Su jardinero central A.J. Pollock y el abridor zurdo Patrick Corbin partieron a la agencia libre, mientras rumores cada vez más insistentes ubican al estelar primera base Paul Goldschmidt y en menor medida al derecho Zack Greinke, como piezas de potenciales canjes con otros equipos.
Goldschmidt entrará a la última temporada de su contrato, mientras que a Greinke le faltan tres campañas de su pacto que firmó en el 2016 por 206.5 millones de dólares.
Si yo fuera el gerente general de Arizona...
1.- Haría a Goldschmidt un Diamondbacks de por vida
No se deja ir al jugador-franquicia así como así. Goldschmidt es el mejor jugador de posición en la historia del equipo, a pesar de que hasta ahora le ha salido bastante barato.
Sin contar los 14 millones y medio que cobrará en el 2019, en ocho años con el uniforme de Arizona, Goldie ha recibido apenas poco más de 31 millones en ocho temporadas, una ganga para quien desde el 2013 ha sido presencia permanente en los Juegos de Estrellas y atesora tres Guantes de Oro y cuatro Bates de Plata.
En torno a él entonces haría cualquier movimiento para reforzar o reconstruir el equipo, pero a él le premiaría con un contrato en concordancia con su talento.
2.- Reforzaría los jardines
No hay muchos jardineros centrales de calidad en el mercado de agentes libres.
De hecho, el mejor de esa posición disponible es Pollock, quien rechazó la oferta calificada de 17.9 millones que le hizo el equipo.
3.- Trataría de conseguir de vuelta a Jean Segura
Nick Ahmed habrá ganado el Guante de Oro en el 2018, pero su producción ofensiva es realmente mediocre, incluso para un campocorto, con apenas un promedio de embasamiento de .290 y un ponche cada cinco turnos, bastante incapaz de poner la pelota en juego.
Ahora que los Marineros de Seattle están desmantelando el equipo, yo preferiría traer de vuelta en un canje al dominicano Jean Segura, quien ya estuvo en el 2016 en Arizona, tiene 28 años y está firmado hasta el 2022, con poco más de 56 millones de dólares pendientes por cobrar.
Segura es un bateador de contacto que promedia además 31 bases robadas por temporada y sería ideal en alguno de los dos primeros turnos de la alineación, aunque tenga que soltar a Jake Chisholm, el bahamense de 20 años, defensor de la misma posición y señalado como el prospecto número tres de la organización.
Fuera de eso, hay muchos cabos sueltos entrando al penúltimo fin de semana del calendario regular de la campaña del 2018 en el béisbol mayor de Estados Unidos.
En uno de sus torneos menos competido de la historia, la Liga Americana ya tiene dos monarcas divisionales y otros tres potenciales invitados a los playoffs que arrancarán en la primera semana de octubre. Boston (104-49) y Cleveland (85-67) ganaron las divisiones Este y Central, respectivamente, por tercer año consecutivo, y Boston virtualmente garantizó terminar con el mejor récord de MLB y la ventaja de la casa para todas las series que disputen.
En el Oeste, los campeones Astros de Houston (95-57) superan por 3.5 juegos a los Atléticos de Oakland (92-61) y tienen el número mágico en dos para asegurar al menos un puesto comodín a la postemporada. Houston intenta conquistar banderines divisionales consecutivos por primera vez desde que se mudó de la Liga Nacional a la Liga Americana en el 2013. Los Astros ganaron tres años seguidos la Central del viejo circuito de 1997 a 1999.
Los Yankees de Nueva York (93-59) tienen ventaja de 1.5 juegos sobre Oakland en la batalla por el primer comodín y la ventaja de la casa para el juego de muerte súbita del miércoles 3 de octubre. En caso de que Nueva York y Oakland terminaran empatados en el primer comodín, con ambos clasificados, los Yankees serían locales en el choque de Wild Cards debido a su mejor récord intradivisional, que es el segundo criterio para desenredar empates.
Los sorprendentes Rays de Tampa Bay (85-67) y los Marineros de Seattle (84-58) han tenido buenos desempeños, pero están muy lejos (a 6.5 y 7.5 juegos de Oakland) con tan poco espacio (10 juegos) para maniobrar. En resumen: En el joven circuito es cuestión de tiempo para que Astros, Yankees y Atléticos se unan a Indios y Medias Rojas en el cuadro de postemporada.
