Alex Rodríguez no es Cenicienta

FECHA
26/02
2016
por Wallace Matthews, Escritor de ESPN.com
TAMPA, Fla. - El jueves Alex Rodríguez comparó su sorpresiva temporada 2015 con la historia de Cenicienta, pero la realidad es que la analogía no funciona en varios niveles.

Por un lado, Alex Rodríguez no tuvo que vivir la vida de una camarera o sirvienta, maltratada y abusada por su madrastra y sus malvadas hermanastras, y quien de repente vive una gloriosa noche en la que su vuelta da un giro por completo. Por años, él fue parte de la realeza del béisbol cuyas propias acciones lo forzaron a caer en la humillante posición de tener que esforzarse para volver a ser visto con buenos ojos en el deporte.

Y por el otro, Cenicienta vivió el segundo acto de su vida fuera del escenario. A nosotros nos dijeron que ella y el Príncipe Encantador vivieron felices para siempre, y nunca más hemos vuelto a escuchar otra palabra de ella o de ellos.

Pero Rodríguez no va a tener ese lujo, ya que se espera que siga su "temporada de Cenicienta" con algo mucho menos mágico -una sólida campaña de Grandes Ligas parecida a la producción -- 33 jonrones y 86 impulsadas - que tuvo hace un año.

Por supuesto, eso no va a ser tan fácil.

En muchos aspectos, Rodríguez sí disfrutó una temporada de ensueño el año pasado por primera vez en probablemente seis años, una en la que estuvo libre de lesiones, y más sorprendente aún, controversias.

El mayor escándalo de la temporada 2015 en torno a Rodríguez fue la resistencia de los Yankees de Nueva York a pagarle el bono de $6 millones, establecido en su contrato, al empatar con Willie Mays en la lista de jonroneros de todos los tiempos con 660 jonrones, una controversia pública de silbidos que solo sirvió para que los grandes y malos Yankees lucieran como que estaban abusando de la pobre camarera, er, quiero decir, del pobre toletero.

Aparte de Chase Headley (148) y Didi Gregorius (147), ningún otro jugador de los Yankees abrió más partidos como titular que Rodríguez con 138. Luego de perderse la totalidad de la temporada 2014 y haber promediado 105 partidos por campaña en las anteriores cinco temporadas, no pasó ni un minuto en la lista de lesionados en el 2015.

Y no olvidemos que hasta su mala racha en la parte final de la temporada - bateó apenas .191 con nueve jonrones en agosto y septiembre - el bate de Rodríguez era el segundo más peligroso en la alineación de los Yankees luego del de Mark Teixeira.

¿Cuáles son las posibilidades de que todos esos cuerpos celestiales se puedan alinear para que tenga un segundo año como ese en fila?

Gracias a que él es Alex Rodríguez, siempre existe la posibilidad de que eso ocurra.

Gracias a que además es un ser humano, las probabilidades de que eso no ocurra son aún mayores.

Y como sea que le vaya el 2016 a Rodríguez y a los Yankees, la temporada no va a ocurrir de la misma forma que le ocurrió a Cenicienta, en privado, y luego de la última página del libro de cuentos.

Para Rodríguez, su más reciente segundo acto -- de todos modos, ¿cuántos de estos ha tenido ya? - se llevará a cabo ante multitudes de más de 40,000 personas en un estadio cerca de usted y en las pantallas de televisión de todo el país.

Incluso con la historia en progreso de Aroldis Chapman y su equipaje fuera del terreno colgando sobre los Yankees en esta primavera, hay muchos ojos atentos a Rodríguez, como siempre ha ocurrido. Su primera práctica de bateo el jueves tuvo una muy buena asistencia y una cantidad ridícula de reporteros y equipos de televisión.

Esa fue solo la primera de muchas prácticas de bateo entre ahora y el Día Inaugural, pero en honor a la verdad, lució un poco fuera de ritmo, especialmente luego de Teixeira, quien lució como si estuviera en forma de juego de mediados de temporada; envió varias pelotas en la práctica por encima de la cerca con la fuerte brisa de Florida en su contra.

Los Yankees ya han dejado en claro en esta primavera que ni siquiera van a considerar la posibilidad de que Rodríguez pueda jugar uno o dos partidos en la primera base, o siquiera en la tercera, donde en cambio estarán probando a Rob Refsnyder. De hecho, ni siquiera le permiten a Rodríguez ponerse un guante en la mano.

