la economía de los clubes mexicanos sea más boyante que la de los sudamericanos -Pumas le acaba de ganar la pulsada a Boca Juniors por un futbolista-, pero en la parte deportiva hay una sensible diferencia. Lo increíble es que nadie está pidiendo algo que no existió o que sea imposible. México estuvo ahí y decidió renunciar por motivos que van desde lo político y hasta los intereses económicos. Una verdadera pena…
CIUDAD DE MÉXICO -- Suena a una gran contradicción, pero mientras el futbol sudamericano parece rendirse ante la economía de los clubes mexicanos, éstos envidian el nivel y la pasión competitiva que poseen los torneos sudamericanos. Uno tiene lo que el otro añora. El otro posee lo que aquel necesita. No se puede tener todo…
Para decirlo como es: pienso que la gran pérdida histórica del futbol mexicano a nivel de clubes ha sido el alejamiento de la Copa Libertadores. Y cada día es más evidente que los clubes mexicanos presumen de una economía más estable que les permite acceder a futbolistas argentinos, uruguayos, chilenos, paraguayos que no están destinados al mercado de las “grandes ligas” europeas y que ayudan mantener a flote las economías de esos clubes.
El mejor ejemplo acaba de ocurrir con el Boca Juniors, una de las entidades más grandes, tradicionales y ganadoras del futbol argentino y sudamericano y que en una batalla por darle continuidad a un futbolista, Eduardo Salvio, ha terminado doblando las manos ante un equipo mexicano. Y el tema no se queda ahí, porque ese equipo mexicano no es Rayados, Tigres, América o Toluca, ese equipo es Pumas, señalado por tener una de las economías más inestables de la Liga MX. Juan Román Riquelme, el dirigente de Boca Juniors, decía esto a la prensa argentina hace apenas algunas horas: “ Renovarle es la ilusión que tenemos. Yo hablo con la gente del Consejo de Fútbol y le hicieron un ofrecimiento para que continúe en nuestro club, un esfuerzo muy grande e importante. Está a las claras que el club confía en él. El ofrecimiento es para pagarle el dólar a precio oficial, así no tiene más problemas de nada. Se le está ofreciendo lo máximo, cosa que hoy no la tiene así. Nunca tuvo esta posibilidad que va a tener ahora. El club está demostrando que quiere contar con él”.
La industria del futbol mexicano -presente en dos países diferentes- le permite esa solvencia a los clubes, pero la cuestión aquí tiene algo más trascendental: la parte deportiva, donde la Liga MX podría envidiar parte de la calidad y el nivel competitivo que existen en los torneos sudamericanos. A partir de ahí, se lamenta más y más el alejamiento mexicano de la Libertadores, el sitio donde el futbol mexicano a nivel de clubes podía crecer, foguearse, medirse ante ese nivel de calidad y de intensidad competitiva. Creo, sin temor a equivocarme, que tres de los grandes momentos en la historia del futbol mexicano por equipos está inscrito en las tres finales que alcanzaron los clubes mexicanos (Cruz Azul, Chivas y Tigres). Los tres subcampeonatos deben valer más que cualquier título de la Concacaf o incluso de los buenos, malos o regulares resultados que se desprenden de la participación en el Mundial de Clubes de la FIFA. Y también creo -y este es un atrevimiento que voy a dar- que la Libertadores, como torneo, solo está por debajo de la calidad y el nivel futbolístico de la Liga de Campeones de Europa.
Puede que el futbol mexicano tenga un mayor poder adquisitivo que la mayor parte de las ligas sudamericanas, pero también hay un sentimiento de añoranza por algo que se tuvo y que se fue -o lo dejaron ir-, o nos les convino más. La gran pérdida del futbol mexicano ocurrió a partir de su alejamiento de la Copa Libertadores.
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En una época donde proliferaban las grandes inversiones y los planteles poderosos, el equipo rojinegro nos ha brindado otra “receta” de cómo conseguir el campeonato. Y no necesita de tantos excesos: 13, 14 jugadores en forma competitiva y un entrenador que les convenza de lo que necesitan en la cancha. Y ese puede terminar siendo el verdadero legado del Atlas: levantar trofeos sin la necesidad de gastar o despilfarrar el dinero mientras Tigres, Rayados, América, Cruz Azul y hasta Chivas ven como la gloria se les escapa…
CIUDAD DE MÉXICO. - Pronto, volveremos a cometer el mismo infame error de los últimos dos semestres: asegurar que es poco más que imposible que el Atlas sea campeón del futbol mexicano.