En la Liga Nacional es todo lo contrario: Nada está decidido y nueve de 15 equipos siguen en la carrera por llegar a la tierra prometida.
Los que se encuentran en la situación más cómoda son los Bravos de Atlanta (85-68), que tienen ventaja de 6.5 juegos sobre los Filis de Filadelfia (78-74) en la División Este. Los Bravos, que tienen el número mágico en cuatro para atrapar su primer banderín divisional desde el 2013 y el segundo en 13 años, solamente necesitan ganar dos de tres a Filadelfia en el fin de semana, para coronarse.
En la División Central, Cachorros de Chicago (89-63), Cerveceros de Milwaukee (87-66) y Cardenales de San Luis (84-69) pelean el banderín al tiempo que dominan las dos plazas comodines del viejo circuito. Los Cachorros tienen el número mágico en ocho para conquistar la división, pero una cómoda ventaja de siete juegos sobre los Rockies de Colorado en el segundo Wild Card de la liga.
La misión de Milwaukee es acosar a los Cachorros y mantener la ventaja de la casa para el potencial encuentro de comodines. Cerveceros y Cardenales jugarán una serie decisiva entre ellos de lunes a miércoles de la próxima semana en e Busch Stadium, mientras que Cachorros y Cardenales cerrarán la vuelta regular con una serie de tres encuentros en el Wrigley Field.
Tras ser barridos en Dodger Stadium comenzando la semana, Colorado (82-70) se alejó a 2.5 juegos de los Dodgers de Los Angeles (85-68) en la recia batalla por el banderín de la División Oeste, en tanto que los Diamondbacks de Arizona se encuentran a seis de Los Angeles y a cinco de San Luis en el segundo comodín.
Los Dodgers, que tienen el número mágico en ocho para quedarse con su sexto banderín consecutivo, enfrentan a los Padres de San Diego en el fin de semana y luego visitarán a sus acérrimos enemigos Diamondbacks y Gigantes de San Francisco para concluir la temporada regular.
Colorado recibe a Arizona en el fin de semana y terminará la campaña jugando en Filadelfia y Washington, en tanto que los Diamondbacks cerrarán el año en San Diego.
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En la Americana: Medias Rojas de Boston (101-46) ya clasificó a postemporada y tiene el número mágico en seis para ganar su tercer título consecutivo de la División Este; Indios de Cleveland (82-64) posee la mayor ventaja de un líder divisional (15.0 juegos) y tiene el número mágico en 3 para ganar el centro, mientras que los Astros de Houston (92-54) están muy cerca de garantizar u n puesto comodín y dominan por 3.5 juegos el sector oeste.
Los Yankees de Nueva York (90-56) y Atléticos de Oakland (89-58) batallan ferozmente la ventaja de casa para el partido de comodines, pero no están en real peligro de quedarse fuera de la postemporada. Los Marineros de Seattle (80-66) están a 8.5 juegos del segundo Wild Card.
Milwaukee y San Luis ocupan las plazas de comodides del viejo circuito, pero Los Angeles, Arizona y Filadelfia están a uno, cuatro y seis juegos. Para poner las cosas más sabrosas, Dodgers y Cardenales juegan una serie de fin de semana, cuyos resultados impactarán las divisiones central y oeste y los comodines.
Con las diferentes modificaciones que ha sufrido el sistema de determinar el campeón de la temporada, la pelota estadounidense se ha visto en la necesidad de hacer variaciones a las reglas de resolver embotellamiento en la tabla de lugares a lo largo de sus más de 140 años de historia.
Al principio todo era muy básico. Entre 1876 y 1900, el equipo que más victorias acumulaba durante la temporada regular era declarado campeón de la Liga Nacional y del béisbol (recordando que las ocho series que se jugaron entre los campeones de la Liga Nacional y la Asociación Americana entre 1884 y 1892 fueron considerados eventos de exhibición).
No fue hasta la creación de la Serie Mundial en 1903, por un título máximo entre los campeones de la Nacional y la nueva Liga Americana (fundada en 1901), que nació oficialmente la postemporada de Grandes Ligas.