"La organización siente que para sacarle el mayor provecho, lo mejor es no ponerlo en el terreno", dijo el manager Joe Girardi. "Para mantenerlo físicamente saludable, lo mejor es utilizarlo solo como designado".

Rodríguez también mostró algunas dudas persistentes sobre la condición de su cuerpo. Cuando se le preguntó si esperaba poner este año el mismo tipo de números que puso la temporada anterior, dijo: "Siento que puedo ser productivo. Pero a mi edad, como a cualquier edad, la salud es lo principal".

Y cuando se le preguntó sí esperaba jugar más allá de la expiración de su contrato al final de la temporada 2017 -- Teixeira, cuatro años más joven que él, dijo el miércoles que esperaba jugar cinco años más -- Rodríguez se cubrió las espaldas de nuevo contra las apuestas.

"Yo no voy a estar jugando por cinco años más", dijo. "A los 40 años, y con dos cirugías de cadera, yo estoy de día a día. Mi actitud es jugar duro y jugar tanto como mi cuerpo me lo permita"".

Esa podría ser una manera sutil de bajar las expectativas para la venidera temporada, o podría ser un atisbo a la psiquis de un jugador que sabe que viene de un año excepcional y que se pregunta a sí mismo, como lo hacemos todos nosotros, si es capaz de hacerlo nuevamente.

La Cenicienta real nunca tuvo esas preocupaciones. La suya fue un encuentro romántico que se convirtió en una vida de (presunta) felicidad privada.

Alex Rodríguez, cuya vida completa, según parece, se ha llevado a cabo en escenarios públicos, tiene que repetir la noche mágica de Cenicienta en el baile de nuevo este año, y de nuevo el año que viene.

Y no tendremos que esperar a que nos cuenten si él pudo vivir feliz para siempre. Eso lo podrá ver todo el mundo.

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NUEVA YORK - Entre el final de su temporada 2015 - un festival de dominio por parte de Dallas Keuchel y los Astros de Houston en el juego entre comodines de la Liga Americana - y hoy, los Yankees de Nueva York han firmado 14 agentes libres, conseguido en cambio 7 jugadores, han comprado uno y han reclamado uno de waivers.

Mientras tanto, los Mets de Nueva York, que se quedaron a tres victorias de su primer campeonato de Serie Mundial en 30 años, firmaron a Yoenis Céspedes.

Deslicen todas las cuentas hasta Flushing y acumúlenlas.

En el despiadado mundo del béisbol en Nueva York, los Mets, quienes ganaron la temporada regular y la postemporada en el 2016, han ganado también la temporada baja en el 2016.

Será interesante ver como los fanáticos del béisbol en Nueva York responder a esos eventos, y el cambio sísmico evidente en el equilibrio de poder entre los otrora todopoderosos Yankees ante sus hermanos menores los Mets.

Es obvio al ver sus respectivas temporadas bajas que las dos organizaciones han cambiado de puesto. Los Yankees, cuyas firmas de agentes libres fueron todas de jugadores crudos con acuerdos de liga menor, están claramente intentando ponerse más jóvenes y más baratos - su enfoque principal de cara al futuro.

Los Mets - quienes además firmaron a los jugadores de Grandes Ligas Asdrúbal Cabrera, Alejandro De Aza y Antonio Bastardo mientras conseguían en cambio a Neil Walker y firmaban de vuelta a Bartolo Colón para juntarlos con Céspedes - no están mirando más allá de la próxima temporada.

Son ellos, y no los Yankees, los que están echando a rodar los dados en el 2016 en búsqueda de ganar ahora.

Y aunque los Yankees esperan que su espectacular bullpen - una seguidilla de ponchadores como Dellin Betances, Andrew Miller y el recién adquirido Aroldis Chapman -- les ayude a recortar sus partidos y le quite algo de carga de trabajo a su sospechoso cuerpo de abridores, ellos definitivamente esperan tener un futuro más económico.

Un cambio de fortuna como ese habría provocado en George M. Steinbrenner III un ataque de rabia, compras al por mayor y despidos. Y eso no necesariamente habría sido algo bueno.

Su heredero, Hal Steinbrenner, ha optado por un modo de operación más paciente y cauteloso para construir su equipo, aunque hace apenas dos años gastó casi $250 millones en cuatro jugadores.

Queda por ver si alguno de los 14 agentes libres de los Yankees -- Pete Kozma, Vinnie Pestano, Donovan Solano, Anthony Swarzak, Francisco Díaz, César Puello, Juan Silva, Sebastián Valle, José Rosario, Jhony Brito, Spencer Mahoney, Daniel Marten, Tyler Jones o Kyle Higashioka (un firmado de vuelta) - tendrán la oportunidad de ver el interior del Yankee Stadium sin comprar un boleto de entrada.