Es evidente que, al menos en este futbol, no se trata del que más gasta y más tiene y que ello no te garantiza nada. Los últimos dos campeonatos del futbol mexicano han sido protagonizados a través de un equipo que tiene una plantilla limitada a 13 o 14 futbolistas competitivos. Ellos, más un trabajo esmerado del entrenador Diego Cocca, han puesto al Atlas en “los cuernos de la luna” y a clubes de mucha mayor inversión, Tigres, Rayados, Cruz Azul, América e incluso Chivas, viendo las finales por la televisión.
Es verdad que el Atlas es parte de un grupo que ejerce la multipropiedad, una condición ilegal de la cual saca ventaja al contar con un mayor universo de futbolistas, pero también es una realidad que el Atlas (Grupo Orlegi), ha logrado colocar las bases, la estructuras y hasta una “receta” para conseguir el éxito sin tener que invertir demasiado o contar con un plantel de extensas dimensiones. Y esto ha ocurrido justo cuando los clubes de Monterrey (Rayados y Tigres) , han establecido una nueva moda que destaca invertir sin límites en un plantel que llega a tener, muchas veces, tres futbolistas competitivos por posición. “Tirar la casa por la ventana” no te garantiza nada en la Liga MX.
Mientras el verano de pretemporada del futbol mexicano barajea nombres de refuerzos denominados como “bombas” (Cavani, De Jong, Falcao), y otros más intentan la vuelta de futbolistas que en su momento tuvieron notoriedad en la liga (el caso de Jonathan Rodríguez en el América), el Atlas parece enfocado en lo suyo: repetir los nombres de una alineación que conoce el camino del éxito sin la necesidad de demasiado escándalo mediático. Y todo comenzará por Camilo Vargas y continuará con Santamaría, Nervo, Rocha, Furch y Quiñones. El Atlas sabe lo que quiere y cómo lograrlo. No estoy tan seguro de que el resto de los contendientes del futbol mexicano lo tengan tan claro.
Es evidente que tener mucho dinero no te garantiza el éxito en este futbol. Invertir con inteligencia, hacerlo a través de un proyecto y buscar los nombres apropiados podrían ser parte del legado que nos está dejando este sorprendente Atlas.
Me estoy frotando las manos para, cuando en la próxima semana, hay que desvelar a los favoritos del torneo mexicano. La lista la encabezarán los de siempre, aquellos que tienen dinero y plantes abundantes, y el Atlas quedará marginado para tratar de lograr un milagro o una proeza. El problema es que esa “magia” se ha repetido en dos torneos consecutivos. ¿Quién asegura que no puede volver a suceder?
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Nuevo episodio en “La Máquina”: han acabado con lo mejor que les había sucedido en la última época, con Juan Reynoso, el entrenador peruano que les dio la orden y la dirección para romper con la larga y agónica espera por un campeonato. Cruz Azul da vergüenza, no sólo por el fracaso deportivo que acaba de sufrir, sino por las decisiones que ha tomado en los últimos meses que incluyen el alejamiento del directivo Álvaro Dávila, otro de los bastiones en la consecución del ansiado título. En medio de “una guerra” en la cooperativa llena de venganza, odio, y ahora sangre, el equipo de futbol parece volver a naufragar…
CIUDAD DE MEXICO. - Cruz Azul es un “polvorín”. Lo es en la empresa cooperativa que es dueña del club, y lo es en la cancha de futbol. La nueva “víctima” se llama Juan Reynoso.
El entrenador que consiguió darle orden y dirección rumbo al final del ayuno se ha ido en medio de un fracaso deportivo, pero también con un excedente de crédito que parecía podría darle la continuidad en el puesto. La decisión ha llegado desde la oficina del presidente deportivo, Jaime Ordiales, y ha sido secundada por los dirigentes de la cooperativa, envueltos, para no variar, en un escándalo administrativo. Cruz Azul busca entrenador y a partir hoy ya empieza a barajarse nombres importantes como el de Ricardo Ferretti, Hugo Sánchez y Rubén Omar Romano.