Hasta 1968, los dos mejores clubes de cada liga iban directo al clásico de otoño. En 1969 se crearon dos divisiones en cada liga y se agregaron las Series de Campeonato para decidir los dos finalistas. En 1994 emergió la figura del Wild Card (comodín) y se creó una tercera ronda en los playoffs, las Series Divisionales, y en 2012, cuando agregaron un segundo comodín, se estableció el formato actual de cuatro instancias.
Desde entonces, los dos mejores equipos de cada liga que no ganaron sus divisiones, juegan un partido de muerte súbita para determinar el rival del conjunto con el mejor récord de liga en las Series Divisionales. La inclusión del segundo comodín también obligó a que se cambiaran algunas reglas en el sistema de definir empates de temporada regular.
EMPATES DE DOS EN DIVISIÓN O COMODINES
Un partido extra de desempate se juegan cuando dos equipos queden empatados con el mismo récord en una de las tres divisiones o el segundo puesto comodín de la liga. Estos partidos se jugarán el día posterior a la finalización de la temporada, en la casa del club que obtuvo la ventaja de local, que se determina usando una serie de criterios que citaremos más adelante.
Desde la implementación de la figura del comodín en 1994 hasta el final de la temporada del 2011, se implementó una regla diferente. Dos equipos empatados para una división no jugaron un desempate si sus récords eran mejores que todos los ganadores fuera de su división en su liga. Básicamente, si dos estaban empatados en la división y como sea estaban clasificados a los playoffs, se usaban varias consideraciones cuál era campeón divisional y cual era comodín. Punto y bolita.
Sin embargo, con la adopción de un segundo puesto de comodín y un juego entre comodines desde el 2012, el ganador de la división con el mejor récord de la liga enfrentaría una posible eliminación en el primer día de la postemporada, lo que obligó a variar las reglas.
Con las nuevas reglas de desempate, si dos equipos quedan empatados en la división, tendrán que jugar un partido extra incluso si ambos equipos ya se han clasificado para la postemporada. El equipo que pierde el juego de desempate ahora calificará para un puesto de comodín solo si su récord de temporada regular se encuentra entre los dos mejores récords de la liga que no ganaron una división. Esto quiere decir que empatar en la divisió no garantiza nada, más allá del juego de desempate.
Si ese equipo está empatado en el segundo puesto de comodín, entonces se jugará un segundo juego de desempate. Si el empate es en el primer comodín, no es necesario un juego extra, sino que ambos avanzan y la ventaja de la casa se determina con los criterios de desempate establecidos. Tampoco se necesita un juego extra para definir el mejor récord de la liga entre dos ganadores de división que terminen con la misma foja.
Para determinar cuál equipo tendrá la ventaja de la casa en un partido extra, tanto para desempatar una división y el segundo comodín y la ventaja de la casa como mejor récord de la liga son:
El equipo con ventaja en la serie particular, el equipo con el mejor récord global en juegos intradivisionales, el equipo con el mejor récord global en juegos intraligas, el equipo con el mejor récord en los últimos 81 juegos de la temporada, ignorando los partidos interligas, el equipo con el mejor récord en los últimos 82 partidos de la temporada (siempre que el juego agregado no esté entre los equipos empatados), se extiende hacia atrás hasta que se rompe el empate (los juegos de interliga se omiten e ignoran en este proceso).
JUEGOS DE DESEMPATE
En la historia de Grandes Ligas, en 14 ocasiones se ha necesitado jugar un partido (10 ocurrencias) o una miniserie (cuatro ocurrencias) para resolver empates de de serie regular. El fenómeno se repitió cuatro veces entre el 2007 y el 2013, pero no fue necesario en las cuatro temporadas anteriores.
En 1946, Dodgers y Cardenales debieron chocar en una serie al mejor de tres juegos para decidir el campeón de la Liga Nacional. San Luis ganó en dos choques y avanzó a la Serie Mundial, donde venció a los Boston Red Sox.
En 1948, Cleveland derrotó a Boston en un juego extra para definir el monarca de la Liga Americana y siguió inspirado para vencer a los Bravos de Boston en el clásico de otoño. En 1951, cuando Dodgers y Gigantes de Nueva York empataron en la cima del viejo circuito, se juegó una serie de tres encuentros, que terminó con el famoso jonrón de tres carreras del 3B Bobby Thomson al derecho Ralph Branca en la novena entrada para dejar a los Dodgers en el terreno en el Polo Grounds de Manhattan.