Y de los tres principales jugadores adquiridos en cambio, uno de ellos, Chapman, todavía no está seguro de poder comenzar la temporada con el equipo. Las Grandes Ligas siguen investigando el episodio de violencia doméstica entre Chapman y su novia, y podrían imponerle un castigo bajo la nueva política de violencia doméstica.

A Starlin Castro, adquirido también vía cambio, se le está pidiendo que juegue una posición (segunda base) que apenas comenzó a aprender la temporada pasada, mientras que Aaron Hicks está pautado para ser el cuarto jardinero.

El lanzador Kirby Yates (traído de los Indios de Cleveland), el jardinero central Lane Adams (reclamado en waivers) y el lanzador derecho Chad Green (adquirido en cambio por Justin Wilson) podría convertirse en jugadores útiles, pero no se espera que ninguno de ellos convierta a los Yankees en contendientes a la Serie Mundial.

De hecho, de acuerdo con algunos analistas, los Yankees son el único equipo entre los 30 de las Grandes Ligas que no ha firmado un agente libre de importancia en esta temporada baja, y aunque ciertamente la frase "de importancia" es subjetiva, el punto no lo es. Luego de apenas mojarse los pies en la postemporada del 2015, los Yankees básicamente se han sentado a ver a los otros equipos moverse en la temporada baja del 2016.

Los Mets, quienes jugaron en la temporada hasta noviembre, hicieron el tipo de movida que nadie pensaba que tenían las agallas, o la chequera, para hacer. El tipo de movida que los Yankees solían hacer todo el tiempo.

En su corto tiempo en las Grandes Ligas, Céspedes ha rebotado en varios lugares - los Mets fueron su cuarto equipo en dos años - y ha alcanzado una reputación que puede o no ser válida.

Pero no hay duda que cuando llegó a los Mets en la fecha límite de cambios directos la pasada temporada, los ayudó a transformarse de un pequeño buen equipo a una verdadera potencia ofensiva. Y no es una exageración decir que sin él - junto con su gran y dinámico cuerpo de abridores - probablemente los Mets no estarían ni cerca de los playoffs, y mucho menos la Serie Mundial.

Los Yankees pasaron con Céspedes en la primera oportunidad, cuando salió de Cuba en un bote de motor en el 2011 solo con una cinta de video y un apodo ("La Potencia"). En su segunda oportunidad, en este invierno, volvieron a pasar, lo que es indicativo de su nuevo modo de operar su negocio y del hecho de que ahora mismo no tienen espacio para él en el terreno o en su plantilla.

En el pasado, nada de esto hubiese importado. Los Yankees habrían encontrado espacio para Céspedes, incluso si eso significaba inflar demasiado su nómina y causar que tuviesen que salir de un jugador - en este caso, probablemente Brett Gardner -- que es a la vez bien considerado en el camerino y relativamente asequible.

Pero esa ya no es la forma en que los Yankees hacen sus negocios.

Ellos dejan los contratos caros a largo plazo a otras organizaciones, equipos tales como los Medias Rojas de Boston, los Dodgers de Los Angeles, y sí, los Mets de Nueva York.

Es el tipo de curso de acción prudente que hubiese parecido impensable para ellos hace apenas unos años, y al igual que todos los planes a largo plazo, pasará un tiempo antes de poder emitir un veredicto de si realmente era la mejor forma de actuar o no.

Pero por ahora, los dos equipos de béisbol de Nueva York han intercambiado identidades, y para al menos una de esas bases de fanáticos, les tomará algo de tiempo acostumbrarse a ella.

¿Se quieren aventurar a adivinar cuál?

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CLEVELAND - Para casi todo en la vida hay por lo menos dos maneras de ver las cosas, incluyendo la más reciente derrota de los Yankees de Nueva York ante los Indios de Cleveland, que los sacó de la cima de la División Este de la Liga Americana por primera vez desde el 2 de julio.

La derrota del miércoles 2-1 puede verse como "el final de una muy buena corrida para un equipo que de todas maneras no se suponía que fuera tan bueno - buen intento, chicos, y los agarramos el año que viene".

O, como el principio de una temporada de 50 juegos en la que los Yankees están a medio juego del primer lugar.

Si eres un Yankee, o solo un fanático de los Yankees, es mejor que optes por la puerta No. 2.