Es verdad que el futbol de Cruz Azul se extravió esta temporada y que el equipo jamás alcanzó el potencial que se esperaba tras la gran cantidad de cambios que se dieron en el mercado invernal. Juan Reynoso no pudo darle a este equipo una certeza ofensiva que garantizara resultados. Fue eliminado por Pumas en la Concacaf, torneo donde era el claro favorito, y en el Clausura 2022, donde a duras penas consiguió meterse, vía reclasificación, en la liguilla por el título. Era evidente que Cruz Azul no estaba para nada en condiciones de contender por el campeonato. A pesar de todo ello, Reynoso parecía ser el personaje adecuado para que Cruz Azul volviera al nivel que mostró hace un año cuando, después de una larga y agónica espera, fue capaz de levantar el trofeo de campeón.
LA GUERRA…
Don Guillermo Álvarez Macías debe estar revolcándose en su tumba. Esto no fue lo que él concibió, creó y generó como un modelo de vida y de un futbol exitoso.
Cruz Azul está sumergido en una “guerra”, una “guerra” sin cuartel, sucia, corrupta, de miles de millones de pesos; una “guerra” llena de golpes bajos, de venganzas, una “guerra” que hace un par de semanas, en Tula (en la emblemática Ciudad Cooperativa) adquirió caracteres de una barbarie mientras la sangre corría por sus plantas de producción de cemento. En medio de todo eso, está el equipo de futbol, está Jaime Ordiales, estaba Juan Reynoso y están sus futbolistas.
La prometida “paz” no llega a la empresa cooperativa. La semana pasada, tras la masacre en Hidalgo, Billy Álvarez, prófugo de la justicia, aparecía en redes sociales con un mensaje que no decía nada, pero que al mismo tiempo podría decir mucho: “Volveré para explicar mi versión”. Horas después, su hermano, Alfredo Álvarez, anunciaba una conferencia de prensa donde, en apariencia, daría conocer que un juez le concedía el amparo para recuperar sus derechos cooperativistas. Ni Víctor Velázquez, ni José Antonio Marín, erigidos por dirigentes ante la caída de “Billy” y de su imperio, han sido capaces de traer la armonía que tanto necesita la cooperativa y el equipo de futbol.
“Separaremos las cosas, hay que hacerlas”, prometió hace algunos meses Velázquez. “El cemento es una cosa y el club de futbol es otra”. Pero la realidad ha sido diferente. El futbol sigue siendo atormentado por grave situación de la cooperativa y en el Cruz Azul futbol se meten manos, decisiones extrañas y situaciones confusas. Al comienzo de la temporada, Álvaro Dávila fue destituido como presidente del club luego del gran trabajo que había logrado, encabezando al equipo que logró dejar atrás más de dos décadas de ayuno sin campeonatos. Cuando se le preguntó a Víctor Velázquez sobre la situación, se limitó a responder: “Fue un tema personal”. Todo lo demás, alrededor de la salida de Dávila, son un mar de rumores y suposiciones sobre una auditoría interna que no habría salido positiva o de que su nombramiento dependía de temas políticos. El periodista investigador Ignacio Suárez escribió en su cuenta de twitter: “El tema de la salida de Álvaro Dávila y su grupo se entiende desde lo político NO por temas deportivos. Scherer lo llevó, Scherer se fue, ya apesta y se va lo que huela a él. Se cocina el regreso de Jaime Ordiales, el consentido del otro grupo de abogados de @CruzAzul”.
La “guerra sucia” que vive Cruz Azul tiene y tendrá muchas víctimas, una de ellas, Juan Reynoso, el entrenador peruano que llegó justo cuando la dirigencia pensaba en Matías Almeyda y en Antonio Mohamed y cuando estaba por cerrar a Hugo Sánchez. Reynoso fue lo mejor que le pasó a Cruz Azul en mucho tiempo. Puso orden en el vestidor, en la cancha y el equipo jugó para romper la racha de los 23 años sin título. Hoy, se ha ido luego de que sus relaciones se han desgastado. Se dice que no tenía un acercamiento claro y abierto con Jaime Ordiales y que tampoco fluye la relación como tendría que ocurrir con los líderes cooperativistas.