El campeón de la Nacional también se decidió en mini series después de la serie regular en 1959 (Dodgers venció a Milwaukee) y 1962 (Gigantes superó otra vez a Dodgers).
Boston y Nueva York quedaron empatados en la División Este de la Americana con 99-63 en 1978 y se tuvo que jugar un partido extra, que ganaron los Yankees 5-4 en el Fenway Park. Dos años después, Houston y Dodgers empataron en el oeste de la Nacional con 92-70 y en el juego de muerte súbita, los Astros superaron a los Dodgers en Dodger Stadium. En 1995, los Marineros ganaron a Anaheim en un encuentro por desempatar el oeste de la Americana.
Hubo desempates por el puesto comodín en 1998 (Cachorros sobre Gigantes), 1999 (New York Mets sobre Cincinnati Reds), 2007 (Colorado sobre San Diego Padres) y 2013 (Tampa Bay Rays ganó a Texas Rangers), en tanto que la División Central de la Americana necesitó un día extra en 2008 (Medias Blancas de Chicago derrotó a Mellizos de Minnesota) y 2009 (Minnesota doblegó a Tigres de Detroit).
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Mientras algunas plazas para la fiesta de octubre parecen aseguradas por completo, hay otras donde la lucha será a brazo partido hasta el último día.
He aquí algunas de las batallas que generan más interés de cara a septiembre.
El Oeste salvaje
Mucho antes de que John Wayne y Bat Masterson impusieran su ley a tiros en las películas de Hollywood, ya el Oeste era violento y salvaje.
Este año no lo es menos y promete emociones hasta el último out del 30 de septiembre.
En la Liga Americana, los Astros perdieron momentáneamente el paso hace dos semanas y los increíbles Atléticos de Oakland se les pegaron e incluso les dieron alcance en algún momento.
Mientras los Marineros de Seattle se alejan cada vez más de la zona de clasificación, la lucha entre Astros y Atléticos, separados por 2.5 juegos, se ve reñida, aunque lamentablemente, ya no quedan partidos entre ambos.
En la Nacional, la guerra es entre tres. De momento, los Diamondbacks de Arizona comandan la división, pero los Rockies de Colorado les respiran en la nuca, a juego y medio, mientras los Dodgers están a dos.
A Arizona le faltan 13 partidos frente a estos dos rivales.
Colorado tiene pendientes 13 ante Diamondbacks y Dodgers de Los Angeles, mientras que a estos últimos les restan también 13 contra Arizona y Colorado. Para alquilar balcones.
Los comodines de la Liga Nacional
Ahora mismo, los Cardenales de San Luis son los dueños del primer wildcard, con medio juego de ventaja sobre los Cerveceros de Milwaukee.
Pero detrás de los Cerveceros, a dos juegos, se ubican los Rockies, mientras que los Dodgers están a dos y medio. Igualmente, los Filis de Filadelfia están a tres partidos, lo mismo que del segundo comodín, como del primer lugar de la división Este, que ocupan los Bravos de Atlanta.
La batalla está tan cerrada que cada día hay que chequear los resultados en busca de posibles variaciones.
Son sólo dos boletos disponibles y no hay cama pa´tanta gente, porque basta con que Arizona y Atlanta resbalen y también pasarían a ser aspirantes a los comodines.
El club de las 100 victorias
En el 2017, tres equipos terminaron el calendario regular con más de 100 victorias, en un hecho inédito desde que se establecieron las seis divisiones, tres por cada liga, en el béisbol.
Los Dodgers (104), Indios de Cleveland (102) y Astros de Houston (101) dominaron sus respectivas divisiones de principio a fin para completar este exclusivo trío, que podría repetirse en el 2018, aunque con integrantes diferentes.
Hasta los juegos del jueves 30 de agosto, los Medias Rojas de Boston sumaban 93-42 y llevan una proyección para terminar el año con 111 triunfos, lo cual superaría la mejor marca de la franquicia, que es de 105 y data de 1912, el año en que se inauguró el Fenway Park.
Sus archirrivales Yankees llevaban balance de 84-50, lo que les da una proyección de 102 éxitos. Si lo consiguen, sería la decimonovena vez que los Mulos suman triple dígito en la casilla de los éxitos.
