Andrés Lillini: "Nada está perdido con nosotros"
LOS ÁNGELES -- Había dos desahuciados que emergieron del milagro, la noche fría y lluviosa del miércoles en el Estadio Olímpico Universitario. Uno: Juan Ignacio Dinenno, por una lesión. Otro: Seattle Sounders FC. 2-2, el suspenso tiene una gala el próximo miércoles.
En diez minutos (‘38 y ‘48), Dinenno había finiquitado y embalsamado a Seattle: 2-0. La noche primaveral de Pumas, sin embargo, terminaría en un aciago invierno en el otoño del juego: Nicolás Lodeiro, al minuto 100, hizo su segundo de la noche.
La Concachampions se había engalanado de azul y oro. Seattle parecía condenado. Pumas certificaba con el 2-0 aquello de “Por mi Raza hablará el espíritu”. Pero, si de lemas se trata, el de Seattle, el del estado de Washington, tiene lo suyo: “Alki”, palabra de la nación Chinook, que significa “te veré de nuevo” o “esperanza futura”.
Entre el 5 de abril y el 4 de mayo, Pumas estará disputando nueve juegos. Prácticamente un partido cada tres días. De esos, sólo ha ganado dos: a Cruz Azul en la Semifinal de la Champions y al nuevo patiño del Ex Rey Midas: Monterrey.
Como sea, semejante ajetreo, para una plantilla reducida, estreñida y constreñida, por más que la raza puma quiera arengar al espíritu, o que el espíritu puma quiera arengar a la raza, el traqueteo es excesivo. La voluntad a veces rebasa al músculo y a los pulmones. Pero hay un límite. Pumas se estampó con el suyo, la noche de este miércoles.
Los universitarios de Andrés Lillini tienen dos juegos determinantes. O enaltecen una proeza, o, coloquialmente, se quedan como el perro de las dos tortas.
Este fin de semana, los Pumas enfrentan a Pachuca, amo y señor del torneo, para buscar un sitio en el ignominioso purgatorio del Repechaje. El próximo miércoles con lluvia y frío, nuevamente, visitan a Seattle, y su estruendosa trinchera, con esa vorágine de 72 mil gargantas y cancha artificial. ¿”Por mi Raza...”?
Y mientras la Liga MX ha abandonado, abandona y abandonará a los equipos mexicanos a su suerte, la MLS mima a Seattle. Este fin de semana descansa, se recupera, se concentra púnicamente y únicamente en darle a la liga, a la historia, y a la rivalidad entre los balompiés de México y Estados Unidos, una coquetona medalla de la Concacaf, que, ciertamente, no sirve para más allá de ir como chambelán, como pajecito, al Mundial de Clubes.
Entiéndase, y trataré de describírselo. Para la MLS vencer a un equipo mexicano en una Final de Concachampions, es, absolutamente, la mayor victoria de su historia. Hablo de ligas, de torneos. Nada tiene que ver con el territorio de selecciones nacionales. Ahí, baste recordarlo, en 2021, Estados Unidos puso de rodillas tres veces al Tri-tanic de Gerardo Martino.
Pero, así como Sounders no estaba muerto en el desenlace ante Pumas, tampoco los universitarios viajarán a Seattle con el acta de defunción en la bolsa, sino con la solvencia histórica de las grandes remontadas, aunque, cierto, esas se escriben principalmente ante su domesticado Cruz Azul.
Así, mientras la Liga MX hace sus calendarios bajo la tutela farisea de las televisoras, y la MLS respeta los proyectos deportivos, Pumas, deberá decidir si se envalentona para buscar el Repechaje ante el intratable Pachuca, o sólo se concentra en recuperar a sus agobiados guerreros, para la vuelta ante Seattle.
Claro, si se sirve un banquete con ambas sopas, Andrés Lillini recibirá el Honoris Causa de la UNAM, pero si fracasa en ambas cruzadas, le quedará el estigma histórico de ser el primer equipo mexicano que permite que la MLS se le trepe a las barbas a la Liga MX. Sería un ‘Horroris Causa’.