Cruz Azul está hecho un “polvorín”. No hay control ni certeza de nada. Los Álvarez amenazan con volver, Velázquez y Marín no controlan nada, el sangriento episodio de Tula es la mejor muestra, y el club de futbol empieza a sufrir los estragos, tras completar una temporada que debe enmarcarse con un fracaso: ni Concacaf, ni Liga, ni nada tras una poderosa inversión.
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LOS ÁNGELES -- No son Águilas, son mastines. Porque acosan. Porque amedrentan. Porque muerden. Porque agobian. Porque resisten. Porque persisten. Sí, este equipo del Tano es todo un espartano. Dispuesto a matar y morir en la misma cita.
Tras el calamitoso inicio de torneo con El Indiecito Solari, Fernando 'El Tano' Ortiz, no sólo ha exaltado, sino que además ha exultado al americanismo. Le ha devuelto los genes, los cromosomas, la sangre propia de El Nido de Coapa. Su afición ya no habita bajo las piedras del bochorno.
Seis victorias al hilo. La sensación previa a la encerrona en El Volcán, era que las Águilas habían recolectado las zaleas humeantes de puro muerto (Toluca, Necaxa, Juárez, Tijuana y León). Ésta, ante Tigres, era la prueba suprema para el América por diversos factores: el estadio, la rivalidad, su propia racha de cinco triunfos, y, claro, las vísceras envenenadas de Miguel Herrera.
América aprobó de manera espléndida en la cancha, aunque de manera tacaña en el marcador. Sí, porque fue sólo un 2-0 y porque la figura del partido fue Nahuel Guzmán, entre sus habilidades como arquero y sus quehaceres como terrorista de la cancha. El Patón evitó al menos tres, incluyendo su faramalla que significó anularle un gol a Diego Valdés. Si, aquello pudo –y debió— ser una masacre.
Describir al América, exponer una radiografía puntual de sus méritos es muy sencillo, muy simple: juega con una sobriedad y seriedad que no le permite distraerse. Se compenetra absolutamente en la devoción y responsabilidad del juego. Nadie cede. Nadie arredra. Nadie se relaja. Mastines, pues.
El clan de El Nido marca, asfixia, recupera, y cuando lo hace, hay gestos tremendos de solidaridad. Siempre hay un compañero para desahogar o para marcar el relevo. América no sufre con la pelota, porque hay un compromiso gremial, además de un apego inquebrantable, especialmente, a desposeer del balón al rival. Sin duda, insisto, muy espartano el equipo del Tano.
En medio de esas seis victorias consecutivas, sólo ha recibido un gol. Y no se trata de proezas aisladas de su zona defensiva, más allá de algunos actos circenses de Guillermo Ochoa. Se trata, más bien, de que el embudo, el filtro empieza a angostarse, desde los primeros escarceos del adversario por hacer daño.
Ésta, ante Tigres, es la mejor exhibición de las Águilas que, insisto, parecen mastines entrenados para batallas encarnizadas. Cierto, el despliegue físico no permite florituras que quedan, acaso, en los pies de los talentosos, especialmente Diego Valdés, Richard Sánchez, y este sábado, hasta el mismo Federico Viñas le envió un mensaje a Miguel Herrera, tras las últimas semanas en que ambos coincidieron, en agrias referencias, en Coapa.
Mérito tuvo El Nido en neutralizar a Tigres, pero, así como lo exhibieron antes Puebla, Pachuca y Necaxa, los felinos sufren bajo presión, especialmente, cuando como ocurrió ante La Franja, Tuzos y Rayos, le secuestran a Juan Pablo Vigón y le arruinan la sorpresa y el desbalance que ofrece.
Pero esos lapsos de desorden de Tigres no son nuevos. Le ocurrió ante Juárez, Cruz Azul, San Luis, y hasta ante Mazatlán, estuvo a punto de dejar el resultado. Miguel Herrera debe percibir lo que ocurre, pero no puede o no sabe cómo solucionarlo.
Puntualmente, en partidos como el de este sábado, aunque la afición de Tigres se escandalice y se persigne con histeria, pero por la dinámica, intensidad y ritmo, terminó desfasando a André Pierre Gignac, pero, quien tiene la etiqueta de inamovible e intocable. Ante América, Luis Quiñones desapareció y el mismo Florián Thauvin, empeñoso y todo, ni remotamente disputa con propiedad un balón para recuperarlo.