Y los Astros, que entre el 2011 y 2013 sumaron tres campañas en fila con más de un centenar de derrotas, podrían lograr su segundo año seguido con más de 100 triunfos.
Su récord de 82-52 los proyecta para cerrar la temporada regular justamente con 100 victorias.
El club de las 100 derrotas
Ningún equipo perdió 100 juegos el año pasado, pero en el 2018, al menos dos conjuntos deben superar el centenar de fracasos: los Reales de Kansas City y los Orioles de Baltimore.
A un día del inicio del último mes del calendario regular, los Reales sumaban ya 91 perdidos, con 29 partidos por jugar.
La proyección indica que Kansas City terminaría con récord de 52-110.
Más cerca del centenar de derrotas están los Orioles, con 94, a falta de 28 encuentros. De seguir con este paso, Baltimore concluiría con 48-114.
Otros dos conjuntos podrían coquetear con los 100 fracasos: los Padres de San Diego y los Marlins de Miami.
San Diego, antes de los juegos de este jueves, ostentaba balance de 53-83 y su proyección lo llevaría a terminar justo con 62-100.
Por su parte, Miami juega para 53-81 y basta con que entre en una mala racha más profunda de la que ha tenido a lo largo de la campaña, para que sobrepase las 100 derrotas.
Ahora mismo, su pronóstico da un récord final de 64-98.
¿Más ponches que hits?
La posibilidad se vio venir desde que arrancó la temporada, cuando en el mes de abril por primera vez los bateadores se poncharon más veces que los hits conectados.
Hasta los juegos del miércoles 29 de agosto, la tendencia se había revertido ligeramente, pues los bateadores sumaban 33,970 imparables, por 33,674 abanicados.
Pero de que es posible que por primera vez en la historia haya más ponches que cohetes, lo es.
¿Más de 264 jonrones por un equipo?
Los Marineros de 1997 despacharon 264 bambinazos, récord para un equipo en una campaña.
Los Yankees sumaban 218 en 134 juegos, a un promedio de 1.6 bambinazos por encuentro.
Seis bateadores de Nueva York ya superaron la veintena de vuelacercas y con Didi Gregorius, Gary Sánchez y Aaron Judge próximos a regresar de la lista de lesionados, la marca histórica de Seattle estaría temblando.
La proyección ahora mismo es de 261, pero el béisbol no es una ciencia exacta, así que perfectamente los Mulos podrían, o bien superar el récord de Seattle, o enfriarse y quedar por debajo.
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Kluber en la Americana y la sabermetría en la Nacional
Y mientras el triunfo de Kluber no tenía prácticamente discusión, el de Scherzer puede ser visto como una victoria de la sabermetría sobre las estadísticas tradicionales.
Kluber complació a casi todo el mundo, desde los tradicionalistas, hasta los sabermétricos, para llevarse el segundo Cy Young de su carrera.
El derecho de los Indios tuvo un cierre espectacular en septiembre, cuando ganó cinco juegos sin derrota y tuvo una efectividad de 0.84, para atrapar los liderazgos en ambos departamentos, con 18 y 2.25, respectivamente, aunque el de los triunfos lo compartió con su compañero de equipo Carlos Carrasco y Jason Vargas, de los Kansas City Royals.
Asimismo, tuvo el mejor WHIP (hits y bases por bolas por inning), con apenas 0.87, en tanto fue segundo en ponches propinados, con 265.
Para rematar, para aquellos amantes de la sabermetría, tuvo un WAR de 8.0, el más alto entre todos los lanzadores del joven circuito.
Entonces, ¿cómo se explica que dos votantes hayan preferido al zurdo Chris Sale, de los Boston Red Sox, con todo y su liderazgo de 308 ponches?
Kluber recibió 28 votos de primer lugar y dos de segundo, para totalizar 204 puntos, mientras Sale (126) y el dominicano Luis Severino, de los New York Yankees (73), terminaron detrás del derecho de Cleveland.
Éste es el primer lanzador de los Indios en ganar el Cy Young en más de una ocasión, pues antes lo había conseguido en el 2014.
En la Nacional, Scherzer capturó su segundo premio consecutivo y tercero de su carrera, cuando los votantes valoraron más los ponches, las entradas lanzadas, el WHIP y el WAR, que las victorias y la efectividad.