Porque si el equipo le echa una buena mirada a lo que ha ocurrido en las pasadas dos semanas, las posibilidades son de que las cosas solo vayan a empeorar en los próximos dos meses.

Los hechos son fríos, claros y feos: El 28 de julio, los Yankees estaban cómodos en la cima del Este La, con ventaja de siete juegos sobre los Orioles de Baltimore. Los Azulejos de Toronto estaban en cuarto puesto, a un juego detrás de Baltimore y un juego por debajo de los .500.

De hecho, los Yankees lucían tan bien, que tomaron la decisión de no hacer movidas en la fecha de cambios ni salir de sus cotizados prospectos de liga menor - una decisión que en ese momento lucía inteligente y bien pensada. Pero desde ese entonces, Nueva York ha perdido 9 de 13 juegos y luce como que necesita algo de ayuda.

Mientras tanto, los Azulejos consiguieron un torpedero Todos Estrellas en su mejor momento y un ex ganador del Cy Young en la fecha límite de cambios. Y en ese mismo periodo de 15 días, cuando los Yankees comenzaron a resbalar, los Azulejos comenzaron a brillar, al ganar 13 de 14 juegos y remontando 8½ juegos en la tabla de posiciones. No hay duda de hacia donde se encaminan estos dos equipos.

Y aun así, es importante recordar que todavía queda casi un tercio de temporada por jugar. Lo que luce como una catástrofe a mediados de agosto puede ser completamente olvidado al final de septiembre, de la misma forma en que una jugada potencialmente clave en la tercera entrada puede ser recordada como una mera anécdota al final del partido.

Lo que suceda de aquí en adelante queda totalmente en manos de los Yankees de Nueva York - los que están en uniforme en el terreno. No en manos del gerente Brian Cashman ni del dueño del equipo Hal Steinbrenner. Para bien o para mal, ya el trabajo de ellos terminó por esta temporada. Ellos ya tomaron sus decisiones y tendrán que vivir con ellas. Ahora todo queda en manos de los jugadores.

Además es importante recordar que por los primeros 100 juegos de esta temporada, los jugadores que Cashman y Steinbrenner eligieron para tener en uniforme cumplieron con las expectativas y más. Sí, los Yankees son viejos, y sí, es una temporada larga, y seguro, los jugadores se cansan en una temporada de 162 juegos.

Pero eso también aplica a los Azulejos, quienes tienen la segunda ofensiva más vieja en todo el béisbol y un calendario igualito de 162 partidos, contra los mismos equipos y jugando bajo las mismas reglas.

Desde este punto en adelante, ambos equipos están practicamente de igual a igual. Los Azulejos tienen dos victorias más, los Yankees una derrota menos. Apenas un .003 por ciento los separa en la tabla de posiciones.

Así que no hay duda de que fue una sorpresa para los Yankees el agarrar el periódico del jueves en la mañana y ver a otro equipo encima de ellos por primera vez en 41 días, así que no van a tener más opción que dejar eso a un lado y comenzar a jugar el mismo tipo de béisbol que jugaban hace apenas dos semanas.

La derrota del miércoles fue un microcosmos del reciente declive de los Yankees: buen pitcheo abridor, excelente defensiva en el cuadro interior, y un bateo absolutamente abismal.

CC Sabathia no fue grandioso - permitió nueve hits y necesitó la ayuda de dos dobles matanzas y algo de buen guante de parte del torpedero Didi Gregorius -- pero cuando el zurdo de 35 años maniata a cualquier contrario a apenas dos carreras, los Yankees no tienen excusas para no ganar ese partido.

Los Yankees tomaron ventaja temprana gracias al cuadrangular de Brian McCann, pero no pudieron conectar otro hit oportuno en el resto del encuentro. Ellos tuvieron varias oportunidades de darle vuelta a la pizarra en la séptima y octava entradas, pero en par de ocasiones fallaron en traer a los corredores al plato desde segunda y tercera. La primera oportunidad fallida fue cuando Gregorius conectó elevado débil y Chris Young se ponchó en la séptima. En la octava, los Yankees desperdiciaron un par de boletos con un out cuando Alex Rodríguez, cuya producción ha bajado dramáticamente en este mes, conectó rodado para una doble matanza que cerraría la entrada.

Y de esa forma, una ventaja de siete juegos en la división se evaporó como agua en el desierto.