LOS ÁNGELES -- América deambula sin palabra de honor. Humillar y ser humillado. Vencer y ser vencido. Jurar y perjurar. Hipocresía en la cancha.
Primero, petulante, arrogante, perdonavidas este miércoles en el Estadio Azteca. Y después, se toma en serio, por sólo unos momentos, apenas los necesarios, en el partido ante Seattle Sounders y esfuma, cuando quiere y cuanto quiere, al adversario, para meterse a semifinales de la Concachampions.
Son, América y su plantel, una bala perdida. Suman tres partidos en Liga sin ganar, con ocho goles recibidos, recolecta expulsiones. Y de repente creen que con una limosna ante Seattle en la Concachampions la afición les perdonará.
Ante los Sounders, debieron cargar con el marcador adverso de 0-1, para tomar conciencia de que están sumergidos en una crisis y que un poco de ungüento era urgente al menos en el torneo de Concacaf.
Y en cuanto le urgió, en cuanto se lo propuso, en cuanto recuperó el terror o la vergüenza, con unos minutos, unos trazos y definiciones impecables de Quintero, Oribe y hasta el oxidado 'Riflecito' Andrade, sentenció el juego.
Esto lleva a reflexiones extremas, obligadas, necesarias, imprescindibles, en un equipo de las pretensiones del América, especialmente de cara a que el 12 de octubre debe festejar con el mayor lustre posible sus 100 años de vida.
Insisto, quieren ese centenario poner a desfilar trofeos y carnavales, pero con lo mostrado en la Liga en los tres últimos juegos apenas podrá montar un cortejo fúnebre, este América de lengua bífida.
1.- LO BUENO...
Ante Seattle, el América demuestra que cuando Sambueza quiere, el América sabe, quiere y puede. Pero si el argentino veleidoso, voluble, arrogante, prefiere jugar al malandrín, al final, termina por ser desertor y traidor.
El América de momentos, de instantes, de minutos, ese América tacaño ante Seattle, puede volverse protagonista del torneo, pero no por sus slogans caprichosos de Ódiame Más, sino por las condiciones de sus futbolistas.
¿Será que ese es ya el único aliciente, el único detonante, el único motivador de las Águilas, ese miedo al fracaso? ¿No existe ya el orgullo de la camiseta, la notoriedad de ser parte de El Nido? ¿Necesitan vivir en el drama de premio o castigo?
2.- LO MALO...
Son, entonces, Águilas sin honor. Cuatro expulsados en dos juegos, aspavientos entre jugadores, errores en la defensa, indolencia de otros y un cuerpo técnico y una directiva que son apapachadores a final de cuentas.
Lo malo es que en sus tres últimos encuentros, el América ha cargado con vergonzosos trámites y desenlaces. Más allá de las expulsiones ante Veracruz, Cruz Azul y Tigres ha recibido ocho goles y sacado dos de nueve puntos.
Ante Veracruz no supo manejar la ventaja, y lo mismo ocurrió ante La Máquina al desvanecerse el 3-1 a favor. ¿Con Tigres? Las Águilas se fueron al frente y luego las desplumaron a pisotones humillantes.
¿Se conforma la afición con esta versión casi de parodia de su equipo? ¿Le nutre, le satisface que venza a un Seattle Sounders saliendo de pretemporada?
Se viene Morelia. Y encara con castigados y lesionados, además de la obligación de darle 30 minutos de juego en partido de homenaje a Cuauhtémoc Blanco, quien, seguramente, le va a entregar más compromiso, pundonor, dignidad, vehemencia y profesionalismo que el resto de mercenarios que cobran tanto, pero devuelven tan poco.
Sería penoso, aunque aleccionador, que un jugador que sale de su enésimo retiro a los 43 años, termine siendo la inyección de testosterona entre el grupo de comodinos y aburguesados castrados.
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