El derecho de los ojos de diferentes colores recibió 27 votos de primer lugar y tres de segundo, para 201 puntos, mientras que Clayton Kershaw, de Los Angeles Dodgers, obtuvo 126.
Stephen Strasburg, también de los Nacionales, quedó tercero, con 81.
Scherzer tuvo un WAR de 7.3 sobre los 4.6 del zurdo de los Dodgers.
Kershaw, que logró el premio en el 2011, 2013 y 2014, fue el máximo ganador, con 18, a pesar de perderse cuatro aperturas y tuvo la mejor efectividad del circuito, con 2.31, por 2.51 de Scherzer, quien abanicó a 268 rivales en 200.1 episodios.
En 175 capítulos, el zurdo de los Dodgers ponchó a 202 rivales, 66 menos que el líder Scherzer y su WHIP fue de 0.95, renglón que también dominó el de Washington, con 0.90.
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Merecidos premios para Paul Molitor y Torey Lovullo como Managers del Año de la Americana y la Nacional, respectivamente.
Debutante en la tarea, Lovullo llegó a los Diamondbacks de Arizona con la misión de enderezar a un equipo que el año anterior había terminado con nefasto récord de 69-93. Un año después, los Diamondbacks terminaron con balance ganador de 93-69 y clasificaron a la postemporada con el primero de los dos comodines del viejo circuito.
Fue el primer viaje de Arizona a los playoffs desde el 2011 y tras eliminar a los Rockies de Colorado en el juego de wildcards, el equipo cedió ante Dodgers de Los Ángeles en la serie divisional. Aunque Lovullo es técnicamente un manager de primer año de Grandes Ligas, tenía ya mucha experiencia en la dirección de equipos.
Comenzó su carrera como piloto en el 2002 en las Menores y tras nueve años, en el 2011 se unió al equipo de entrenadores de los Toronto Blue Jays en las Grandes Ligas.
Siguió a John Farrell de Toronto a los Medias Rojas de Boston en el 2013 y en el 2015 comandó al equipo por 48 juegos mientras el manager estaba de licencia médica.
El de Arizona obtuvo 18 votos de primer lugar, cinco de segundo y seis de tercero, para sumar 111 puntos y superar ampliamente a Dave Roberts, de los Dodgers (55) y a Bud Black, de los Rockies (43), los otros dos finalistas.
Es el tercer manager de los Diamondbacks en llevarse el galardón, después que lo consiguieran Bob Melvin (2007) y Kirk Gibson (2011).
Lo de Molitor fue extraordinario. Luego de terminar con el peor récord de todo el béisbol en el 2016 (59-103), metió a los Mellizos de Minnesota a la postemporada prácticamente con el mismo equipo.
O incluso fue más allá. A mitad de temporada, cuando parecía que a los Mellizos no les alcanzaba para llegar más allá del calendario regular, la gerencia se deshizo de su cerrador estrella, Brandon Kintzler, transferido a los Nacionales de Washington.
Molitor, miembro del Salón de la Fama de Cooperstown, obtuvo 18 votos de primer lugar, seis de segundo y cuatro de tercero, para acumular 112 puntos y aventajar a Terry Francona, de los Indios de Cleveland (90) y a A.J. Hinch, de los campeones Astros de Houston (56).
Es apenas el segundo integrante de Cooperstown en ganar el premio, luego que lo hiciera en 1989 Frank Robinson al frente de los Orioles de Baltimore.
Es asimismo el tercer timonel de Minnesota en llevarse el premio, que consiguieron Tom Kelly en 1991 y Ron Gardenhire en el 2010, la última vez que el equipo había ido a los playoffs.
El incremento de 26 victorias de un año para otro, el convertir en contendiente al peor equipo de todas las Grandes Ligas del 2016, inclinó la balanza a favor del piloto de los Mellizos.
Francona y Hinch consiguieron más de 100 triunfos con sus respectivos equipos, al igual que Roberts en la Nacional.
Pero los tres tenían material suficiente para competir y llegar lejos, así que simplemente cumplieron con las expectativas que generaron sus conjuntos antes de darse la voz de playball.
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Premios 2017: Molitor y Lovullo merecen el Manager del Año
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