"Es difícil creerlo", dijo Rodríguez. "Obviamente no podemos controlar lo que hacen los Azulejos, o lo que hace cualquier otro equipo en el Este de la Liga Americana. Nosotros tenemos que preocuparnos por lo que nosotros podemos hacer. Y todavía tenemos que jugar buen béisbol".

Y eso tiene que comenzar el jueves en la noche en Cleveland, si no quieren otra humillación de parte de un equipo inferior. Los Vigilantes de Texas barrieron a los Yankees, los Atléticos de Oakland ganaron tres de cuatro ante ellos en mayo y los Filis de Filadelfia se llevaron dos victorias en Yankee Stadium en junio.

Esas derrotas fueron lo suficientemente malas, pero una barrida a manos de los Indios podría ser peor - considerando lo poco por lo que tiene que jugar Cleveland, y lo mucho que tienen en juego por Yankees.

"Me estás pidiendo que juegue a ser psicólogo", dijo el manager de los Yankees Joe Girardi cuando se le preguntó el tipo de efecto emocional que podría tener sobre el equipo el haber caído de la primer aposición. "Yo no lo sé. Obviamente uno quiere estar en primer lugar. Esa es la meta. La fecha de final de temporada es la fecha más importante en la que uno quiere estar ahí. Quizás esto termine siendo algo bueno. ¿Quién sabe?"

Quizás sea así y quizás no. Los Yankees podrían ganar el juego final en Cleveland - y los tres juegos cruciales que le siguen en este fin de semana en Toronto - y tratarlos como un nuevo comienzo, o como el comienzo del final.

"Esto se va a decidir de acuerdo a lo que hagamos en los próximos 50 juegos o la cantidad que nos reste", dijo Girardi. "Nosotros sabíamos que estábamos en una batalla antes del partido de hoy. Y todavía seguimos en ella".

Ahora, queda en manos de los Yankees el no salirse de esa batalla.

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NEW YORK - El manager de los Yankees de Nueva York Joe Girardi tenía razón cuando dijo que lo que le ocurrió a su estelar relevista, Dellin Betances, en el Yankee Stadium el pasado martes fue una rara coincidencia.

Fue llamado a trabajar por dos entradas para preserver un empate 3-3 contra los Atléticos de Oakland, y Betances dejó un pitcheo en el medio en conteo de 0-2 - un conteo que normalmente es una sentencia de muerte, especialmente para un bateador derecho -- a Brett Lawrie y solo pudo ver con desespero como ese error salió disparado hacia las gradas del jardín izquierdo para lo que fue la carrera de la victoria para los A's 4-3.

"Eso no pasa con frecuencia, pero ocurrió esta noche'', dijo Girardi. "Es un juego donde hay un element humano involucrado''.

Eso es cierto. Cuando un lanzador ha permitido apenas dos jonrones en toda la temporada, tiene efectividad de 1.65 y ha desperdiciado apenas dos salvamentos en nueve oportunidades, uno tiende a despacharlo como una de las cosas que ocurren a lo largo de una temporada de béisbol.

Pero ¿qué tal cuando ese mismo lanzador, con lo dominante que ha sido Betances hasta el momento, le ocurre lo mismo en salidas consecutivas? ¿Lo seguirías viendo como más que una simple ocurrencia?

"Ni siquiera me preocupo por ello'', dijo Girardi en forma despectiva. Y quizás él esté en lo correcto. Incluso el gran Mariano Rivera llegó a pasar por periodos donde desperdiciaba dos y tres salvamentos en forma seguida. Hubo un periodo en su temporada final en el que el incomparable Mo no solo desperdició tres rescates en fila, sino que permitió tres jonrones en dos partidos.

Betances ahora ha permitido cuadrangulares en dos de sus pasadas tres aperturas, y debido a la naturaleza de su rol, ambos fueron batazos devastadores que llegaron en el peor momento posible. Uno de ellos fue el pasado sábado, por Steven Souza Jr., que permitió que los Rays de Tampa Bay empataran un juego en el que eventualmente los Yankees, y el propio Betances, se llevarían la victoria.

Pero ni él ni los Yankees pudieron sobrevivir al batazo de Lawrie, y como resultado de ello, los Yankees perdieron en cuarta ocasión en cinco juegos ante los Atléticos, que tienen el peor record en la Liga Americana.

En su forma más benigna, el destino que tuvo Betances podría ser simplemente una demostración más de lo inestable que puede ser el béisbol; antes del partido se notaba radiante de orgullo mientras discutía con los reporteros su segunda selección al Todos Estrellas de la Liga Americana en igual cantidad de temporadas en las Grandes Ligas.