Es la migraña del Piojo Herrera. Porque, además, ha perdido cuatro juegos, y tres de ellos ante los otros ubicados en la zona VIP de la Liguilla, y que ya se mencionaron: Puebla, Pachuca y América. Cierto, no perderá una plaza entre los cuatro primeros, pero mientras El Piojo no solucione ese desorden “in crescendo” que se presenta en cada juego, sus aspiraciones al título se reducen
Ojo: al final, Miguel Herrera es un experto en Liguillas. Va a jugarla como debe, más que como quiere, y a todo lo que puede. Para la serie final del torneo hará ajustes, dejará de lado el espectáculo y mostrará la versión más mezquina que pueda de estos Tigres, porque sabe que es muy distinta la verbena de 17 fechas, al Juicio Final de una Liguilla. Ya se verá
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LOS ÁNGELES -- América irrumpe. Chivas forcejea. Pumas sueña lejano. Cruz Azul, en el póker de la incertidumbre. Monterrey sigue de tumbos con su lazarillo, el Ex Rey Midas.
Y el rey efímero, el Atlas, estudia su abdicación, pero sin rendirse. Se arriman en zona de repesca, dos intrusos, Necaxa y San Luis, al amparo de la mediocridad -- como los anteriores --, con su 44 por ciento de productividad. ¿León? Distraído, no ha leído la esquela de su propia muerte.
Sólo hay tres agraciados. El futbol premia a Pachuca, Tigres y Puebla. Comandan el torneo, respetando el principio de este deporte: jugar para ganar, y no ganar por jugar.
Más allá de que este jueves por la noche, Cruz Azul es favorito sobre el paria de la violencia, el Querétaro, el pelotón de los aspirantes a unas horas más de vida en el Clausura 2022, parece definirse, pero sin finiquitar las esperanzas para un par de equipos (¡Toluca!... y Santos) que aún pueden subirse en el vagón de los menesterosos, si Pumas y León no sacan las garras en las dos últimas citas del torneo.
Dicho estaba que Pachuca bien vale el boleto, o en todo caso, la botana y las dos horas de atención. Pero, sobre todo, es el único equipo que es sostenido, puntualmente, por jugadores mexicanos (claro, a excepción de Chivas), y en el que los extranjeros terminan como línea de soporte.
Se hacen cargo Kevin Álvarez, Daniel Aceves, Érick Sánchez, Luis Chávez y hasta Víctor Guzmán, el tipo del asterisco, que nunca limpió su nombre claramente por aquel pasaje del positivo por dopaje. Se puede prescindir de Romario Ibarra, de Avilés Hurtado y de Nico Ibáñez al ataque, o de Gustavo Cabral, Óscar Ustari, y claro, del adicto a las rojas, el colombiano Óscar Murillo.
Al igual que Pachuca, Tigres y Puebla revalorizan la atención, haciendo un futbol agradable, generoso y exitoso. Miguel Herrera, sin embargo, batalla. El equipo se le desordena inevitablemente en cada partido. A veces lo remienda con los cambios, a veces, lo agrava, con las mismos modificaciones.
La exhibición ante Necaxa fue lamentable. Cierto, un gol auspiciado por los actos terroristas del arbitraje y el VAR, condiciona el juego, pero Tigres fue incapaz de reaccionar aún con el plantel tan vasto al ataque, pero, cierto, tan basto, tan tosco, en defensa.
Además, a Herrera y sus felinos, en su mejor exposición, dos equipos lo sentenciaron a puro futbol: el mismo Pachuca (2-1) y el Puebla, aunque en este partido, Carlos Salcedo firma un autogol, y Gignac no puede firmar un penalti.
Por otro lado, mientras el Ex Rey Midas, Víctor Manuel Vucetich, titubea con un punto de los últimos seis, debilitado por lesiones y expulsiones, visita a Pachuca, bajo la urgencia de una victoria, porque ya le tumban el cercado de su casa, en ese cuarto sitio de la Tabla, que parece ser el último reducto disponible para ir a la Liguilla de manera directa.
Porque América ha despertado con cuatro victorias consecutivas, aunque tiene un cierre de terror ante los Tigres de El Piojo, y un duelo ante su eventual némesis, Cruz Azul, aunque ahora sin el verdugo Jonathan Rodríguez.