Luego del partido, todavía sonreía, pero era una sonrisa algo engañosa, impregnada de verguenza al igual que la naturaleza de bien que es la parte clave de su personalidad.

"Es definitivamente algo difícil de asimilar cuando estás al frente en el conteo'', dijo Betances. "Uno tiene que poder sacar esos contrarios y yo dejé ese pitcheo en el medio del plato. Y él obviamente se aprovechó de eso''.

Pero en el peor escenario posible, podría ser una señal de que la carga de trabajo de Betances está comenzando a afectarle - al llegar a la mitad de la temporada, ya tiene 43 2/3 entradas lanzadas, cerca de la mitad de las 90 que trabajó en su temporada de novato el año pasado.

Rápidamente Betances descartó la sugerencia de que estuviese lesionado, fatigado o cualquier otra cosa más allá del hecho de que esa noche fue víctima de los traviesos dioses del béisbol, quienes no suelen permitir que un jugador se crea más de lo que es por mucho tiempo.

Pero el pensamiento general que, para los Yankees, el regreso de Andrew Miller, el cerrado cuyo trabajo heredó Betances cuando Miller fue colocado en la lista de lesionados por una lastimadura en el antebrazo, no pudo llegar en mejor momento.

"Sí, obviamente pienso que nos va a ayudar'', dijo Girardi. "Sabes, en el último mes, Betances no ha lanzado tanto como en los primeros dos meses. Obviamente lo estamos cuidando y estamos al pendiente de cuanto está trabajando, pero también obviamente el regreso de Miller nos va a ayudar''.

Va a ayudar a todos los relevistas de los Yankees, porque perder un brazo, incluso uno tan efectivo como el de Miller, causa problemas en la otra media docena de brazos que andan en guardia en el bullpen.

Betances no fue el único relevista normalmente confiable que falló la noche del martes; en la sexta entrada, el zurdo Chasen Shreve, quien no permitió carreras limpias en todo el mes de junio, permitió su segunda en apariciones consecutivas en julio, al permitir un cuadrangular solitario a Billy Butler para empatar el partido a 3.

Girardi, que se caracteriza por ser un manager que mueve mucho sus fichas, sacó al abridor Nathan Eovaldi con un out y nadie en base en la sexta entrada por un par de razones: Por un lado, él temía que el jardinero derecho zurdo de los A's Josh Reddick, quien había conectado bien la pelota en par de ocasiones ante Eovaldi, incluyendo un sencillo remolcador de carrera en la primera entrada, se midiera a él nuevamente, ya que los bateadores contrarios le conectan bien a Eovaldi en la tercera ocasión que les toca medirse, promediando .378. Por otro lado, Girardi parece que le encantan los choques de zurdo contra zurdo. Y una tercera razón, es que el manager sabía que tenía un bullpen descansado y completo luego del día libre del lunes y planificó sus combinaciones que desembocarían en el uso de Betances en la novena entrada.

Pero se desvió de su aparente plan. Aunque el derecho Adam Warren, quien ha sido su abridor más efectivo pero que ahora volvió a su rol previo como relevista intermedio, estaba ya caliente en el bullpen, Girardi eligió a Shreve para entrar a juego contra Butler. Eso duró un pitcheo, el que Butler conectó hacia los asientos del jardín izquierdo.

En la primera mitad de la temporada, el bullpen de los Yankees ha sido una de sus más grandes fortalezas, a pesar de haber tenido que pasar por varias renovaciones; David Carpenter, Esmil Rogers, Chris Martin, Sergio Santos, Jacob Lindgren, Branden Pinder y Kyle Davies, por nombrar solo algunos, han pasado por la puerta giratoria del bullpen, y algunos de ellos no volvieron.

Hasta la llegada de Miller, Girardi parecía haber encontrado una fórmula que le agradaba: Warren y los zurdos Shreve y Justin Wilson para las entradas seis, siete y ocho, y Betances para la novena. Pero ahora con el regreso de su cerrador, esto podría funcionar aún mejor, ya que todos tendrían que trabajar un poco menos.

Y cuando trabaje de la manera en que se supone que lo haga, uno casi no lo notará, porque esa es la manera en que se supone que lo haga.

Pero es en noches como la del pasado martes, las noches que Girardi dice que no ocurren con tanta frecuencia, que los problemas se convierten en aparentes.

Y cuando ocurren en dos juegos consecutivos, al mismo lanzador, entonces se convierte en algo problemático.

Para Dellin Betances y los Yankees, la ayuda ya ha llegado. Y la misma no pudo haber llegado en mejor momento.

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Yankees cavaron su propia tumba

FECHA
23/05
2015
por Wallace Matthews, ESPNNewYork.com
NUEVA YORK -- Roger Clemens solía tener un refrán para noches como la que los Yankees de Nueva York tuvieron ante los Vigilantes de Texas el viernes: "Yo te puedo sacar cuatro outs", decía él, "pero no te puedo sacar cinco".

Era su manera de decir que un lanzador de Grandes Ligas debía poder sobreponerse a un error, pero que incluso para los mejores, era demasiado pedirles que se sobrepusieran a más de eso.

Pero eso es precisamente lo que Michael Pineda hubiese tenido que hacer para siquiera tener alguna oportunidad de victoria ante los Vigilantes, quienes capitalizaron par de errores de los Yankees, incluyendo uno del propio Pineda, para anotar siete carreras en una desgraciada tercera entrada que terminó siendo la diferencia en el juego. Incluso a pesar que los Yankees pelearon para venir de atrás en par de ocasiones - con un hit como emergente, un cuadrangular de tres carreras de Garrett Jones en la octava y otro solitario de Mark Teixeira en la novena - y la anotación final fue un engañoso y cerrado 10-9, este partido se decidió en gran medida luego del primer tercio del juego.

Para ser justos, Pineda no tenía su mejor repertorio y ni siquiera pudo sacar el primer out de la tercera entrada - o en realidad, el tercero si contamos los dos que los Yankees desperdiciaron - hasta que seis carreras cruzaron el plato. Pero cuando comienzas una entrada con bases llenas sin outs porque el lanzador jugó mal lo que debió haber sido un toque de sacrificio fácil, y te encuentras abajo por par de carreras porque el torpedero echo a perder un rodado potencial para doble matanza, esto tiende a poner nervioso al chico en el montículo y a inculcarle un sentido de premonición a un equipo que está inmerso en un tipo de mala racha como la que han tenido los Yankees últimamente.

"Les regalamos demasiados outs y demasiados corredores y eso nos costó el juego", dijo Joe Girardi. "Esa ha sido la diferencia. Nos ha estado ocurriendo en esta racha un poco y eso nos ha costado un par de juegos".

El error de Pineda, un mal tiro a la inicial que sacó de la base a Teixeira, y el que cometió Didi Gregorius, quien atacó un rodado que pudo haber sido una doble matanza, pero la bola no entró en su guante, permitió que anotaran dos carreras, preparando el escenario para el desastre que le siguió: un sencillo remolcador de Shin-Soo Choo, un monstruoso cuadrangular de tres carreras de Prince Fielder (su primero de dos que logró en la noche) y otro bambinazo solitario de Mitch Moreland que puso en ventaja a los Vigilantes 7-0 luego de tres entradas.

"En la tercera entrada, nos pasó algo", dijo Pineda. "Cometimos par de errores, yo cometí algunos errores, permitimos siete carreras y pienso que perdimos el juego en esa entrada".

A pesar de todo lo que ocurrió luego de eso, resultó ser que Pineda tuvo razón. Una derrota 10-9 es lo mismo que una 7-0, solo que esta tiende a molestar un poco más. No solo por Pineda, quien ha sido el as del cuerpo de abridores de los Yankees esta temporada, y quien lanzó de forma pobre por segundo partido consecutivo, sino que una vez más, el cuadro interior de los Yankees, que fue construido no tanto para producir carreras como para salvarlas, terminó cometiendo los errores que aseguraron que perdieran por cuarta ocasión seguida y octava en sus pasados nueve partidos.

Esto no fue lo que quería lograr el gerente Brian Cashman cuando firmó a Gregorius para reemplazar al inmovil pero confiable Derek Jeter en el campocorto, y cuando buscó a Chase Headley para que fuera su antesalista regular, y cuando trajo de vuelta a Stephen Drew para jugar en la segunda base a pesar de haber bateado apenas .150 para los Yankees en 46 juegos la temporada pasada. Se supone que estos chicos le hicieran la vida más fácil al lanzador, no más difícil - y aun así, luego de 42 juegos celebrados en la temporada, los Yankees han cometido 31 errores, la tercera peor marca en la Liga Americana, y la cuarta peor entre todos los equipos de Grandes Ligas.