Y mientras Atlas busca la cura para el virus de la Campeonitis, el Guadalajara encadena dos victorias, tras desencadenarse de Marcelo Michel Leaño, y jugando con mayor seriedad e intensidad de la mano de Ricardo Cadena, aunque Pumas y Necaxa, vecinos en ese callejón de la mediocridad, son sus últimas garitas.
Al menos, el tono de resucitados y redimidos que han adoptado América y Chivas, con Fernando Ortiz y Cadena, le puede regresar al Repechaje cierto colorido, más que brillo, al siempre gris trámite previo a la Liguilla, aunque, insisto, ese cuarto sitio a la zona VIP del torneo, aún está disponible para varios, inevitablemente, por la misma inestabilidad de Rayados, cuyo ataque, con Vincent Janssen al mando, se ha vuelto más seco e infértil que la matriz de una momia.
Seguramente, en el club de los populacheros, Cruz Azul, América y Chivas podrán arrastrarse, al menos, a jugar en la Ruleta Rusa del Repechaje, mientras que Pumas, obsesionado con el Mundial de Clubes, apostará todas sus cartas ante el Seattle Sounders en la Final de la Concachampions. Sin duda, hubo por parte de Andrés Lillini un dejo de soberbia y menosprecio, ante San Luis, y este equipo de poco futbol y muchos chiripazos, terminó zarandeando a la UNAM.
Quedan pues, dos jornadas decisivas, en las que insospechados, y en algunos casos hasta indeseables, se pueden meter a zona de repesca, con esas licencias fariseas y mercantilistas, que aporta este capricho de la Liga MX, de mantener con vida a equipos muertos.
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Tanto Chivas como el América se pueden “quemar” en cualquier momento. Los dos clubes más populares y ganadores del futbol mexicano se han decidido por el trabajo de entrenadores interinos. Lo ha hecho el Guadalajara a pesar de las muchas criticas que ha recibido Marcelo Michel Leaño y lo hace ahora el América con Fernando Ortiz. La realidad es que los dos han tirado la moneda al aire. Generalmente, esa clase de clubes apuestan por figuras de gran personalidad y recorrido en el futbol. Hoy, tienen planes emergentes. ¿Saldrán bien librados de él? Es verdad que el sistema de competencia ayuda, pero los primeros que deberán ayudarse son ellos, mejorando su nivel futbolístico en el campo de juego…
SAN DIEGO, CALIFORNIA -- Chivas y América ha renunciado al protagonismo -y también, de paso, a los sueldos- que implican entrenadores de gran renombre. Hoy van a apostar por “los interinos”. Si les sale… !cuidado! Si no les sale, también… ¡cuidado! Es evidente que los dos “grandes” de México “juegan con fuego…”.
El América ha ligado su segunda victoria con el relevista Fernando Ortiz sentado en la banca, un personaje que en los días de Santiago Solari no pintaba ni como segunda y quizá tampoco como tercera opción para ocupar el puesto de entrenador. Y las Chivas aprovecharon el receso de la Fecha FIFA para salir al paso de los rumores. “Marcelo Michel Leaño será nuestro entrenador hasta el final del campeonato”, anuncio Ricardo Peláez.
La pregunta es: ¿Pueden los dos clubes más populares del país cumplir con su cometido y necesidad histórica en el futbol mexicano? Aunque lo duden, yo creo que sí… Al final del día, éste un juego de futbolistas, son ellos quienes marcan la diferencia en el campo de juego. Y veo tanto al América como a las Chivas peleando por uno de los ocho puestos de la liguilla, aunque sea, bajo la bondad y la permisividad del reglamento de competencia del futbol mexicano.
No mucho, pero el América mejoró tras la salida de Solari, señal inequívoca de que cuando los jugadores no están a gusto bajo la dirección de cierto entrenador, son capaces de cualquier cosa. Ortiz ha logrado darle cierto orden defensivo que el equipo había perdido y en cada gesto en la cancha y en el vestidor se nota un equipo realmente comprometido con el entrenador interino. Con el plantel que tiene, que de ninguna manera podemos despreciar y con su acostumbrado ímpetu en las finales, el América promete tener lo necesario para competir por el título. Es verdad que hoy luce claramente por debajo de Tigres, de Cruz Azul y hasta de Rayados, pero, sinceramente: ¿usted apostaría ciegamente contra el América en una eliminatoria “a matar o morir”?