Y de los ocho equipos que han cometido 30 o más errores en esta temporada, cinco de ellos - los Atléticos de Oakland, los Cerveceros de Milwaukee, los Filis de Filadelfia, los Indios de Cleveland y sí, los Vigilantes de Texas - se encuentran entre los peores equipos en el béisbol. La correlación es clara: Los equipos malos cometen errores, y los errores hacen malos a los equipos.

Headley y Gregorius han cometido más de la mitad de los errores del equipo esta temporada. Los nueve errores de Headley son casi tantos como los que cometió en toda la temporada pasada. Gregorius, quien tiene seis, quizás tendría más de no haber sido por alguna ayuda generosa de los anotadores oficiales a principios de temporada.

El juego de Gregorius en el terreno ha sido especialmente sorpresivo, considerando que su adquisición se hizo para llenar lo que se consideraba un gran hueco en el cuadro interior de los Yankees creado por la falta de alcance de un Jeter con 40 años. Pero aunque Gregorius ha demostrado habilidad para hacer jugadas con las que Jeter ni siquiera podia sonar, ha sido mucho menos confiable en lo que deberían ser jugadas de rutina para un torpedero de Grandes Ligas. (En lo que sería una gran ironía, el bate de Gregorius, que no es catalogado como uno bueno, tuvo a su cargo las tres carreras que lograron los Yankees el viernes en la noche con su jonrón en la cuarta entrada luego que el daño ya estaba hecho).

Girardi, como es su costumbre, trató de excusar el error de Gregorius con el viejo refrán de los managers: "Yo lo miro como que probablemente trató de hacer de más. Solo logra un out, pienso que eso es lo más importante. No creo que tuviese oportunidad de lograr dos".

Pero realmente no tuvo una explicación racional para la jugada de su cuadro interior; luego que Headley cometiese un error que permitió que llegara a base la eventual carrera de la victoria en la séptima entrada de la derrota del miércoles 3-2 ante los Nacionales de Washington, este es el mejor análisis que Girardi pudo ofrecer: "Es difícil decir".

Pero es fácil ver que con una ofensiva que rara vez pone los números que puso el viernes en la noche, los Yankees no pueden darse el lujo de permitir outs adicionales o pedirle a los lanzadores que consigan outs adicionales.

Para un lanzador promedio, sacar solo tres outs es suficientemente difícil. Solo los mejores te pueden sacar cuatro.

¿Pero cinco? Eso es pedirle demasiado a cualquiera, y el viernes en la noche fue demasiado para que los Yankees le pidieran eso a Michael Pineda.

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NUEVA YORK -- Por lo general a los jugadores de béisbol no les gusta compartir públicamente lo que se dice a puertas cerradas en los camerinos, pero Chase Headley abrió inadvertídamente esa Caja de Pandora cuando mencionó, de forma casual, que algunos de los jugadores de posición de los Yankees se habían reunido para aclarar algunos asuntos. La estrella del partido de la noche anterior, Brandon McCarthy, ni siquiera estuvo involucrada, y Francisco Cervelli, quien se preparaba con su lanzador, aparententemente no sabía de la misma cuando se le preguntó posteriormente.

Pero las reuniones de equipos siempre hacen correr a los reporteros, y cuando alguien alguien menciona la letra " R" - como en la frase, "¿Hubo una reunión?" -- Headley parecía haberse dado cuenta que había hablado demasiado.

"Algunos de los jugadores de posición se reunieron y dijeron, 'Ya es suficiente, y sigamos adelante,'" dijo.

¿Y dónde se llevó a cabo esta "reunión?

"En un cuarto", dijo.

¿Y quién la citó?

"No sé si fue alguien en particular", dijo. "Solo fueron un par de jugadores los que hablaron. No sé si realmente se puede llamar a eso una reunión. No voy a entrar en muchos detalles sobre eso, quién nos reunió. Solo fueron algunos jugadores juntos y hablando sobre cómo nos han salido las cosas y lo que podemos hacer para mejorar"

Brett Gardner tampoco se sintió cómodo discutiendo lo que ocurrió en el camerino antes del partido.

"Solo tuvimos una pequeña reunión esta mañana y hablamos de algunas cosas, para limpiar el aire en el camerino", dijo. "Muchos de los jugadores hablaron. Fue algo bueno".

¿Limpiar el aire, ah?

"Escúchame, fue una reunión", dijo. "Ustedes no estuvieron allí, y nosotros sí. Eso es todo. Todo fue positivo. Fue una buena conversación y ojalá sigamos haciendo lo que hicimos hoy - y eso es ganar".

Lo que sea que haya sido, les funcionó - al menos por una entrada.

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