Lo de Chivas es más complejo. Hasta ahora y a pesar de la gran controversia que sigue significando su sostenimiento como entrenador, Marcelo Michel Leaño ha hecho un trabajo aceptable. Y lo mejor es que está consciente de que al equipo le falta más regularidad en su futbol y encontrar la manera de ganar partidos. Los números de Chivas son medianos, mediocres, pero parece que va en franca mejoría. De eso dependerá que pueda meterse entre los ocho mejores del campeonato. Hoy, no sólo tiene por encima a Tigres, a Cruz Azul, a Rayados y al propio América, también tendrá que superar a clubes que hoy están muchos más fuertes y equilibrados en su juego como el Atlas, el León, el Puebla, el Pachuca y los Pumas. Para que eso ocurra, Chivas debe mejorar muchísimo.
Entrenadores interinos, eso han elegido los dos equipos más populares del país para sufragar la crisis, siguiendo, quizá, el ejemplo que dejó Pumas con Andrés Lillini, sin que esta historia sea totalmente comparable con la de las necesidades propias de Chivas y de América. Dos grandes en “estado permanente de emergencia”. ¿Le puede salir? sí… ¿Puede que no? También. Ambos, es verdad, “juegan con fuego”.
@Faitelson_ESPN
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Los dos clubes más populares del futbol mexicano no saben cómo salir de su apatía, marasmo y mediocridad futbolística. En el Guadalajara, se están conformando con los 10 o 15 minutos de lucidez que el equipo muestra por partido, apenas insinuaciones, despertares que no le conducen a ninguna parte. Y cómo estarán las cosas en el América, que hoy pareció una mala idea desprenderse de Santiago Solari. Sin protagonismo, sin futbol, sin ideas, sin garantías y completamente alejados de su esencia. Así, ni Chivas ni América le sirven, ni a sus aficionados ni a la industria del futbol mexicano…
CIUDAD DE MÉXICO.- El tiempo parece haberse detenido en la vida de los dos clubes de mayor tradición, gloria y poder mediático en el futbol mexicano. Chivas quiere y no puede, mientras que el América ni quiere, ni puede.
Para empezar, sus aficionados no están cómodos por los nombres que hoy ocupan la posición de directores técnicos. Ni Marcelo Michel Leaño ni Fernando Ortiz, cuya trayectoria en ambos banquillos ha comenzado desde un interinato, llenan las necesidades de equipos acostumbrados al protagonismo del futbol mexicano.
“No voy a responder esa pregunta”, dijo Amaury Vergara, el dueño de Chivas, cuando se le preguntó si estaba satisfecho con la gestión de Michel Leaño. El América, en tanto, parece habitar en un “impasse”. No estaba preparado para la salida de Santiago Solari y Ortiz no parece tener la personalidad para hacer funcionar a este plantel. Chivas juega 10 minutos bien y luego se cae dramáticamente. Y el América afronta los juegos de forma medrosa y su situación en la tabla sigue siendo vergonzosa para su historia.
En Chivas, no están convencidos de que Michel Leaño podrá sacar las mejores condiciones de este plantel y en el América, de plano, no saben qué hacer. A esta altura de las circunstancias parece que hubiese sido mejor sostener a Solari que deambular sin rumbo como lo están haciendo.
Lo que tienen prohibido ambos es renunciar a la postura de competir por el título. El sistema de competencia del futbol mexicano es el mejor “aliado” de la mediocridad que proponen Chivas y América en este momento. Ellos saben que, si logran encadenar un par de triunfos, se meten de lleno en la lucha por clasificarse y por el campeonato.
Preocupante es que dos instituciones tan importantes para el futbol mexicano (en todos los sentidos, deportiva y comercialmente), estén en el “limbo”, en un “coma inducido”, carentes de ideas y de poder de decisiones para hacer los ajustes necesarios y reaccionar.
América y Chivas no son hoy lo que dicta su sagrada historia y así no le sirven a nadie, ni a ellos mismos, ni a sus millones de aficionados, ni a una industria que en gran parte depende de su vigor y alegría para sostener los niveles de interés y de ventas.
@Faitelson_ESPN
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